Como en relatos anteriores, me presento:

Hola soy Pilar, tengo un hijo que se llama Raúl y aunque normalmente escribe el, desde hace muy poquito escribo algún que otro relato. 

Esta mañana, me he levantado un poco más tarde de lo habitual, aprovechando que me habían dado el día libre en el trabajo. Mi hijo Raúl, ya se había ido, con lo cual tenía la casa sola para mí, no sabía qué hacer, lo primero que hice fue desayunar y darme una ducha como cada mañana, cuando salí de la ducha, puse el sujetador a lavar y me quedé con los pechos al aire; me puse unas braguitas y una camiseta y me quedé semidesnuda toda la mañana, a mediodía llegó mi hijo, nada más verme se sorprendió, me acerqué a él y le di dos besos mientras le preguntaba qué tal el día. 

Después de comer, mientras recogía la cocina, Raúl se acercó a mí, aprovechando la situación, me empezó a tocar el culo, mientras le seguía diciendo que parara, unos segundos más tarde, se sacó la polla y me dijo que se la chupara, para ser sinceros, no tenía ganas de sexo, aunque eso a mi hijo le daba igual. Mi tono de voz empezó a elevarse le dije varias veces que me dejara aunque él seguía, al final, le empecé a lamer la polla, mientras el me observaba, echándole alguna que otra mirada desafiante mientras le masturbaba, y en varias ocasiones le eché mis babas sobre la polla, mientras me quitaba la camiseta y me volví a meter la polla en la boca, atragantándome en varias ocasiones y echando todas las babas sobre mis pechos, poco después, mi hijo me bajó las bragas pasándome los dedos por el coño, soltando varias gemidos, y apoyándome sobre la encimera de la cocina, me había puesto cachonda, aunque hubo algún momento en el que la excitación de la masturbación por muy poquito me hace correrme, haciendo movimientos involuntarios con el cuerpo aunque no llegué a tanto, mi hijo me cogió el pelo y me metió la polla en la boca, sin dejar de caer babas de mi boca, mientras le miraba y le enseñaba las babas, dejándolas caer al suelo y diciéndole: ¿te gusta?

Acto seguido, se bajó de la encimera y me quitó las bragas, quedándome desnuda, le dije que quería descansar un poco, al poco rato, se acerca a mí por detrás y me toca el culo dándome un susto de muerte. Me dice que suba la pierna hasta la encimera de la cocina, y acto seguido, me empieza a tocar el ano y metiéndome los dedos en el coño, me pasa la polla por el coño, al menos dos veces y acto seguido me penetra por el coño, soltando un fuerte gemido mientras me penetraba. Cuando creí que había terminado, mi hijo, me hizo varias penetraciones por el coño bastante fuertes en las cuales no dejaba de gritar, aunque me metió el dedo en la boca, instantes más tarde, me sacó la polla del coño, y me cogió para sentarme en la encimera, mientras volvía a penetrarme, mis gemidos eran cada vez más intensos, me gustaba, al poco rato, mi hijo sacó la polla del coño y me puse de rodillas mientras él se masturbaba, llegando a correrse en mi cara, enseguida me levanté, y lo primero que hizo fue pasarme la mano otra vez por el coño mientras le susurraba al oído que me había encantado.