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Mi mamá y mi amigo Francisco - Regreso 2

Reciban otra vez mis saludos y continuaré con lo que vivieron mi madre y mi amigo Francisco en esos años de mi niñez, aunque como indiqué solo las situaciones más resaltantes.

Entre las cosas que recuerdo está que en sus conversaciones empezaron a tentar la posibilidad de pasar un fin de semana juntos lejos de casa y para eso estuvieron pensando en una excusa para que mi padre no pueda sospechar nada. De lo que recuerdo esa vez mi madre le dijo que una amiga suya las invitó a ella y otras amigas a un fin de semana en su casa de playa y que era cosa de mujeres, mi padre lo tomó como algo normal pues nunca había tenido motivos para pensar algo malo. Así fue que un viernes en la tarde mi mamá se despidió de nosotros, aunque yo sabía con quién se iría y ya para el domingo en la noche regresó muy cansada pero sí bastante contenta pues había tenido un fin de semana de puro sexo con mi amigo. Recién de varios días después que volvió a venir a casa Francisco pude enterarme de algunas cosas que hicieron esa vez.

  • Norma, fue una locura estar todos esos días desnudos. - dijo mi amigo mientras estaba en la pose del misionero con mi madre.
  • Uyyy ni lo digas que hasta nos traían la comida al cuarto. - agregó ella recibiendo las embestidas de su amante y rodeándolo con sus piernas. Y de todas maneras lo vamos a tener que repetir.
  • Eso ni se diga señora, es un hecho porque han sido días de puro sexo sin que nadie nos interrumpa. – gruñó Francisco sin dejar de moverse. Pues eso ha sido lo mejor de esos días, ser marido y mujer.
  • Sí, yo soy tu mujer, tu hembra, tu amante, tu puta. – respondió mamá entregada por completo.
  • Y yo, tu macho. – dijo mi amigo buscando los labios de ella y fusionándose en un beso húmedo y ardiente como su relación misma.

Cada día me quedaba la seguridad que su relación era muy especial y que en este caso el sexo estaba por encima de otras cosas y los dominaba absolutamente. Y en mi inocencia eso me parecía bueno que compartieran algo tan íntimo entre ellos pues me gustaba verlos felices, sin olvidar lo que me dijeron aquella vez que los sorprendí entrando al cuarto y que lo que hacían era un juego entre amigos pero que debía ser secreto. Francisco también me dijo que yo vi de casualidad eso pues es un momento de intimidad entre mi madre y él donde sus cuerpos desnudos se entregan mutuamente para darse placer y le dije aquella vez que eso del placer es algo bonito y me dijo que sí, es un momento hermoso entre una pareja y le dije pero entonces ustedes son como novios y me dijo que algo así podría ser pero si eso me molestaba y le dije que no porque ustedes son amigos y si quieren ser novios es porque está bien eso y luego agregó que mi papá no debía saber nada de nada porque él quizá no entendiera la relación especial que tenían ellos y ya no quisiera que se vean, y sería muy triste que los separarán y le dije sí debía ser triste porque cuando los vi esa vez, se les veía felices cuando hacían sexo. Él me miró y me dijo que así se sentían en esos momentos

Otra de las cosas que les gustaba era probar nuevas poses en el sexo que Francisco buscaba en internet y le decía a mi madre cómo debían hacer, y eso era también muy divertido pues en muchos casos no todas las poses eran adecuadas para poder disfrutar debidamente y por lo contrario eran más un suplicio para la pareja, aunque las demás poses que sí eran adecuadas les abrían un amplio abanico de disfrute sexual. Y aunque en esa época mi amigo le decía cómo se llamaba la pose, yo no recordaba luego el nombre, pero ya después al ver eso en internet llegué a conocer al respecto tales como: la carretilla, el trapecio, el martillo neumático, el cowboy invertido, la fusión, aspas de molino, la medusa, etc. y con esos nombres pues era lógico que no los recordara fielmente.

Aunque eso lo hacían más para vivir la experiencia de probar algo nuevo pues al final regresaban a las poses clásicas con las que se pudiera disfrutar del sexo sin complicaciones y que también a mí me permitía poder apreciar mejor como el gran pene  de mi amigo entraba y salía de la vagina de mi madre como cuando se ponían de cucharita y él sujetaba una pierna de ella y se podía apreciar muy bien la penetración y como poco a poco el pene de Francisco se iba lubricando con los jugos vaginales de mi mamá, cosa que gustaba mucho a mi amigo. Pero también me gustaba esa pose pues se podía ver muy bien el tamaño y grosor del pene considerable en comparación con la vagina de mi madre y ella muchas veces se lo hacía saber como la primera vez que estaban en esa pose.

  • No puedo creerlo muchacho. – susurró mi madre al sentir el desproporcionado pene llenando sus entrañas.
  • ¿Tanto lo siente señora Norma? - interrogó mi amigo.
  • Sí Francisco, soy muy pequeña para ti. – se quejaba mamá con la cara compungida de dolor.
  • Mmmm pero así es mejor, sentir su pequeña vagina apretándome mucho la verga. – dijo él mientras empujaba sin piedad.

La cópula siguió por varios minutos con la verga de mi amigo recorriendo las paredes vaginales de mi madre una y otra vez con furia, mientras le decía que su concha se mojaba muy rico y ella con los ojos cerrados recibía con gusto la virilidad de su amante, y también podía ver como sus labios vaginales se enrojecían e hinchaban al recibir todo ese pedazo de carne. Luego mi amigo le dijo a mi mamá que se ponga en perrito y continuó haciéndola suya con cada embestida moviendo sus caderas adelante y atrás variando de ritmo a cada momento lo que ponía loca del gusto a mi madre. Francisco no se detenía por nada y acompañaba sus movimientos con los palmazos que le daba a las nalgas de mamá y al ser tan blanca se le quedaban las marcas de las manos bien rojas en la piel mientras los gemidos ahogados de ella se perdían en el revoltijo de sus cabellos rubios cayendo por su cara. Después de un rato él se acomodaba y quedaba todo encima de mi madre, cubriéndola como los perros cubren a las perras y así se notaba más diferencia de tamaños entre ellos y no entendía cómo una mujer tan delgada y pequeña podía aguantar a ese muchacho tan joven, pero con la herramienta tan grande. Francisco parecía no cansarse en sus embestidas pues mi madre entre gemidos y quejidos le recordaba lo mucho que podía aguantar en el sexo, mientras mi amigo buscaba los labios de ella y sus lenguas se fundían en una erótica danza. Después él puso todo su peso encima de mi mamá y quedaron echados en la cama sin detenerse en la cogida que le daba a su perra, sus caderas iban y venían con fuerza, la fuerza que da la juventud embriagada de placer… poco a poco el respiro agitado de Francisco me indicaba que su eyaculación estaba próxima; con un brazo pasado por debajo del cuello de mi madre, mi amigo imprimía más fuerza y rapidez en sus movimientos mientras mi mamá gemía poseída por sexo descontrolado y de un momento a otro Francisco lanzó un grito empujando sus caderas apretando las nalgas de mi madre, y por dentro ella debió sentir como múltiples chorros de semen llenaban su vagina como tantas otras veces. Años después escuché decir que los negros estaban hechos para el sexo y recordando todo lo que vi pues no dudaría que eso era verdad.

Por ahora eso es lo que puedo compartirles, muchas veces las ocupaciones del día a día no dejan tiempo para poder llevar a cabo lo que me he propuesto y es terminar de contar todo lo que aconteció en aquellos años entre mi mamá y mi amigo Francisco.

Datos del Relato
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