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Categoría: Incestos

Mi madre, mi diosa -2

Antes del viaje le dije a mi madre que fuera al salón de belleza, que se corte el cabello, limpieza de cutis, masajes relajantes y demás pagados por mi tía y abuela.

Le quité la orden que me obedeciera y que sea ella misma. Quería que fuera natural, que se sienta feliz por ella misma. Volvió a ser la mujer recatada que se sorprendió que tuviéramos el mismo cuarto.

Había un gimnasio le dije a mi madre que se comprara una ropa deportiva: un enterizo deportivo muy ajustado que deja ver sus hombros desnudos y el nacimiento de sus tetas. Al verla vestida así no pude evitar abrazarla oliendo el perfume de su cabello. Luego de la ronda de ejercicios le ofrecí darle un masaje.

—Te daré tu masaje de espalda

—Sí, hijo.- Me sonrió casi tímidamente.

Empecé con sus hombros fue por su cuello, sentí su respiración acelerarse y agitarse, sus pechos bamboleando en el traje deportivo. Era como si su cuerpo tuviera memoria muscular de mis caricias. Eso me excitó, no pude evitar besar su cuello. Por el espejo pude ver que mi madre cerraba los ojos y disfrutaba de mis caricias. Su respiración se aceleraba.

Acaricié su rostro. Sus ojos se cerraron y casi ronroneó. Continué moviendo mi mano, por su elegante cuello, trazando su hombro y entonces deslizándola dentro de su blusa, atrapando su seno en mi mano moviendo mis dedos para apretar y luego girar su pezón.

—¡Oh Dios, síííí´! —gimió- No deberías hacer esto pero está tan bieeeen.

El pezón estaba tan erguido como podría estar.

—¿Porqué que te dejo hacer esto?- gimoteó.

—Porque debes. -Le dije- ¿Se siente bien?

—¡Dios, sí!

La besé. Mi lengua buscaba la suya. Aunque sorprendida al principio se dejó morrear por unos dos minutos hasta que recuperó la cordura y me apartó:

—¡Alto! ¡Somos madre e hijo! Esto no puede ser –dijo mi madre entre sollozos.

Gimió con lujuria mientras metía mis dedos dentro del pantalón, el cual bajé. Acaricié sus bragas con tanto encaje que podía ver su suave vello a través del frente transparente. Un área cada vez más grande se estaba oscureciendo por la excitación. Estaba muy húmeda ahí abajo.

Mamá estaba ondulando de un lado a otro como si estuviera en trance. Sus ojos bien cerrados, las manos sosteniendo la falda alrededor de su cintura.

—Mírame —le dije. Sus ojos se abrieron y se concentró en mí— Cuando estés en casa te vestirás así con un vestido o bata.

—Sí, hijo —susurró.

—Hablarás de ti en tercera persona y te dirás mamá o mami —Le pellizqué duro un pezón, dando un gemido– y si llevas bragas serán como estas. –Cubrí su coño con mi mano.

—¡Sí! ¡Oh sí! A mami le gusta lo que le haces.

—Sí, eres mi mami y soy tu hijo, tu macho, tu papi. ¡Abre más tus piernas! —Ordené.

Su sexo estaba caliente y húmedo. Cuando abrió sus piernas tomé el frente de sus bragas y lo hice a un lado. Endureciendo mí dedo medio lo empujé en él en el paraíso que era el coño de mi madre.

—¡Sííí! ¡Oh! ¡Jódeme con el dedo querido!

Se sujetó a mis hombros convulsivamente. Endureciendo mi dedo anular lo agregué al primero.

—¡Oh! ¡Mete el dedo en el coño de mamá, querido! ¡Oh, Dios! ¡Lo necesitaba tanto!

Moví mis dedos dentro y fuera de ella, apretando sus pezones al ritmo de mis embestidas. Para ese momento sus jugos empapaban mi palma entera.

—Tendrás más de esto, mami. —Le dije– Harás lo que yo quiera, cuando yo quiera.

Comencé a frotar su clítoris con mi dedo pulgar. Estaba alcanzando un orgasmo muy grande.

—Este coño es mío para hacer lo que quiera con él, mamá. –Me incliné y la besé, metiendo mi lengua en su boca. Sus brazos se colgaron de mi cuello deteniendo efectivamente mi ataque a sus tetas. Me pasé a sus nalgas en su lugar.

Los movimientos de mamá se volvían frenéticos, sus jugos habían dejado el interior de sus muslos resbalosos y un rítmico sonido líquido acompañaba a mis dedos jodiéndola. Apartándome de su boca la miré fijamente a los ojos.

—¿Eres mi coño verdad mamá? –Hice una pausa– Dime que lo eres.

—Soy...soy tu coño, corazón. ¡Oh sí! ¡Soy tu coño maternal! ¡Ohhhh me voy a venir!... ¡Sííí´! ¡Síííí´! ¡Oh me vengo! ¡Me vengo... VENGO! ¡Nnnnngggg!

Se derrumbó contra mí, sus músculos tensando su sexo salvajemente alrededor de mis dedos. Su cabeza estaba enterrada contra mi pecho.

—¡Estuvo taaaan biiieeen! –Repetía una y otra vez.

Pequeños temblores sacudían su cuerpo. Deslicé mis dedos fuera de su sexo haciéndola gemir al hacerlo. Serenamente, sujeté la cima de sus bragas y las bajé por sus piernas.

—¡Nooooooo! –mamá susurró.

Ignorándola se las bajé, se las quité y limpie mis dedos en ellas. Puse un dedo bajo su barbilla y levanté su cabeza para que me mirara de nuevo. Su cuerpo comenzó a oscilar y a empujarse contra mis manos mientras me movía de un pezón a otro.

—No deberíamos haber hecho esto, hijo. –Gimoteó– ¡Está mal y debemos parar ahora! ¡Debemos parar! –susurró mamá.

La senté en el borde de la cama. Me desabroché el pantalón y saqué mi dolorosamente erecto pene. Inclinándome lo acerqué a los labios de mamá.

—Ahora recuéstate.

Me agaché y la levanté de las rodillas. Esto tuvo el efecto de hacerla caer de espaldas sobre la cama

Su coño estaba abierto a mi mirada. Los labios colgaban abiertos brillando por sus jugos, escarlata por la sangre bombeada en ellos. Abrí su coño maternal aun más y le di una lamida de prueba a todo lo largo de la grieta. ¡Mamá estaba frenética!

—¿Qué haces?... No debemos hacer esto es sucio.

Trató de apartar mi cabeza. Ignorándola chupe los labios de su coño. Acaricié el borde de su agujero antes de empujar mi lengua dentro. Estábamos en cielo.

—Nunca sentí esto. –Jadeó– Mi cuerpo entero pulsa… ¡No te detengas!, ¡oh! ¡No te detengas!... ¡¡Haré cualquier cosa, pero NO PARES!!

Busqué con mi lengua su clítoris. Al encontrar la dura y pequeña protuberancia, la chupé en mi boca, frotándola con la punta de mi lengua.

—¡Sííííí!... ¡Oh sí!... ¡Justo ahí! ¡Chupa mi clítoris!... ¡chupa mi chochito!... Voy a venirme de nuevo... Demasiado... Demasiado. ¡ummmmhh! ¡Qué delicioso!

Su cuerpo entero se puso tieso, se detuvo mientras la montaña rusa llegaba a su punto máximo y entonces

—¡Sííííííííí´!... Nnnggmmmm –Su grito se volvió una serie de gemidos guturales incoherentes cuando alcanzó el orgasmo.

Rápidamente me subí a la cama y empujé mi punzante miembro dentro de ella. Ella estaba tan húmeda que llegué hasta el fondo al primer intento. Sus piernas se cerraron alrededor de mi espalda cuando comencé a joderla en serio.

—¿Te encanta? –le pregunté.

—Sí, bebé. ¡Me encanta! –Sus piernas me apretaron fuertemente.

El cuarto hizo eco del rítmico sonido líquido mientras la follaba, podía sentir el semen hirviendo en mis pelotas. Me incliné y empujé mi lengua en la boca de mamá. Sus brazos arañaron mi espalda mientras nuestras lenguas luchaban. Los restos del jugo de su coño se extendieron entre nuestras caras. Detuve el beso.

—Abre tus piernas totalmente. –Obedeció extendiéndose completamente de manera que en verdad podía penetrar en ella profundamente– No tardará mucho mamá –Gruñí– Voy a venirme muy adentro de ti.

—¡Sííííí!... ¡Follla a mami, corazón! ¡Fóllame por siempre! –Su cabeza se mecía de lado a lado– ¡Fóllame, fóllame, fóllame... FÓLLAMEEE! ¡Nnnngggggg!"

—¡ME VENGOOO, MAMI! –mi esperma penetró en su útero una y otra vez, mientras ella trataba de arañar mi espalda a través de mi camisa. Me desplomé sobre ella. Con mi decreciente pene aun dentro de ella.

Lentamente la sensación de placer se redujo a una cálida felicidad. ¡Había follado a mamá en forma consciente y le encantó! Salí de su coño y rodé para estar a su lado. Le coloqué mi calzoncillo en su cara y le dije:

—Este olor te recordará que siempre estarás a mi disposición, a mis pies, satisfaciendo mis deseos. Esto reforzará tu obediencia y es algo que harás a menudo cuando tengas que lavar mis prendas. Hará que tu cuerpo tiemble de placer, y te mantendrá a punto de orgasmo, pero no podrás ni siquiera liberar un gemido de placer.

—Sí, querido. Estaré siempre lista para ti.

Deslicé una mano y acaricié su cadera. Sus ojos se cerraron y su respiración se aceleró. Moví mi mano para acariciar el interior de su muslo.

—¿Qué te gustaría que te haga mamá?

—Lo que quieras, hijo. –Suspiró. Comenzó a balancearse suavemente, tratando de empujarse contra mi mano. Mi palma fue besada por un coño húmedo. Un coño que estaba con unos pelitos muy suaves.

—¿Que tenemos aquí?" –pregunté. Se ruborizó furiosamente.

Los labios de su hinchado sexo estaban ligeramente separados y su humedad se empezó a hacer notoria.

—¿Qué es esto? –Pregunté

—Es mi coño, hijo.

—¡No! ¡Es tu coño de mami. ¿Qué es?

—Mi coño de mami. –Susurró– Deslicé un dedo dentro de ella.

—No te escucho mamá –Mi pulgar acarició su clítoris.

—¡Es mi COÑO DE MAMI! –Gritó– El coño de mami de mi papito vergudo.

Sus manos subieron para pellizcar sus pezones mientras trataba de empujarse más sobre mi invasor dedo. Me quité las cobijas. Mi pene estaba rígido y apuntando al techo.

—¡Muy bien mamá! Entonces lo mejor es que metas mi vara en tu coño de mami ¿No?

Ávidamente se subió a la cama, sacando mi dedo de ella y posicionándose sobre mi pene. Tomándolo en su mano lo dirigió a su abertura y se empaló. Sentí los músculos de su coño apretar mi pene en su totalidad.

—Tienes un buen coño mamá.

—Gracias, bebé.

Se levantó hasta que la punta estaba justo dentro de ella y entonces se dejó caer de nuevo. Me estiré y pellizqué suavemente sus pezones.

—¿Cómo lucirían si les pusiéramos un piercing mamá? ¿Te gustaría eso?"

—Si quieres, hijo. –Volvió a bajar. Sonidos líquidos llenaron el cuarto mientras mi pene golpeaba su cerviz.– ¡Oh síííí´! –Chilló– Si lo quieres haré lo que sea. Soy tu coño de mami.

Comenzó a rebotar rápidamente mientras yo me empujaba para ayudarla.

—Voy a mostrar que hermoso coño de mami estaba oculto bajo todas esas tristes ropas que usabas. –Le di una nalgada.

—¡Sí, querido!... Puedes lucirme alrededor de la ciudad. ¡Sí!... Lucir coño... Lucir el coño de mami.

Le di una última nalgada y me vine dentro de ella. Rociando el interior de su coño con mi semilla.

¡Me vengo!... ¡oh me vengo!... ¡mami se viene! –Gritó cuando me quedé dentro de ella y se derrumbó bruscamente sobre mí. Cuando se calmó le di palmaditas en su trasero.

—Mi pene está todo pegajoso y creo que deberías limpiarme –Ella me miró– Con tu boca por supuesto."

Sonrió y se bajó de la cama, rápidamente engulló mi pene semierecto en su boca. Nuestros jugos mezclados fueron tragados en segundos.

—Y cuando termines con mi pene debes recoger cuanto puedas de mi semen de tu coño y tomártelo también. No quieres desperdiciar nada ¿Verdad? –Sonrió con sus ojos. Su boca se movía arriba y abajo mi rígido pene.

Me recosté de espaldas y pensé en cuanto había cambiado mi vida.

Al volver a casa, el lugar olía a sexo. Se oían gemidos y sonidos líquidos. Mi tía y abuela estaban follando. Al vernos nos sonrieron.

Al pasar algunos días el personaje oscuro volvió y quería cobrar. Mi mamá se puso nerviosa.

—Yo cumplí con ustedes dos. –Me miró y me dijo– ¿No lo sabías? Tu madre quería que tengas el valor de poseerla.

Pensándonos entregar, mi tía y abuela se ofrecieron voluntariamente a ir siempre y cuando continuaran follando entre ellas. Ellas se sacrificaron por nuestro amor y con esa muestra de amor sincero no podía luchar.

Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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