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Mi hija y el MSN - Parte 3

Un poco después de la media noche, me desperté aun un poco aturdido. Estaba acostado en la cama de Cristina, y ella dormía aún a un lado mío. Su camisón abierto seguía mostrando todos sus atributos aún. Yo aún seguía vestido con ropa de calle, aunque mi pantalón se encontraba abierto, con el cierre abajo. Me levanté echando una nueva mirada al escultural cuerpo de mi hija y le puse una sábana encima antes de irme a dormir a mi cuarto. Una vez que me puse la piyama, quedé un rato aún con las imágenes de lo que había pasado durante la noche y poco a poco el sueño me fue llegando hasta que me quedé profundamente dormido.

De pronto, sentí un brazo que me movía suavemente y abrí mis ojos. Era Cristina, con una toalla en su cabeza y su bata de baño.

-Despierta. Te has quedado dormido. – Me dijo.

- Ah, si. Gracias por despertarme, hija.

- Hoy me desperté y estaba sola…

- Si. Me desperté en la noche y no quise lastimar tu brazo. Ya ves que soy muy inquieto para dormir…

-Pero me habías prometido… - Dijo haciendo un puchero con sus labios carnosos.

- Lo sé amor, pero me preocupa tu brazo.

- Está bien. Te propongo que esta noche si duerma aquí en tu cama contigo pero además vemos una peli. ¿Te parece?

- Está bien. Me parece bien. Tú escoges la película, sólo que no sea de terror.

- No te preocupes, yo la escojo. Ahora sí, flojo. A trabajar.

Levantándome a regañadientes me metí a bañar y apresuradamente me vestí, me tomé un café y salí rápidamente para la oficina.

El día transcurrió normalmente. Litigios, discusiones, juntas con clientes, lo usual. En algún punto, por la tarde, le llamé a Cristina para decirle que saldría a comer con unos clientes. Ella me contestó que estaba bien, que no había problema siempre y cuando recordara mi promesa de ver una peli juntos. Mis clientes me llamaron para decirme que se habían retrasado un poco y llegarían una media hora más tarde de lo acordado. Mientras les esperaba, pedí un whisky en las rocas y pedí el acceso de internet del restaurante. Una vez conectado, tomé mi portátil y accedí a mi cuenta de MSN falsa. Cristina me había mandado un mensaje en el transcurso de la tarde pero ya no se hallaba conectada. Lo empecé a leer:

Querido amo. Apenas puedo contener las ganas de platicarte lo que pasó anoche cuando te dejé. Como me pediste, grité cuando me masturbaba para que me escuchara mi padre mientras me corría. Como bien supondrás, escuchó mis gritos y fue a verme a mi cuarto, apenas me pude poner el camisón encima para disimular un poco pero cuando entró aún estaba temblando por lo intenso del orgasmo que tuve. Le dije que me había lastimado de nuevo al querer levantarme y me abrazó. Pero su abrazo fue mas íntimo esta vez, ya que metió sus manos por debajo del camisón y me tomó por la cintura. Así nos quedamos un rato hasta que me llevó a la cama y se quedó conmigo sólo abrazados sin hablar. En algún punto me fue ganando el sueño y me quedé dormida por un rato. Cuando me desperté, mi papá seguía abrazado de mí. Estaba yo toda abierta y seguramente se había dado gusto viéndome ya que el camisón sólo tenía un botón de en medio abotonado y el resto no. Lo toqué para ver si despertaba pero estaba profundamente dormido. Con mucho cuidado le abrí el cinturón y le bajé el cierre del pantalón. No se movió aún. Metí la mano por debajo de su ropa interior y pude sentir sus pelitos del pubis, y su verga semi parada. Estaba mojada como si se acabara de venir y así estuve jugando con ella en mi mano por un buen rato.

Lo moví para que quedara acostado boca arriba y al ver que aún seguía dormido, bajé un poco su pantalón y ropa interior para que quedara expuesta su verga. Uff, ver aquella verga prohibida me prendió mucho, la fui acariciando con mi lengua pasándola por todo el tronco y besando su cabecita. Papá solo gemía en el sueño. La fui metiendo en mi boca y sentí como se iba poniendo cada vez más dura y gruesa. Me empecé a tocar de nuevo y vi que mi panochita estaba mojada de nuevo. Así seguí un buen rato, como entre temerosa y expectante de que se despertara pero siguió dormido, hasta que sentí como me corría de nuevo.

Ya más tranquila, volví a subir su pantalón y su ropa interior pero no me atreví a subir el cierre ya que se movió inquieto. Lo estuve viendo un rato, acariciando su vientre hasta que me fui quedando dormida de nuevo. Cuando desperté en la mañana, ya se había ido y lo encontré dormido en su cama. Creo que no supo que le di una rica mamada por la noche. No sé qué vaya a pasar esta noche, amo.

Me quedé estupefacto. Estaba tan cansado la noche anterior que no había notado lo que había sucedido. Escribí apresuradamente que estaba chateando con otra sumisa pero que pronto tendría noticias mías. Por lo pronto, la asignación de esa noche era que se vistiera guapa y excitante y se excitara viendo videos porno pero que no se masturbara hasta alcanzar el orgasmo y que le daría instrucciones más tarde.

Apenas terminé de escribir esto cuando llegaron finalmente los clientes y nos sentamos para cenar y para platicar del caso. Entre un par de bebidas más y la cena que estaba muy sabrosa por cierto, un lechón preparado de una manera muy interesante que le daba un sabor muy rico, nos llegó la hora de partir.

Cuando llegué a casa, eran casi las 9 de la noche. Abrí la puerta y escuché la voz de Cristina desde la sala.

Hola Papi, bienvenido.

Hola mi amor, le dije acercándome al sofá de la sala donde se hallaba sentada.

Traía puesta una minifalda negra con una escotada blusa de color melón. El pelo recogido en una cola y unos zapatos de piso, para andar cómoda. Estaba sentada en el sofá y tenía la jarra de mantequilla de maní sobre sus piernas.

Ven siéntate conmigo. Estoy viendo el final de este episodio, en un momento termina.

Sí, no te preocupes. Ya cenaste?

Ya. Esta es mi cena. – Dijo mostrándome el tarro abierto de la mantequilla de maní. – ¿Gustas?

No, hija gracias. Ya cené.

Me vas a despreciar?

Bueno, tomaré un poco. Donde está la cuchara?

Aquí. – Me dijo metiendo su dedo corazón en la jarra y ofreciéndome una porción que quedó en su dedo.

Como se te ocurre, Cristina? Esos no son modales.

No quise ensuciar las cucharas. Anda. Así es mas sabrosa.

Está bien. – Dije abriendo la boca.

Ella metió su dedo en mi boca y puso la mantequilla de maní en ella. Al hacer esto, deslizó el dedo por toda la extensión de mi boca mientras mi lengua lo envolvía lascivamente.

Sin decir palabra, volvió a tomar otra porción de la jarra y me la volvió a ofrecer. Yo acepté de nueva cuenta. En la cuarta ocasión, ella tomó una porción demasiado generosa que no se pudo sostener en su dedo y terminó cayendo sobre su pierna derecha.

Ay pa, mira lo que hiciste. Vas a tener que limpiarlo.

Está bien. Déjame ir por una servilleta a la coc…

No, no necesitas una servilleta, cógela con la boca para que no se desperdicie.

Que cosas dices.

Anda, no puedes desperdiciar la comida, siempre me lo has dicho.

Está bien, déjame tomarla con mi dedo.

No, con tu boca. Ese es el trato.

Sabedor del juego que estaba empezando, me arrodillé frente a ella y abrí mi boca para tomar el trozo de mantequilla de maní que había caído en su pierna. Al hacer esto, ella abrió sus piernas para acercarlas mas a mí y me dí cuenta que seguía sin usar ropa interior. Ante mí se ofrecía esa vagina tan apetecible, húmeda y rodeada de vellitos ensortijados, negros como su cabello. Me quedé alelado viendo aquella visión, incapaz de moverme para que no se perdiera la magia.

Te gusta lo que ves? – Me preguntó

Si, la crema de maní siempre ha sido una de mis visiones favoritas. – Le dije mientras pasaba mi lengua por la extensión de su pierna para limpiar los restos.

Uff, que lengua tan traviesa. – Me dijo. Yo seguía empeñado en limpiar los restos que ya había retirado de su pierna, mientras veía de reojo su chochito entreabierto, listo para ser devorado por mi.

Listo. Limpia como un bebé. – Le dije mientras me incorporaba y me volvía a sentar junta a ella. Pude notar que sus pezones estaban duros a través de la delgada tela de su blusa. Mi pene estaba duro y listo para la acción.

¿Quieres mas? – Me preguntó con toda la doble intención. – Haciéndome el inocente le conteste

No, ya con eso tengo suficiente.

Estas seguro? – Me contestó guiñándome el ojo.

Si, por ahora.- Le dije, siguiéndole el juego. – Voy a ir a revisar unos papeles y te veo en un rato.

OK, no se te olvide la peli, vale?

No se me olvida. – Dije levantándome para ir al estudio.

Apenas llegué me conecté al ordenador y accedí a la cuenta de MSN. Como era de suponerse, Cristina estaba aún fuera de línea. La visión de su coñito peludo me seguía persiguiendo y no podía concentrarme en lo que le quería escribir cuando de pronto apareció en línea y justo después recibí su mensaje.

Hola, que gusto.

Hola. Ya pensaba que no te ibas a conectar hoy.

Disculpa, es que estaba cenando con papá.

Vi tu mensaje.

Así que le mamaste la verga al vejete anoche

No le digas así…

Bueno, al cabroncete de tu padre, si lo prefieres.

Pues sí, le di una mamada pero no es lo mismo, me gusta que cuando se las mamo se estremezcan de placer y me llenen toda la cara de semen. Deberías ver la cara de vicioso que puso mi novio hoy que le di una mamada en la sala.

Hoy?

Si, vino a visitarme. Como sabía que mi papá llegaría tarde, me aproveché para que me visitara.

Y que mas hicieron?

La verdad casi nada. Se la chupé, se vino, luego me empezó a meter el dedo y a besarme las tetas pero hasta ahí llegamos…

Y eso? Por qué no siguieron?

Porque le dije que mi papá iba a llegar en cualquier momento. La verdad es que no quería tener sexo con él hoy.

Porqué si se puede saber?

Porque hoy quiero que me coja mi papá. Lo traigo presente todo el día, he andado súper caliente desde que llegué de la Uni. He visto videos porno como me dijiste pero no me he querido quitar la calentura aún. Ya estoy lista, para violarlo si es necesario esta noche.

Ya veo que estás bastante caliente.

Mucho. Que quieres que haga esta noche?

Esta noche quiero que te niegues a tener sexo con él

Quee?? Hablas en serio?

Si, muy en serio.

Pero, por qué?

Porque yo soy tu amo y espero que me obedezcas. O ya se te olvido?

Pero… no es justo.

Eso lo decido yo, perrita. No tú.

Que hago entonces?

Puedes dormir con él, puedes ver la peli, puedes tocarle y hasta dejar que te toque pero no debes dejar que te coja ni se la vas a chupar para que se venga.

Pero…

Es una orden. Tienes que decir que no, aun cuando él te lo pida.

Amo, puedo saber por qué lo haces?

Te lo voy a decir. Si te resistes, maximizas el potencial del deseo. Es como cuando te estás haciendo pipi y necesitas ir urgentemente. Te ha pasado?

Si, a veces.

Y como es la sensación después de que logras ir?

Casi como un orgasmo…

Exactamente. Por eso no lo harás esta noche.

Está bien.

Qué es lo que vas a hacer esta noche?

Negarme a tener sexo con él.

Una cosa mas, tienes que provocarlo al punto de que te lo pida pero te vas a mantener firme.

Quieres que lo seduzca y luego le diga que no????

Exacto, eso es lo que vas a hacer. Está bien?

Está bien. Me tienes mal.

Lo superarás. Me platicas cómo te fue mañana. Que disfrutes tu película.

Casi pude sentir el enojo de Cristina ante el cambio de circunstancias. En realidad, yo tenía curiosidad por saber a quién le haría más caso. Iba a intentar calentarla hasta que lograra ignorar esas instrucciones y si no lo lograba, bueno pues el juego era tan perverso que aún esa posibilidad me excitaba. Apagué el ordenador y me dirigí a mi recamara para ponerme mi pijama. Esta vez opté por un pantalón corto y una camiseta. El pantalón corto seguramente marcaría mi excitación y esperaba que Cristina lo notara también. Cuando al fin tocó mi puerta, le pedí que entrara y traía un gesto de molestia bastante obvio. Venia vestida con una bata de tela tipo sede sin mangas, que le llegaba a las rodillas. Nada sexi pero se notaban sus pezones erguidos y, si eras observador, se notaba que no traía ropa interior aun.

Que tienes, amor? – Le pregunté.

Nada de importancia, papi. Cosas que pasan y que a veces nos ponen de malas.

Problemas con tu novio?

No exactamente pero no te preocupes. No es tan importante…

Ya sabes que puedes platicar conmigo de lo que quieras.

Gracias, papi. Si tengo que platicarlo, lo haré contigo, vale?

Vale. Que peli quieres ver?

Me dijiste que me dejarías escoger sin chistar.

Sí, siempre y cuando no sea de terror.

No es de terror, es una que me recomendaron porque tiene mucha acción

Es de acción?

No exactamente. No comas ansias y dame un espacio de la cama

Obediente, me moví un poco para dejarle un lugar y ella se acostó junto a mi. Tomo el mando de la televisión y empezó a buscar los canales de las películas. Cuando llegó al canal MAXX, se detuvo al ver que empezaba una película de sexo ligera, de las que se llaman Lorn (light porn en inglés) y me dijo.

Esta quiero ver.

Pero es una película erótica.

Pues es la que quiero ver y me dijiste que no ibas a chistar.

Pero es que ese tipo de películas no son propias para…

Anda, que ya soy mayor de edad, no rompas tu promesa.

Está bien. Ponla.

Dejó la peli puesta y se acurrucó encima de mi pecho. Ya está peli la habíamos visto mi esposa y yo y no era nada del otro mundo. Un trío de chicas que las asaltan en una Isla de vacaciones veraniegas que tienen que ingeniárselas para sobrevivir y conseguir sus cosas robadas de nueva cuenta usando sus encantos. Había un par de escenas lésbicas, unas cuantas chupadas de coño, escenas de penetración falsas y una que otra escena de desnudos en la playa y el baño.

En algún punto, me pareció mas excitante tener a Cristina a un lado de mi con su respiración agitada que las escenas recicladas de la peli. A la mitad de esta, Cristina me preguntó:

Es verdad que puedo platicar contigo de lo que quiera?

Claro, pregúntame lo que quieras. Que te tiene molesta?

No es eso, es una duda que tengo al ver la película ahora.

Dime.

Que es lo que más les gusta a los hombres que les hagan?

Bueno, eso es fácil, nos gusta que nos cocinen, que nos dejen dormir tarde, que nos dejen ver los depor…

No, no me refiero a eso… sexualmente.

Bueno, eso ya es mas complicado. Cada hombre es distinto y supongo que todos tenemos gustos distintos.

Como qué?

No lo sé, a algunos les gusta que les den sexo oral, a otros no. Otros les gustan otros fetiches.

Como? A ver, explícame.

Es complicado. A algunos les gusta compartir a su mujer, otros disfrutan viendo escenas de sexo, se les llama voyeur

Y a ti que te gusta?

Bueno, esa es una pregunta muy íntima.

ME dijiste que lo contestarías. Prometo no decirle nada a mamá.

ES que no estoy seguro de que sea el tipo de conversación que debamos tener tu y yo…

Prefieres que le pregunte a un desconocido en internet que me va a dar cualquier tipo de respuesta, o a alguien en quien confío tanto como tú?

Supongo que prefiero que me preguntes a mi.

Dime entonces, que te gusta que te haga una mujer sexualmente?

Bueno, yo disfruto mucho del sexo oral. Hacerlo y que me lo hagan

Sigue… - Sentí que de pronto se le enronqueció la voz y sabiendo el dilema que le había puesto de negarse a tener algo mas conmigo, seguí.

Me gusta desde el momento que desnudo a una mujer, besar su cuello, dejando que mi saliva vaya deslizándose por él, dejando un rastro húmedo.

Uff, que detallista, sigue

Luego en algún punto, bajo a sus pechos y los acaricio con mi lengua. Voy haciendo círculos alrededor de ellos hasta que atrapo sus pezones duritos con mis labios y los aprieto. Cuando están muy excitadas, a veces los mordisqueo levemente con mis dientes.

Recontra uff, no te conocía esos talentos. – Dijo moviéndose inquieta.

Si te incomoda, lo dejo…

No, para nada. Sigue por favor. No te detengas.

Luego bajo por el abdomen, siguiendo el contorno de su cintura, hasta llegar a las bragas, no hay nada mas excitante que bajar unas bragas para descubrir una vagina palpitante y húmeda, esperando por tus labios para que la devores.

Uff. Y como te gustan los coñitos?

Mojaditos y cubiertos con vello, es hermoso ver ese monte de pelo asomando por la entrepierna, sentir el cosquilleo de esos pelitos ensortijados y mojados en tu lengua cuando vas abriendo camino hacia…

En este punto, Cristina estaba con los ojos entrecerrados, escuchándome con atención, mientras se tocaba por debajo de los senos, en movimientos rítmicos. La peli seguía con sus insulsas escenas de sexo acartonado mientras el verdadero erotismo estaba en el otro lado de la pantalla.

Te escucho…

Lo sé.

Entonces por qué paraste?

Porque recordar todas esas cosas me provoca sensaciones

Como que tipo de sensaciones? Te pone cachondo?

Hija, no es eso lo que quise decir…

Pero lo dijiste, no importa. Me gustó mucho lo que me dijiste. A las mujeres también nos encanta el sexo oral. Esa sensación de sentir como se va poniendo dura una verga en tu boca, es…

Lo has vivido?

Bueno, me han platicado, papito. No te pongas celoso. – Me dijo guiñando el ojo con picardía. – Tengo una idea me dijo y saltó de la cama como un resorte. Abrió la puerta de la recamara y salió corriendo. Hasta ese momento note el dolor de huevos tan grande que tenía y la enorme necesidad de descargar los litros de semen que seguramente tenía acumulados.

Ya estoy aquí- Dijo Cristina, entrando a la habitación tan rápido como había salido. En su mano tenía un plátano de buen tamaño, que había empezado a pelar.

Y ese plátano para que es?

Te voy a demostrar cómo le hace una mujer para mamar un buen pedazo de verga…

De pene.

De pene, polla, lo que sea.

Está bien. Ya sé que de todas maneras lo vas a hacer. Adelante.

Cristina tomó el plátano pelado, tiró la cascara en el cesto y se acostó a unos centímetros de mi rostro, mirando con lujuria a la fruta. Se la metió lentamente en la boca y empezó a chuparla como si se tratara de un exquisito pene. En un punto, se metió casi todo el plátano dentro de la boca y empezó a arquear cómo si fuera a vomitar. Su cabello caía sobre su cara y su gesto de puta viciosa era una inyección de viagra para mi pene mas que duro y palpitante.

SE movió un poco más y puso el plátano sobre mi entrepierna. Y lo siguió chupando. Parecía como si el plátano fuera mi pene y ella lo estuviera chupando rabiosamente. En cada embestida de su boca, la fruta golpeaba contra mi pubis, haciendo más placentero el momento si cabe. Cuando estaba mas entretenida con este simulacro, Cristina de pronto mordió el plátano, dejándolo solo a la mitad de su extensión original. Riendo ruidosamente, se abrazó de mí con el pedazo de plátano todavía en su boca.

¿Quieres? – Me dijo con palabras entrecortadas por el bulto que hacía el plátano en su boca. – Tuve el impulso de decirle que no pero sentí que era el momento de elevar un par de grados mas nuestra temperatura corporal.

Dame de ese plátano pecador? Le dije y abrí mi boca.

Ella abrió su boca también y la juntó con la mía. El plátano se movió en un vaivén entre su boca y la mía, empujado por nuestras lenguas de se tocaban en cada nuevo golpe al pobre plátano que no sabía para donde hacerse. Cuando al fin lo tuve todo en mi boca, ella dejó que su lengua siguiera jugueteando con la mía un par de minutos mas. Era un beso apasionado en toda la forma, primitivo y exageradamente erótico. Su brazo seguía abrazándome mientras me besaba y yo iba dando cuenta del pedazo de plátano poco a poco.

Cuando pasó el momento, ella se separó de mi y me miró fijamente. Como queriendo decir algo. Finalmente se quedó callada, tomo mi mano y la dejó junto a su pecho.

Creo que es hora de que nos durmamos.- Dije al fin.

Está bien. – Vamos a dormir. – Me dijo un tanto resignada. Casi estuve a punto de decirle la verdad ahí mismo, al verla tan frustrada.

Me levanté y apagué la luz, y sólo dejé prendida la tenue luz de mi buró. Ella se había volteado de espaldas a mi lugar, con su bata blanca de seda arropándola. Me acosté junto a ella y me acurruqué junto a su espalda. Mi entrepierna quedó tocando ligeramente su trasero que tan generosamente se ofrecía a mi y deslicé mi brazo por debajo del suyo para abrazarla.

Abrázame como me abrazaste anoche… - me dijo quedamente.

Así lo estoy haciendo, princesa.

No, yo sentía tu mano en mi piel.

Si, pero ahora tienes la bata, no puedo atravesar la tela con mis manos.

Eso tiene remedio. – Me dijo. Se incorporó un poco y se levantó la bata hasta la altura de sus senos. Con este movimiento, quedo media espalda descubierta, su cintura, y sobre todo, esas nalgas deliciosas que se me antojaban tanto.

Así está mejor? – Le dije mientras le abrazaba por la cintura ya sin el estorbo de la ropa.

Mucho mejor. – Dijo, aunque lo ideal es que tu también te quitaras la ropa para que durmieras mas cómodo.

Así estoy bien, nena. No me acostumbro a dormir así.

Buenas noches entonces, papito. – Dijo Cristina acomodándose y apretando su trasero contra mi entrepierna.

Aun a través de mi ropa, sentía la calidez de su cuerpo y temblaba de deseo. Suspirando, dejé que mis manos subieran un poco mas por su abdomen hasta tocar la parte baja de sus senos.

De verdad que eres inquieto para dormir. – Dijo sonriendo.

Si, te lo dije.

Si esta es la única noche que vamos a dormir así juntos, deberías complacerme y quitarte la ropa.

Qué cosas dices. Así estoy bien.

Es que me incomoda la tela de tu pijama. He estado dos días sin ropa interior y ya como que me desacostumbré.

Finalmente acepté que era tiempo de dar el siguiente paso.

Espera. – Dije. Sin mas preámbulo, me enderecé en la cama y me quité la camisa, para después despojarme del short y de los calzones que fueron a dar al piso de la habitación.

Listo. – Le dije. – Ahora si ya duérmete.

Guau, papito. Que cosa tan dura tienes ahí. – Dijo al sentir la opresión de mi pene liberado sobre su trasero.

Es que uno no es de palo…

Mhmm, ya me di cuenta. – dijo soltando una risita mientras se apretaba mas a mí.

Estate quieta. – Le dije mientras le apretaba los senos con mis manos.

Tengo una idea. – Para que tu no me sobes las tetas y yo no te apriete al amiguito, me voy a voltear. – Dicho esto se giró y quedó frente a mí, con sus senos apretando mi pecho, sus piernas enlazadas en las mías, su chochito rozando la parte superior de mi pierna y su boca a escasos milímetros de la mía.

Así está mucho mejor? – Susurró en mi oído.

Un poco mejor. – Dije sin mucha convicción.

Buenas noches papito. Te quiero. Te deseo…

Yo también te deseo…

Que sueñes con los angelitos. - terminó.

Ah, yo también quise decir eso.

Su aliento era casi parte del mío mientras intentaba conciliar el sueño. Mi pierna que estaba en contacto con su vagina estaba mojada por sus jugos. Estaba deseoso por continuar con mis avances pero a la vez sabía que ella tenía un compromiso qué cumplir y no la quería hacer sentir comprometida. En la semi penumbra, sentí sus labios de pronto posarse sobre los míos y me dio un beso tierno. Su lengua fue vagando por mi boca lentamente y yo le dejé hacer.

Ya duérmete, o voy a tener que hacer algo contigo.

Algo como qué? – Me dijo retadora.

Agachando mi cabeza, me separé de su pecho y hundí mi boca en su seno derecho. La cogí desprevenida y gimió al sentir la caricia inesperada. Empecé a besar esos senos acariciando sus pezones duros como le había explicado anteriormente. Ya no había vuelta atrás, ella estaba totalmente entregada, gimiendo al sentir mi boca causando estragos en su cuerpo. Para hacer mas fuerte su sensación, apreté mi pierna contra su vagina mojada y empecé a moverla en movimientos rítmicos.

- A esto te referías con tus caricias en los senos. – Dijo jadeante. – Lo haces de maravilla. Como lo harás con el sexo oral? Ha de ser algo extraordinario.

- Yo no tengo almejas para poderte hacer una demostración gráfica de lo que me toca -Dije, - pero estoy seguro que ningún hombre al que se la chupes estará a salvo si no te satisface. Si no, hay que preguntarle al pobre plátano…

- Hay una almejita que puedes usar si quieres.

- No sería correcto.

- No tienes idea de cómo la has dejado con tus descripciones tan detalladas.

- No tengo idea pero me puedes explicar…

- Está mojadisima y caliente, como a ti te gustan. Lista para ser servida.

- Y qué tal de sabor?

-Pruébala y me platicas.

-Creo que es mejor que nos durmamos.

-Sólo pruébala. Por favor…

-Solo para saber a qué huele. Está bien?

-Si, solamente.

Me arrodillé frente a ella y hundí mi boca en su intimidad. Estaba mojada, caliente y sabía a néctar de amor como lo había comprobado la noche anterior. Con cada golpe de mi lengua, ella gemía y se frotaba contra mi, arqueando su cuerpo. En cada nuevo movimiento, sus reacciones iban subiendo de tono hasta que se notaba que estaba a punto de llegar al orgasmo. Con toda premeditación, paré de pronto.

-No pares, por favor. No pares.

-Era solo probar. No está bien esto que hacemos.

-Estoy a punto papi. No me dejes así. – Mas que una súplica era casi un sollozo.

-¿Estas segura?

-Completamente. Hazme venir con tu boca, por favor, te prometo que te lo pagaré con creces. .

- No creo que esté bien. Mejor trata de dormir y mañana lo platicamos.

- No voy a poder dormir así. Mírame.

- Tú mírame a mí. – Levantándome y poniendo mi pene frente a ella en todo su esplendor. – Como vas a ayudarme tú con esto?

- No puedo, dijo compungida.- No tengo protección y no quiero salir embarazada.

- Tienes razón. Discúlpame por todo. – Dije acostándome y dándole ahora yo la espalda a ella.

- No te enojes, por favor. – Me dijo ella abrazándome y pegando su cuerpo al mío. – Es sólo que por hoy no puedo. Mañana será distinto…

- Porqué?

- No te lo puedo decir

- Entonces no tengo mas que hablar. Buenas noches.

- No. Puedes voltearte y abrazarme. Lo harás?

- No puedo. Estoy demasiado excitado y no quiero cometer una torpeza.

- No lo harás, confío en ti. Por favor. – Suplicó

Finalmente me di la vuelta para abrazarla y ella me dio un tierno beso en los labios. Yo le correspondí metiendo mi lengua profundamente en su boca. Al tenerla abrazada, sentí como su cuerpo se estremeció por el contacto de mi beso apasionado. La besé en el cuello con la misma pasión y poco a poco me fui girando hasta quedar encima de ella por completo mientras no parábamos de besarnos. Por el movimiento y mi giro, mis piernas quedaron en medio de las de ella, sus senos apretados a mi pecho y mi pene a escasos centímetros de su vagina. Mientras le besaba de nuevo lo apreté contra su pubis y ella dio un respingo. Volví a tomar su boca y dejé de nuevo que mi lengua la penetrara haciendo añicos su escasa voluntad. Mis manos recorrían su cintura y me acomodé un poco mejor para bajar mi pene hasta la entrada de su cuevita. Sentí los abundantes jugos de su sexo mojando el glande de mi pene. Solo tendría que hacer un pequeño movimiento y mi pene estaría finalmente dentro de ella.

No, por favor no lo hagas. – Me dijo en un susurro.

No lo haré, confía en mi. – Le dije y ella me besó de nuevo.

Confío en ti, ayúdame por favor. – Me dijo como en un lamento.

Si mi princesa. – Le dije besándola nuevamente

Seguí moviendo mi pene por fuera de su cuevita sin penetrar en un suave vaivén. Ella solo hacia sonidos guturales, disfrutando el momento. Finalmente decidí acabar con su tormento y girando mi cuerpo, me puse a un lado de ella y empecé a besar sus senos, como lo había hecho antes mientras metía el dedo corazón muy dentro de su vagina.

En cada movimiento de mi mano, ella se arqueaba y empezó a gritar mi nombre. Tenía mi mano mojada de tantos líquidos que le salían y seguía aprisionando sus pezones con mis labios, mordisqueándoles de vez en vez. Finalmente dio un grito mas alto que los anteriores y gritó:

Me vengo! Ay me estoy vinnnnn. Ahhh

Se quedó quieta por un instante, con los ojos cerrados, disfrutando el momento.

Gracias, papi. Ha sido maravilloso. Te prometo que te lo voy a compensar.

Está bien, no te preocupes.

Voy a dormir tan profundamente que bien puede pasar un tren y yo ni me enteraré. – Dijo. – Es mas…

Dime

Estoy segura que bien me podrían violar y yo ni me entero. Yo no puedo evitar que algunas cosas sucedan mientras estoy dormida, no crees?

Supongo, pero imagínate que te despertaras cuando te estuvieran violando.

Estoy segura que por vergüenza yo no diría nada. Aunque te aseguro que no me voy a despertar si eso pasara claro.

Acto seguido, se quitó la parte de la bata que aún conservaba arriba de sus senos y se acostó junto a mi abriendo sus piernas. Cerrando los ojos dijo.

Buenas noches, papi. Disfruta.

Buenas noches. Así te vas a dormir?

No me contestó sino que empezó a roncar quedamente. Mi pene quería reventar, la invitación estaba dada y entendí la manera tan inteligente que había encontrado para no dejar de cumplir su promesa y darme al mismo tiempo el placer que quería darme. La admiré en toda su desnudez, y me puse entre sus piernas con mi pene de nuevo en la entrada de su intimidad. Ella ni se inmutó. Seguía “dormida”. Finalmente entré en ella suavemente, poseyéndola así con ternura. De vez en cuando no podía evitar el gemir al sentir mis embates, devorando aquella carne fresca, y mojada. En algún punto, entraba tan duro y gemía que era imposible que una persona normal no se hubiera despertado. Mis huevos hinchados me dolían por tanta leche acumulada y al sentir que estaba a punto de explotar, me salí de ella y dejé mi carga caer sobre su abdomen, mojando su tripita, su pubis y algunas gotas fueron a dar hasta sus senos.

Tuve el impulso de limpiarle pero decidí que era inútil. Ambos sabíamos lo que había ocurrido y ambos lo negaríamos llegadas las circunstancias. Tomé una buena parte de mi semen y la puse en mi dedo, abrí su boca y la deposité dentro. La tomó y degustó con una leve sonrisa. Finalmente me acurruqué junto a ella y nos dormimos profundamente.

Dark knight

Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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