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MI MARIDO, EL CLIENTE Y YO

Una vez más lo hemos vuelto a conseguir. El cliente se acaba de marchar y ha dejado firmado el contrato encima de la mesa del hall de la habitación del hotel. Ahora estoy esperando en la tumbona, abierta de piernas y esperando a mi marido para que me de mi premio. Una comida de chocho hasta que reviente, como dice él.

Llegamos anoche al hotel que esta al lado del aeropuerto de Barajas, bueno de Adolfo Suarez se llama ahora, aunque todo el mundo lo sigue llamando Barajas. El motivo era recibir a un cliente que venía de Canarias para una reunión de negocios con Pedro, mi marido. El objetivo era convencerle para que le confíe la campaña publicitaria de su empresa.

La habitación es la de siempre. Una sala de estar, un dormitorio y la terraza. Esta última imprescindible para testar la resistencia del cliente y hacer que todo parezca casual y no preparado de antemano. No ha sido la primera vez que le echo una mano en su trabajo, aunque más bien podíamos decir que me abro de piernas.

La estrategia es que Pedro quede con el cliente en la habitación para mantener una reunión en la sala de estar, donde le ofrece un refresco, un café o algo más fuerte. Yo me quedo en la terraza tomando el sol en una tumbona.

Cuando dan por terminada la reunión y dependiendo del resultado, Pedro me avisa disimuladamente por whatsapp si tengo que intervenir o no para prepararme. En los casos como hoy, que tengo que intervenir, en el momento que salen a la terraza a fumarse un cigarro, aprovecho para quitarme la parte de arriba del biquini de forma casual y al verles me vuelvo a tapar los pechos pudorosamente. El anzuelo ya está lanzado y el cliente ha tenido la oportunidad de verme los pechos y ahí desviara inconscientemente su mirada, aunque me los tape.

Pedro me presenta al cliente y este me tiende la mano. Yo haciéndome la distraída la ignoro y le saludo al estilo anglosajón, con un abrazo. Asegurándome restregar los pechos contra él de forma que no parezca intencionada. Normalmente el cliente se queda tan cortado como intrigado.

Mi marido me dice que no es necesario que me tape y llamando al cliente por su nombre me dice que es de confianza y que seguramente en breve nos dará la oportunidad de colaborar con su empresa. Y me lo dice mientras me desabrocha la parte de arriba del biquini y me la quita.

Sentados en la mesa de la terraza iniciamos alguna conversación intranscendente que nada tiene que ver con el trabajo. El objetivo es conseguir que el cliente no pueda apartar la mirada de mis tetas como si fueran un imán y se vaya poniendo nervioso.

Es el momento de alabar mis pechos por parte de mi marido, dirigiéndose al cliente. Me los palpa y le comenta que es impresionante lo duros que los tengo todavía y los sensibles que son. Me presiona un poco el pezón con dos dedos y este reacciona poniéndose de punta. Es el momento de poner toda la carne en el asador.

Le invita a que compruebe por si mismo y me empuja suavemente hacia él, sin soltarme el pezón. Normalmente el cliente se queda cortado sin saber que hacer y es cuando intervengo yo. Le cojo la mano y se la pongo directamente encima del otro pecho, aprovechando el contacto para apretarle la mano y que me lo estruje un poco. En ese momento suspiro como si me encantara el contacto de ambos en mis pechos. La verdad es que me encanta.

Tengo que aclarar que mi relación con mi marido es muy abierta y solemos hacer intercambios de parejas con amigos o desconocidos y estamos acostumbrados a vernos disfrutando del sexo con terceros. Por cierto, me encanta cuando alguien se la esta chupando a Pedro y se corre mientras me besa apasionadamente.

Mi marido propone disfrutar de mi entre ambos, asegurándole que yo lo estoy deseando y que lo que más me gusta es tener a dos tíos a mi disposición deseando penetrarme, por delante o por detrás, después de ponérsela bien dura mamándosela.

Me acerco al cliente y le beso en los labios. A continuación, le pongo un pecho en la boca y le presiono la cabeza invitándole a que me chupe el pezón, momento que Pedro aprovecha para bajarme la braga y acariciarme el pubis. Como ha ocurrido hoy, a esas alturas el cliente ya está dispuesto a lo que sea y deseando follarme delante de mi marido.

Me pongo en cuclillas y les pido que se saquen la polla para chupársela. Ambos se incorporan y se bajan la cremallera de los pantalones. Le digo al cliente que me deje hacérselo a mi y en cuanto consigo sacársela, ya la tenía dura, me la meto en la boca y le paso los dientes suavemente por la punta y descendiendo hasta tragármela entera.

Es el turno de chupársela a Pedro, dejarle con ganas de más y mostrarle como se la como a mi marido. Les pido que se quiten los pantalones para estar más cómodos, les cojo la polla a ambos y pegando los capullos los chupo al mismo tiempo. Queremos observar la reacción del cliente al pagar su polla a la Pedro. No sería la primera vez que alguno acaba chupándosela.

Le doy un preservativo al cliente para que se lo ponga y le digo que se coloque bocarriba en la tumbona. Me siento encima de él y me penetro su polla por detrás. Me recuesto encima de él y le digo que me acaricie los pechos. Pedro se pone encima de mío y me la mete por delante.

Los dos sabemos que en esa posición es el que manda. El cliente solo disfruta de la presión que yo ejerza con los músculos del recto y depende de las embestidas de otro.  Es una estrategia para hacerle que deseé cada vez más ser él quien lleve la iniciativa.

Nos incorporamos los tres y me pongo a cuatro patas en la tumbona. El cliente vuelve a metérmela por detrás y ahora si me puede embestir a placer. Pedro me mete la polla en la boca y me la folla al ritmo que imprime el otro dentro mi culo.

Conozco muy bien a mi marido y se cuando se va a correr. Es el momento de darle más morbo a la situación y giro la cabeza de medio lado. Sabe lo que tiene que hacer y empieza masturbarse delante de mi cara mientras los dos miramos al cliente que se enciende más y me taladra el culo con más violencia.

Se corre en mi cara y parte en la boca. Con el capullo va recogiendo el semen de mi cara y me lo va metiendo en la boca. Lo recojo de la polla con la lengua y muestro como me lo trago.

La presión que imprimo sobre la polla del cliente al correrme le lleva al punto de no retorno y sabe que no va a poder aguantar más sin correrse. Me la saca del culo y se quita el preservativo. Me la pone en la boca y le chupo hasta que se corre dejando escapar su semen entre los labios, no pienso tragarlo. Se agacha y me besa los labios. No es un beso lascivo, es de agradecimiento.

Se viste y Pedro le acompaña hasta la puerta. Recoge su cartera con los documentos que han utilizado en la reunión. Coge el contrato que mi marido tenía preparado, lo mira, lo firma y se lo devuelve. Ambos se dan la mano. El cliente le dice que recibirá inmediatamente la documentación necesaria para empezar a trabajar cuanto antes. Creo que mis servicios también van incluidos en el contrato, aunque no lo refleje. Tampoco sería la primera vez.
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