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Despues de que mi mujer había tenido una experiencia sexual con un negro, fantasía que yo le cumplí al pie de la letra y que luego repetimos con un negro que conocimos en un bar de la Zona Rosa, relatos que ya subí a esta página, nuestra vida sexual tuvo un plus y nos dio el valor de experimentar más cosas en la sabrosa actividad que es el sexo, libre y sin tapujos.
En esa época, mi mujer tenía 24 años y yo 29, ya teníamos a nuestras dos hijas que aún estaban pequeñas. Cierto día acudimos a la casa de mis compadres, con el fin de celebrarle el cumpleaños de uno de ellos, ellos habían invitado a unos amigos más a la fiesta, pero como era todavía temprano, nos encargamos juntos de los preparativos y mientras lo hacíamos, me puse a platicar con mi compadre de nuestras cosas, mientras platicábamos, veíamos a nuestras esposas, las cuales estaban bastante guapas y sobre todo bien formadas, tenían ambas unos cuerpos hermosos y bien torneados, pese a que las dos ya habían sido madres.
Tanto Beatriz, mi comadre, como Karla, estaban en su punto, Beatriz, era una linda morenita, con una cara de inocente, que engañaba a muchos, ya que por boca de mi compadre supe, que detrás de esa apariencia de inocencia, se escondía una mujer bastante cachonda, que en la cama no le hacía gestos a nada. Entre los dos nos divertimos contándonos las peripecias sexuales que practicamos con nuestras respectivas esposas, lo único que no le conté, fue la experiencia que mi mujer había tenido con esos dos negros. Además, para mi era muy excitante saludar a la mujer de mi compadre, imaginándome que estuvo recibiendo la leche de mi compadre toda la noche, mi comadre rezumaba cachondearía, que al sentirla cerca me producía una erección, erección que era muy difícil ocultar.
Termino la fiesta bastante noche, los cuatro, despues de que se fueron sus invitados, nos quedamos en al sala tomando la copa y platicando como había estado la fiestas, además contamos anécdotas y nos reímos mucho, durante la plática, note que mi compadre, no despegaba los ojos de mi esposa, la cual vestía un vestido holgado de color blanco, que al moverse se le embarraba en su sabroso cuerpo, mostrando a todos sus atributos, notándose que traía puesto un cachetero de color negro, que para nada lo ocultaba el vestido
No lo podía culpar, mi esposa, Karlita es una hermosa güerita, de pelo castaño ondulado y largo, con un cuerpo digno de cualquier hombre, debo decir que despues de verla coger con esos negros y verla como se comportó con ellos en la cama, rezumando erotismo y cachondería, me excitaba saber que mi compadre la deseaba y eso me excito bastante, deje que los acontecimientos se dieran en forma espontánea.
Luego ellas se fueron para la cocina para preparar unos bocadillos, mientras que mi compadre y yo nos fuimos para el jardín con una copa de whisky, la noche era fresca y nos despejo algo, cuando se nos terminó el trago, él fue por unas cervezas y nos la empezamos a tomar, así que un rato más tarde los dos estábamos bastante entonados y empezamos a charlar de algo, que ahora recuerdo, fue bastante excitante.
Mi compadre me dijo, “oye, que hermosas viejas tenemos”, le conteste, “si amigo, son bastante hermosas”, me pregunto oye, ¿nunca has pensado que este par de cabronas nos hayan engañado?, me reí un poco, le dije, no tanto convencido “a lo mejor”, el continuo diciéndome, “por ejemplo mi mujer esta muy buena y es bien caliente en la cama, si te imaginaras lo que hacemos” al oír esto me imagine lo que me decía y casi de inmediato me excite bastante, le conteste, “como eres compadre”, ¿Por qué me cuentas estas cosas? Le hable francamente ¿Qué es lo que quieres compadre? “háblame al chile como los cabrones que somos” el trago saliva y me miro, al tiempo que me preguntaba ¿oye compadre no te gustaría cogerte a mi mujer? Su franqueza me sorprendió, le pregunte todavía sorprendido ¿deberás quieres eso? Él me dijo con una sonrisa si, además compadre, acuérdate de aquel dicho que dice “EL COMPADRE QUE NO LE LLAGA A LAS NALGAS A LA COMADRE, NO ES COMPADRE DE A DEBERAS”, está bien, pero, aunque me imaginaba que era lo que quería a cambio, le pregunte ¿y tu que es lo que quieres?, el me miro, pues que va ser compadre, cogerme a mi comadre, le mire sonriendo, pero lo haremos con una condición, que ellas estén de acuerdo, pero si una de ellas no quiere, no lo haremos, le dije “esta claro compadre”, el me dijo no hay problema, yo voy hacer que suceda.
En eso llegaron ellas y nos preguntaron, chicos ¿de qué están platicando? Mi compadre, se me adelanto y les dijo, de ustedes y de lo hermosas y coquetas que se ven, ellas dijeron que lindo, las tomamos del talle y regresamos a la casa, mi comadre pusa música, de esas en la que se baila repegaditos, mi compadre tomo a mi comadre y empezó a bailar con ella, bien pegadito, nosotros nos quedamos sentados en el sofá viéndolos bailar, mi compadre le pasaba las manos por las caderas de mi comadre, en una forma, que me excito bastante, le sobaba las nalgas y se las apretaba, yo estaba cien, de reojo vi a mi mujer, que se pasaba la lengua por sus labios muy lentamente, viendo la acción de mis compadres.
El sala se empezó a calentar, cuando vimos, que mi comadre se voltio dándole la espalda al compadre y se le repego más, restregándole sus hermosas nalgas en el bajo vientre de mi compadre, ver eso, nos puso bien cachondos a ambos, mientras yo me sobaba la verga a través del pantalón, ella con su mano se sobaba su entre pierna, luego, mi comadre se hinco y mi compadre se saco la verga bien parada, era gruesa y gorda, no era larga, pero si era de buen tamaño, mi comadre así hincada se la empezó a mamar bien rico, nosotros al ver eso, hicimos lo mismo, rápidamente me saque la verga y se la di a mamae a mi mujer, hasta ese momento me di cuenta que todo este show era, para lograr el propósito de mi compadre y obviamente el mío.
Mientras mi mujer me estaba mamando la verga, mi compadre, me guiño el ojo y me hizo señas que cambiáramos de vieja, mientras me mamaba la verga, le pregunte muy quedito ¿te quieres ir con el compadre? Ella paro de mamar con los ojos de pasión me miro y me pregunte ¿amor, no te importaría?, le dije, no, agregue “hoy es la noche de las dos, disfrútenla”, rápidamente nos desnudamos, mi compadre se sentó en un sillón en frente de mi sobándose la verga, extendió su mano y dijo “venga comadrita linda, que tengo harta ganas de usted” ella contoneándose y moviendo bien rico sus nalgas, se acercó a el y se hinco en medio de sus piernas, tomo su enorme y gorda verga, la sobo varias veces y de inmediato se la metió en la boca, comiedosela poco a poco, hasta casi llegar a la raíz, trato de mantenerse así, pero una arcada hizo que se la sacara todo, espero un momento para recuperarse y la empezó a mamr con devoción. Mientras tanto, mi comadre sonriendo, se trepo en mi y me empezó a cabalgar bien sabroso, colocándome sus hermosas tetas a la altura de mi boca, de inmediato empece a mamar esas lindas tetas, mientras lo hacia ella se daba de sentones rapidos y profundos.
Mientras me cabalgaba, vi por encima de ella, como mi mujer se montaba en esa verga y se la empezaba a comer poco a poco, entre suspiros de excitación, era bastante excitante el contraste entre su blanca y sonrosada vagina con la prietura de esa verga, que se hundía a cada sentó que ella se daba, luego se voltio y se empezó a ensartar de frente a mí, a cada sentón que ella se daba en esa verga, yo se la metía más fuerte a mi comadre, que ya para entonces la tenía en cuatro patas y recibía mi verga entre esos dos cachetes grandes y duros, lanzando gritos de placer, me costó trabajo que ella se viniera, pero cuando lo hizo, se vino tres veces más, yo, ya no me pude aguantar y se la metí profundamente, hasta que me empece a vaciar, ella repego sus nalgas a mi vientre, mientras yo le inyectaba una buena ración de leche, cabe nacer mención, que yo soy un tipo que suelta mucha leche cuando se viene.
Me recupere un poco y como mi compadre se la seguía cogiendo, pero ya en posición de misionero, despues se volvió a tender y mi mujer lo volvió a montar, me acerque, para ver como se tragaba esa verga su v agina sonrosada, que con cierto trabajo abrazaba esa gorda verga, mi compadre no se pudo aguantar más y se empezó a venir como un toro, al tiempo que lo hacía, yo le decía a mi mujer, aprovéchate y deslechalo mamacita, ella me miro, sonrió y lo siguió cabalgando hasta que ella logro otro orgasmo, dejo de cabalgarlo, hasta que la verga de mi compadre se salió toda flácida de su sonrosado estuche.
Luego, mi comadre y mi mujer, me empezaron a limpiar la verga con la boca, era excitante ver a ese par de hembras limpiándome la verga, despues le hicieron lo mismo a mi compadre, quedamos exhausto los cuatro y nos quedamos dormidos, a la mañana siguiente volvimos a coger y así lo hicimos varias veces más, eran ricas nuestras veladas, poco a poco fuimos incorporando a parejas amigas discretas. Saludos.
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