Mi esposa y yo, desnudos y parados a la orilla de la cama, abrazados el uno al otro y de pronto mi mujer me susurra al oído "te compré algo pero te lo pones" , titubeante dije que sí.  Un bello babydoll negro con rosa, confuso me lo puse, que sensación tan deliciosa sentir la delicadeza de las telas femeninas, me abrazó por la espalda, "Que linda te vez mi vida" sentí un bulto pegado a mis nalgas, ella hábilmente ya portaba un dildo grande que me restregaba a la vez que me abrazaba. Estremeció todo mi cuerpo y cualquier resistencia que pude tener desapareció. Cerré los ojos y me imaginé siendo toda una mujer. Con ayuda de lubricante poco a poco empezó a penetrarme y yo abriendo más las piernas recibía toda esa verga en un mete y saca rítmicamente a la vez que me susurraba "así putita abre más tus nalgas, goza la verga". Fue la primera vez que mi mujer me trató como su nena. Posteriormente en nuestra intimidad frecuentemente me decía al oído "me excita que te cojan" " quiero ver tus gestos de felicidad cuando te metan la verga". Ya en mi adolescencia había tenido algún encuentro con hombres y está situación reavivó aquel deseo escondido de sentirme mujer. Ante la insistencia de mi mujer de buscarme un corredor finalmente lo encontré. Manuel tenía la verga grande y de buen grosor me llevaba al hotel y me vestía con lencería cuando por primera vez lo hicimos fue grandioso fui tratada con delicadeza y caballerosidad, tener su verga en mi boca fue lo más maravilloso del mundo, chupar su verga desde sus huevos hasta su punta es delicioso, saborear su cabeza y pasarla por todo mi rostro fue genial, sentirme su mujercita era divino al fin me estaba cogiendo como mujercita. Me cogió y me cogió. Le confesé a mi esposa y los celos la invadieron, se propuso encontrar un amante y lo consiguió. Hoy después de nuestra etapa de crisis somos muy buenas amigas. Yo no pierdo las esperanzas de encontrar un novio que me haga su mujercita y mi amiga con su amante.