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"Sin darme cuenta acabo frente a mi mejor amigo y juntos exploramos el placer"
Tenía delante al hombre más sexy del planeta. No sé muy bien que es lo que me ha llevado a estar en esta situación pero tampoco me importa demasiado. Me encuentro bien, demasiado bien. Unas manos recorren mi cuerpo por completo. Empiezan deslizándose despacio por mis hombros y avanzan hasta la altura de mi pecho pero sin tocarlos.
A pesar de que los dos sabemos que me derrito a su toque y que pies arde ante su toque, esquiva los lugares donde sabe que anhelo su toque. Continua su explotación por mi estómago, dirigiéndose así hasta mis caderas. Me arqueo de forma mecánica y suelto un quejido. —Te tengo pequeña, déjame jugar—y lo hace, juga conmigo todo lo que quiere y yo se lo permito…porque en el fondo estoy perdidamente enamorada de él.
No recuerdo cuando fue la primera vez que dejé de verlo como mi mejor amigo, lo único que puedo asegurar es que no puedo controlarlo. Tenía mis dudas, nunca he querido perder mi amistad con él sólo por un calentón. Con el tiempo me he dado cuenta que es más que eso, quizá al principio pudo ser así pero desde luego que ha dejado de ser sólo eso. Es el único hombre que me ha hecho sentir viva, su toque es como una adicción. Yo Carla González, me declaro adicta a las manos de mi mejor amigo, Sergio Pérez.
Un ruido hace que mi mente vuelva al lugar donde me encontraba. El cielo sexual. Es un pequeño vibrador azul que ha encendido. Me lo pasea por los muslos haciéndome temblar ante la expectación que me produce saber el placer que voy a obtener al sentirlo. Como si me leyera la mente, se arrodilla y me abre los labios y lo posa en la punta de mi deseo. Al sentir la descarga eléctrica que me proporciona el vibrador en mi hinchado clítoris, suelto un gemido y lo agarro de la cabeza. —Por favor—llegados a este punto no me importa suplicar por sexo.
No sé si fue lo que implicaba mi súplica, mi tono o la humedad que desprendía pero parece haber hecho efecto en él porque baja la cabeza y sustituye el vibrador por su lengua al mismo tiempo que introduce en mi interior el vibrador. Empiezo a seguir al sentirme llena y a partir de ahí no hay vuelta atrás. Emprende un ritmo castigador. Saca el juguete al mismo tiempo que apresa mi clítoris entre sus labios y tira de él. Cuando lo suelta pasa su lengua por él y vuelve a introducirme el vibrador de una sola estacada. Grito de placer y estoy segura de que me quedaré afónica en cualquier momento pero me da igual.
Estoy entregada a la causa al cien por cien. Pensaba que ya no podía hacerme sentir más placer pero entonces se dispone a darle mordisquitos a mi clítoris y sin poder evitarlo estallo en mil pedazos en un órgano implacable que me hace gritar de placer. Siento una descarga eléctrica que comienza desde mi cabeza hasta los dedos de mis pies. Estoy exhausta. Tengo la sensación de que no seré capaz de volver a moverme en mucho tiempo.
No sé si han pasado minutos u horas pero lo siento moverse contra mí y abro los ojos. –Hola—mi voz suena ronca, puede tener incluso un toque sexy, me siento cansada pero bastante tranquila. Estoy eufórica, siento mis músculos relajados después de la tensión acumulada por el placer que sentí hace unos instantes.
-Has vuelto al mundo de los vivos—Noto la diversión en su voz y no puedo hacer menos que sonreír. Me acerco a darle un beso. Solo con sentir el roce de sus labios resurge mi pasión. Mi cuerpo se niega a comprender que acabo de experimentar un orgasmo que casi acaba con mi cordura. En lugar de estar satisfecha estoy deseando sentirle dentro de mí. –Creo que para continuar voy a tener que amordazarte, se han enterado todos los vecinos de que te has corrido en mi lengua—Sus palabras me encienden más y me siento encima suyo. Nuestros sexos desnudos se rozan y yo aprovecho para moverme encima de él.
Me acerco a su oído parar susurrarle —¿Crees que gritarás más que yo?—en el momento en que le lanzo la pregunta me agarro con decisión a sus hombros y continuo con mi balanceo. Nuestros sexos se tientan, se calientan y se incitan. En un momento dado paro y le agarro el pene para metérmelo en el interior. Poco a poco voy notando como se abren mis músculos para él, se va haciendo paso mientras siento un gozo indescriptible. —Carla, me vas a matar—Lo oigo suspirar mientras termino de bajar y me muevo contra él.
Pronto volveré a alcanzar el clímax si continuamos así. Baja su mano por nuestros cuerpos y me frota el clítoris. —Vamos nena, más rápido. Estoy a un paso de correrme—Sus palabras me avivan y sigo moviéndome sin parar. Lo monto y disfruto de ello. Siento como su pene roza cada espacio que hay entre mis paredes. Me siento llena, completa. Disfruto como nunca antes lo había hecho. El carpe diem cobra un nuevo sentido en mi vida después de esta noche. No deberíamos estar haciendo esto, probablemente alguien nos eche en falta ahí fuera pero a ninguno de los dos nos importa en este momento.
Siento la familiar tensión en mi cuerpo y justo cuando estoy a punto de alcanzar el orgasmo que me lleve a la gloria, Sergio me hace parar abruptamente agarrándome por mis hombros. Intento moverme desesperada pero me mantiene bien sujeta para impedirlo –¿Qué haces?—no puedo evitar el tono reprobatorio que tiñe mi voz. A penas soy capaz de articular palabra. Sin darme ninguna explicación, me levanta con una sorprendente agilidad y me deja en la cama.
Estoy a punto de protestar otra vez cuando me ordena—Ponte a cuatro patas. Es mi turno—Solo con su tono exigente, duro, implacable estoy a punto de correrme. No lo dudo, me coloco como él quiere. Siento sus por mi espalda, las va arrastrando hasta llegar a mi cadera y sin esperármelo entra bruscamente en mí. –Tócate, baja tu mano y tócate—su urgencia es la mía. Bajo rápidamente una mano y rozo mi clítoris con el dedo medio. Siento el cielo en sus penetraciones. No descansa ni un instante. Lleva un ritmo que daría vértigo a cualquiera.
Entra y sale de mí sin control alguno. Siento la fricción que produce su sexo en el mío y solo soy capaz de gritar y de pedir a voz de grito
Oído un ruido en la lejanía, un ruido que no me deja recuperarme de este último orgasmo. Empieza como una ligera melodía que poco a poco va aumentando. Al principio no logro identificar que es lo que está sonando. De repente soy consciente de dónde estoy y de qué es lo que produce ese sonido que me ha interrumpido.
Es mi teléfono. Ha empezado a sonar la alarma con la canción de Our first time-Bruno Mars. Es una canción de lo más apropiada después de lo que ha ocurrido. Me levanto de la cama intentando borrar los restos de mi sueño. Voy hacia el cuarto de baño con la intención de lavarme la cara y cambiarme de ropa y entonces lo siento. Puedo que el sueño no fuera más que eso…un sueño fruto de una mente calenturienta pero mi humedad es muy real. No puedo evitar tocarme los labios y pensar que algún día, dejaré de soñar para vivirlo.
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