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Cuando mi padre me dijo, he vigila bien a Mariela creo que te engaña, viniendo de la boca de mi padre no hizo mas que preocuparme, el nunca miente. En Argentina, como en casi todo el mundo, tener amante esta mal visto para mujeres y hombres casados. Sin embargo yo no lo veía del todo mal, hasta que descubrí que no sólo yo, sino también mi esposa pensaba de igual manera, y para colmo para mi ego, presencié como disfrutaba con él. ¿Cómo fue que presencié la fiesta de mi mujer cogiendo con el amante? ¡Cómo se que no era un polvo circunstancial, de esos que se dan por calenturas que surgen imprevistas, porque están en la naturaleza de las hembras humanas, que no están sujetas como las restantes de los otros mamíferos, a un estado fisiológico cíclico para aceptar un macho? Nunca, pero nunca, entres en tu casa, abriendo con tu llave, en horario o día que, por el motivo que sea, se supone que estás lejos de la misma. Mejor avisas con prudente anticipación.
En mi caso ya lo tenia todo preparado le comente a mi mujer que del trabajo tenían que llevarme al interior por un par de días, para realizar un curso. Salí el jueves a primera hora con pasaje para volver el viernes en el último vuelo .Llevándome por los consejos de mi padre instale en la casa algunas cámaras ocultas para así poder tener pruebas contundentes y enfrentar un juicio de divorcio netamente favorable a mi por supuesto. Llame al trabajo de ella como a las 4 horas de haber partido yo de casa, y me dijeron que Mariela pidió el día libre. No hizo falta pensarlo mucho, ella no perdía el tiempo de seguro aprovechara el día para encontrarse con su amante.
Decidí dirigirme a mi casa para corroborar todas mis sospechas, en el camino pensé en las veces que ella salía de compras y volvía con el pelo húmedo no me llamo la atención en esos momentos, ahora todo tiene sentido, las visitas a la casa de sus amigas, las noches del gimnasio todo lo pasado creaba dudas en mi . Bajé del taxis frente a mi casa apenas pasadas las 12 horas las piernas me temblaban y un sabor amargo en mi boca me hacia dudar de mis actos, pero todo ya estaba preparado no podía echarme atrás. Abrí y volví a cerrar, cuidando de hacer el menor ruido, la puerta de calle. El living estaba en penumbras, pero no en silencio: percibí con toda claridad gemidos, exclamaciones y palabras entrecortadas provenientes del dormitorio. Sigilosamente me fui acercando a la puerta del mismo, abierta de par en par, al amparo de la oscuridad del pasillo de acceso.
El ambiente estaba totalmente iluminado por el ventanal, que da al jardín interno, con la persianas abiertas. Asomado a la puerta, vi lo que estaba ocurriendo, mis ojos no daban crédito de lo que veía. Mis sospechas estaban puestas en un tipo joven, aunque sea mas apuesto que yo, pero no fue así creo que los nervios y el corazón a punto de estallar me provocaron nauseas, con nitidez vi a Mariela con las piernas abiertas al máximo y, hundida la cabeza entre ellas, un tipo demasiado viejo como para imaginárselo, obviamente trabajándole la cotorra con la lengua. -Uhhhyyyy!!.... ¡Ahhhhhh!... ¡que buenoooo!..... ¡ahhhh!..... ¡me encanta,...! ¡siiiiiii!.... ¡mi amoooor! – aprobaba Mariela, con ambas manos en la calva cabeza de su amante como asegurándose que no se apartara de su entrepiernas. La aprobación de mi esposa agredía brutalmente mis oídos, era otro, no yo, el que la generaba. Sigilosamente retrocedí, salí de la casa y entré por la cochera que comunicaba con el jardín posterior de la casa.
Cubriéndome entre los rosales y arbustos me ubiqué de modo tal de poder ver claramente, por el ventanal, que sucedía en el dormitorio. Mi visibilidad era prácticamente sin obstáculos. Las posiciones se habían invertido, el tipo estaba de espaldas y Mariela, al costado con la cola opuesta a mi puesto de observación, se introducía y sacaba de la boca una verga de medianas dimensiones, con las venas perfectamente marcadas, mientras con la mano derecha, masajeaba los huevos de su amigo.
Recién allí pude ver de quien se trataba era Julio su jefe. Este le acariciaba la cola. Reprimí el impulso de lanzarme a interrumpir el banquete. Pensé para mis adentros en los días que Mariela tenia que quedarse en su trabajo, como horas extras, de seguro el viejo asqueroso se la cogía en la oficina, con razón ella consiguió un ascenso tan repentino.
Me deje llevar por mis pensamientos y no preste atención en como la muy puta disfrutaba de aquel pene, que no era mas grande que el mío, no podía entender por que lo hacia, por que lo chupaba como si fuera el pingo mas rico del mundo.
Mientras tragaba, lamía y chupaba tuve la impresión que me miraban burlonamente, que sabían que sufría oculto en tras los arbustos como un cobarde.
Transcurridos unos minutos, Mariela soltó la boca de la presa y subió encima de su compañero, con la cola hacia mi. Me imagino que se habrán besado largamente, al cabo ella, siempre agachada, se introdujo el tótem y comenzó a coger a su hombre que le agarraba con ambas manos, le acariciaba el culo ahora las tetas sin hacer ningún movimiento con la parte baja de su cuerpo. ¡Para que, si todo lo hacía su compañera! Por lo vidrios entreabiertos, me llegaban los gemidos, y comentarios breves pero laudatorios de mi esposa. Impresionaba el recorrido ascendente para “sacar” la poronga, para luego enterrársela en la almeja con el acompañamiento de un gemido o exclamación de placer.
Luego vinieron las variaciones. Era obvio que se conocían bien y sabían lo que debían hacer para darse mutuo placer. Mariela se incorporó sin interrumpir el vaivén, que ahora era cabalgata. Cuando le pareció que era suficiente esa variante, giró el cuerpo 180 grados y siguió con la cabalgata. Tenía lo ojos cerrados y la boca entreabierta. Era el retrato vivo del placer. De pronto se acostó de espaldas sobre el cuerpo de su amigo, que ahora si, tuvo que mover el esqueleto, bombeando de abajo hacia arriba, mientras con una mano acariciaba las tetas y la otra masajeaba el clítoris, la concha, llena de poronga, de Mariela que emitía todo un catálogo de sonidos de disfrute. El orgasmo fue apoteótico, de parte de ella un concierto de suspiros, gemidos y gritos de placer.
Julio sos un maestro haciendo el amor.....hoy estas con toda la polenta.....me haces disfrutar como nunca antes, desde que salimos....
- Vos también tenes todas las pilas hoy.....¿será porque estas cogiendo, por izquierda, en tu cama?....me vas a matar....- devolvió el elogio el viejo.
-Puede ser.....no me vas a negar que es mucho mejor que el telo.....lástima que, una ocasión como la de hoy, es difícil que se nos vuelva a dar...mi marido fuera de la ciudad.. - agregó mi esposa. –
-...será....pero me da cosa...pena por tu marido...le cojo la esposa....en su casa...en su cama.....le uso el baño...y la “pistola” y las bolas me la seco con sus toallas....
Mi esposa lo interrumpe - ....¿perdónnnnnnn?....¿qué es eso de que “me cojo..”?...¿no será que, cuando me da la gana, me doy un gusto con vos...y...vos venís al pié?...¿quien coge a quien, eh?....y dejá “tranquilo” a mi marido...¿estamossss? - - ...........-
Mariela se ubico de espaldas al lado del amante con la verga, aun erecta, brillosa por los jugos vaginales y la agarro con sus propias manos y ubico la cabeza del pene en el agujero de su ano, no podía creer lo que estaba viendo, el con un leve movimiento introdujo casi la mitad de su tranca en su culo que ella siempre me negó, y juro que fueron como cinco los intentos que hice por cogerle su precioso culo, ahora se lo estaba entregando a un extraño.
Con la verga de el ya entera dentro pude darme cuenta que no era la primera vez que a mi mujer se la cogían por el culo, era ella la que se movía, tragaba el pedazo con movimientos descontrolados, en su rostro pude ver como lo disfrutaba.
Nunca la había visto tan puta tan entregada, pude distinguir en sus gemidos que estaba teniendo un nuevo orgasmo.
Ella se movía mas que el, y la que mas gemía, sobaba sus testículos con sus nalgas.
Mientras decía cosas como “te gusta papito...?”, “te gusta que me la meta por el culo..?”
Pude ver como su culo estrangulaba aquella verga, el viejo no aguantaría por mucho tiempo aquel ritmo infernal que Mariela le estaba propinando.
Me vengooo... puta, me estas haciendo acabar en tu precioso culo ahhh..ahhh..puta te gusta.....
Me hizo pensar en un cañón humeante (chorreante en este caso) después del disparo; el tiro debe haber inundado de leche sus entrañas, que yo iluso, hasta esa noche, pensé que era virgen.
Me retiré en silencio, aplastado, por la revelación: mi mujer tiene un amante y para colmo, con su verga mas pequeña que la mía, la atiende mejor que yo. Me fui, con mi carga, a un bar del centro. Con el “embale” que señoreaba en el cuarto de mi casa era previsible que el dúo siguiera dándose el resto de la noche. El día siguiente volví a casa después que ella se fuera a trabajar .Lleve dos amigos que conocí en el local donde me emborrache, y decidí que las fotos no las utilizaría para ganarle el divorcio, sino para chantajearla, a cambio de sexo salvaje. Ella siempre se mostró muy reacia y centrada al mantener relaciones conmigo, ahora tengo otros planes para ella, cuando llegara de su trabajo le tengo reservada una verdadera sorpresa, mis dos amigos están enteramente dispuestos a darle por todos los agujeros después de todo eso parece ser lo que Mariela esta necesitando.
Pero eso ya es otra historia, con un final que ya todos suponen.
Ella es una hermosa y simpática mujer que fácilmente, despierta la codicia masculina. Lo que no entraba en mis cálculos es que se le despertara el apetito sexual tan acentuado, que había presenciado, en su trenzada con el viejo. No se en base a que la suponía refractaria a las calenturas por otros “machos” y a dejarse llevar por ellas; solamente en su cabeza esta la respuesta, ahora en lo único que pienso es en la venganza, se acerca la hora que ella llegue, y podré probar su culo ya estrenado.
Pienso que como marido aún de ella estoy en mis derechos.
Bueno esa es mi historia triste para el orgullo de los hombres, pero la realidad cuesta aceptarla, soy un carnero consciente. Dejo que el destino juzgue quien esta mas errado ella o yo. Ustedes sacaran sus propias conclusiones.
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