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Hola, soy More de nuevo. Esta es la continuación de mi historia.
Desde que descubrí el sexo con mi primo José, muchas cosas cambiaron para nosotros. El juego de las escondidas seguía siendo nuestro favorito y ocultos dentro de un galpón abandonado o detrás de algún mueble antiguo explorábamos nuestros cuerpos. Poco a poco los juegos fueron subiendo de intensidad. Al principio sólo nos frotábamos, ya sea de pie o echados uno junto a otro, pero un día en que llevaba puesta una faldita el rozamiento hizo que la falda se levante y mi primo aprovechó a meter sus manos para tomar en ellas mis nalgas. Me las apretaba un poco y esa presión me gustaba. Estiré mi mano y le bajé el short así estábamos sólo con ropa interior. Seguimos frotándonos así durante un rato más, no creo que en ese entonces supiéramos lo que era un orgasmo así que continuábamos en nuestros juegos hasta que alguno de nuestros primos se acercaba buscándonos o nuestros padres nos llamaban a comer.
Ese día, nuestro juego se vio interrumpido por la llegada de nuestro primo. Nos arreglamos rápidamente y seguimos jugando con los demás. Como ya se había hecho de noche nos hicieron pasar a ver la televisión después de darnos de merendar. Éramos muchos niños y nos mandaron al cuarto de la abuela para que no molestemos a los mayores. Yo me senté en el piso a los pies de la cama y estaba entretenida con la película que ponían hasta que sentí una mano que me cogía las nalgas. Era mi primo que se había escondido debajo de la cama y aprovechando que las luces estaban apagadas me comenzó a tocar por todas partes. Yo lo ayudé poniéndome de rodillas y sentándome sobre mis tobillos. Con esto le dejaba el espacio para que metiera su mano por debajo y me acariciara toda mi conchita. Aún recuerdo el gusto que me dio que metiera un dedo dentro de mi calzón y después de un rato de recibir sus caricias se me ocurrió devolverle el favor.
Mis primos y hermanos eran menores que nosotros y se habían ido durmiendo uno a uno, sólo nosotros quedábamos despiertos, debido tal vez a lo calientes que estábamos. Así que le dije a mi primo que se sentara junto a mí y por la manga del short metí lentamente mi mano y tomé su pequeño pene en mi mano. Él estiro su mano y volvió a meter su dedo en mi conchita. ¡Qué rica sensación! Así seguimos masturbándonos uno al otro lentamente, siempre atentos a cualquier ruido de nuestros padres o tíos. No sé cuánto tiempo duro esto pero en algún momento mi primo se me acercó, me empujó hacia atrás y se puso encima de mí. Su pene estaba fuera del short y mi calzón estaba corrido hacia un lado así que esa fue la primera vez que nos frotamos sin ropa de por medio. No duró mucho porque oímos que la puerta del pasadizo se abría y nos arreglamos la ropa de prisa. Mi primo siempre ha sido más recursivo que yo y de un salto subió a la cama y se hizo el dormido. Se acercaron pasos y en un momento nuestros padres y tíos entraron en el cuarto, felizmente sin darse cuenta de lo que había pasado. Cada uno despertó a sus hijos diciendo que ya era tarde y debían irse. Así acabó ese fin de semana. Cada vez las cosas con mi primo iban poniéndose más calientes y al mismo tiempo aumentaba el peligro de que nos descubran, como eventualmente terminó pasando. Pero esa es otra historia.
Continuará....
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