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Categoría: Incestos

Mi nuera, mi amante, mi puta. Parte 3

Soy un tipo de sesenta y algo más, que vive a pleno, persuadido que de que en la vida es preferible haber pecado que lamentarse por no haberlo hecho. Este es un pecado de atracción fatal, una historia que permanecerá como secreto de familia, relato de cómo mi nuera Sara, es mi amante, mi puta y ahora también incorporé a un amigo para cumplirle un deseo: hacer un trío.



Ella es la lujuria andante, la voluptuosidad en su máxima expresión, yo he sido el fogonero en esa fragua donde se calientan los deseos más ardientes. Qué bueno está haber pecado y caer en su infierno pasional…



Sara ansiaba hacer ese trío, sí o sí, que buscara un hombre de mi confianza, por obvias razones de prudencia y privacidad, para incorporarlo y hacerlo como en una escena de una peli porno que habíamos disfrutado juntos. Se había quedado enganchada en esa temática, esa fantasía le había calado hondo en su deseo, yo asumí el compromiso de hacer todo para complacerla, el asunto era con quién.



No tenía bien en claro a quien contactar, menos aún como plantearle el tema de la relación familiar, no es algo tan corriente, si bien es cierto que alguna vez estuve en un trío, con dos mujeres, esto era distinto, y sobre todo con mi nuera como “relleno del sándwich”.



Por eso de las causalidades, se dio encontrarme en una reunión con Gerardo, viejo amigo, compinche varias aventuras de puterío, compartíamos un trago y quedamos en tenía que verlo para concertar algo que necesitaba comentarle, pero no era el momento ni el lugar.



Dos días más tarde pasó por mi oficina, whisky de 12 años para amigos fue la compañía para la propuesta de hacer un trío.



-Amigo, tengo una propuesta, como hace tanto tiempo, ¿recuerdas aquel trío con esa amiga… la rubia algo loca y muy caliente? - sonríe y asiente con la cabeza. Bueno… tengo una gran hembra, digna de nuestros mejores polvos, pero… sabes se me hace algo, digamos confuso como decirlo…



-Pues nada hombre, somos amigos, a como salga, venga ese asunto. 



-La tenía bien clara, me facilitó la situación, evitó un preámbulo engorroso. Bueno ahí va, de una, derecho al asunto: Resulta que hace un tiempo nos quedamos solos con Sara, ¿la recuerdas?, mi nuera me confió que últimamente no está teniendo buen sexo, más bien poco y no tan bueno, le está complicando su relación y ahí mismo se puso a lloriquear y todo eso… La cuestión es que sin saber cómo ni por qué nos enredamos en un abrazo y…



Al calor del abrazo y un mimo de más llevó a un cariñito y esto a un besito y luego el diablo metió la cola y… terminamos en caliente pecado carnal. Le gustó, me gustó, nos gustamos y nos seguimos viendo, bueno cogiendo por decirlo con todas las letras, ahora es mi amante, mi puta, como le gusta decir. Ufff no me fue fácil contarlo, ahora vamos derecho al grano: Sabes cuánto somos de amigos, eres un amigo con el que tuvimos más de una aventura, varias veces compartimos la misma mujer, bueno… por ahí viene la cosa, Sara quiere que aporte un hombre para formar un trío.



-Hmmm



-Hmmm… qué. No tengo otro más confiable y discreto que tú, además no sabría cómo hacerlo, eres mi amigo más confiable, lo sabes. Si es una negativa ni necesitas decir el motivo, te voy a comprender, pero… es algo que ella quiere y la verdad me tiene muy caliente y muy metido con ella para poder negarme a hacerle el gusto…



Esos segundos que demoró me parecieron eternos.



-Luis, no sé cómo decirlo, pero es un sí.



-Ufff… qué bueno, no sabía cómo hacerlo.



Terminamos un segundo trago y brindamos por esta nueva aventura.



Un mensaje de texto fue el escueto y cifrado mensaje que le llegó a Sara: “gestión cumplida, sí al trío”. La respuesta tardó lo que canta un gallo: “papito te quiero, soy tu puta, muy puta. Gracias”



Antes del encuentro tan buscado hubo tres o cuatro encamadas, necesitaba que su culito estuviera bien entrenado. Andaba re caliente y contenta como gato con dos colas. Ja!



Por fin… había llegado el día, bueno la tarde, señalado para el encuentro en mi “aguantadero”, el nido donde damos piedra libre a nuestros encuentros de pecados. Llegó temprano, producida para un encuentro especial, hasta se había hecho “tira de cola” (depilar la zona anal).



Lencería color negro y sex, tanga casi transparente permite ver el seductor contenido, cubre justo papo y suave vello recortado que le da volumen, corpiño a reventar con el tamaño casi cien de tetas, turgentes por la calentura de su dueña. Las lolas (o tetotas) son algo digno de admirar, se mantienen bien erguidas y vibran saltando al caminar, seducen con solo verlas, ni que hablar cuando se le puede meter mano, una obra de arte hecha carne turgente coronada de pezones tentadores, los “timbres para pedir entrar al paraíso de los deseos”



Esa debe de haber sido la impresión que recibieron los ojos de Gerardo cuando la presenté, al centro de la sala



 - ¡Date una vueltita para tus papis! Gira lento y con cadencia, como un artista exhibe su obra, ella es el “modelo terminado” de voluptuosidad y pecado hecho carne.



Las presentaciones fueron para que la “prima donna” entre en la escena, para el comienzo de la función, todo está dado para disfrutar de un momento de placer, único por las características y los partícipes. Seguro que no soy el único, pero para quien ni en sus momentos de calentura alucinó con este momento que estoy por ingresar a la fragua de los deseos y cumplirlos.



Un trago siempre es buen compañero para entrar en clima, los brindis juegan a enredarse y compartir, a potenciar la libido, minimizar frenos morales, calentar los instrumentos del trío “seduciendo a Sara”, brindis, beso de lengua fue el “gracias” que recibimos los hombres de “la Doña Flor y sus dos maridos”, dijo con sorna, se “deshoja”, exhibe la “mercadería” en lencería sexy. - ¡Auuuu!... aullaron los lobos saludando a la Sara.



-¡Vamos niña!¡Qué comience la función!



Sara comenzó por despojarnos de las ropas, el modo de hacerlo decía que se había inspirado en alguna peli y tal vez jugaba su rol de striper para sus hombres. Por cierto, que lo hacía muy bien, tomándose el tiempo para caldear los ánimos y encender los deseos. Con los pantalones y calzones en los tobillos, de pie ante la dama, estudió los atributos masculinos palpó la textura y tamaño, distintos, pero igualmente deseables. Germán la tiene algo más larga que yo, pero menos gruesa que la mía



Mueve en simultáneo, agita suave, estudia y besa en la cabeza, un beso como para abrir el juego y entrar en tema. Se alterna y lame por turnos, nos mira, vuelve a los miembros, los ojos inyectados de lujuria, se agita cuando le sacamos el soutién, nos apropiamos de una teta cada uno, despertar sus primeros gemidos y hacerla mojarse abajo.



Se maneja como pez en el agua, dirige el manipuleo de miembros con graciosa soltura, por momentos no juntas las cabezas entre sus labios, intenta sin éxito meterse las dos juntas, opta por mamar de una a la vez. Se muestra bien putita y eficiente chupadora de pijas, German está sufriendo el efecto de la mamada y dice:



-Guauuu, que bien chupa la niña, tienes un buen maestro… - Asiente con los ojos.



La calentura asciende y se hace dueño de German, que ahí mismo comienza a moverse, cogiendo la boca de Sara, se agarra de la cabeza y se la está metiendo, mientras con la otra mano me sacude manteniendo la erección a pleno. Es una peli porno, en vivo, es algo que solo se puede sentir, no hay adjetivos, solo es vivirlo al calor de la carne propia, ella sigue disfrutando el fragor del deseo y el festival de hormonas que hacen reina por un día. Momento de cambio, es mi turno, se la mete toda y la agita, sabe cómo me gusta, mientras sacude la mojadísima verga del amigo caliente como una caldera. 



Ya es tiempo de atenderla, tendida en la cama, desnuda y ofrecida, acosada por dos bocas ardientes y cuatro manos insaciables la conmueven. Es tiempo de ocupar los lugares de combate, le cedo el primer turno, de metérsela, yo me ocupo de tener su boca ocupada con mi carne. German se arrodilla y lame la concha, busca con los dedos estremecerla desde dentro, fácil, se deja hacer y llevarlo dentro cuando se afirma en los muslos de la mujer para mandarse dentro con su pija.



-Tranqui papi, no te vengas tan pronto, necesito que me cojan mucho.



-Ja, bien muchacha, cambiemos



Ella monta, se sienta dándole la espalda, para ofrecerme el espectáculo de ver como se monta en el choto del señor, separa los pendejos para que se vea bien como entra y sale de su cueva. Está eufórica, exultante, enloquecida por tener dos machos para ella sola. 



Desmonta y lo mama, se relame sus propios jugos y viene a montarme, quiere mostrarle a German como me monta, como me coge ella. Pide que le acerque su miembro, que se lo dé en la boca, gusta tener dos en ella.



Es tiempo de hace de perrita, se pone y German toma el primer turno, bombea aferrado a las caderas de la hembra, activa todo el arsenal de movimiento, mientras se llena la boca con mi carne. El orgasmo acosa sus entrañas, se conmueve y vibra cuando German empuja fuerte y profundo, pide más fuerte, y más, que siente que se viene.



-Papi, dame, dame, dame todo! ¡Me viene, me viene, más! Mássss Ahhhhhhhh!!!



Conozco sus momentos de gloria, sé cómo se las gasta cuando está viajando por ese mar de goce, le hago señas a German que pare y retome el ritmo, varías veces, todas para ayudar a los varios orgasmos de Sara.



Sin dejarla reponerse cambiamos de monta, es mi turno aprovechando las últimas vibraciones, repetimos el tratamiento y otros dos orgasmos estallaron conmigo dentro



Casi sin solución de continuidad la acomodé montada sobre German, frente a frente mientras acaricio las nalgotas enrojecidas por algunas nalgadas aplicadas cuando se la mandé en posición de perrita. El hombre eleva su pelvis para entrarle en la conchita, mientras ensalivo con el dedo el “marrón”, se lo preparo para hacer el sándwich de Sara entre dos pijotas. 



Me acomodo entre la maraña de piernas, apoyo el glande justo en el marrón, empujo suave, juego a que sí y a que no, hasta que una palmada en sus nalgas la desconcentra, es el momento preciso que doy un envión y la gruesa cabezota de mi choto se hace carne en su carne, atraviesa la resistencia del esfínter, se deja invadir por la dura carne que se abre paso por el acceso prohibido. 



Puedo sentir desde el canal rectal el roce a través de los músculos con la otra pija que se está moviendo en la vagina. Cesaron los gemidos doloridos por sentir sus dos entradas ocupadas, llenándola toda de carnes que pugnan por abrirla toda. Incapaz de salirse del cepo, atrapada entre dos calenturas, solo tiene opción de relajarse y gozar, respira profundo y se prepara para sentirnos.



El trío está jugando su mejor actuación, afinando los instrumentos para el avance final. Me siento llegar al momento supremo, concentrado, violento el culo de mi mujer, la muevo y la sacudo en el embate final, me vuelco y la tomo de los cabellos, azuzando a la yegua, grito y aviso a mi hembra que estoy llegando, que me viene, que me vengo.



- Ah, ah, la puta madre que bueno, que bueno… Toma, toma, toma putaaaaaa.



La leche contenida de una semana sin siquiera tocarme salió, sentía brotar el semen. Seguí despacio, pero bien en el fondo de su culo hasta largar la última gota de mi gloriosa acabada. Quedé montado, sentía una muerte dulce, por un momento parecía que había dejado el alma en ese atronador polvo. Me dejé caer para hacer mi relax viéndolos enchufados.



-Es tu turno German, aprovecha ese culo glorioso de nuestra putita.



-No, nooo, otro más por el culo no. Ahora noo….



No le dimos tiempo a ponerse en la defensiva, se salió debajo de Sara y la montó. Sin mucho preámbulo se la mando, de una, por el culo, entró fácil, se deslizaba por el tobogán rectal aceitado con el semen de mi acabada. La lubricación de leche y que la tiene menos gorda favorecieron que entrara sin resistencia u toda la resignación de una hembra, objeto de los juegos masculinos. German venía conteniendo esa acabada que lo estaba acosando y cuando Sara movió el culo como le había enseñado le apuró el polvo. 



Brama y bufa cuando le llega el momento de dejarla enlechada, un gemido oscuro y ronco le avisaba que su semen estaba saliendo dentro de la muchacha. Somos parecidos los hombres en ese momento de venirnos, también él, casi replicó los movimientos hasta que no le quedó ni gota de leche.



Los machos tendidos a cada lado de la hembra que permanece en cuatro, vencida y sodomizada, sometida en la impiadosa y exigente abuso de dos hombres que la han dejado maltrecha pero satisfecha y realizada como hembra y feliz como puta.



Somos hombres con vida plena, en mi caso, también él creo, puedo aguantar sesiones de cuatro o más horas en una relación a todo dar, ejecutar el mejor de los placeres, el sexo requiere estar en buena forma, la vida sana y el deporte contribuyen, una pastillita mágica mantiene la autoestima “erguida” en cada momento que la hembra pide acción, por ello la muchacha está siendo objeto de nuestras erectas exigencias sexuales. La pastilla produce una milagrosa ayuda a sostener una intensa sesión de sexo y al mismo tiempo demora el placer del “meta y ponga” prolongando el momento de “venirse” situación apreciada por cualquier mujer, aunque cuando le doy el tratamiento anal muchas veces hubiera preferido que fuese más breve la cogida y no quedarse tan dolorida más tarde, pero… aun así disfrutan mucho, Sara también se quejó un poco por cómo le dejamos el culo, pero gozosa.



El trío recién se estaba conociendo, este momento solo era un relax.



-No sé si toman algo o no, tampoco me importa, pero cogen de puta madre, me gustó, pero demoraron



mucho tiempo en mi cola, me dejaron el culito bien dolorido. El (por mí) como la tiene más gorda me lo tiene agrandado, me lo hace todas las veces, hoy se demoró más de lo usual, y tú (por German) empujas como un calentón, por bien larga me golpeaste lindo en el fondo de mi conchita, y te venías bonito en el culo. Chuick… (sonoro beso a cada uno). Ahora voy al baño a vaciarme de sus leches.



Se salió de la posición de perrita y se puso de pie, notorio era como se acomodó luego de tamaña cogida, al inclinarse su culo expulsó el aire del bombeo, sonido parecido al de un pedo y las leches se le comienzan a escurrir camino al bidet. Menea el culo para deleitarnos viendo salir el fluido masculino. Entró al baño, sentó en el bidet, sobre la ducha vertical para limpiar el semen escurrido, la puerta sin cerrar invita a ingresar; delante de ella, los miembros siguen “morcillones” esperan…



-¡Vamos, vamos! Luis enseña el camino. Dame la lluvia dorada.



Manos a la obra, hice lo habitual apunté el chorro de orina sobre el vello púbico, gusta sentir la tibieza del chorro dorado sobre su vagina y juntarse en uno solo; el gesto invita a German a sumar el suyo, ella se lo guía para que descargue en los pechos escurriendo por el vientre para decantar directo sobre la vagina de Sara.



Momento íntimo si los hay, disfrutamos esa intimidad de regar su cuerpo con nuestros fluidos dorados. Nos abrazó para sentir las últimas gotas fluyendo por su piel. La ducha fue la excusa para acariciarla toda, el jabón líquido el bálsamo para suavizar el acoso sexual.



La desnudez de los cuerpos contagia a la de las intenciones, sin límites ni prohibidos, franquea sus puertas, se deja hacer mansa y sumisa, disfruta ser sometida, entregada a nuestra voluntad.



–¡Háganme su puta!



Se exhibe en la vidriera del deseo, se ofrece en el escaparate de la perversión. Asistimos a la metamorfosis de la lujuria en estado puro, ella esa delante nuestro ofreciendo sus carnes, promesa de placer y desenfreno. Germán hizo una seña y Sara fue mansa a sentarse sobre el falo, un primerísimo plano del subibaja, se eleva y se deja caer, siente la molestia de empalarse por lo largo y la delicia de conducir su propio orgasmo. 



Se toca y abre para que vea ser penetrada, mueve, gira, sube y baja sin dejar de frotarse, artesana del placer, artífice del desenfreno y arrebatada de goce, subida a la ola del orgasmo, transfigurada, alucina cuando se viene entre aullidos y vocea sin sentido su lujuria. El orgasmo se replica, enrojecidas sus mejillas por la tensión hasta que se deja caer sobre el choto de Germán que para de bobearla.



Recuesta sobre el hombre, que sostiene su relax sin desmontarse hasta que la falta de acción baja la columna de carne que sostenía ese orgasmo que se evapora. Joven y caliente carne no demora en ofrecerse para volver a escena:



-Papi, necesito más…



Es tiempo de darle más, sobre el sofá de perrita, le entró de un golpe, las nalgadas le marcan el ritmo de movida, está siendo sometida por mi pija y German le da a mamar la suya. Los golpes desde atrás le producen alguna arcada por la que chupa, más nalgadas la inducen a moverse, agitarse nuevamente, vibrar en otro orgasmo que está a pedir de su calentura. No podíamos dar crédito a tamaña forma de acabar, tampoco ella entendía esta forma escandalosa de venirse una y otra vez. 



Los cambios de posturas y la acabada reciente nos permite alargar la cogida sin venirnos; perdida la noción del tiempo es que recién reparamos que vamos con más de tres hora y media a todo dar, cogiendo casi sin parar. Es tiempo de volver a casa dice Sara.



-Bueno, mis papis, a ver si van preparando mi lechita… Vamos que necesito mi leche…



La cama es la nueva estación para el tren del deseo, conduce Germán desde abajo con ella montada en su choto, mientras ocupo la retaguardia penetrando su culo. El trío a pleno ritmo, la hembra otra vez en doble penetración, abiertas sus bocas de acceso al placer, el disfrute está a pleno; desmonto para que German pueda venir y darle por la vagina desde atrás, sigue en perrita recibiendo las estocadas profundas del choto del hombre, tomada con fuerza de las nalgas se deja venir dentro de la vagina de nuestra hembra.



Cambio de turno en la cogida, la entro de un solo golpe, siento la leche ajena cuando bombeo, caliente como una caldera ni me molesta que esté un tanto resbaladiza, comienzo a pistolearla, asida de los cabellos, le estoy dando algo duro, producto del frenesí de la excitación, el momento de mi acabada se impone, se acumula el semen esperando el momento del envión final, un golpe fuerte, otro, y otro más abren el “ojito” del glande para dejar fluir toda mi leche. Un par de enviones, bien el fondo, casi sin moverla son suficientes para la descarga de toda mi calentura.



Resoplando por el esfuerzo y agotada por la calentura, se incorpora la muchacha, la mano a modo de cuchara contiene los flujos y el semen que comienza a escurrírsele, así llega al bidet para dejarnos salir de ella.



Recompuesta acomoda el rostro para borrar las huellas del desenfreno y la locura, se viste, nos deja rumiando el agotado recuerdo de una tarde fogosa. Antes de partir nos hace prometer que repetiremos este trío. Ja, como si fuera necesario afirmarlo.



Estos fueron los comienzos de la relación con mi nuera, mi amante, mi putita, ahora en trío y aún queda por contar más de esta historia.



Lobo Feroz


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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