Asistí con mi mujer a la boda mi compañero Curro. Éramos cuatro parejas en la mesa, de las cuatro dos éramos matrimonio, una pareja real y otro compañero de otro departamento llamado Darío que asistía con otra compañera.
Al final de la cena había baile y Darío sacó a bailar a Montse, mi mujer, después de preguntarme si me importaba. Bailaron varias canciones seguidas y se les veía muy animados, a cada momento se reían y seguían bailando.
Ya en el coche, volviendo a casa, Montse me dijo que le encantaría follarse a Darío. Nunca hemos tenido reparaos en decirnos las cosas a la cara y si se trata de tener sexo con alguien, colaboramos en lo posible para cumplir los deseos del otro. Aquella noche al llegar a casa estaba excitada, seguramente pensando en lo que haría con Darío si le tuviera a mano.
Le dije que cerrara los ojos y se imaginara que en vez de estar conmigo estaba con él. La obsequié con una comida de coño y cuando iba a penetrarla por delante, me pidió por favor lo hiciera por detrás, era su fantasía imaginando que estaba con Darío.
Montse es informática y trabaja siempre desde casa. Unos días después de la boda me presenté en casa a comer con Darío, sin avisarla. Al escuchar abrirse la puerta se asomó desde la cocina para decirme que estaba acabando de hacer la comida y que pusiera la mesa y abriera una botella de vino.
No la dije nada de que venía acompañado y Darío y yo nos sentamos a la mesa después de poner el mantel, los platos, los copas y los cubiertos. Cuando apareció en el salón con una bandeja de espaguetis y le vio sentado, casi se le cae al suelo. Se acercó a dejar la bandeja en la mesa y con los brazos apoyados en las caderas, me preguntó que significaba su presencia allí.
La atraje hacia mi por la cintura mientras le metía la mano por debajo de la camiseta larga que siempre utiliza en casa como vestido y le bajé las bragas hasta las rodillas. La giré un poco y le subí la camiseta hasta la cintura para mostrarle su coño a Darío. La miró y dijo que le gustaba el aperitivo que le había preparado. Montse me miró sin dar crédito a la situación.
En vez de decir nada le acaricié el pubis y busqué la raja. La conozco bien y se que enseguida se moja. En cuanto noté humedad le metí dos dedos en el coño y al sacárselos se los ofrecía Darío para que los oliera.
Si hueles tan bien, no quiero pensar cómo sabrás – le dijo Darío levantándose de la mesa.
Me llevé a Montse al sofá y la senté en un brazo con una pierna a cada lado y el coño expuesto. Darío se acercó, se agachó y le puso la lengua en el chocho. La saqué la camiseta por la cabeza y estrujé sus pechos como a ella le gusta. Cuando empezó a gemir le sujeté un pecho con una mano y con la otra se lo golpeé de arriba abajo en la zona del pezón. Sabía que iba a ser la gota que la iba a hacer correrse y así fue.
Darío la besó en la boca para que le limpiara con la lengua sus fluidos de la cara y yo le metí dos dedos para recoger su humedad y frotársela por el culo, repetí varias veces hasta que el dedo entraba y salía sin problema. Le dije a Darío que se sacara la polla mientras yo la preparaba con la espalda apoyada en el brazo del sofá y la cabeza colgando hacia afuera.
Le metió la polla en la boca y ella le atrajo del culo con las manos para controlar la cantidad de polla que se tragaba. Poco a poco traspasó la garganta y a él casi le da un infarto, era la primera vez que lo experimentaba. Yo se la metí por delante para producir lubricante natural y después apunté al ojete y se la metí. Repetí la operación varias veces por delante y por detrás, quería dejarla preparada para Darío y que no la lastimara, después él la follaría por detrás mientras yo lo hacía por delante.
Les dije que ya estaba bien de chupársela y le indiqué a Darío que se sentara en el sofá. Le coloqué encima a Montse y ella misma se metió su polla en el culo. Me puse en posición y la penetré por delante al tiempo que pedía que nos ocupáramos de sus pechos.
Darío se los acarició y ella le dijo que se dejara de mariconadas, quería que jugáramos con ellos de verdad. Como la conozco, le di dos bofetadas en los pechos y empezó a revolverse sobre las pollas. Le dije a Darío que le retorciera con las uñas el pezón y yo hice lo propio en el otro.
Estimulada por todas partes se corrió entre suspiros y presionó los músculos del coño y del culo, haciendo que nos corriéramos dentro de ella. Cuando se la sacamos, se empeñó en chupárnosla a los dos diciendo que siempre quedaba algo dentro.
Montse dijo que ya puestos, quería la fiesta al completo. Nos levantamos y cogiéndonos de la polla nos arrastró hasta el servicio. Se metió en la ducha y nos dijo que la meáramos encima, mientras ella se masturbaba. La regamos los dos al mismo tiempo y se corrió metiéndose un dedo en el culo al mismo tiempo que se acariciaba el clítoris.
Darío y yo nos fuimos al salón, cogimos la fuente de pasta y nos fuimos a la cocina a calentarla. Cuando Montse salió de la ducha, con tan solo una toalla en la cabeza, serví la comida y Darío llenó las copas de vino.