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Categoría: Incestos

Mi familia 9

Aproximadamente a las 12 de la noche tuve sexo por primera vez con Camila… tal vez fue a las 10… o tal vez a las 3. No quise saberlo, pero fue mágico, hermoso, bajo la luz de la luna. Habíamos dormido desnudos, juntos en el auto durante la noche, tapados por la ropa, y desperté primero, como a las 8 de la mañana. A mi lado estaba mi linda prima. Dormía como un ángel. Qué preciosa, sensual y exquisita era toda esa situación. Le di un beso en la frente, y ella se movió ligeramente, abrazándome más. Luego besé sus labios, lo mantuve por unos segundos, hasta que noté como sonreía y me devolvía el beso.
En instantes, estábamos revolcándonos besándonos apasionadamente nuevamente.
-¡Mi cielo! ¡Muack! Buenos días ¡Muack! –me decía interrumpiéndose a sí misma con los besos que me daba.
-Qué rico, Camila, ja. Te ves preciosa –le dije, y ella sonrió.
-Fue hermoso lo de anoche, y sobre lo que nos dijimos…
-Cami, preciosa, no tienes que sentirte presionada por eso, es que yo…
-Aún te amo.
-Yo también.

Nos pusimos la ropa con algunas dificultades. Era muy sexy eso en todo caso. Su cuerpo iluminado por el sol, poniéndose la camisa (el sostén estaba roto en el patio), luego los calzoncitos, los pantalones. ¡Dios!
Cuando estuvimos listos, íbamos a salir del auto, cuando nos topamos con que, desde afuera, mirándonos, estaba la tía Julia, sonriendo con picardía, como siempre. Llevaba su pijama, que era una camisa y pantalón rojo. Salimos, también rojos, pero de vergüenza. Ella, porque había ordenado a todo el mundo la noche anterior, que nadie haría algo como dormir conmigo ya que era incorrecto, y yo porque yo también había dicho algo así la noche anterior, aunque técnicamente me había referido exclusivamente a mis tías y Paloma.
-Hola tía, buenos días –fue lo primero que se me ocurrió decir. Camila estaba atrás mío sin decir una palabra.
-Hola, sobrinos –respondió ella con una sonrisa –Ehm… nada de ponernos máscaras, ¿Bueno? Ustedes saben cómo me gustan las cosas. Así que… ¿La pasaron bien anoche? –preguntó directa e indirectamente en una extraña mezcla típica de mi tía.
-Bueno… -no sabía que responder.
-De hecho, sí. Fue precioso –respondió mi amada, rompiendo su silencio y poniéndose adelante mío, más cerca de mi tía. --Sé lo que dije anoche, pero no me arrepiento… él y yo…
-No tienen que decir nada, tranquila sobrina. Me levanté al baño simplemente y quise hacer algo guarro, meando aquí en el pasto. Los vi, y me parece bien. Los he visto desde hace años, y sabía que esto pasaría algún día, no les diré a ninguna sobre esto… si es que se portan bien conmigo –dijo esto último en un tono más serio.
-¿Qué quiere decir eso? –preguntamos a la vez, con un escalofrío.
-Sólo pórtense bien –dijo volviendo a sonreír. –Sé como son ustedes. Tal vez mi hija también vaya por ese camino, o tal vez por el mío… como sea. Vayan a sus piezas a prepararse, porque más rato tenemos que desayunar para salir temprano a la playa. Apúrense para que no noten que no estuvieron. Se fue entonces a mear casi en la puerta de la calle, pero no quisimos seguir viendo.

Nos fuimos. No nos miramos, estaba seguro que ella pensaba lo mismo que yo. Entré a mi pieza y no moví mis cosas de ahí. Estaba decidido, no iba a irme a la capital ahora que estaba con mi amada, y que tenía otra cosa que hacer. Evitar que Rocío se convirtiera en alguien como las otras familiares. La quería para mi… y para Camila.

Luego de una hora de ver televisión para pensar las cosas, salí a ducharme. En el comedor, sin embargo, estaban mi tía, Melissa, Camila y Fernanda, las primeras haciendo el desayuno y la pendeja. Las otras dos aún dormían.
-¿Vas a ducharte sobrino? –me preguntó Melissa, a lo que respondí asertivamente. Ella se empezó a tocar entonces sobre la camisa transparente de su pijama. Llevaba abajo, para mi poca sorpresa, solo el calzón.
-Hmm… qué rico, ¿Cierto mami? –Complementó Fernanda, que llevaba su cabello suelto, usaba un top pequeño y un short -¿Te acompañamos?
-Ay, Feña, tranquila, puedo hacerlo solo- respondí con una risita nerviosa, y de reojo miré a Camila, que me observaba, como si habláramos telepáticamente. Estaba claro que no le diríamos a nadie aún sobre lo nuestro. Se había puesto un pijama largo.
-Porfis, primo mayor… -me dijo la pendeja cruzando los brazos para aumentar el tamaño de sus pechos adolescentes.
-Así ahorramos, sobrinito –completó su madre, sonriendo maliciosamente, como también lo hacía mi tía.
-Espera Felipe, deja encenderte el gas –dijo Camila y se levantó, y se puso a encender el calefón, para que yo al mirarla, le diera la espalda a los demás –No podemos hacer nada. Hazlas mierda a esas dos en la ducha. Luego, en la playa, hacemos algo por Rocío.
-Te amo –al decir eso, rocé mi pene con su culito, noté una pequeña sonrisa en su rostro y entré al baño. Fernanda y Melissa también se metieron, después de buscar sus ropas.

Adentro, lo primero que hice fue quitarme la camiseta, mostrando mi torso desnudo. Mi amada me había ordenado hacerlas mierda, y eso pensaba hacer.
-Ay primo mayor, que rico cuerpo tienes –dijo Fernanda, poniéndose una mano en el short y un dedo de la otra en la boca, chupándolo sensualmente.
-Tienes razón hija, que cuerpo tan apetecible, lo deseo ahora, llevo mucho rato sin pene –complementó Melissa, yendo a la ducha y abriendo el agua.
-Yo tuve anoche, mami, ja –se burló la pendeja, acariciando mi espalda, ya que me había dado vuelta para “puntear” a Melissa, que estaba doblada sobre la ducha.
-¡¡Ah Felipe, siento esa pichula dura, esa vergota!! –Dijo ésta, empezando a moverse, mientras se desabotonaba la camisa -¿Cómo es eso, zorra?
-Ayer fui a verlo a su pieza, y me violó. No se fue eso sí, lo va a tener que hacer ahora –me dijo, lamiéndome la espalda- pero me dejó meado el culito, qué rico fue eso.
-Hablando de meado, ¡Esperen! –dije, y comencé mi particular show. Me desnudé rápidamente sin dejar que me tocaran y me metí a la ducha. Mi pene estaba erecto y no evité que lo vieran –Quiero que primero se besen, sin quitarse la ropa.
-Mhh, madre e hija. Este hombre va a tomar las riendas, qué excitante- dijo Melissa intentando agarrar mi pene, pero la rechacé de un manotazo y me empecé a lavar.
-Sus deseos son órdenes, primo mayor –sensualmente dijo Fernanda, y se abrazó a su madre. Sin ningún tapujo, empezaron a morrease apasionadamente, lamiéndose entre ellas y jugueteando con la lengua de la otra.
-Delicioso, ni siquiera lo dudaron –dije acariciándome suavemente el pene –ahora quiero que Fernanda le baje el calzón a la puta de su madre, y le chupe el coño.
-¿Mi coño usado y penetrado, lamido por mi hija? –Preguntó Melissa, quitándose la ropa interior mientras su hija se agachaba -¡QUÉ MORBOSO, QUÚ GUARRO!
-Ah mamá, qué puta eres, qué cachonda me pone mi primo mayor –comentó Fernanda tocando el clítoris de su mamá, primero con un dedo- voy a comerte tu cochina concha.
-¡Ah HIJA, QUÉ RICO, MI AMOR! –exclamó Melissa cuando su hija empezó a hacerle sexo oral, poniendo la cabeza entre sus piernas. Le agarró el cabello con rudeza.
-Eso pendeja de mierda, lámele la concha a tu madre, por donde saliste, perra sucia –le dije, masturbándome ya derechamente.
-Sí primo, lamo esta cosa por donde yo salí, qué delicia…
-Bien, suficiente. Ahora, pendeja caliente, quiero que mees a tu madre, a ver si eres capaz –decía mientras me masturbaba más rápido-, Melissa, métete a la ducha con camisa, ponte la manguera en la concha y chúpaselo.
Como buenas perras obedecieron. Melissa se arrodilló en la ducha, se puso cerca de mi pene, aunque no lo tocó, obediente. Se puso el agua en la vagina. Fernanda se quitó el short y luego de ser lamida un poco por su madre, empezó a mearse. Toda la camisa quedó empapada por el agua y la orina, además de tragarse lo que caía en su boca.
-¡QUÉ COCHINADA, QUE GUARRADA ES TRAGARSE TU ORINA, HIJA!
-Sí sé mamá, te lo prometí, acuérdate… además, anoche me toqué con la Rocío y mi tía, pero estábamos muy cansadas y no pasó nada, así que necesitaba hacer esto… -explicó Fernanda, al borde del orgasmo ya que su madre aún le lamía abajo. Yo por mi parte, oí lo de Rocío y decidí que debía terminar esto.
-Ok perras, ya terminé de ducharme, así que voy a salir, aunque me gustaría correrme de todas formas… -dije, ante la sorpresa de ambas.
-¿Pero no nos vas a dar por culo, sobrino?- preguntó Melissa, aún tocando a Fernanda.
-Nunca dije que sí a eso –respondí con una sonrisa- quería bañarme y divertirme, ¿tengo que darles por culo?
-Sí, pues Felipe, tienes que hacerlo- dijo Melissa, algo molesta.
-Pero primo… -empezó a gimotear Fernanda. Yo aún me masturbaba.
-Es que no era mi intención, quería ordenarles –respondí empezando a disfrutar.
-Y nos encantó, pero por favor…
-…Fóllanos, necesitamos tu pene, por favor, por el culo –dijo Fernanda, con unas pequeñas lágrimas al ver que yo hablaba en serio.
-Haremos lo que sea- complementó la madre, con lágrimas como su hija. Eso fue suficiente para mí. Tomé a mi prima del brazo, y la apoye contra la muralla. Sin nada de compasión, metí mi verga en su culo, lo que provocó un grito de dolor.
-¡AH, FELIPE! –dijo llorando, ya que no estaba preparada.
-¡Toma perra! –dije a la vez que le di una palmada a Melissa para que se diera vuelta y no reclamara. Que supiera quién mandaba. Se abrió las nalgas, nerviosa, y metí dos dedos al interior de su usado trasero.
Al minuto, ambas estaban gimiendo de placer como locas. Yo ya estaba preparado para irme, así que le di aún más duro a mi prima, hasta que se corrió de gusto.
-¡Qué placer, primo mayor, castígame que me gusta! ¡AH SÍ, ME CORRO!
-Te toca –y con rudeza metí el falo en el culo de Melissa, que al poco rato se vino también. Fernanda había caído al agua, con dolor en el culito.
-¡ME VOY, SOBRINO! DÁNOS LECHE AHORA…
Y eso hice. Apunté el pene, y le lancé mi semen, pero en los ojos. Ella se quejó un poco, y su hija fue a lamerle lo que había quedado en la cara. Empezaron a besarse de nuevo, y o rápidamente me enjuagué y salí de la ducha con una toalla.

Afuera me encontré con Camila. Rocío y Paloma estaban desayunando, y tía Julia estaba afuera, sacando unas cosas del auto que quedaban.
-¿Y bien? –me preguntó, mirando mi pecho y luego mi rostro, sonriendo expectante.
-Bien castigadas –le respondí. Abrí un poco la puerta, y Camila pudo ver a su madre y hermana, en la ducha, mojándose, pero en el piso, completamente agotadas.
-Perdón porque hicieras eso. No somos así pero… Salvemos a Rocío… te amo- me susurró y me dio un dulce y rápido beso que nadie notó.

Cuando estuvimos todos bañados y listos, nos fuimos a la playa.
Datos del Relato
  • Autor: Felipe
  • Código: 25305
  • Fecha: 22-02-2012
  • Categoría: Incestos
  • Media: 7
  • Votos: 41
  • Envios: 0
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
lobo_calientee27
lobo_calientee27 10-02-2014 22:03:48

mmmm excelente relato me gusto mucho

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