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Mi marido y mi madre.
I
La familia
Laura tiene 29 años, casa con Daniel que tiene 32, desde hace cuatro años. Tienen un bebé de ahora un año. Laura es enfermera, con el trabajo típico de los tres turnos de mañana, tarde y noche, que va alternando.
Daniel trabaja en una oficina del Estado, en horario de mañana.
Viven en una ciudad mediana, en la que también residen los padres de ella.
Manuela es la madre de Laura, tiene 54 años. Es mujer bien parecida, y con algunos kilos de más como suele ser habitual a esa edad; como además es algo alta, es una mujer de mucha envergadura, con mucho cuerpo.
Desde el nacimiento del bebé, Manuela pasa mucho tiempo en casa de su hija, algo típico de las abuelas. Además, el abuelo trabaja fuera casi todos los días salvo los fines de semana, que regresa. Ello le permite incluso quedarse algunas noches, si su hija tiene el turno nocturno.
Laura y Daniel se llevan bien y se quieren sinceramente. No obstante hay un claro distanciamiento en cuanto al sexo. Laura ha sido siempre apática y bastante fría a pesar de su edad. Le pasaba ya con un novio anterior que tuvo; por las circunstancias que sean, nunca ha sentido mucho atractivo en la sexualidad. Le cuesta aceptar las proposiciones de Daniel, lo hace por complacerle, pero se excita poco y no alcanza el orgasmo, a veces la penetración es dolorosa. Todo eso le hace rehuir el contacto.
Sin embargo Daniel es más fogoso, tiene el furor propio del macho joven. Lleva con paciencia el problema con su mujer, pero a veces se siente frustrado, no satisfecho por ese problema.
Manuela es mujer extrovertida, alegre. Ríe con frecuencia por cualquier cosa, le gusta coquetear un poco, contar chistes algo subidos de tono. A Daniel le encanta esta faceta de su suegra y la aprecia de corazón, le gusta que esté casa por esa grata compañía y también por la excelente ayuda en las cosas de casa. La confianza a veces hace que se le escape un cachete en el trasero de su suegra, cuando anda por la cocina o se la encuentra por el pasillo.
- ¿Sabes, suegra?.. Estás realmente maciza, estupenda.
- Sí, sí… - ríe ella- Demasiado maciza, demasiado gorda…¡
Algunas veces Laur le recrimina a su marido esas confianzas. Creo que te pasas con mi madre, le dice. Él le quita importancia, son bromas, mujer, tu madre es simpática y no le importa, etc. Pero cierto es que a Daniel, a quien le gustan todas en general, y que siente cierta atracción por las mujeres maduras y algo gorditas, se le pone dura más de una vez cuando a su suegra se le insinúa el escote o sale del baño tras al ducha envuelta en una toalla.
II
El primer coito
Es verano, que como sabemos es la época que más se presta al folleteo. Hace mucho calor en este mes de julio. La casa no está acondicionada con refrigeración, ya que la ciudad habitualmente es más bien fría y los veranos son suaves, pero este año es extraordinario y no hay que soporte el calor.
Daniel para llevarlo mejor, todos los días después de comer se lleva una colchoneta al salón, la pone en el suelo y se encuentra allí algo mejor. El mármol le transmite algo de frescor. El bebé esta durmiendo, la suegra está terminando de recoger la cocina. Tumbado sobre la colchoneta, lee algo, conla TVde fondo. Laura se ha marchado al trabajo, tiene turno de tarde.
El calor de esa primera hora de la tarde y la relajación tras la comida, hace que Daniel tenga una erección tremenda. Lleva solo puesto un pantaloncito corto de deporte y el bulto es muy visible.
Siente que su suegra se va ahora hacia el baño, para tomar una ducha y cambiarse, cosa que suele hacer a diario, tras terminar las tareas domésticas. Suele también dormirse un ratito en su habitación, pero hoy pasa antes por el salón donde está Daniel tumbado. Ella se sienta en una silla cerca, con un abanico en la mano, tratando de aliviar algo el calor.
- Uffff, vaya día….no hay quien lo soporte.
Lleva puesta una bata ligera de casa, muy fina, algo transparente. Se le notan las bragas y el sujetador, de color negro. Mira un rato al televisor, algo distraída. Daniel, tumbado boca arriba, no hace nada para disimular su erección. Ella al final, repara en su bulto.
- Caray, hijo..¿Cómo estás así? Te va a doler…
- No sé, Manuela… será el calor. Espero que no te importe.
- Que va, que va.. Ya no me asusto, hijo, soy mayorcita. Pero me parece excesivo. ¿Es que estás necesitado?.
- Pues un poco, chica, que quieres que te diga. A Laura le cuesta bastante, creo que lo sabes.
Ella se pone ahora algo seria.
- Sí, lo sé. Ella es muy fría, ha salido en eso a su padre. Lo siento por ti, de verdad. A veces lo hablo con ella, que procure colaborar, que al marido hay que tenerlo contento, pero sé que no puede evitarlo.
- ¿Entonces, tu marido también es frío? No te da caña?
- Nunca, y ahora que somos mayores, mucho menos.
- O sea…ajajajaaj… que también estás necesitada, querida suegra….
La mujer madura está sentada de forma algo descuidada. Desde su posición, en el suelo, Daniel mira sin recato los poderosos muslos de la mujer, que se muestran en buena parte. Ella se da cuenta y nada hace para taparlos, al contrario, cruza ahora las piernas, de forma atrevida, mostrando su anatomía.
- Bueno.. –le contesta-. Puede ser que esté algo necesitada, sí. Yo soy en eso bastante mujer, me apetece bastante.
- Que calor tengo, querida suegra…no hay quien lo soporte.
- Pues si estás casi desnudo..
- Pues mejor estar desnudo del todo..
Daniel atrevido y de un solo golpe, agarra su pantalón deportivo y lo saca, quedando en pelotas delante de su suegra…
- Jajajaaaaaaaaaa, - ella ríe divertida--. Vaya estaca que tienes….jajajaaja. Andaaaaa y estás depilado…ajajajaa. Nunca había visto unos huevos afeitados…ajajaaa.
- Es más bonito así, no crees? Además tú también lo llevas depilado.
- Y cómo sabes eso.. Me has visto alguna vez…?
- Pues sí, alguna vez, ha coincidido sin que te des cuenta, en el baño o vistiéndote.
- Serás sinvergüenza…ajajajaa. Espiando a la suegra. Como se entere tu mujer, verás.
- Anda, ven, Manuela..
Él la invita a echarse a su lado y le hace un sitio en la colchoneta. Ella duda un poco pero acaba aceptando y se tumba en la colchoneta.
- Cuéntame esos detalles, Manuela, de tu matrimonio.
Daniel le ha echado un brazo por encima, abrazando su cintura.
Ella relata algo de su vida íntima, con algo de pudor, con algunos detalles sobre falta de relaciones, rutina, etc.
Daniel está super empalmado. Le llega el olor de la mujer, delicioso, perfumada. Ella mira hacia abajo, hacia el miembro erecto y en un gesto como travieso se lo agarra para confirmar su firmeza
- Nunca había visto nada así.. Con la suerte que tiene mi hija de tenerlo, lástima que no sepa aprovecharlo.
Daniel le aparta la mano con delicadeza.
- Te molesta que te lo toque? –pregunta ella-.
- No, cariño. Es que si sigues ahí agarrada, me voy a correr.
- Joder….¡¡¡. Como estás, hijo.
Ahora Daniel le pasa la mano por el muslo desnudo.
- Dani… que me vas a calentar también, que no soy de piedra.
Él pasa hora su pierna por encima de las de ella. El deseo ya es incontrolable. Le desabrocha también la bata. Intenta besarla y ella se resiste.
- Vamos a despertar al niño… -protesta ella-.
- Pues no hables, cielo, déjate llevar, anda, hazme ese favor. Me apeteces mucho.
- Esto no está bien, Daniel, no podemos, no debemos.. déjalo, por favor.
Daniel ya no se controla. Con cierto trabajo, porque ella se resiste, consigue quitarle las bragas y ponerse encima de ella. El fuerte cuerpo de la mujer es para el yerno un contraste tremendo con el cuerpo de la hija, que es más bien delgada. Un cuerpo impresionante, grande, poderoso, cálido, un colchón delicioso. Al final los muslos de ella se abren por la presión del hombre. La hendidura de la hembra está reluciente por el flujo. Ella inicia unos movimientos incoherentes, un sí y un no. Quiere apartar al hombre de encima suyo y al tiempo lo atrae hacia ella. Lo empuja por los hombros y luego lo agarra de la cintura. Daniel pone fin a ese palmoteo subiéndole los brazos por encima de la cabeza y agarrándole las muñecas. Luego presiona con su miembro entre las piernas de la madura.
Los dos se sorprenden, sin decir nada. Daniel se sorprende de la facilidad de la penetración, del coño jugoso de la hembra, del placer de introducir el miembro sin sentir esa sequedad y las protestas de su mujer. Es delicioso, una mujer tan madura ya, y que haya lubricado de forma tan espectacular. Solo apretar un poco y encontrarse dentro de un coño tan exquisito… Y ella se sorprende también de que se haya mojado tan fácilmente. Pensaba que su sexualidad estaba casi muerta. Se sorprende también del placer tan fuerte que está sintiendo
- Sácate las tetas, cariño…Por favor.
Ella mete una mano bajo las copas del sujetador y deja fuera los pechos grandes, pero todavía firmes. Se bambolean bien con los empujones que él le da.
La mujer está muy confusa, está follando con su yerno. Es algo muy grave, está poniéndole los cuernos a la propia hija. Pero el deseo ahora puede más y se deja penetrar gozosa. No dice nada, no se atreve, sería ya demasiado puta, piensa, para encima decir que está disfrutando. Pero con su respiración agitada, lo dice todo. Cierra los ojos, le da vergüenza ver la cara de su yerno mientras se la folla.
El polvo es muy rápido. Apoyándose en sus rodillas, Daniel la tiene clavada totalmente sobre la colchoneta. Ambos están al límite del deseo. No han pasado más de tres o cuatro minutos, y Manuela estalla en un tremendo orgasmo, mordiéndose los labios. Daniel, dándose cuenta, suelta todo el contenido de sus depósitos en el interior de la mujer.
Ahora se deja caer sobre ella, exhausto. Nada dicen. Permanecen unos minutos así. En la habitación continúa se oye ahora el balbuceo del niño.
- Se ha despertado el niño… ya voy yo –dice ella-
Se levanta y recoge las bragas del suelo. Antes de acudir a ver al bebé, pasa rápida al baño para darse un lavado en el bidé. Por los muslos le gotea su flujo, mezclado con el semen de su yerno.
Tras este primer encuentro, Daniel y su suegra follaron a menudo. Aprovechando las ausencias de Laura, y ya con menos prisas y miedos, Daniel la abordaba en el baño, en el pasillo, en la cocina… Se entendían muy bien haciendo el amor y lo disfrutaban.
III
Laura los descubre
Laura tiene la tarde libre y decide salir sola a efectuar unas compras y quedar un rato con su amiga Lucía. Luego quedará a una hora determinada para reunirse con su marido, su madre y el bebé y pasar juntos el resto del sábado.
Laura se despide de ellos, al poco rato de comer. Ha quedado con Lucía dentro de una hora, en la terraza de un bar y antes quiere visitar sola una tienda de ropa cercana. El verano sigue caluroso.
Se distrae un largo rato, más de media hora, en la tienda. Elige dos o tres prendas, que le han gustado y se va hacia la caja, para pagarlas. Al abrir el bolso, cae en la cuenta.. El monedero, olvidado, en el mueble de la entrada, ya que cambió de bolso y se olvidó cogerlo. Que contratiempo, caray, ahora tiene que regresar, menos mal que está cerca.
Le dice a la cajera que le guarde las prendas que vuelve en poco rato.
Su bebé tiene el sueño sumamente ligero y hay que andar con mucho cuidado para no despertarlo. Al llegar a la puerta de su vivienda, se quita los zapatos de tacón y abre la puerta muy suavemente, sin el más mínimo ruido. Hay silencio total en el piso, seguro que su marido y su madre están también durmiendo un poco de siesta. Recoge el monedero, pero antes, como buena madre, quiere ver como está el bebé.
Pasa con los zapatos en la mano, delante del salón, vacío. En el primer dormitorio, echa un vistazo a la cuna del niño, que duerme plácidamente. Se dispone a dar la vuelta y salir, pero siente entonces un ruido algo extraño.
Sigilosamente para no despertar al resto de la familia, que los supone dormidos, sigue pasillo adelante, hasta el fondo. Por la puerta entreabierta del último dormitorio, se encuentra con la escena.
Es una pareja en plena actividad sexual. Están sobre la cama, pero atravesados sobre ella. Los pies les quedan un poco en el aire. De espaldas a la puerta, el cuerpo de su marido, boca abajo. A los lados sobresalen los poderosos muslos de su madre, totalmente abiertos. La escena es tremenda. Su marido da rítmicos empujones de caderas contra la hembra, y cada empujón arranca un suave gemido de ella…ahh, ahh, ahh…. Ese fue el sonido que le llamó la atención.
El impacto en ella es terrible, queda anonadada, confusa. Le entra de momento un miedo terrible a ser descubierta y retrocede aterrada con los zapatos en la mano hacia la puerta. Abre y cierra con la llave de nuevo, con un cuidado exquisito. No llama ni siquiera al ascensor y baja rápida por las escaleras, hasta dos pisos más abajo. Entonces se serena algo, y se sienta en un descansillo, para tomar aire y ponerse los zapatos. No puede pensar siquiera. Sale a la calle a toda prisa, ahora le apetece ver a Lucía y desahogarse.
Lucía es como una hermana, desde niñas. Nada se ocultan entre ellas.
Cuando llega la amiga ella está ya sentada en la terraza del bar. Ha pedido una tila, lo necesita.
- Hola…-saluda Lucía- Qué estás tomando?
- Una tila..
- Tila ahora, con este calor? Estás nerviosa, quizás?
- Más de lo que te imaginas…
Lucía se fija ahora mejor en su amiga, en su rostro algo descompuesto.
- Laura, no me asustes. Qué pasa?
- Pues te lo diré sin rodeos, Lucía: Mi marido se folla a mi madre…
- Anda ya.. estás de broma?
- En absoluto, hablo totalmente en serio.
- ¿No estarás imaginando cosas y estás confundida?. Quizás no es lo que crees.
- ¿Confundida?.. Mira, dime. Piensa en una mujer totalmente desnuda sobre la cama, totalmente despatarrada y a un hombre también desnudo sobre ella, moviendo el culo… Eso que es? Es follar, no?.
- Desde luego… Pero eso lo has visto?
- Pues ahora mismo, hace quince minutos.
Laura le cuanta a su amiga lo que ha sucedido, el hecho de volver a por el monedero, la escena que ha contemplado.
- Es grave lo que me dices, Laura. Y que piensas hacer?
- No lo sé. Creo que también es culpa mía. Creo que he engañado a mi marido, porque no fui sincera con él, al no hablarle antes de casarnos de mi inapetencia sexual.
- Ya… es asunto complicado el tuyo, cierto.
- Lo es… ¿Porque ahora que hago? ¿Separarme de mi marido, romper con mi madre, quedarme sola?. No podría soportarlo, los necesito y a pesar de esto, les quiero.
Las dos amigas hablan durante mucho tiempo, sopesando los pros y los contras. Al final Laura se va relajando. Su conclusión es que va a tolerar la situación, al fin y al cabo, si mi marido me engaña, dice, mejor que todo quede en casa, y si mi madre también es feliz, pues mejor. Así, de paso, también mi marido me dejará algo tranquila y no me forzará a tener relaciones. Luego, el tiempo dirá.
IV
Cornuda y consentida, pero feliz
La situación continúo así un tiempo. Los dos amantes, ajenos totalmente a que Laura lo sabía. Y Laura, haciendo de tripas corazón, pero en el fondo, había en ella algo de morbo en aquella situación. Aquella escena, tan fuerte, sin quererlo había despertado en ella algo, que no sabía bien explicar, pero cuando la recordaba, curiosamente, no surgía en ella el odio, sino una cierta complacencia.
Por eso, se decidió una mañana a dejar de hacerse la tonta.
Estaban desayunando las dos solas, madre e hija, en la cocina.
- Mamá, tengo que decirte algo importante..
- Tú dirás, hija.
- Sé que te estás follando a mi marido…
Así de claro, de fuerte. La madre palideció. Imposible decir nada.
- Hace tiempo que lo sé, mamá, tranquila, no es algo nuevo.
- Y que piensas hacer, hija?
- Pues bueno, me he acostumbrado ya a ser cornuda, que quieres que te diga. Lo he asimilado, cosa que nunca hubiera imaginado.
- Qué piensas de mi hija?.. Dirás que soy la mayor puta, verdad.
- Pues no, mamá… Ya sabes que la sexualidad para mí es algo secundario. Por eso he procurado entender las razones por las cuales tú y Daniel habéis llegado a esto. Sé también el problema que tienes con papá. Sé que eres mujer muy ardiente y Daniel es también un salido.
- Gracias, hija. Si quieres no volveré a quedarme a solas con Daniel.
- No. Quiero que sigamos haciendo la vida normal. Podéis incluso amaros si yo estoy en casa, no me importa. Quién sabe, incluso a lo mejor despierto al sexo con esta situación.
Las circunstancias cambiaron desde aquel día. Suegra y yerno se fueron acostumbrando a follar estando incluso Laura en la vivienda. Si la madre pasaba la noche en casa, dormían incluso juntos. Desde el dormitorio cercano, Laura oía los gemidos de su madre y en lugar de enfurecerse, una sonrisa iluminaba su rostro. Se sentía bien, oyendo como disfrutaban. Que suerte tienen, acababa diciendo.
Esa confianza, terminó en una escena de mutua complacencia, con los dos amantes follando y Laura como voyeur durante unos minutos.
Era otra de aquellas tardes en las que el bebé dormía. Laura había quedado también con Lucía para salir un rato, con su amiga desconectada bien de los problemas de trabajo o familiares. En el dormitorio principal, suegra y yerno estaban echando un polvazo, la madre gemía más de la natural.
Laura al pasar por la puerta del dormitorio, golpeó en la puerta.
- Mamáaaaa… que te van a oír los vecinos, por favor…¡¡
Al poco rato, el silencio. Ya se han corrido, se dijo Laura. Ahora se dormirán un buen rato.
Ella siguió arreglando un poco la casa, duchándose y cambiándose para salir. Había transcurrido un buen tiempo y se acordó de que los zapatos estaban el dormitorio que ocupaba la pareja libidinosa.
- ¿Mamá, puedo pasar a coger los zapatos?
Laura suponía que estaban medio dormidos, arropados y que nos les importaría.
- Pasa, hija…
Laura no se lo podía imaginar, que los amantes hubiesen llegado a ese descaro. Estaban otra vez fornicando. La madre de rodillas, con el culo levantado, en la postura del perrito. La cabeza bajada y apoyada en la almohada, cómoda. El yerno de rodillas, la agarraba por las caderas, y la poseía, metiéndole desde detrás la enorme tranca. Ambos la miraron con toda naturalidad cuando entró y siguieron a lo suyo.
- Por favor, mamá… Otra vez?, no te cansas?.
- Es tu marido, hija. No deja de provocarme.
- Ya, ya… lo que tu digas, mamá…. Como si no te conociera.
Laura se sentó en un silloncito al lado de la cama para colocarse las medias y los zapatos. Siguió mirando también con naturalidad a la pareja. Se dio cuenta de lo impresionante y sensual de la escena. La madre, mujer grande, madura, allí desnuda, el trasero levantado, toda piel, los pechos enormes colgando. Su yerno, totalmente erecto, se la metía y se la sacaba despacio, agarrándola unas veces de las caderas, después le estrujaba los senos. La mujer suspiraba en un quejido ronco, sumamente erótico. Ambos parecían estar a gusto de que Laura los contemplara. Incluso le pusieron más ardor a la escena…
- Manuela.. te gusta así…? Uffff, me vuelves loco….contrae el coño como tú haces… eso, esoooooooo, joder, me voy a correr…
- Espera, cariño, un poco más, estoy muy a gusto, agárrame de nuevo las tetas…
Laura se divertía.
- Que pinta de puta tienes, mamá….jaajajaa.
Increíble, pensaba Laura. Vaya dos salidos. Pero ella acabó de ponerse zapatos y medias y seguía clavada en el sillón, incapaz de levantarse. Se deleitaba con la escena. Incluso se atrevió a pedirles algo:
- Por favor, terminad pronto, que me tengo que ir, me espera Lucía…. No me quiero perder el final.
- Jajajaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa……..los dos amantes rieron…. Así me gusta Laura, que vayas viendo el sexo con naturalidad, dijo su madre.
Suegra y yerno aumentaron ahora el ritmo. El sacó un momento el tremendo nabo de entre las nalgas de ella y le acaricio con los dedos un poco el sexo. Luego la abrió todo lo que pudo y volvió a clavársela. La agarró por los hombros para sujetarla bien. Apretó. Empujó. La cabeza de ella golpeaba incluso contra el cabecero, pero no se quejaba. Laura observó las manos de su madre, crispadas sobre la almohada. La cara de su marido, tensa, mirando al techo, extasiado. Se van correr como dos burros salvajes, pensó Laura.
Y así fue… De forma espectacular ambos orgasmaron de forma intensa. El culo de la madre se movió con varias convulsiones que parecía que no terminaban, mientras el yerno la sujetaba fuerte para evitar que se le saliera el pollón. Luego se relajaron, dejándose caer sobre la cama, ignorando totalmente a Laura.
Ella ya salió para terminar de arreglarse. Mientras se miraba en el espejo, sintió que algo ocurría. Se sintió distinta, una rara sensación la recorría. Había disfrutado, sin duda. Aquella escena, con ella mirando, con sus seres más queridos disfrutando a pleno de su sexualidad, había sido excepcional.
Sentía que algo pasaba entre sus piernas. Metió los dedos bajo la braguita.
- Están mojadas -se dijo con satisfacción-.
No recordaba que eso hubiese sucedido antes. Esa sequedad vaginal, crónica, que arrastraba a pesar de su juventud, había sido su única compañera.
Fue al dormitorio contiguo. Se echó sobre la cama y se despojó de las braguitas. Los muslos abiertos…
- Así se pone mamá… Por qué yo no voy a poder hacer lo mismo con gusto?
Ella también podía. También se sentía mujer ahora. Se recostó en la almohada, mirando hacia su propio cuerpo. No recordaba haberse masturbado, ni siquiera de niña. Ahora se veía hermosa. Desabrochó la blusa. Sus pechos eran menudos, pero con pezones muy grandes y sobresalientes, que ahora estaban muy duros.
Le encantó ver su vientre, que oscilaba con su respiración agitada. Su sexo tenía un vello suave, muy negro y rizado. Al contrario de la madre, ella no se depilaba. Se miraba los muslos:
- Que bonitos son, así abiertos….
Las manos en su hendidura, palpando, descubriendo su sexualidad. Sorprendida de que se habían hinchado los labios íntimos. Se movió un poco para mirar debajo de ella.
- He manchado la sábana..
Ella, la frígida, la mujer seca. Que gloria. Sus traumas habían desaparecido. Ver hacer el amor a su madre y marido había sido el choque psicológico que había roto con sus miedos. Soy mujer, soy mujer, me gusta, me excito, gracias, graciasssssss…
No sabía bien a quien daba las gracias, pero lo hacía. Una felicidad nunca sentida la invadía. Siguió manoseando sus labios ahora tan carnosos. El vello humedecido brillaba precioso. Seguía manando el flujo, empapando sus manos. Se las llevo a la nariz y a la boca, olió su perfume íntimo…
- Ay, ay, ay……….
Sí, ella también podía sentirlo, ahora estaba segurísimo de su potencial.
- Ah, ah, ah…..
No le importaba tampoco que su marido y su madre pudieran oírla, como tampoco les importaba a ellos.
- Oh, oh, oh, ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
Su mano se crispó ahora sobre su sexo. Apretando fuerte sobre el clítoris. Levantó las caderas varias veces de forma incontrolada. Cerró y abrió las piernas, apretándose con ellas las manos y el coño. Algo le venía de muy hondo. Arqueó la cintura. Abrió la boca para coger aire.
- Yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa…….¡
Tremendo, exquisito. Su primer orgasmo. Nunca pensó que lo conseguiría.
Sintió como si se hubiese desmayado. Le faltó el conocimiento durante unos segundos. Cuando volvió en sí solo acertó a coger el teléfono móvil, para llamar a Lucía:
- No me esperes hoy, Lucía… Ha pasado algo…
- ¿Es algo importante, Laura, es algo malo?
- Buenísimoooooooo……….ya te contaré…
Laura se despidió de su amiga.
Le entró una dulce somnolencia:
- Esta noche le diré a Daniel que le toca dormir conmigo… Que descanse mi madre por esta noche. Espero que Dani pueda a partir de ahora con las dos… Tendré que darle algunas vitaminas…jajajaa.
Mientras reía para ella misma, entró en un sueño profundo.
Un poco más tarde, su marido y su madre la descubrieron así, profundamente dormida, las piernas abiertas y el coño aún relajado y húmedo.
Sin decir nada para no despertarla, con una mirada de complacencia, la arroparon con la sábana para dejarla descansar.
- Creo Daniel -dijo su suegra, con la cura iluminada por al sonrisa-, que a partir de hoy tendrás que atender a otra mujer más. ¿Podrás con las dos?.
- Estoy seguro de ello, Manuela…
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