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Esto que les cuento a continuación pasó de verdad, fue hace mucho tiempo pero me parece que apenas sucedió ayer, los recuerdos están claros en mi mente y son experiencias sexuales que me llevaron junto con mi hermana Lora a descubrirme y saber que mi vida como nena cada vez se iba volviendo más excitante, en mucho gracias a mi hermana, bueno les relato sin más. Después de haber cogido ricamente con mi hermana, nos volvimos ambos más calenturientos, ella ya se había desengañado del padre de su hijo y el desenamoramiento y las ganas de sexo que le acometían la llevaban a usarme a mí, su propio hermano como el calmante de sus ansias de mujer, a mí que hasta antes de ella no tenía mucha experiencia me fascinaba su mundo de mujer hermosa y coqueta, me volví su cómplice y acompañante en sus encuentros sexuales pero, ¿Cómo sucedió?
Pues fácil, a mi hermana se le ocurrió que saliéramos juntas, como dos mujeres, dos hermanas, así que rogándole a mamá logramos convencerla de que nos diera permiso para salir un sábado en que ella tenía que trabajar desde las 9 de la noche hasta las 9 de la mañana del domingo, mamá aceptó llevar a nuestros hermanos y al bebé a casa de la abuela cerca de la nuestra, por lo cual ya que nos quedamos solos comenzó mi transformación a una mujercita de 18 años, me faltaban como dos meses para los 19. Ya a solas sacó mucha ropa de ella y me fui probando prenda tras prenda hasta llegar a la que más me gustó y que ella me sugirió. Una minifalda amplia con olanes de color negra y una blusa verde de tirantitos, zapatos de tacón alto, abiertos, la peluca perfectamente peinada, aretes de aro de fantasía de clip, un juego de pulseras azules de plástico, dos anillos de oro con piedritas azules y uno en forma de doble aro enrollado, me bañé y me depilé perfectamente las piernas, las axilas y un poco de bello del vientre, así me puse las pantaletas que mi hermana me escogió, unas súper estrechas que apretaban mi pene y mis testículos perfectamente acomodados hacia atrás.
Me sentía una mujercita y muy putita por cierto, Lora se puso un vestido de tirantes cruzado que resaltaba espectacularmente sus senos blancos y bien parados, unas pantaletas diminutas y zapatillas de tiras enrolladas en las pantorrillas. Con su pelo encrespado se veía hermosa. Ella me maquilló a conciencia, demostrando unos conocimientos singulares para lograr la más completa feminización de mi rostro. Ya convertidas en dos princesas, salimos a la calle contoneándonos al centro, los tíos nos silbaban y lanzaban piropos que a mí al menos me enardecían. Me sentía la reina del mundo, solo los travestis y transexuales pueden conocer del inmenso poder que da a la mujer una sensualidad de esta naturaleza.
Llegamos a una discoteca de salsa donde había muchas mujeres muy guapas y hombres sedientos de ellas, la verdad es que el lugar me dio un poco de miedo, no estaba en un lugar selecto sino en una calle de los alrededores del mercado central. Pero los bailarines en la pista eran muy buenos, ahí nos encontramos a las amigas de Lora, Mirna, Érika y Lulú, vestidas como unas perfectas putas con minifaldas cortísimas que enseñaban sus piernotas generosamente, la más flaca era yo, conforme fue transcurriendo la noche ellas lograron bailar con varios tipos y yo me quedaba sentada solo jugando con mi bebida y fumando un poco. Un tipo de facha militar, como de soldado de baja graduación me invitó a bailar pero yo decliné, él se sentó muy junto de mí y cínicamente me puso su manota derecha en mi pierna derecha.
Se presentó como Constantino o algo así, yo afeminando mi voz al máximo y tapada por el ruidero de la música le dije: Soy Carola, el primer nombre que se me ocurrió, el tipo me pasó el brazo por la espalda ¿Por qué no bailas? No sé, dije tontamente. Bueno, me acompañas al balcón. Busqué a mi hermana que bailaba con sus amigas y unos tíos y con señas le hice notar que saldría un poquito al balcón. Me hizo un gesto afirmativo y siguió bailando como si nada, el tipo me tomó por la cintura y me condujo a uno de los tres balcones que daban a la calle, se puso detrás de mí y me abrazó por la cintura, sin más me giró con fuerza y me comenzó a tratar de besar en la boca ¿Oye qué te pasa? Dije ¡Me gustas! Si, pero no puedes besarme así nada más ¿Cuánto quieres? La pregunta me sacó de onda y respondí sin pensar ¡Nada, no soy una puta! Pues no te vistas como una. Bueno, bueno y a tí qué te importa. Ya pues mi niña, dijo, no quise lastimarte. Intenté volver al saló pero me haló hacia él y me apretó con mucha fuerza, me sujetó un brazo por detrás creo que era el izquierdo mío y me apretó hacia el, me sometió pues y, me manoseó las nalgas con total impunidad, en eso mi hermana salió a buscarme y nos miró cómo el tipo me besaba en los labios y con una sonrisa burlona se acercó ¿Qué pasa puta, te estas dando gusto?
El soldado se separó un poco de mí para verla a ella ¡Hola! ¡Hola! ¿Son hermanas, verdad? Sí respondió Lora ¿Y eres...? Un amigo de tu hermana, pero tú eres más bonita, más mujer. Bueno, así es la vida ¿Te gusta mi hermanita? Sí. Lora me tomó de la mano y me haló hacia ella ¡Vente vamos adentro! Oye, solo estamos conociéndonos. Bueno y por qué no te sientas con nosotras y nos invitas unos tragos, dijo Lora. El tipo aceptó y nos siguió, yo le dije al oído a Lora que se me estaba incrustando el pito porque se me paró con los manoseos del soldado y que necesitaba ir al baño, que me acompañara. Nos metimos y ahí ella me ayudó a reacomodarme las pantaletas. Oye, me dijo, no está nada mal el soldadito ese, porque no lo llevamos aun hotel aquí junto y nos lo cogemos ¿Crees que se pueda? Obvio, está cachondo y yo también, me respondió. Así que nos fuimos a la mesa y mi hermana les dijo a las amigas que nos íbamos con el sujeto al hotel de junto al antro.
El fulano no puso ningún obstáculo, salimos y con aplomo mi hermana pidió un cuarto, el recepcionista nos miró burlón pero no dijo nada. Entramos a un sórdido cuarto del hotelucho y sin más mi hermanita comenzó a darse besuqueos con el tipo, él se sacó el pene y ¡Sorpresa! ¡Era enorme! Se lo llevó a la boca mientras yo estaba recostada en la cama solo mirándolos. Me puse bien caliente ¡Cuánto anhelaba ese pene en mi culo! Lora se bajó de un jalón las pantaletas y se puso en cuatro para que el soldadote le oliera la papaya, que bien depilada y jugosa se abrió mientras Lora se la acariciaba con los ojos húmedos de deseo. Yo me dí la vuelta para recostarme sobre mi falso pecho con la finalidad de que el soldado viera mis nalgas putas. Lora se quitó el vestido y el brasier, enseñándonos unos enormes y perfectos senos blanquísimos con dos tetas rosaditas y unos pezones bien erectos. El soldado le mamó la papayita y ella se vino en un orgasmo que le arqueó todo el cuerpo, mientras se venía acarició las piernas mi hermana.
Entonces el soldado apuntándome con el inmenso pene me pidió que me desvistiera, yo no sabía que hacer pero, Lora lo resolvió, se acercó a mí y me empezó a besar en la boca me metió la mano derecha bajo mis piernas ayudándome a levantarlas y metió un dedo a fuerza por debajo de las pantaletas, estas lo impedían pero ella se dio mañas para jalarlas y meterme un dedo por el culo, lo sacó y se lo metió a la boca, el soldado miraba extasiado de placer, para él éramos dos putillas juguetonas. Lora me dijo bajito: Pone en cuatro en la orilla de la cama, como hipnotizada obedecí, ella se puso en cuatro también, antes bajó mis pantaletas a media nalga y le dijo algo al soldado al oído, yo no supe en ese momento qué le dijo. El soldado se puso detrás de nosotras y comenzó a darle verga a Lora que se retorcía de placer gimiendo de una manera increíble, hermosa, con ricos suspiros que nos ponían a mil. Luego el sujeto me untó de crema que Lora le pasó en el culo y me metió de un jalón dos dedos. Sentí riquísimo comenzó a hurgar en mi ano como si fuera yo su puta personal (vaya que si lo era) Y me metió suavemente pero con fuerza su miembro de macho, enorme, poco a poco fue venciendo las paredes de mi ano y entro todo, yo sentía que me partía en dos. Pero lentamente el dolor desapareció y un placer me inundó, lo sacó y se lo metió en la vagina gigantesca de Lora, la bombeaba y luego lo sacó y otra vez me la metió. Por fin se derramó en Lora y esta cabrona, tomó semen del soldado con su mano derecha y me embarró la cara del mismo. Lo lengüeteé caliente, ellos habían llegado al orgasmo pero yo no, el soldado se recostó agotado y satisfecho para juguetear con las tetazas de Lora.
Se levantó y se fue al baño. En eso tocaron a la puerta, era otro sujeto con corte militar, Lora abrió solo cubierta con una toalla del hotel y entreabrió la puerta ¿Qué pasa? Esta Constantino? Sí, un momentito. Constantino se acercó en calzoncillos y una camiseta blanca ¿Qué pasa? Cabo. Nada mi sargento, nos tenemos que ir. Bien espérame abajo. Bueno nenas, me tengo que ir, debo regresar al cuartel ¿Cuánto les debo? Yo iba a responder que nada pero, Lora se me anticipó. Lo que quieras que no baje de $ 300 pesos. Los sacó de una billetera del pantalón que estaba en una silla y nos tiró en la cama ocho billetes de 50. Se vistió y salió sin despedirse ¡Puta Lora, ahora si que somos dos putas! No pasa nada, esto se lo damos a mamá y le decimos que lo encontramos tirado por la terminal de autobuses ¿Te deslecho hermanita? Bueno, Lora se agachó a mamarme la adolorida verga mía que apresada por el poder del calzón diseñado para contener las carnes salió mojado y apendejado de su prisión, le pedí que me dejara metérselo pero, me dijo, que no, que estaba satisfecha... por el momento. Bueno, me conformé, nos apretamos, yo acostada a la izquierda y ella a la derecha, con la mano derecha y con mirada cansada y somnolienta, más interesada en el televisor que en mi verga bien parada, me lo acarició, aun así desconcentrada noté su sabiduría para sacarle leche a los hombres. Ah por cierto Lora, ¿Qué le dijiste al soldado vergudo este? Que le iba a decir, que estas reglando pendeja. Continuará.
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