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Mi hermana teresa

Desde muy pequeño siempre había mirado con cierta lascivia a mi hermana Teresa, siete años mayor que yo. Supongo que hacía lo mismo que otros chavales, espiarla cuando se cambiaba de ropa, cuando se duchaba intentando siempre ver algo de su cuerpo. Coger la ropa que dejaba para lavar, olerla y masturbarme con ella. A lo largo de varios años le había visto una nalga y un pecho. La verdad es que no era mucho. Cuando tenía 24 años se casó con Fernando y se fue a vivir a una ciudad de la costa. Varias veces fui con mis padres a visitarla, pero seguía sin poder "ver nada". Unos años más tarde quiso la casualidad que mis padres se fueran de vacaciones por Europa y, al mismo tiempo, decidieran hacer una reforma en la casa, pintar, etc., así que yo no me podía quedar allí, así que hablé con mi hermana para ver si podía irme a su casa, ya no solo ese mes, sino los dos meses que tenía de vacaciones. Mi hermana me dijo que no había problema, y acomodó a sus dos hijos en un solo cuarto y me dejó para mí el de mi sobrina. La habitación hacía forma de ele con la suya y tenían una terraza común. Una noche muy calurosa de julio, me levanté de la cama, pues no podía dormir y me acerqué a la terraza, sin encender la luz. Me disponía a salir para fumarme un cigarrillo cuando oí unos leves quejidos. De puntillas y sin hacer ruido me fui acercando hacia esos quejidos y descubrí que provenían de la habitación de mi hermana y que era ella teniendo una relación sexual con mi cuñado. Rápidamente di una ojeada a la terraza y busqué el mejor sitio para observarles sin ser visto. Me pillaba un poco lejos pero aquellos días pude ver y observar en muchas ocasiones el cuerpo de mi hermana (bueno, el de mi cuñado también, pero ese no tenía interés para mí). Muchas veces me masturbé allí mismo viendo como gozaban ellos y deseando ser yo quién la penetrase.

Llegó el 1º de agosto, que coincidió en fin de semana, así que se fueron todos de vacaciones. Mi hermana se fue también, aunque volvería porque ella tenía las vacaciones en dos quincenas distintas.

Cuando me aviso mi hermana de que volvía a su casa, me pillo saliendo de una juerga y tuve que darme la paliza limpiando todo de arriba abajo. Terminé casi de madrugada y me acosté. Me levanté al día siguiente, a eso de las tres de la tarde. Como hacía mucho calor dormía desnudo, y así me fui al cuarto de baño a orinar, con los ojos medio cerrados todavía. Terminé y tiré de la cadena. En ese momento me sentí observado, me giré y allí estaba mi hermana mirándome.

Había llegado a media mañana en avión, cogió un taxi y vino directa a casa. Viendo que yo estaba durmiendo, había preparado la comida y se había dado una ducha. Cuando yo entré al baño, ella estaba allí, con las cortinas de la ducha descorridas, escurriéndose el pelo, pero yo, medio cegato que iba, no le había visto. En ese momento me di cuenta de un pequeño detalle. El día anterior había echado a lavar las toallas y los albornoces, y no los había repuesto.

Yo me quedé mirando a mi hermana, primero a la cara y le dije un "hola! Ya estás aquí! Qué tal el viaje", pero después bajé la mirada para observar sus tetas y su entrepierna. Tengo dos hermanas mayores que yo, pero siempre había tenido pensamientos lascivos hacia ésta en particular. Mi hermana Teresa era muy guapa de cara, con labios semi gruesos, muy sensuales, tenía los pechos grandes, talla 100 más o menos, grandes aureolas y grandes pezones. Era ancha de caderas y aunque no estaba gorda, si estaba lo que llamaríamos macizota. Tenía las piernas entreabiertas, así que se podían ver claramente sus labios vaginales. Su monte de venus lo tenía recortado. Y así estaba yo, recreándome con el cuerpo de mi hermana sin darme cuenta que la erección matutina de mi pene iba en aumento y que mi hermana estaba frente a mí, mirándome también.

-"Oye, se puede saber que estás mirando?", me dijo mi hermana

-"Pues tu cuerpo, Teresa, es que hacía mucho que no te veía desnuda"

-"Y cuando me has visto tú desnuda, si se puede saber?, anda, tráeme mi albornoz que no está aquí colgado"

-"Es que lo eché a lavar junto con las toallas, espera que ahora lo traigo"

Me fui al tendedero, recogí el albornoz y un par de toallas y volví al cuarto de baño. Yo seguía desnudo y ya me iba bajando la erección, pero fue solo un instante porque al entrar vi que mi hermana había salido de la ducha y estaba recogiendo el agua que había salpicado, de espaldas a la puerta y, en ese momento, se agachó, dejando el culo en pompa. Mi nueva erección fue inmediata. Ay que culo estaba viendo!

Me acerqué a ella, sin hacer ruido, lo máximo que pude y le dije "toma el albornoz" y pasó lo que yo había pensado, ella se irguió y al hacerlo, pasó sus nalgas por mi pene, momento que aproveché para restregármelo suavemente por su culo, mientras le ayudaba a ponerse el albornoz. Mi hermana se dio cuenta, pero no me dijo nada. Se dio la vuelta tapándose el cuerpo y me dijo que me vistiera que íbamos a comer. Me vestí, bueno, me puse un pantalón corto y una camiseta y fuimos a comer. Pasamos la tarde cada uno por su lado haciendo sus cosas, cenamos y ella se fue a su cama y puso un rato la tele. Al rato entré yo en la habitación y me dispuse para meterme en su cama.

-"Qué haces?" me dijo

-"Hombre, Teresa, ten en cuenta que he dormido aquí todas estas noches. Es la habitación más fresca y además puedes ver un rato la tele antes de dormirte"

-"Vale, pero después te vas a tu cama"

Asentí con la cabeza, aunque no tenía intención de hacerlo, y disimuladamente, cuando me metí en la cama me quité el pantalón corto y todo desnudo me metí bajo la sábana. Me acomodé en la almohada e hice estar interesado en lo que estaban poniendo en la tv, pero en realidad estaba dándole vueltas a la cabeza, pensando en como podría hacer para darme, al menos, un revolcón con Teresa. Y quiso la casualidad que fuera ella quién diera el primer paso.

-"Oye Roy, en la ducha dijiste que hacía mucho tiempo que no me habías visto desnuda. Me podrías aclarar y explicar eso?"

-"Pues mira Tere, te he visto muchas veces desnuda y no me refiero a aquellas veces en que te he visto en casa de papá y mamá saliendo del baño, medio vestida o que te espiaba por la rendija de la puerta cuando te cambiabas o ibas a hacer pis...."

-"¿Tú hacías eso?"

-"... me refiero a todas las veces que te he visto follando con Fernando durante el mes pasado. He podido ver tus tetas, tu chumino, tu culo. He visto como le chupabas la polla y como te relamías cuando se corría en tu boca, he visto como te la metía por el culo y gritabas como una loca, mientras él te apretaba los pezones..."

-"Estas borracho o qué? Si realmente nos has visto sabrías que..."

-"He visto que Fernando se monta encima de ti, te la mete, se corre, se da la vuelta y empieza a roncar. Eso es lo que he visto"

-"Y, entonces, todas esas tonterías que me has dicho?"

-"Pues esas tonterías son las que te voy a hacer, porque creo que tú lo necesitas todavía más que yo..."

-"Esta mañana, en la ducha, cuando te he visto desnudo y empalmado y cuando has apoyado tu polla contra mi culo ya estabas pensando en esto, ¿no?

-"Te aseguro que me he masturbado muchas veces pensando en. Eso es lo me ha llevado esta mañana, cuando te he visto desnuda, a no esconder mi polla erecta y a restregarla contra tu culo. Estas maciza, me gustas mucho, me pones a mil y quiero empezar a hacer esas tonterías contigo"

-"¿Estás tonto o qué? Somos hermanos, estoy casada, no podemos hacer eso..."

Mientras mi hermana hablaba yo me había acercado a ella, estaba sudorosa y no precisamente por el calor que hacía, me senté a horcajadas encima de ella, medio tumbándome y le metí las manos por debajo de su camiseta, subiéndolas hasta llegar a sus tetas. Empecé a acariciarlas, mientras mi pene crecía velozmente rozándole su vientre. Le dije que se quitara la camiseta y así lo hizo. Tenía en mis manos dos espléndidas tetas con unos pezones que me pedían a gritos que los succionara, y así lo hice. Me recosté encima de mi hermana y le estuve sobando y chupando las tetas. Acaricié todo el cuerpo de mi hermana, le besé en la boca, en el cuello, le mordisqueé los glóbulos de las orejas, olí todo su cuerpo, bajé a su entrepierna, le aparte los pelos y olí su chochito, pasando la lengua por su rajita y comprobando que estaba ya dilatada y que ya había tenido, por lo menos, un orgasmo, quizás fruto del relato de mis tonterías o, quizás, de mis caricias. Le pasé la mano por la raja del culo y luego tumbé de lado a Teresa, pasando la lengua por sus nalgas y por su ano y, por fin, abrí bien sus piernas y me dispuse a darme un gran banquete. Tenía delante de mí el chochito más lindo que había visto nunca y me lo iba a comer enterito. Y su dueña tenía muchas ganas de que así lo hiciera. Abrí con mis labios sus labios en busca de su clítoris y cuando lo encontré lo chupe hasta tenerlo todo en mi boca y en ese mismo instante lo mordí, lo que hizo que ella se estremeciera y levantara su culo, retirando su coñito de mi rostro, pero pronto lo volvió a dejar en el mismo lugar. Le restregué la lengua por todos sus rincones, le ensalivé toda su rajita y su ano y mientras succionaba despacito su clítoris, le manoseaba todas sus partes. Mi hermana estaba muy húmeda y dilatada, así que le introduje un dedo y empecé a moverlo por su interior. Cuando se acostumbró a él, le introduje un segundo dedo y empecé un mete y saca, simulando un pene, ah, esto le gustaba. Dejé el clítoris y me concentré en la masturbación. Dejé caer mi saliva y le metí el dedo meñique por su ano. Al principio le costó entrar y ella me murmuraba que "eso no", pero al fin pudo entrar. Eché más saliva y empezó a dilatar. Cuando ya entraba y salía sin dificultad, lo saqué e introduje otro dedo más grueso y busqué la pared vaginal del ano. Ella empezó a retorcerse de gusto con la masturbación, por su rajita y su ano, tres dedos que le entraban hasta el fondo. Movía su culo, con movimientos circulares y dobló su pierna apoyándola en mi codo y así empujarme el brazo, quería que entraran más, pero eso era ya casi imposible. Ella bajó sus manos, con una me cogió la cabeza y con la otra me arañaba el brazo. Yo subí mi brazo libre y le agarré una teta, apretándole el pezón. En ese momento, mi hermana empezó a balbucear y a gemir explotando en un tremendo orgasmo, seguido de otro. Saqué el dedo del ano, pero seguí masturbándola despacito. Ella cerró sus piernas sobre mi brazo y se ladeó, consiguiendo así una "penetración" más real.

Nos mantuvimos en esa postura un rato, hasta que ella dejó de hacer presión con las piernas. Saqué mis dedos llenos de sus flujos y me incorporé, poniéndome a su altura y besándola. Chupé mis dedos y le volví a besar, mientras le acariciaba todo su cuerpo.

Así estuvimos hasta que incorporé "¿A dónde vas?" inquirió, no le contesté y me puse encima de ella, me senté en su vientre y coloqué mi pene entre sus dos tetas, cogiéndolas con mis manos y juntándolas lo más que pude. Empecé a masturbarme lentamente, -"cógelas tú" le dije. Así me quedaba yo con las manos libres para cogerle las nalgas y apretárselas. Con esa postura hacía yo más fuerza en la masturbación.

-"Me pesas bastante", me dijo, "podrías cambiar de posición?"

Me arrodillé en la cama, ladeó su cuerpo, apoyó su cabeza en la almohada y buscó mi húmedo glande, lamiendo esas primeras gotas blanquecinas antes de engullirlo todo en su boca. Llenó su boca de saliva, deslizando sus labios por mi miembro, aprisionándolo de abajo arriba, en el movimiento hilos y más hilos de saliva caían mojando nuestros cuerpos. Cogí la cabeza de mi hermana con ambas manos y empecé a moverla mientras le clavaba mi pene, ya no era ella quién me lo estaba chupando, era yo quien me estaba follando a Teresa por su boca. Los movimientos eran frenéticos y pronto supe que me iba a correr. Agarré fuertemente su pelo, marcando los movimientos, los dedos de las manos de mi hermana se apretaban contra mi culo, clavándose en él y descargué toda mi leche en su garganta. Mi hermana empezó a tragársela pero me empujo violentamente, se estaba ahogando y necesitaba respirar. Solté su pelo y le acaricié la nuca. Ella volvió a meterse mi polla en la boca, chupándola suavemente, sacó la lengua y lamió los restos de semen que había en su mano, me lamió los huevos y me lamió el glande. Mi placer en esos momentos era muy grande.

Me tumbé a su lado, besándola y metiéndole la lengua hasta la campanilla. Con mis manos le acariciaba las tetas y en una de ellas descubrí restos de semen, lo tomé en mi boca y lo deposité en la suya con un apasionado beso.

Así estuvimos largo rato, acariciándonos y besándonos hasta quedarnos dormidos.

Al día siguiente, mi hermana se fue a trabajar. Yo me levanté tarde. Me di una reconfortante ducha. Bajé a la calle a por el pan y pasé por la farmacia, allí compré un lubrificante. Recogí la casa e hice la comida y cuando ella volvió se encontró la mesa puesta. Después de comer, recogimos todo entre los dos. Hasta ese momento no habíamos hecho ningún comentario sobre lo sucedido.

-"Voy a echarme un rato, y ésta noche me bañaré y a la cama temprano, ya que estoy reventada" me dijo

-"Así que vas a tirarte todo la tarde durmiendo?"

-"No sé si dormiré, pero por lo menos, descansaré", me contestó

Se fue a su cuarto, bajó la persiana, puso la tele y se tumbó

A media tarde se levantó y fue al cuarto de baño. Oí como abría la ducha. Entré, a mi vez, en el baño, me desnudé y me senté en la taza del inodoro y mientras esperaba a que terminara, veía su silueta a través de la mampara. Cuando vi que terminaba de enjuagarse el pelo, cogí su albornoz y esperé a que saliera.

-"jo, que susto, ¿qué haces aquí?"

-"Te esperaba para darte tu albornoz"

-"Ah, gracias ... ¿y para eso te has desnudado?"

Antes de que se abrochara el albornoz, me acerqué a ella, rodeándola con mis brazos y apretándola contra mí.

-"Me he desnudado para poder sentir mejor tu propia desnudez"

-"No seas tonto, suéltame, vístete y espérame en la habitación que tenemos que hablar"

Fui a su habitación a esperar, pero no me vestí. Ella entró, se quitó el albornoz y cuando se agachaba a coger unas bragas del cajón de u cómoda, le volví a rodear con mis brazos, acercando mi pene a la raja de su culo.

-"Estate quieto, coño, que parece que te hayan dado cuerda"

-"La cuerda me la estas dando tú, Tere, y no te suelto porque como ayer nos quedamos a la mitad, hoy tenemos que acabarlo."

-"Ayer NO PASÓ NADA, métetelo en la cabeza, y no hoy no va a pasar, tampoco, nada", me contestó

Le cogí las tetas mientras le susurraba al oído:

-"Como ayer no pasó nada, durante tus tres horas de siesta no ha pasado nada y ahora, tampoco va a pasar nada, relájate y déjate hacer"

Y acto seguido la llevé hacia la cama, le obligué a inclinarse, haciendo que su pecho se apoyara en la cama, me agaché y le pasé la lengua por la raja de su culo.

Ella se revolvió violentamente para zafarse de mí, pero la empujé y la tumbé boca a bajo en la cama.

-"Teresa, si te dejas hacer, lo haremos y gozaremos los dos. Si no te dejas, lo haremos de igual modo, yo gozaré de inmediato...pero tu tardaras un poco más en hacerlo..."

-"Roy, no está bien lo que hicimos ni lo que quieres hacer, estoy cansada y además, nunca me he metido nada por el culo"

-"Relájate Tere, túmbate de lado y arquea ésta pierna"

Mi intención, claro está, era la penetración anal, pero para que fuera relajándose, empecé a chuparle sus labios vaginales, mientras le acariciaba con mi mano sus nalgas. Cuando la humedad de su chocho ya empezaba a ser patente, eché un chorrito del gel lubrificante que había comprado en la farmacia, en su ano y empecé a pasarle la lengua por la raja del culo. Después le di suaves masajes con el gel, pero sin introducirle, todavía, nada. Volví a echar otro chorrito de gel y friccionaba en los bordes del ano, ahora parecía que empezaba a dilatarse un poquito, así que introduje, como el día anterior el dedo meñique primero. Cuando ya entraba y salía sin dificultad, lo saqué e introduje otro dedo más grueso. Y volví a repetir la operación, eché más gel e introduje dos dedos a la vez. Mi hermana, a veces se removía, incómoda, pero se dejaba hacer sin protestar. Intenté introducir, un poquito, un tercer dedo y mientras lo hacía, le chupaba el clítoris. Me pareció que no le hacía daño, así que pensé que ya podía encularla.

La besé en la boca y le dije:

-"Date la vuelta, ponte de rodillas en la cama, pero agachando todo tu cuerpo, hasta que tus tetas se apoyen en el colchón y acércate todo lo que puedas al borde"

Cuando estuvo puesta, le besé y le chupé todo el culo, estando yo de pie en el suelo, me acerqué a ella, puse otra vez gel en su ano y yo me friccioné con él mi pene, le agarré de las caderas y le pasé la punta por su raja, de arriba abajo y de abajo arriba, haciendo una leve presión cada vez que pasaba por la abertura de su ano y cada vez que presionaba, ella se encogía. Y una de esas veces, sin previo aviso, introduje mi glande en su orificio. No fue hasta que empujé un poco más que ella se dio cuenta de que ya la estaba penetrando, por lo tanto deduje que no le hacía daño. Se la metía y sacaba despacito, sin llegar hasta el fondo. Saqué mi pene y vi su agujero ya dilatado, así que volví a meterlo y empujé hasta que mis huevos chocaron con sus nalgas. Aquí sí que oí un leve quejido. Empecé a bombear mi polla en su culo, sentía como sus paredes se abrían a mi paso y luego volvían a cerrarse, sentía ese pequeño ruido que hacían mis huevos al chocar con sus carnes. Ella también empezaba a notar gusto, ya que movía su culo como buscando la postura más placentera.

-"Ay Roy", me dijo, "vas a tener que sacarla porque noto ganas de hacer caca"

-"Solo notas la sensación, Tere, en realidad no te lo vas a hacer"

-"Que sí, Roy, que me cago!!"

-"Pues yo no pienso sacarla, así que...adelante, ya nos limpiaremos luego"

Eché saliva en los dedos de mi mano e intenté llegar con ellos a su chochito, luego intenté llegar a una de sus tetas, pero todo me pillaba un poco lejos y me desconcentraba en mi frenético ritmo, así que desistí y volví a coger sus caderas con ambas manos. En poco tiempo yo iba a correrme, así que detuve mis movimientos para metérsela despacio y disfrutar del momento y oí a Teresa que me murmuraba:

-"Sigue hermanito, sigue, no te pares coño, no te pares" Seguí, pero despacio y haciendo grandes esfuerzos para metérsela lo más adentro que podía, hasta que mi cuerpo se electrizó y mi leche se salió vigorosamente depositándose dentro de su cuerpo, rezumando por los laterales de mi miembro y cayendo por nuestras piernas. Me mantuve así un rato y cuando mi pene empezó a aflojarse, se lo saqué.

El tiempo me había dado la razón, ya que no le había sacado mi polla del culo y ella no se había cagado, pero era cierto que lo había sacado con cierta mezcla de leche y heces en el capullo.

Fui al baño para lavármela y cuando volví al dormitorio, ella se había tumbado, estaba en posición fetal y me miraba. Me tumbé a su lado, acariciando su cuerpo y besándola. Ni siquiera teníamos ganas de cenar y así nos dormimos hasta el día siguiente.

El día siguiente tuvo una rutina parecida, ella se levantó y se fue a trabajar, pero a la hora en que yo la esperaba para comer, llamó por teléfono diciendo que tenía mucho trabajo y que se iba a quedar a hacer unas horas extras. Llegó a casa a la hora de la cena, se duchó y nos metimos en la cama.

-"Roy, esto no puede seguir así, no es correcto lo que estamos haciendo. Yo estoy disfrutando mucho y he hecho contigo cosas que nunca me hubiera imaginado, pero somos hermanos y no podemos seguir fornicando como lo estamos haciendo."

Lo decía en tono serio, noté que si cedía la iba a perder, así que me aventuré y le dije:

-"Mira Teresa, sé que nuestra actitud es para muchos inmoral y que nuestra propia familia nos lo echaría en cara, pero ya que estamos, lleguemos hasta el final, hasta ahora, solo hemos hecho "tonterías", pero ésta noche vamos a follar de verdad. Mañana es sábado y no tienes que madrugar. Dormirás todo lo que tu cuerpo te reclame y si cuando despiertes, no quieres que volvamos a hacerlo, no lo haremos más"

Me pareció que mi hermana no se quedaba muy convencida, así que sin darle tiempo para pensárselo, empecé a mover mis manos de pulpo por su cuerpo. Forcé con mi lengua su boca para encontrar su propia lengua, metí mi pierna entre sus piernas, empujando sus nalgas con mi mano para acercarme lo máximo a ella y restregando mi pene contra su cuerpo. Saqué la lengua de la boca de mi hermana y empecé a jugar con el lóbulo de una de sus orejas mientras le apretaba uno de sus pechos. Después, mi boca empezó a recorrer su cuerpo, sus pechos, besé sus pezones, los lamí, los retuve en mis labios, rozándolos con los dientes, mis manos recorrían su cuerpo, sus brazos, su cadera, sus nalgas. Mi hermana empezó a suspirar levemente. Mis labios bajaron por su estómago hasta que llegaron a su monte de Venus y con mis dedos empecé a acariciar su vagina mientras besaba su ya húmedo coñito. Primero con la lengua y luego con los dedos, me abrí paso por sus labios vaginales, pasándole la lengua arriba y abajo. Cogí su clítoris con mi boca y empecé a succionarlo mientras mis dedos no dejaban de acariciar su coño. Seguí chupando hasta que se corrió. Mi hermana suspiró. Su cuerpo estaba empapado de sudor y su coño lleno de deliciosos jugos que lentamente fui saboreando.

Levanté las piernas de mi hermana, apoyando sus rodillas contra sus pechos y le dije que apoyara sus piernas en mis hombros. Cogí mi pene con la mano y lo restregué por su ano y por la vagina procurando rozar su parte superior con el prepucio cuando la penetré lentamente. Primero fue solo el glande, luego lo saqué y lo volví a introducir todo intentando friccionar lo máximo posible sus labios vaginales. Era una sensación increíble, toda mi polla metida en el coño de mi hermana, aprisionado por aquella vagina caliente. Empecé a moverme, los pelos de mi pubis rozaban los suyos. Ahora me movía en círculos, ahora adelante y atrás. De repente mi hermana me presionó la cabeza con sus piernas y cogiéndome por las nalgas impuso ella el ritmo. Yo intentaba sobarle las tetas por debajo de sus rodillas, "más deprisa" le oí susurrar. Aumenté el ritmo, mi hermana entornó los ojos, se aferró todavía más a mis nalgas y empezó a jadear mientras llegaba a su segundo orgasmo.

Yo me recosté sobre mi espalda con las rodillas flexionadas y le dije a Teresa que se sentara a horcajadas encima de mí, con una pierna a cada lado, pero mirando hacia mis pies e inclinándose hacia delante sobre los muslos. Luego bajó lentamente su cuerpo y se introdujo mi polla en su coñito. Empezó a moverse, arriba y abajo, agarrándose a mis piernas, mientras yo le acariciaba sus nalgas e intentaba meterle, bien ensalivado, el dedo gordo de mi mano por su ano. Sin previo aviso, mi hermana tensó con fuerza todos los músculos de su chochito. Dejé de moverme, ya que si lo hacía, con lo excitado que estaba, me correría sin remedio en un suspiro. Esperé a que se cansara y relajara los músculos, pero mi hermana jugó muy bien sus cartas. Destensó solo ligeramente los músculos, movió un poco las caderas y apretó de nuevo. Siguió durante un rato actuando de esa manera, se relajaba, se movía y volvía a apretar. Mis sensaciones se multiplicaban y mis gemidos también. No pude contenerme durante mucho más tiempo y llegué a mi propio orgasmo, pero no le dejé que se levantara, le sujeté las caderas para que siguiera moviéndose, hasta que mi polla se desinfló por completo y salió ella sola del agujero de mi hermana.

El resto de los días estuvimos follando por todo los rincones de la casa. Incluso un día nos fuimos a bañar a una cala escondida que ella conocía y lo hicimos a pie de playa, con las olas azotando nuestros culos. Hubo sexo oral, vaginal y anal. En casa íbamos desnudos y, a veces, lo hacíamos en la mesa, en la cocina y los sobeteos y tocamientos eran obligados. Esa semana fue una auténtica orgía sexual. Ella tenía 32 años y estaba en uno de los momentos más espléndidos de la vida de una mujer, yo tenía 23 años, era joven y fogoso.

Cuando se les acabaron las vacaciones a su marido e hijos, me dijo que no había sitio para todos en la casa, así que me volví a casa de mis padres. Naturalmente, desde aquella ocasión, nos hemos visto muchas veces, he ido a su casa y ellos han venido a la mía, pero nunca más hemos tenido otro acercamiento sexual. Al principio yo intentaba tener roces con ella, pero ella me daba un manotazo y murmuraba que "eso" no había ocurrido nunca. Ahora, a mis 44 años, no sé si volveré alguna vez a follar con mi hermana, pero os aseguro que lo estoy deseando.
Datos del Relato
  • Autor: navajo38
  • Código: 18953
  • Fecha: 21-08-2007
  • Categoría: Varios
  • Media: 5.64
  • Votos: 135
  • Envios: 1
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invitado-invitado 08-09-2013 20:50:04

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