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Mi gran ausencia

~~Hace 14 años conocí a un hombre casi 20 años mayor que yo, que es al día de hoy lo recuerdo y añoro.
 Perdí mi virginidad con mucha ternura con mi novio en abril de 1989, tenía en ese momento 16 años. Hoy y desde hace 13 años es mi esposo.
 He tenido desde aquella primera vez, relaciones con cuatro hombres, mi novio y actual esposo, aquel hombre mayor que yo, y otras dos relaciones eventuales ya de casada, de las cuales una duró una sola tarde y el otro, un fracaso total que perduró durante 2 lamentables meses y en forma muy espaciada.
 Con mi esposo, desde siempre, mantenemos relaciones sexuales normales y muy seguidas. Cuando éramos novios, el muy pillo inventó una pelea con su padre y vino a vivir a la casa de mis padres. Allí fue cuando quedé embarazada de mi primer hijo y nos casamos.
 Las relaciones sexuales, fundamentalmente las que tuve con ese hombre mayor, me permitieron conocer bastante los gustos de los hombres y además explorar lo que más me satisface.
 Aquel hombre mayor, del cual no voy a dar el nombre y apellido, que si lee este relato, lo reconocerá, es a quien extraño y dedico este recuerdo.
 Trabajaba por aquel entonces como única empleada de vendedora en una perfumería del Gran Buenos Aires, los dueños eran dos hermanos, uno de ellos, era el sueño de las chicas de aquella localidad. No era muy alto, pelo castaño claro, ojos verdes, siempre sonriente, gestos amables, educado, dulce en sus palabras y siempre muy bien presentado, puesto que es Contador y trabajaba por aquel entonces en relación de dependencia. Llegaba ese señor con mayúsculas, casi todos los días a la hora de cierre del negocio, con buen humor y una conversación que me encantaba. En el negocio estaba yo sola, durante todo el día, porque el hermano atendía otra perfumería. Al principio ese hombre no me llamaba la atención, pero luego comencé a extrañar su presencia los días que no pasaba por el negocio. Los sábados, sí venia casi todo el día, ahí era cuando estábamos mas tiempo solos, casi todo el día. Era casado, tenia hijos y aparentemente un buen matrimonio. Creo que, fue un día en el que me había peleado con mi novio, que me vio tan mal, que al cierre del negocio me llevó a mi casa en su auto, recuerdo que me habló muchísimo durante todo el tiempo aconsejándome como solucionar mis problemas sentimentales. Fue en ese momento que por primera vez, tuve la tentación de besarlo. Parece que hubiera leído mi pensamiento, porque cuando llegamos y me aprestaba a bajar, tomó de mi brazo, con delicadeza hizo ingresar mi cabeza nuevamente en el auto y me dio un suave beso en la mejilla rozando tenuemente la comisura de mis labios. Bajé y sentí un escalofrió en todo el cuerpo.
 A partir de ese día entendimos que algo pasaba o por lo menos se dio cuenta que algo me pasaba.
 Los diálogos en el negocio, eran cada vez más íntimos. Yo le contaba de mis desventuras con mi novio y actual esposo. El siempre, pero siempre, tuvo una actitud de consejero, nunca trato de aprovechar la debilidad sentimental de aquella chiquilina. Yo sin querer y de apoco, me fui metiendo mas y más con aquel señor. Una tarde, ya al cierre del negocio, sin querer, rozamos nuestras manos tratando de alcanzar no me acuerdo que objeto. Él tomó suavemente de mi mano y me llevó en absoluto silencio a cerrar la puerta de entrada del local, cerró la puerta y siempre sin soltarme, nos trasladamos al fondo del mismo, detrás de una mampara, allí me tomó de la cintura, me miró a los ojos, acaricio mi cara, y comenzó a besarme alrededor de mi boca. Fui aflojando mi tensión nerviosa, dejé que me acariciara, y lo abracé fuertemente hacia mí. Abrí mi boca y tiernamente fue introduciendo la lengua, jugueteando con la mía en todo el interior. Estaba a mil. No sabría decirles cuanto tiempo estuvimos besándonos, si sé con la ternura y ardor con que lo hacía. Sentí ese día por primera vez un importante bulto que apretaba mi pancita, puesto que soy bastante chiquita, mido 1,50 mts. Terminamos de besarnos, apagamos la luz del negocio y por segundo día me llevo en su auto a mi casa. Unas cuadras antes de llegar lo detuvo y nuevamente me abrazó y continuamos besándonos, ahí si comenzando sus manos a acariciar mi cuerpo, especialmente mis pequeñas tetitas. Le pedí ahí sí que me llevara a mi casa, puesto que ya era muy tarde y no quería que mi novio, que ya vivía en la casa de mis padres, preguntara por la tardanza. En los días siguientes, continuamos con los besos y caricias, siempre en nuestro lugar, detrás de la mampara. Al poco tiempo y después de besarnos y acariciarnos, me propuso encontrarnos después del cierre del negocio al mediodía, para ir a un lugar mas intimo . Como en aquel entonces mi novio trabajaba en una fabrica en la que entraba a trabajar a las 7hs y salía a las 16hs, combinamos en que me pasaría a buscar al cierre del negocio alrededor de las 12,30 hs a unas cuadras del local para ir a ese lugar mas intimo . Era la primera vez que iba a un hotel alojamiento, puesto que con mi novio lo hacíamos en la casa de él o en la mía cuando se iban mis padres.
 Recuerdo que hasta el ultimo momento dude en ir, en esa lucha de conciencia de hacerlo cornudo al hoy mi esposo. Fue más grande la calentura y el deseo por ese señor.
 Nos encontramos a unas cuadras del negocio. Subí al auto, me preguntó si estaba nerviosa, le conté lo que me pasaba y me dio toda la tranquilidad para que decidiera con la mayor libertad. Le dí un beso y fuimos. El negocio abría a las 16,30 hs así que teníamos unas horas para disfrutar.
 Cuando entramos tomó mis manos apretándolas muy fuerte. Me cubrí la cara al entrar, por temor a ser reconocida, puesto que el hotel, si bien estaba alejado, no tanto de la zona donde yo transitaba normalmente. Todo era nuevo para mí. Era la primera vez que lo iba a hacer con otro hombre que no fuera mi novio y además conocía un hotel alojamiento.
 Entramos a la habitación que era muy amplia, estaba llena de espejos, tenia la cama matrimonial, una pequeña piscina, unos cuantos sillones y sillas. Me abrazó fuerte, le pregunté, hoy me doy cuenta, una serie de estupideces respecto a la habitación, por ejemplo para que la presencia de tantos sillones y sillas. Después y al cabo del tiempo me enseñaría el porque y para que de esos muebles. Estaba muy nerviosa. Se dio cuenta y me besó en toda mi cara. Comenzó a acariciarme con toda mucha delicadeza por detrás de la oreja, y cuello, puso su lengua dentro de mi boca mientras con sus sabias manos recorría tiernamente todo mi cuerpo. Desabrocho los botones de mi blusa y con sus manos recorría mis pequeños pechos y se detenía en mis pezones, haciendo un cosquilleo que me los hacia endurecer cada vez más. Me acostó en la cama y continuó con sus besos ahora y pareciendo saber lo que me gustaba, en mis pechos por encima de mi corpiño. Yo a esta altura me dejaba hacer, acariciando aquellos cabellos castaños, sintiendo todo aquello que me hacía. Ya se había sacado su saco y corbata. Me animé y comencé a desabrochar su camisa y acariciar esa piel blanca de su pecho y espalda. Hasta ese momento todo se producía en un absoluto silencio. En un rápido movimiento, que denotaba experiencia, desabrochó mi corpiño. Comenzó a acariciar mi cuerpo y yo el suyo con mas intensidad, cosa que me producía un inmenso placer. Es el día de hoy que pienso que fue que aquella chiquilina de 17 años inexperta con los hombres gustara de aquel señor de ojos verdes. El ambiente creado por su indudable experiencia con las mujeres, me permitió disfrutar al máximo de aquel momento y me solté aun más, mis manos ya recorrían lentamente ahora casi todo su cuerpo. Su cola perfectamente paradita, su espalda, mientras él seguía con sus tiernos besos por todo mi cuerpo. Comienza a desabrochar mis pantalones, me bajó el cierre y lo ayudé levantando mi colita. Continuó con sus besos por todo mi cuerpo, a esta altura mis nervios habían pasado y me encontraba sin mi corpiño y en tanguita, él con sus pantalones. Fue bajando, besándome las chiquititas tetitas y deteniéndose en ellas y en mis pezones lamiéndolos tiernamente. A esa altura, ya hacia muchísimo tiempo que estábamos acariciándonos y acariciándonos. Siguió bajando, besándome cada rincón de piel hasta ubicarse cerca de mi ombligo besándolo y acariciándolo con su lengua maestra. Recuerdo que en ese momento, temí por lo que pensaría de mis usuales olores vaginales y abundantes líquidos que emanan de mi conchita, cosa que se lo referí obteniendo como respuesta un profundo beso de lengua que me hizo poner mas caliente todavía. Mientras me besaba de esa forma apasionada, su mano estaba en mis entrepiernas tocándome suavemente mi empapada tanguita. Comenzó a desabrocharse el cinturón y el pantalón quedando en calzoncillos, que recuerdo que eran azules. No me animaba a tocarlo ni mirar. Si metí mis manos en su nalga por dentro de su calzón apretando esa colita que siempre desee tener en mis manos. Se fue aproximando cada vez mas y sentí ahora sí tremendo bulto al costado de mis nalgas. Tomó una de mis manos que acariciaban su cabeza y la llevó para su pene. Siempre en los diálogos con otras chicas de mi edad, hacíamos mención al tamaño del pene de nuestros novios, el del mío era de tamaño supongo que normal, considerando como normal aquel que podíamos rodear enteramente con nuestra mano y de largo tomando como referencia el largo de la mano extendida abierta desde la punta del dedo gordo a la punta del dedo mayor. Esa era la conclusión a la que habíamos llegado de lo que era normal. Puse mi mano como me lo pidió y sentí tremendo gozo. Él seguía con sus caricias y con sus dientes comenzó a bajarme la tanga, y ahí comienza la etapa que jamás volví a repetir con ningún hombre, a pesar de requerirlo y tratar de enseñarlo y orientarlos a todos. Inolvidable. Estuvo por la zona vaginal un kilo de tiempo, besaba mis entrepiernas, mi pubis, recorría una y otra vez toda la zona con mucha maestría, rozando tenuemente mi vagina y mis labios externos, tomaba de mis líquidos y me hacia volver loca. Lentamente se fue aproximando a mi clítoris, mientras yo y siempre sin mirarlo había sacado su pene y sus huevos de ese calzoncillo azul. Era impresionante tanto su pene por su gordura como por su largo y fundamentalmente el tamaño de sus huevos. Hoy, cuando miro con mi esposo alguna película porno, comparo siempre y en forma inconsciente aquel órgano sexual con el de esas películas. No encuentro ninguno con ese tamaño de pene por lo grueso. A su pene no alcanzaba a rodearlo con la mano y de largo, que en otro encuentro lo medí, cuando tuve mas confianza, sobraban como 5 cm de mi mano extendida. Es verdaderamente impresionante lo que escondía debajo de aquellos pantalones. Jamás, jamás, escuché de ese hombre alardear de su órgano sexual. Hasta eso habla bien de él.
 Estaba ya totalmente desinhibida y teniendo plena confianza en ese señor. Ubicó su boca en mi vagina abriéndola con su lengua y sorbiendo todos mis abundantes jugos. Me enloquecía lo que me estaba haciendo, un hombre ubicado en mis entrepiernas mientras yo sobaba aquel tremendo pedazo de órgano. Cuando ubicó su boca en mi clítoris y comenzó a succionarlo con esa delicadeza única, única, única me ocasionó un orgasmo que empapó la sabana de aquella cama. Seguía yo masajeando su pene y huevos. Estaba como loca. Lo subí, le pedí besos, cosa que hizo metiendo su lengua profundamente en mi boca, confundiéndose su saliva con olor a concha con mi lengua, no sé cuantos minutos habré estado en esa posición yo sin dejar de tocar aquel miembro impresionante, duro como una roca y los testículos como dos piedras. Se me empezó a parar nuevamente el clítoris y ahí sí le pedí que me cogiera. Se ubicó encima de mí y comenzó a rozar su pene con mi vagina y con mi clítoris. Ya estaba muy caliente de nuevo y deseaba que me perforara. Puso la tremenda cabeza en la entrada de mi vulva y me la fue poniendo despacito, preguntándome y hablándome al oído halagando mi cuerpo y mi conchita. Sentí ese tremendo pedazo, que a pesar de estar recontra empapada, rozaba mi concha cuando entraba, cosa que me ponía mas y más ardiente. Comenzó con un movimiento lento pero continuo, mientras su lengua la metía profundamente en mi boca, no sé lo que habrá tardado en esa postura, para mí fue eternamente placentera. Cuando inconscientemente comienzo a apretar esa pija en el interior de mi concha, me hizo saber del goce que le producía, y fue en ese momento cuando entre ese monologo y el movimiento acompasado y continuo, tuve por primera vez en mi vida un segundo orgasmo brutal que hizo que le mordiera el cuello y arañara sus nalgas con toda mi furia. Él seguía bombeándome y bombeándome lenta pero continuamente a todo lo largo de su pija. Recuerdo que aquel orgasmo y ese tremendo goce originó que me riera y luego llorara de alegría contándole que jamás lo había hecho de esa manera y que nunca había tenido dos orgasmos en una misma relación. Con toda su dulzura acarició mis cabellos me besó apasionadamente, sin dejar de cojerme. Nunca nadie me hizo sentir lo que aquel hombre. Nunca. Por eso lo extraño.
 Hoy, comparo a mi esposo, que acaba una vez que yo tengo mi orgasmo o antes, con aquel hombre que siempre seguía con su pija dura y moviéndose, moviéndose y moviéndose. Era extraordinario lo que estaba pasando. En un momento toma mis dos manos comienza a apretármelas fuertemente me mete su lengua hasta el fondo de mi boca se pone tenso y comienza con un movimiento más rápido y rápido que rozaba fuertemente mi clítoris ya cansado pero no rendido, en una de esas siento la explosión en lo profundo de mí vagina de su semen, esto hizo que me estremeciera nuevamente, que sin llegar a ser un orgasmo motivó que abriera levemente mis ojos y viera como aquellos rasgos de su cara se distendían originándome gran placer. Me besó, me abrazó fuertemente, sin sacar su pene de mí. Poco a poco ese tremendo pedazo se fue poniendo flácido, pero que para mí con ese tamaño reducido ya me era suficiente.
 No hubo dialogo sino abrazos y besos por doquier, haciéndome reír con sus ocurrencias. Ya era tarde nos vestimos volví a mirar su pene que hoy me doy cuenta había quedado insatisfecho por que cuando se puso sus pantalones todavía había quedado medio erecto.
 Me dejó a 10 cuadras del negocio, me tomé el colectivo y el se fue a su trabajo.
 En el negocio todavía me parecía sentir su tremenda pija en mi concha. La relación continuó durante 5 meses, nos encontrábamos dos o tres veces a la semana.
 Con él en esos 50 o 60 encuentros aprendí todas las posiciones sexuales: yo arriba de el, el arriba mío, de espalda, de frente, de parada, de costado, de frente y de espalda, bañándonos, en la piscina etc. Yo quería conocer de sus experiencias sexuales, porque me intrigaba que aquel señor jamás alardeara de sus bondades sexuales y pensaba que aquella mujer que las conociera jamás lo dejaría, además y a sabiendas que las mujeres hablamos de los atributos de los hombres, no habrán sido pocas las mujeres que se enteraran de su tremenda sabiduría amatoria y de su órgano sexual impresionante.
 Era muy parco en sus relatos y yo mas de una vez pensé lo feliz que sería su esposa. Una vez me animé y se lo dije, mirándome a los ojos me contesto que disfrutara del momento.
 Mi novio, ni enterado, yo me seguía cogiendo a aquel pedazo de hombre. Deseaba estar nada mas que con él, cuando mi novio quería hacer el amor trataba de rechazarlo. Continuamente lo comparaba con J, así es la letra de inicio de su nombre. No podía tener orgasmos con el hoy mi marido. Fue una época terrible para mí, estaba enloquecida con J, no paraba de pensar en lo que me hacia vivir en la cama y en lo alegre de su carácter, en sus ojos verdes, en todo el. Hasta llegué a ponerme celosa de las clientas que me preguntaban por ese señor tan apuesto. En uno de esos encuentros sexuales, estando yo descansando con su pija dentro y encima de el, y continuando con sus movimientos continuos y sus masajes en mi colita, tocó por enésima vez mi esfínter y le relate al oído que me encantaba que me metiera el dedo como lo hacia con la punta en mi culito, mientras me cogía. Me preguntó si lo había hecho por ahí alguna vez con mi novio, a lo que le respondí negativamente. Ante la pregunta si quería hacerlo por la colita, dudé, porque mi novio siempre me insistía con ese tema y yo lo sacaba cagando. A el le dije que sí. Me informó que si me molestaba paraba y que lo íbamos a hacer despacio y sin dolor. Le creí y lo deje hacer dándole toda mi confianza.
 Me hizo poner apoyando mi cabeza en mis manos de espaldas a él que estaba detrás y de rodilla. Comenzó a chuparme la concha, subiendo su lengua hasta mi culito, me enloquecía cuando hacia eso. Era un maestro con su boca. Me fue preparando de tal forma que es el día de hoy que estoy agradecida haber entregado mi virginidad anal a J, perdón marido. Pero es la verdad. Se incorporó, se sentó en uno de los sillones, me llevó con él y me pidió que me sentara dándole la espalda encima de su miembro. Me explicó que sería yo quien regularía la entrada por la colita. Abrió bien sus piernas, me tomo de las manos y primero me sentó en sus muslos, mientras él me besaba el cuello y ya tenia sus manos en mi vagina y clítoris. Abrí mis piernas todo lo que pude, debido a mi estatura, apenas tocaba el piso con la punta de mis pies. Acomodó su tremendo pedazo en la entrada de mi culito, que había previamente lubricado con su saliva, y muy despacio fui sentándome encima de él. El dolor era indescriptible pero me enloquecía pensar que tremenda pija la tendría en mi culo. Con sus manos abría mis nalgas lo máximo posible y yo disfrutaba de ese dolor y placer, una vez adentro hizo algo que jamás lo olvidaré, me dijo que me iba a hacer terminar. Comenzó con sus manos expertas a masajearme la concha y el clítoris. Me estaba pajeando con su pija dentro, realizando juntos un movimiento acompasado de sube y baja. Esto también traté de enseñárselo a mi marido. Nunca lo aprendió como yo quiero. Dicho y hecho, entre sus movimientos que me producían dolor y placer y sus manos maestras en mi clitoris, me hizo tener un tremendo orgasmo. Al tiempo me confesó que le encantaba hacerlo por la cola. Siguió un mete y saca por no sé que cantidad de tiempo. Lo que sí sé es que cuando él acabó y me toqué la entrada de mi culito, sin que el se diera cuenta, noté que en aquel agujerito entraban dos de mis dedos. Me asusté mucho y le dije que mi novio se iba a dar cuenta, a lo que él me pidió que no se lo deje hacer por el culito, ya que solamente él iba a ser el único en hacerme la colita. En todos nuestros encuentros posteriores siempre por lo menos un polvo se lo tiraba por mi cola. Jodida estuve el primer día que dejé a mí ya entonces marido a hacerme la cola, fingí gritando como una perra. También por el culo lo hicimos de todas las formas posibles, hasta en una oportunidad pidió al hotel un pene de plástico que vendían y lo metió en mi concha mientras él me cogía la colita. De todo hice con ese hombre y siempre me hizo gozar a lo loca y acabar mas de una vez por cada encuentro. Todo me enseñó ese señor, cuando le chupaba la pija, me orientaba sobre el lugar que más placer le producía y yo iba y se lo hacia después a mi novio. En una oportunidad creí que se podría todo, me aduló tanto mi novio agradeciendo lo bien que se lo hacia, que comencé a realizarlo mal. Si supiera.
 Como te extraño. Sabés que tenés el poder de desinhibirme. Mis mas intimas amigas me piden que te llame y que reanudemos aquella maravillosa relación. Soy casada, tu también lo eres, sé que si lo hubieras querido, me hubieras buscado a sabiendas que ninguna mujer y menos yo se te hubiera negado. Por ahora solamente esto.
 Si lo estas leyendo. Por ultimo te digo que cuando recuerdo aquellos encuentros termino generalmente masturbándome. No me animo a ir a buscarte, o llamarte a pesar que averigüé tu numero telefónico. Si sé que nunca nadie me hizo vibrar como lo hiciste vos. Hasta pronto J.

Datos del Relato
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