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Categoría: Maduras

Mi fantasía realizada, una gang-bang

La señora de 60 años sigue contando sus experiencias con Miguel, el joven 40 años menor que ella. Ahora Miguel satisface la fantasía más morbosa de Ana.



Dado el éxito de mi primer relato, tanto con Miguel que le entusiasmo leerlo, como con muchos y muchas de quienes lo leyeron, contaré otra experiencia que tuve con él.



Sucedió hace dos meses, con motivo de mi sexagésimo cumpleaños. Al fin de semana siguiente de tal evento había quedado con Miguel para celebrarlo y me dijo que el sábado me daría mi regalo. Para ello reservé una cabaña de turismo rural que ya conocíamos de otra ocasión.



Así fue que el sábado pasé a recoger a Miguel a eso de las 10 de la mañana para irnos a la cabaña. Cuando íbamos llegando a la casa me dijo que parara el coche y me pidió conducir él, me sorprendió pues nunca me lo había pedido pero accedí sin problemas. Al sentarnos me dijo que debía pedirme algo más, lo primero que me desnudará pues le hacía ilusión llevarme desnuda en el coche, lo segundo que me vendase los ojos para que no viese el regalo de entrada y fuese una sorpresa total. Yo me mostré reticente por si nos veía alguien pero el replicó que por allí no había nadie nunca, en pleno monte y que además eso sería más morboso aún, sobre todo para mí pues al llevar los ojos vendados no sabría si alguien (además de Miguel) me estaría viendo o no.



Desnuda y ciega por la venda continuamos la marcha en el coche hacia la casa. Notaba como me iba excitando cada vez más la situación de ir desnuda dentro del coche con la posibilidad de que alguien me viese y al ratito noté como me humedecía y pensé en la posible mancha que dejaría en la tapicería cuando noté que Miguel maniobraba para aparcar y detenía definitivamente el coche. Esperé a que se bajase él y viniese a ayudarme a bajar y entrar en la casa pero me dijo que esperase un momentito en lo que entraba los bolsos.



Un instante después Miguel abrió la puerta y me ayudó a descender del coche, la ceguera temporal y los altos tacones junto con el terreno de gravilla me hacían avanzar algo torpe, hasta que entramos a la casa.



Una vez dentro me hizo permanecer de pie un momentito, desnuda, únicamente ataviada con mis zapatos de tacón altos y la venda negra en mis ojos. Me dijo que diese una vuelta para verme bien desde todos lados y luego que me arrodillase, así lo hice y en seguida noté que aproximaba a mí su verga que lamí e introduje en mi boca para mamarla pero manteniendo las manos en la espalda como previamente me había indicado pues se ve que no quería que le tocase sino con la boca. Así que seguí por un momento lamiendo y chupando su pene que sabía delicioso a recién lavado, aún con aroma de jabón. Entonces me indicó que parase un momento y se separó, un instante después volvió a acercarse a mí y seguí con mi trabajo oral en su pene que en cambio ahora me sabía y olía sutilmente a orines y pensé que era raro que le hubiese dado tiempo a orinar y máxime sin haberlo oído yo. Luego de un rato volvió a separase y otra vez se aproximó y seguí con la oralidad, y ahora notaba que debía de estar entrando en un alto grado de excitación pues notaba que el sudor se hacía presente en su aroma. Volvió a repetirse que luego de un ratito se separaba momentáneamente y volvía a la carga con su ariete enhiesto aunque en esta ocasión notaba que su excitación debía ser máxima pues su instrumento me resultaba más grande y mi boca se llenaba de él.



Mi excitación con la situación era total y mi sexo estaba totalmente empapado deseando ser usado, notaba en el no solo la humedad sino también ese dolorcillo que se nos provoca cuando la excitación de él exige algún tipo de desahogo.



Fue entonces cuando me dijo que me pusiese otra vez en pie y así lo hice quedando nuevamente sobre mis tacones erguida y vendados mis ojos. Comenzó a decirme que este regalo que me hacía era de alguna fantasía que yo le había contado que deseaba realizar, yo le repliqué que creía que se equivocaba pues la fantasía de hacerlo con alguien con los ojos vendados era suya y no mía, aunque reconocía que me gustaba, él me dijo que quien me equivocaba era yo pues aun teniendo razón no era eso lo que sucedía y mientras decía esto noté que se aproximaba a mí pero me sentí de inmediato desconcertada pues notaba como si se acercase por todos lados pero me salí de mi  turbación cuando noté que eran más de dos manos las que empezaban a manosearme, las notaba en mis senos, mis nalgas, mus muslos, espalda, sexo, etc. Ahora sabía que Miguel no estaba solo conmigo y mi excitación subió hasta aflojar mis piernas. Una boca me besaba con arrebato introduciendo su salivosa y lasciva lengua en busca de la mía mientras otras dos lamían mis pezones y varias manos manoseaban mi cuerpo en su integridad, luego también una boca lamía mis nalgas y otra lengua descendía por mis pantorrillas hasta mi tobillo y luego lamía mis talones que mis zapatos dejaban al descubierto pues eran de verano y solo una pequeña tira los sujetaba al final de los dedos y comienzo del empeine. Para entonces cada una de mis manos ya estaba manoseando sendos penes. Miguel me retiró la venda de los ojos y pude ver el espectáculo de ver que además de él otros cuatro chicos desnudos daban gusto a mi persona. Eran todos jóvenes, luego supe que había tres de 18 años y uno de 19 más Miguel de 20 años. Dos de ellos eran muy delgados, otro de complexión atlética y el último era más gordito.



Miguel dijo entonces que sería mejor ir a la cama, la cual era una cama bastante grande y uno de los chicos dijo que como era la homenajeada me llevarían en brazos y dicho y hecho me levantaron entre dos, uno a cada lado, pasando mis brazos sobre sus cuellos y ellos agarrándome por la espalda y mis muslos. Entonces uno de los chicos que quedaba libre les dijo que esperasen y metiéndose entre mis piernas y diciéndoles a sus compañeros que me alzasen un poco más, comenzó a comerme mi chocho lo que produjo inmediatos gemidos de placer de mí pues ya estaba que no aguantaba más la excitación y mayores fueron mis gemidos a medida que continuaban sus lamidas y encima en ese momento Miguel le indicó al otro chico que aún estaba libre que se dedicase a lamerme un pie mientras él lo hacía con el otro pues sabía que eso me enloquece. En esa situación con un chico haciéndome un cunilingus, otros lamiendo mis pies con devoción, chupando mis dedos y pasando sus lenguas por la planta, empeine, talón, etc. y los otros dos sujetándome y alternado sus bocas con mis pechos y mi boca, llegué de inmediato a mi primer orgasmo. Tras lo cual nos dirigimos al dormitorio.



Al llegar Miguel le indicó a uno de los chicos que se tumbase en la cama para que mis portadores me depositasen sobre para que me empalase y así lo hicieron, primero depositándome con suavidad sobre su verga que entraba en mi vagina para luego dejarme caer y que ésta entrase del todo, lo que produjo un gemido en el chico y un grito en mí. En seguida me levantaron y durante un rato estuvieron subiéndome y bajándome sobre la verga de aquel chico hasta que me soltaron del todo para que nos encargásemos nosotros de los movimientos. En seguida Miguel se situó de pie sobre mi cara para agacharse y meter su miembro en mi boca y yo buscaba con mis manos las vergas libres para masturbarlas. Momentos después comenzaron a alternarse entre ellos para ir cambiando quién me penetraba a quien se la chupaba, etc. Los orgasmos comenzaban a llegar a mí pues luego del primero los siguientes no se hacen esperar demasiado.



Así seguíamos en el juego del alterne de posiciones y posturas cuando Miguel saco un bote de lubricante y untando mi ano lo fue dilatando hasta que estuvo preparado para recibirlo y comenzar así el bombeo desde atrás mientras yo seguía mamando y masturbando a los demás que miraban la penetración anal entre asombro y deseo de probarla. Y así llegó también que comenzó el cambio de chico en mi entrada trasera. Con cada nuevo chico mi ano volvía a sufrir un poco pues si bien ya había sido abierto, en el transcurso del cambio de verga parecía cerrarse un poco como si desease un descanso que no iban a permitirle. Pero fue peor cuando el chico del miembro más gordo y cuya cabeza era descomunal en comparación con las otras, comenzó a empujar para clavármela, mi ano se resistía y yo sufría entre gemidos y alguna lágrima que me hizo pensar que quizás debería de parar aquello, pero el chico lubricó su verga y mi ano y poco a poco comenzó a entrar mientras yo sentía como si me desgarrase. Una vez que estuvo dentro del todo y con mi cara descompuesta de dolor y placer según me relataron ellos después, el chico más gordito incitado por tanto gemido comenzó a meter su polla en mi boca con ímpetu y dejándola un rato dentro de mi boca toda entera, lo que me llegaba a provocar algo de asfixia y arcadas, para luego sacarla totalmente llena de mi saliva que incluso chorreaba por mi barbilla. Yo pensaba, aunque mi mente no podía pensar mucho, que quizás se nos estaba yendo de las manos, pero también el placer que estaba sintiendo y que me llevaba ya por el cuarto orgasmo me impedía poner freno a aquello. Y mientras esto pensaba noté que en mi cara se derramaba un torrente cálido y espeso que provenía de chico que acababa de violar mi boca. Ante aquella visión Miguel y otro chico llegaron al clímax y Miguel recordó mi devoción por cierta lugar para eyacular y viendo que su amigo también estaba preparado para ello le indicó donde hacerlo y así cada uno de ellos desbordó su verga sobre cada uno de mis pies y el semen de ellos se derramaba de las palmas de mis pies hacia los dedos y hacia mis piernas. Quien me sodomizaba sacó su verga de mi ano y retirando el preservativo comenzó a evacuar su semen sobre mi vagina y mi tripa mientras el último expulsaba su líquido sobre mis pechos. Terminadas las eyaculaciones los cinco se quedaron mirándome un momento cubierta por sus efluvios y yo para darles gusto a sus ojos comencé a restregármelo por todo el cuerpo con una mano mientras me masturbaba con la otra.



Los chicos se fueron sentado en la cama y el sofá, descansando con sus penes en plena caída de reposo, salvo Miguel que aún erecto se tumbó y me indicó que lo montase y el Quique (el chico de la gran verga) que también con su miembro en posición de ataque continuaba de pie mirando y acariciándosela. Así comencé a cabalgar a Miguel quien embestía dentro de mi vagina ante la atenta mirada de los demás, especialmente de Quique que seguía frotándosela hasta que comenzó con la otra mano a acariciar mi ano e introducir algún dedo, lo que unido a la penetración de Miguel era una delicia. Poco a poco untando sus dedos en lubricante aumentó el número de dedos hasta que consideró llegado el momento de embadurnar su instrumento de dolor y placer y ensartarlo en mi esfínter, no tuve posibilidad de elección y solo pude solicitar que lo hiciese con suavidad y despacio. Miguel redujo sus embestidas mientras Quique me destrozaba mi orificio trasero y al quedar dentro y comenzar ambos a moverse yo notaba como la porción de carne que separaba mis dos orificios parecía ser un débil y estrecho trozo de tela que pudiese romperse y no debo negar que si bien el dolor existía también todo aquello me llevaba al éxtasis y que tuve otros dos orgasmos antes que ellos eyacularan dentro de mí. Al sacar sus miembros noté un gran vacío, especialmente en mi culo. Vaciaron sus preservativos sobre mi cuerpo y a modo de trofeo colocaron cada condón en cada dedo gordo de mi pie y así me dejaron tendida en la cama, exhausta, desfallecida y humedecida y sucia de tanto semen sobre todo mi cuerpo, mientras ellos fueron a por algo de picar para reponer fuerzas pues prometieron volver a satisfacerme más tarde.



Huelga decir que cumplieron la promesa y mi satisfacción quedó saciada tanto que mis orificios quedaron algo doloridos por lo que luego de marcharse los chicos Miguel y yo nos quedamos descansando si bien a la mañana siguiente, domingo retomamos nuestras prácticas por varias ocasiones hasta regresar cada uno a su casa luego de comer.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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