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Me casé con Iván y por unos meses fui una infiel con Renzo, el esposo de mi prima, quien me llenaba de verga y semen con gran placer para mí. Luego de ese desliz solo fui de Iván hasta 6 años, tiempo en el que tuve a mis hijos Olga e Iván junior; ese tiempo trabajé de profesora de idiomas en preparatoria con una directora, Larisa, muy amiga y positiva. Pero a ella la ascendieron a un mejor puesto del gobierno y en su lugar la sustituyó un profesor que era muy serio y repugnante en el trato, trataba a casi todos con despotismo y prepotencia, a mí no tanto pero sí. Mis compañeros lo notaron y me decían que yo era su preferida, pero no era tanto, hasta que me enteré que sí y porqué.
Se acercaba el día del maestro y siempre se festejaba en el colegio, haciendo una fiesta pequeña con sorteo de regalos que el dueño del colegio entregaba. Entonces el director, de nombre Isaac que era de origen Turco, me solicitó que organizara el evento, actividad que antes hacía la propia directora. Yo le dije que sí pues es algo que sé hacer bien; me citó en la oficina para un sábado tarde y así quedamos.
Asistí a la reunión y casi en cuanto llegué me empezó a insinuar que yo le agradaba y entre la plática sobre el festejo fue subiendo la intención de sus palabras, que me encontraba atractiva, que cuan bella, que qué simpática. Me halagaba pero yo solo sonreía y cambiaba de tema; internamente pensaba ¿qué podía hacer aquel hombre fifiriche y bajito con una hembra tan desarrollada de todas sus partes? Hasta me dio risa interna imaginarme aquel pedacito de hombre tratando de hacerme el sexo en la cama.
Terminamos el plan del evento y al despedirme me tomo la mano y se arrodilló, besándola tiernamente y expresándome sus ganas de algún día tener un acercamiento íntimo. Tal vez me sentí muy filantrópica al verlo postrado y con una mirada de perrito regañado que entonces le sonreí coquetamente y le guiñé un ojo, como una forma de decirle tal vez se te haga ese deseo.
Eso fue lo que le dio más confianza y cada vez que me encontraba a solas insistía muy empalagosamente en una cita amorosa; yo siempre le sonreía pero cambiaba de plática al pensar de nuevo en 50 kilogramos y 158 centímetros de hombre queriendo satisfacer a 80 kilogramos y 184 centímetros de mujer. Seguramente se moriría entre mis carnes.
Sin embargo sucedió algo que haría que se realizara el deseo de Isaac, pues mi marido fue requerido temporalmente a dirigir una sub empresa en la compañía que trabajaba teniendo que pasar 6 meses en otra ciudad muy lejana, con la advertencia que le dedicaría 200% del tiempo y él no se negó pues representaba un sueldo elevadísimo y a Iván le gustaba mucho el dinero. Lo que me molestó fue que no me pidiera opinión y simplemente se fue, dejándome disgustada con él.
Entonces, tras más de dos meses de insistir y yo enojada con mi marido y con falta de sexo, finalmente decidí entregarle lo que quería a Isaac, me dije que tal vez era mejor una cogidita de 3 minutos que estarme masturbando en ausencia de Iván.
Un viernes que llegué al colegio, de inmediato fui a su oficina y después de saludar al personal y al mismo director, aproveché que nadie se fijaba para enviarle un beso con la mano y con la otra me acaricié el bajo vientre muy sensualmente. El tipo se quedó boquiabierto y le brillaron los ojos lujuriosamente. Fui a la sección de baños de la oficina y esperé afuera, se estaba tardando en entrar Isaac y me metí al baño solo a hacer tiempo; unos minutos después salí y no vi al chaparrito; entonces me dije, pues él se lo pierde, tanto que anduvo de rogón. Ya caminaba hacia afuera cuando entró Isaac volteando hacia atrás para asegurarse que nadie lo seguía, cerró la puerta y con la lascivia en los ojos me preguntó si al fin aceptaba sus devaneos; le dije que sí pero le dije que tenía que ser en ese momento o nunca. Se acercó a mí y me dijo que me inclinara, pues además traía mis tacones de 10; tomó mis mejillas con adoración y me dió un beso muy succionado y movido, realmente me gustó y me dije, que bueno, parece que no estará tan mal como pensaba.
Me dijo que pidiera permiso económico y él se encargaría que me pagaran el día y que lo esperara en un café cercano, así lo hice en un rato y me alcanzó en la cafetería; me subí a su auto y tomamos destino a su casa, en que vivía solo pues era divorciado y sus hijos vivían con su ex. De una bolsa del saco extrajo una cajita con moñito y me la entregó, diciendo que merecía más pero que era simbólico de lo que vendría después si lo complacía como él esperaba. Yo no lo hice por interés sino por curiosidad y necesidad, pero lo acepté de buen grado, eran unos aretes de buen gusto en oro con rubíes que me coloqué de inmediato para hacerlo feliz.
Llegamos a su casa y muy cordialmente me abrió la puerta del auto y de su casa, dándome trato como de reina con sus galanterías. Me quitó el saco y lo dejó en el perchero, no sin respirar hondamente el perfume acercando el saco a su nariz. Me tomó del brazo y me guió a la sala, donde me ofreció asiento y una bebida, vodka, mi favorita. Brindamos y empezó la conquista, con versos de amor, miradas libidinosas, caricias en mis manos, brazos, hombros; besos en mi cuello, se sentó en mis piernas y tomó mi cara con cariño y me plantó besos delicados que fueron subiendo de tono y profundidad. Realmente estaba gozando el preludio con el hombre que antes veía tan insignificante, pasé mis brazos tras su cuello y acaricié su cabello mientras él pegaba su cuerpo al mío repechándome contra el love sit.
Mi respiración se tornó profunda y caliente al igual que Isaac, sus manos bajaron a mis hombros y de a poco bajó mi blusa metiendo sus manos en mi espalda, ni modo, pensé, el cuello de mi blusa se estiraría mucho y se vencería. Pero fue peor, me di cuenta de su fuerza cuando rompió mi blusa de un tirón. Me dijo con cariño que no me preocupara, me regalaría muchas mejores. Bajó también mi sostén por mis brazos hasta la cintura, dejando ver mis tetas gordas y ganosas, se abalanzó a comerme una y la otra fue estrujada con su mano, haciéndome dar un gritito de dolor, pues me succionó fuerte mi pezón. Él entendió y entonces me lenguó suavemente pasando su lengua endurecida arriba y abajo, pasó a mi otra teta e igual, mi calentura, mis gemidos, mi piel erizada de placer. Nuestras caricias más bruscas buscaron desnudarnos desesperados pero sin dejar de acariciarnos, entre las tentadas encontré entre sus piernas su garrote, muy voluminoso que manoseé frenéticamente, mi macho chaparro empezó a gemir con ronca voz y se dejó trabajar la verga con mis habilidades sensuales.
Entonces se levantó y me jaló para también levantarme, me quitó totalmente el sostén y rápidamente también la falda con todo y fondo. Quedó hincado y acercó su cara a mi bajo vientre, ya remojado y ardiendo. Metió su cara en mi genital e hizo maravillas con su lengua y sus labios que me arqueaban abriéndome para que me llegara más adentro; con mis ojos en blanco y jadeando, pedí más y más. Mi macho flacucho se excitó muchísimo y como perro hambreado me comió el coño y sorbió mis labios, mi clítoris, aaaayyyyy que cosa tan más ricaaaaa. Yo tomaba su cabeza y me la hundía más hasta el fondo, pero él se quitó dejándome gimiendo y me tuve que meter dedos en la pucha para seguir sintiendo mi vagina acariciada.
Isaac se levantó y se desvistió también, dejando ver que su arma no era muy grande pero sí era en extremo gruesa; una bazuca muy parada y cabezona que prometía raspar mis paredes vaginales y mi clítoris. Me arrodillé para saborear esa cosota que tal vez no me cabría en mi bocota pero el chapis no me permitió; me movió hacia el love sit y me puso de espaldas pidiéndome que me arrodillara con mi frente hacia el respaldo, ay dije yo, no me quieras romper el culo con ese monstruo. No me respondió pero ya con mi trasero levantado él metió de nuevo su cara en mi coño y continuó con sus chupadas y lenguadas ricas que cada vez me abría y me levantaba más para que llegara el fondo con su lengua. Yaaaaaaa le pedí, lléname de verga papi.
Isaac se levantó y me pidió que bajara más mi coño, pues no alcanzaba la altura su verga, yo separé más mis rodillas y más, con un ángulo muy abierto hasta que mi coño y su verga quedaron a nivel. Entonces puso su cabezona en mi entrada sexual y de a poco me fue abriendo el camino hacia el fondo de la funda de su bazuca, sentía cada vez más el raspado de su glande con mi vulva y cuando penetró totalmente la cabeza sentí mi primer orgasmo ricoooooooo. Se revolvió mi interior y palpitaba sacando jugos y más jugos, también me sucedió por primera vez que me salieron gases vaginales jajajajaja, me pareció raro pero no importó pues el goce era fantástico y más cuando mi macho chaparro y flacucho me tomó de la cintura y empezó a bombear su grueso cilindro que me hacía ver esterllitas y fuegos artificiales. Me salían chillidos como de marrano en el matadero y con la bocota abierta me salían babas y espuma, muy poderoso mi macho flaco me tuvo así varios minutos que me causaron enorme satisfacción pero cansancio también, se me venció la fuerza de los brazos y me resbalé saliendo bruscamente la verga de mi coño, me dio un estremecimiento como de muerte y me quedé despatarrada en el love sit. Entonces como pudo, Isaac me movió para acostarme boca arriba y se subió en mi penetrando de nuevo su cosa gorda en mi maltratado coño, me siguió cogiendo y aunque cansada y sin moverme como muñeca de trapo, me seguían dando espasmos y no dejaba de gemir. Luego me llegó otro orgasmo que retorcía la verga de mi macho, lo que causó tal vez que también el se viniera finalmente; me apachurró contra el love sit y me dejó ir todo se semen en grandes chorros, su bazuca disparó cientos de balas calientes que llenaron todos mis adentros, sus gemidos como de toro bufando me asustaron un poco, creí que se moría jajajaja. Con la poca fuerza que me quedaba lo abracé y levanté mi cadera para que me llegara más adentro y gozamos hasta la última gota de lechita. Se quedó acostadito sobre mi y lo bueno es que no era pesado, así que lo soporte y le acaricié el pelo y el cuello durante un ratito.
Me recuerdo y vuelvo a tener orgasmos, así fue aquella y otras muchas veces que me entregué a mi jefecito vergudo. Algunas ocasiones quiso romperme el culo pero no se lo permití porque seguro me lo dejaría inútil para siempre; de todas maneras nos vimos durante casi un año pero creo que mi marido sospechó y me investigó. Con toda la vergüenza del mundo, me reclamó y me dijo de todo pues tenía razón, me exigió el divorcio y así fue. Se quedó con los niños aunque yo tuve la libertad de estar con ellos todo el tiempo pues a él le convenía porque era un hombre muy ocupado. Con mi chaparro seguí cogiendo otros 2 años y me había propuesto matrimonio pero no acepté pues no había mucho amor para convivir. Infortunadamente tuvo un problema del corazón y tuvo que dejar de hacer esfuerzos y claro que tampoco podría coger tan lindamente con su garrote tan grueso, cabezón y eficiente.
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