Habían pasado unos meses desde que mi marido me había abandonado, dejándome con una hija entrando en la adolescencia cuando conocí a un hombre, unos años mayor que yo, que había empezado a llenar el hueco dejado por mi marido, así que al poco tiempo ya prácticamente vivía con nosotras.
Con la marcha de mi marido yo echaba mucho de menos el sexo, porque siempre fui muy activa y mi nueva pareja me satisfacía plenamente, hasta el punto de que en ocasiones me olvidaba de que mi hija podía vernos cuando me dejaba llevar por la pasión y teníamos sexo en el salón ó por las noches en mi habitación dejando la puerta abierta pensando que ella estaba dormida .
Él era muy cariñoso y se iba ganando a la niña comprándole cosas y teniendo un trato muy afectuoso con ella, y no era extraño verlos jugar a las cosquillas, haciendo que se peleaban o cualquier clase de juego típico entre un padre y una hija, que por otra parte me recordaban y supongo que a mi hija también, los juegos que tenía con su padre, que si bien, yo nunca había llegado a ver directamente si esos juegos habían llegado más allá de unos inocentes juegos padre-hija, como me insinuaban algunas amigas, contándome lo que les pasaba con sus maridos y sus hijas; si había llegado a suponer que seguramente en algún momento, aprovechando esos juegos, la habría masturbado y quién sabe si algo más, como me aseguraban mis amigas que incluso alguna de ellas había llegado a presenciarlo y me intentaban convencer de que mi caso no sería distinto.
Pero eso ya era agua pasada, y ahora tenía una nueva pareja, que no era el padre de mi hija, pero él hacía como si lo fuera y esos pensamientos volvieron a mi mente cuando los veía juntos, así que no se si por esa razón o por mi naturaleza morbosa, empecé a observarlos discretamente, fijándome en lo que hacían cuando ellos pensaban que no les veía.
Así fue como los vi la primera vez en esa actitud cariñosa desde la puerta del salón, sentados en el sofá viendo la televisión.
Él tenía abrazada a mi hija y su mano se introducía ligeramente en su escote sin que ella dijera nada, hasta que vi como la mano de mi nueva pareja acariciaba lentamente los pechos de ella por debajo de la camiseta, cada vez con más descaro, haciendo que ella inclinara la cabeza hacia atrás escapándosele algún pequeño suspiro que dieron paso a varios gemidos cada vez más continuos.
No sé por qué, mi reacción ante esa escena, fue la de sentirme excitada por lo que estaba viendo, y traté de ocultarme más para que no me vieran, por lo que cuando él miró hacia la puerta con recelo, no pudo verme, y acto seguido, le bajó la camiseta a la niña, agarrando sus pequeños pechos con ambas manos, acercando su boca hacia ellos para lamerlos suavemente, lo que provocó que sus gemidos se aceleraran, dejándose hacer con agrado todos los manoseos a los que la estaba sometiendo.
Lógicamente mi pareja estaba superexcitado y me imagino los nervios que sentiría por ser descubierto, pero no impidieron que continuara con sus avances, haciendo que la mano de mi hija acariciara arriba y abajo su erecto pene que había dejado a su vista.
Pero lo que más me extrañó fue la destreza de mi hija para masturbar a un hombre, lo que me hizo pensar muchas cosas, y tal fue así que él no tardó en correrse sobre su mano, momento en que pararon para ir a limpiarse y no dejar pruebas de lo que habían hecho.
Esa misma noche, al irnos a la cama, yo mantenía la excitación por lo que había visto y nada más estar acostados ya me abracé a él buscando su polla para calmar mi húmeda vagina.
Él también reaccionó rápidamente y enseguida se puso sobre mí para follarme en un polvo rápido compulsivo, seguramente con la mente de los dos puesta en lo que había pasado esa tarde.
Al día siguiente yo les dije que me iba a la cama a dormir la siesta y que los dejaba a ellos dos solos.
Mi plan era continuar con la observación, y se empezó a cumplir cuando sentí que mi pareja abría la puerta para comprobar si estaba dormida, lo que yo le hice creer, y acto seguido me levanté para observarles.
Efectivamente, ya estaban con sus toqueteos, teniendo a mi hija prácticamente desnuda sobre él con los pantalones bajados, lamiéndole los pechos y haciéndola ponerse sobre él con las piernas abiertas, oyéndose seguidamente un pequeño grito de la niña, indicando claramente que la polla de su nuevo padre se había introducido en su coñito, por lo que a estas alturas, yo ya no podía asegurar que ya hubiera perdido la virginidad antes de eso, comenzando un suave movimiento arriba y abajo que parecía llenarla de placer, por la explícita cara que ponía mientras estaba teniendo sexo con una persona que debería estar prohibida para ella, lo que añadía más morbo a la escena y que provocó que empezara a acariciarme, y no parar de masturbarme hasta que llegué al orgasmo con mi vista fija en ellos, sin que se percataran de mi presencia.
Estos hechos se fueron repitiendo durante los siguientes días, pudiendo presenciar entre ellos todas las variantes del sexo tan conocidas para mí y que mi hija estaba empezando a descubrir de una forma muy rápida y precoz, entrándome cada vez más dudas sobre si todo esto ya lo había practicado con su verdadero padre, por la desenvoltura que mostraba, siempre dispuesta a experimentar todo lo que la iban proponiendo, gozando de igual forma cuando se abría de piernas para dejarse lamer su vagina, como cuando ella se introducía la polla adulta en su boquita, cada vez con más maestría, para sentir ya el éxtasis total cuando se montaba sobre ella y cabalgaba de una forma que no tendría nada que envidiar a mí misma.
Por las noches yo intentaba seguir desahogándome con él después de tantas emociones, pero le encontraba cada vez menos receptivo hacia mí, siendo nuestras relaciones cada vez menos pasionales y rutinarias, lo que me empezó a preocupar, aunque rápidamente lo relacioné con el sexo diario que estaba teniendo con mi hija que le colmaba plenamente y cada vez sentía menos interés por mí, por lo que busqué la forma de recuperar todo eso, y no tuve más remedio que comentarlo con mis amigas, reconociéndolas lo que ellas tantas veces me había dicho:
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- Ya te lo dijimos que iba a pasar eso.
Los hombres cuando tienen una niña en casa, no se qué les pasa, que se vuelven locos y nos olvidan completamente.
A casi todas las pasa, unas cierran los ojos y no quieren enterarse de nada y otras no tienen más remedio que buscar una solución.
Cuando me empezó a pasar a mí, llegó un momento que prácticamente ni me tocaba y yo estaba ya de los nervios, odiando cada vez más a mi hija y hasta llegué a pensar en marcharme de casa, porque con cualquier excusa me decía que se quedaba a dormir con la niña, que si tenía pesadillas, que si no dormía bien…… y me dejaba sola toda la noche.
- ¿Y cómo lo solucionaste entonces?
- Pues le dije que trajera a la niña a dormir con nosotros, y así la cuidaríamos entre los dos.
Él al principio me decía que no, que estaríamos incómodos los tres juntos y después de mucho insistir, y seguir negándose, tuve que decirle que le dejaría utilizar los métodos que usaba para que se durmiera y él sorprendido y viéndose descubierto, acabo accediendo.
Como podéis imaginar, mi vida cambió totalmente y aunque al principio veía con recelo que yo quisiera participar en sus juegos y que le ayudara a masturbar a nuestra hija, acabamos convirtiéndola en el centro de nuestras relaciones sexuales, que cambiaron como de la noche al día, y créeme que no me arrepiento de esa decisión.
Otra de las amigas presentes:
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- Yo tuve que hacer igual que tú, y ¿sabes quién me lo aconsejó?, mi suegra, imagínate, diciéndome que eso era muy común y que no me escandalizara, que ella también había tenido que pasar por eso.
- Sí que es fuerte lo que me contáis, pero creo que yo no voy a tener otro remedio que hacer eso también.
Así que con disimulo, porque yo no me atrevía a proponérselo directamente, fui teniendo conversaciones con mi pareja sobre esas familias que tenían sexo entre ellos, y viendo él mi receptividad en el tema, fue cuando empezó a confesarme ciertas cosas, como que había llegado a tener sexo con sus dos hijas de su anterior matrimonio, con el consentimiento de su exmujer y que también habían intimado mucho con otro matrimonio amigo de sus mismas ideas.
Esta confesión me llenó de curiosidad y le pedí que me fuera contando detalles, por lo que me fue diciendo algo de cómo eran esas reuniones, como su exmujer también disfrutaba de hijo del otro matrimonio así como él con su hermana, y naturalmente, como ellos tenían que ceder a sus hijas para que pudieran gozar con ellas, por lo que las morbosas situaciones se sucedían en una orgía sin límites, tras lo cual acabe muy excitada, llevándomelo a la cama para acabar follando como en nuestros inicios, con los mejores orgasmos desde el principio de nuestra relación, y en medio de esto, me atreví a decirle que trajera a mi hija con nosotros, y aunque él se sorprendió de mi petición, ante mi insistencia, fue a buscarla, y cuando ella entró mostró la misma cara de sorpresa quedándose expectante por lo que iba a pasar.
La pusimos en el medio de los dos y empezamos a acariciarla, besarla, introducirla los dedos en sus mojados agujeros, volviéndola poco a poco loca de placer, una vez repuesta de la sorpresa de estar en esa situación.
Sus ojos no podían dejar de mirar con deseo la polla de mi pareja y yo misma la dije que se la metiera en la boca y la chupara toda, lo que hizo al principio tímidamente, para acabar luego metiéndosela completamente en la boca, saboreándola en todo su esplendor, mientras me miraba con cara de agradecimiento por permitirla disfrutar de ese momento, y seguidamente yo misma la acompañé en la lamida y las dos lenguas recorrían arriba y abajo ese miembro cada vez más duro y atrayente, lo que provocó que él nos dijera:
- Aaaahhhhh, me vais a hacer correr entre las dos, no aguanto más.
Y acto seguido empezó a derramar chorros de semen que llenaban nuestras caras e intentábamos lamer sin que se perdiera una gota.
La vagina de mi hija estaba toda enrojecida del frotamiento de nuestros dedos, mostrando un color rosáceo y más rojizo en su interior, toda brillante por los jugos derramados, que era toda una invitación a saborearla por lo que fuimos turnando nuestras lenguas para volverla a hacer gemir con ganas pareciendo que encadenaba un orgasmo con otro, y una vez recuperado mi pareja de la anterior corrida, se la metió, recreándome yo como se deslizaba por la entrada de su vagina toda lubricada hasta que con poca dificultad acabó dentro de ella, empezando un bombeo que la hacía gritar sin pausa.
Yo estaba fuera de mí viendo como mi hija era follada con mi consentimiento, masturbándome y poniendo mi coño a la altura de la cara de mi hija para que me lo lamiera.
Luego le pregunté a mi hija si lo había probado por el culo, y me dijo que hace tiempo su padre lo había intentado, pero que como le dolía, se lo había hecho por delante, que la gustaba más.
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- Ah, ¿entonces con papá ya hacías de todo también?
- Si, lo hacíamos cuando tú no estabas.
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- Ya me parecía a mí, por eso me lo decían mis amigas Pues mira, ahora lo vas a probar por el culo, te voy a ayudar yo.
Fui a por una crema para lubricarla bien metiéndola el dedo poco a poco, luego dos y al final ya le cabían tres.
Ella estaba disfrutándolo cuando le hice una indicación a mi pareja para que la metiera la polla, y enseguida ella notó la diferencia, por el grito que dio, que al poco rato se convirtió en satisfacción, cuando la sentía entrar y salir fácilmente por toda la lubricación anterior, dando un gran placer también a mi pareja, que esta vez ya no pudo aguantarse la eyaculación y llenó todo el ano de la niña, que también lo había disfrutado muchísimo.
Todo esto se convirtió en algo habitual en mi casa y fue una de las mejores etapas de mi vida.
Además, un día me propuso quedar con una de esas familias que conocía él, y la curiosidad no me dejó decir que no.
Pero estoy ya es otra historia que conté en alguno de mis otros relatos.
Que hermoso que lo puedas disfrutar así.