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Categoría: Incestos

Mi mamá me orina

Nos conocimos practicando deportes, el deporte formaba parte de nuestras vidas, fue en un gimnasio de la ciudad cuando éramos muy jóvenes, mi nombre es Susana quedé embarazada, lo que nos obligó a casarnos y poner un gimnasio para que sea nuestra forma de vida. Con el tiempo nos fuimos orientando al fisicoculturismo como especialidad del gimnasio, los dos practicábamos este deporte, mi esposo lo hacía en competencias nacionales e internacionales, llevaba varios campeonatos ganados. Yo siempre fui como su entrenadora, lo ayudaba con las competencias, esto hizo que siempre existieran roces entre nosotros y peleas por diferentes puntos de vistas del tipo de entrenamiento a seguir.



Para no seguir peleando con mi esposo, empiezo a entrenar por mi cuenta para competir en pequeños campeonatos locales de fisicoculturismo, pero al poco tiempo fui derivando a competencias crossfit. Hace un año descubrí que me estaba engañando con una clienta del gimnasio, a los pocos meses nos divorciamos y me quedo con el gimnasio como parte del acuerdo del divorcio.



Yo con 36 años, ahora divorciada y dueña de un gimnasio, me concentré en enseñar principalmente a mujeres, pero me obsesiono con las competencias de crossfit, entrenaba todo el día, es un deporte duro. Mi hijo, con 18 años, había terminado los estudios secundarios y tenía idea de comenzar el profesorado de gimnasia, mientras tanto me ayudaba con el local y con mi entrenamiento.



El tiempo que pasábamos juntos nos hizo muy compinches, hablábamos todo el día de los campeonatos que me obsesionaban, los métodos y sistemas que se usaban para competir. Yo tengo un buen cuerpo por el deporte que practico, pelo castaño y ojos grandes como mi madre, de un azul profundo. Mi hijo se mantenía en buena forma era muy joven y practicaba deportes.



El gimnasio necesitaba muchos arreglos, así que decidí suspender sus actividades durante un tiempo para realizar unas mejoras edilicias. Estaría mucho tiempo en casa, casi todo el día y con mi hijo.



Acordamos que me ayudaría a entrenar para poder entrar en competencia y presentarme para un campeonato nacional. Era un poco exagerado lo que le pedía, yo sabía que no podría alcanzar el nivel para una competencia, pero lo quería tener a mi lado, lo quería obligar a cuidarme. En nuestra casa había muchos aparatos para entrenar y yo los utilizaba a todos.



Hacía mucho tiempo que no estaba con un hombre, a mi hijo no lo veía de la misma manera de siempre, me gustaba que me mirara, aunque él lo hacía de manera disimulada yo me daba cuenta. Esa situación me excitaba y no quería perder la oportunidad para calentarlo.  



En casa entrenaba con calzas y alguna remera como la que utilizaba para dar clases, yo terminaba agotada después de los rutinarios ejercicios, era la mejor oportunidad que tenía para excitarlo, tenía la excusa perfecta para que me toque y pueda ver mi cuerpo.



-Martín (ese era el nombre de mi hijo), antes y después de los entrenamientos me puedes ayudar a pasar una crema para relajar y prevenir desgarros. Acá no estoy como en el gimnasio donde hay un masajista



-si como no, ¿Cómo quieres hacer?



-Mira quiero entrenar por lo menos cuatro horas todos los días alrededor del mediodía, así que después de desayunar me pongo un biquini y me masajeas por lo menos media hora para preparar los músculos. Y lo mismo cuando termino. Empezamos mañana, me quedan pocos días para presentarme en las competencias y tengo que entrenar mucho.



Al otro día comenzamos con la rutina, había preparado una camilla para masajes que traje del gimnasio. Salgo vestida con una bata y debajo llevo un biquini que uso en la playa, no mostraba mucho, quería ir de a poco.



Comienza con los masajes, le pido que sean muy intensos, estaba acostada boca abajo comienza por mis piernas y cuando llega a mis glúteos, los saltea y sigue por mi espalda, entonces le llamo la atención.



-Martín la cola también, son músculos y grandes, no tengas vergüenza, piensa que eres un masajista profesional.



Siento sus manos en mis glúteos, comienza con un suave masaje, de a poco va tomando coraje, con movimientos circulares trata de separar mis glúteos, parece que quería ver un poco más, yo no me resisto y trato de dejarlos flojos para que pudiese ver lo que quería, aunque el biquini que llevaba seguro no se lo permitía.



Cuando me pongo boca arriba masajea todo el cuerpo, pasa sus manos por los costados de mis tetas y las roza, sabía que eso lo calentaba y a mí también.



Por tres días repetimos esa misma rutina, siempre con el mismo biquini. El cuarto día cambio el biquini y me pongo uno mucho más chico, de un color verde flúor, mi culo era tapado por un hilo, mis tetas sobresalían por los costados.



-¿un biquini nuevo?



-No, no es nuevo lo usaba cuando me preparaba para competir en culturismo, tomaba sol con él, me tenía que quemar parejo.



-te queda bien



-gracias hijo



Yo sabía que en la camilla era como si estuviese desnuda, empieza con los masajes por las piernas, pero no tardó en llegar a mis nalgas, como siempre con los masajes separa mis nalgas, sabía que ahora si podía ver mi cerrado y rugoso ano.



Cuando volteo el movimiento hace que quede fuera del biquini un pezón, hago como que no me doy cuenta y el sigue con sus masajes.



Este manoseo me puso a mil, el entrenamiento pasó a ser una excusa para que me manosee, estaba loca de caliente. Quería dar un paso más, tenía una idea que tenía que preparar para el otro día.



Seguí usando el pequeño biquini para los masajes, como el día anterior dejo el culo en sus manos, pero preparado con una sorpresa. El masajea como siempre y me comenta.



-Ma, te cuelga un hilo.



-¿Un hilo? ¿Dónde?



-Te sale de la tanga.



-Te dije que era vieja, jajaja, tira y arráncalo.



-Bueno ¿tiro fuerte?



En eso siento que toma del hilo y de un golpe lo arranca, pero sale con una sorpresa.



-Uy, perdón



Giro, lo miro y está rojo de la vergüenza, le colgaba un hilo en la mano y el tampón para incontinencias colgando.



-jajajajajaja, no pasa nada Martin, es un tampón para la incontinencia.



-perdón, no sabía



-es común que lo usemos en este deporte, las mujeres en este tipo de deporte de mucho esfuerzo y saltos, como en el tenis, muchas veces nos hacemos pis, más cuando estamos muy hidratadas, y nos ponemos estos taponcitos para no se nos escape.



-pensaba que lo usaban para la menstruación



-bueno esos también, pero estos son para otra cosa, imagínate si cuando me estas ayudando te hago pis, jajaja. Bueno me cambio y vengo.



Me fui a cambiar, me pongo una malla enteriza que uso para entrenar, pero no llevo el tampón, lo dejo sobre la camilla, hago que me lo olvido. Cuando vuelvo me hago la sorprendida.



-Uy lo había dejado acá (levanto el tampón con una mano), bueno no creo que justo hoy me haga pis, jajaja



Empiezo con la rutina de entrenamiento, mi hijo a la par entrenaba con otros aparatos. Después de un rato le pido ayuda. Hay un ejercicio que consiste en sentarme sobre sus hombros y mientras él me toma de los pies yo me recuesto sobre su espalda, principalmente para exigir al máximo los músculos abdominales. Pero era una excusa, él estaba con el torso desnudo, sólo llevaba un pantalón corto para entrenar, entonces después de quince repeticiones, simulando una pérdida repentina, lo orino de forma abundante. Me había preparado para el acto, antes de los ejercicios había tomado como dos litros de agua, así que me fue muy fácil orinar, lo que no sabía era que sería tan abundante. Cuando empiezo a largar el pis me voy reincorporando sobre sus hombros hasta quedar sentada sobre ellos. Salía con tal fuerza que le moje hasta el pelo de su cabeza. Salto de golpe y bajo, él ya estaba todo mojado y se reía, yo me hago la apenada.



-¡Perdón hijo, perdón! No fue a propósito



-jajaja, no es nada, no pasa nada, es como agua caliente, hasta no tiene gusto feo.



De repente me sorprende, tenía una enorme erección mientras se llevaba las manos a la boca para probar mi meada, eso me voló la cabeza, quiero seguir con el juego.



-¿Qué te gusta?



-Sí, lo tomaría todo



-jajaja tengo más ¿quieres?



Todo se dio de golpe, fueron sólo unos pocos segundos en los que una sola palabra puede producir un gran cambio.



-Si quiero.



Fueron dos palabras para sellar un matrimonio del deseo, nos volvimos más locos. Él se acostó boca arriba en el suelo y quedó con la boca abierta. Yo casi de inmediato me arranco la malla y quedo desnuda, me arrodillo y le arrimo mi vagina a su boca y lo orino. Parecía que hubiese abierto un grifo, salía con gran fuerza, sentía como golpeaba el dorado líquido sobre su garganta, en un momento la abundancia lo ahoga y le comienza a salir por la nariz.



Me levanta y comienza a comerme la vagina, su lengua entraba y salía, me da vuelta con violencia y sigue con el ano, lo chupa como a una naranja, yo con las manos le alcanzo la pija. Era un tronco de acero, me agacho y me la llevo a la boca, se la chupo desesperada.



Fue un juego que duró una hora, hasta que le pido que me penetre por todos mis agujeros, cuando la metió en mi culo las embestidas eran tan fuertes que sentía que me desgarraba. Estuvimos todo el día fue el mejor ejercicio.



Continuamos todos los días y a toda hora cogiendo por toda la casa, era algo que no podíamos parar, nos veíamos y no aguantábamos más de dos minutos sin que acabara yo con su pija en la boca o él con su lengua en mi culo.



Del campeonato no volvimos hablar, el campeonato lo teníamos todos los días y los seguimos teniendo.


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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