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Categoría: Incestos

Mi familia 8

La casa donde nos alojábamos era bastante linda. Como se suponía que yo iba a quedarme solo esa noche y volvería a la mañana siguiente, quería ver todo con detalle. Una casa con un piso pero bastante larga. Tenía dos baños, tres habitaciones, una linda cocina, y un enorme patio frontal donde dejé el auto.

¿Cómo nos organizaríamos? Se suponía que en la pieza matrimonial, que estaba al final de la casa, se iban a quedar Paloma y Eliseo. En la de al medio habían dos camas, serían para Melissa con su hija Fernanda, y en la otra, Camila. Y en la primera habitación, tía Julia con Rocío en la misma cama. Pero yo llegué de improviso para acompañarlos por el auto de Eliseo que “no podía llevar tanta gente”, y finalmente el mismo Eliseo se fue con su auto, por lo que había que reacomodar las cosas.
Eran casi las 10 de la noche cuando llegamos pro todo lo que había sucedido en el camino. Nos sentamos en el living luego de bajar algunas maletas del auto, a conversar la situación. Fernanda y Rocío habían ido a conocer la casa. Tía Julia fue la primera en hablar.
-¡Ay Felipe, qué rico fue todo! Ja.
-¡Ya! Necesitamos hacer algo con lo de las camas –le dije para olvidar ese tema y no excitarme de nuevo. Después de todo, solo iba a dormir esa noche ahí.
-La cama matrimonial no la voy a ocupar, no la necesito –dijo Paloma con algo de pena, pero también decisión.
-¿Estás seguro que solo te vas a quedar hoy? –me preguntó la tía, a lo que respondí afirmativamente.
-No traje nada de plata, no sería correcto quedarme más tiempo.
-¿Y si yo duermo con Felipe esta noche? –dijo Melissa acariciando mi pierna –Lo Ne-ce-si-to de-ma-sia-do.
-¡Mamá! –le reprendió Camila para mi sorpresa.
-Ay hija, si tú no lo disfrutaste no es mi problema –le respondió su madre, y Camila se puso roja y quedóse callada.
-Ok… no peleen –les dije a todas porque se había puesto algo tenso el ambiente y no quería ver a Camila así. Paloma, Melissa y mi tía comenzaron a discutir sobre quien iba a dormir conmigo. Camila no decía nada.
-¡¡Que duerma conmigo!!- gritaron las 3 al unísono.
-¡¡Basta!! Mejor no dormiré con ninguna. Es que… me muevo mucho durante la noche, no soy alguien que duerma bien, y así todas pueden disfrutar de unas buenas vacaciones sin pelear, ¿no lo creen?
-Estoy de acuerdo –dijo Camila al fin, y las miró a todas inesperadamente con una cara que las hizo quedarse calladas y sumisas- En la matrimonial duermen Rocío, mi tía Julia y la Feña. En la segunda, dormimos mi mamá y yo en la cama grande, aunque no me guste tocar mucho a esa zorra.
-¡¡Hija!! –dijo Melissa molesta, pero otra mirada de Camila la hizo quedarse callada, y ahora sonreía pícaramente.
-En la otra cama duerme la Paloma. Y en la primera pieza duerme Felipe… ¿Te parece?– me dijo, esta vez más dulce. Yo asentí con una sonrisa. Todas las demás también justo cuando llegaban las niñas. Como estábamos algo cansados, decidieron que no saldrían esa noche, sino que verían algo de televisión y luego irían a dormir.

Ya era tarde. Había visto algo de tele, pero estaba cansado por el conducir hacia acá… y todo eso del sexo, así que me empecé a quitar la ropa. Cuando me quitaba la camiseta, la puerta se abrió repentinamente. Era Fernanda, la pequeña pendeja puta.
-Hmm, parece que llegué justo a tiempo –dijo la puta acariciándose los pezones sobre su camiseta. ¡Mierda, que puedo decir, me calentó!
-Feña, ¿Qué haces aquí?- le pregunté nervioso, pero ella se acercó rápidamente a mí.
-No tengo mucho tiempo, creen que estoy en el baño –dijo sacándose el top, agachándose y bajándome el pantalón muy velozmente.
-¿No escuchaste lo que ordenó tu hermana?. ¡Ah! –dije, cuando me empezó a masturbar y chupar el pene con una habilidad exquisita.
-No, no estaba ahí así que lo que ella haya “ordenado”, como dices… -y se volvió a meter mi falo en la boca hablando con dificultad- no me incumbe. ¡Rica pichula!
-Fernan… ¡Ah!, ¡¡Pendeja puta!! –le dije tratando de molestar pero parece que eso la excitó más y me lo chupó más rápido.
Como la ventana de mi pieza daba al patio, pude ver al lanzar a Fernanda a mi cama, que Camila estaba afuera, sentada en el capote del auto. Parecía que estaba llorando. Eso fue suficiente para mí.
Así que como tenía prisa, me monté encima de mi prima y empecé a cogerla con la mayor fuerza y velocidad que pude.
-¡Más suave Felipe, más despacio!! –me pidió pero no tenía intención de hacerle caso. Realmente se sentía incómoda.
-¡Cállate, nos van a oír! ¿No es así como te gusta zorra? –la verdad, yo quería molestarla otra vez, quería violarla y ser duro con ella. Pero me equivoqué nuevamente, la muy puta empezó a disfrutarlo mucho.
-¡¡Pégame, por favor!!-Soy una calienta-penes. Soy una niña tan mala que merece castigo, ¡Pégame! –me estaba rogando. Así que le di unas suaves bofetadas en la cara, y luego más fuerte como ella me pedía. La follé lo más rápido y duro que pude.
-¡Toma zorra, puta, perra, viciosa, cachonda!
-Sí, maltrátame, soy mala, mala, ¡MALA! –En ese momento, puso los ojos blancos, salivó un poco, y se corrió -¡AH RICO…!
La callé con una mano para que no gritara. No quería seguir, así que le ordené que se fuera. Ella estaba sumisa así que se vistió y se iba a ir, aunque me pidió algo de semen antes.
-¡No, es solo para buenas putas, no una zorra como tú!- Nuevamente eso le gustó, me sonrió con picardía aunque con la mirada algo perdida.
-Dame otra cosa entonces, ¡Porfis! –me suplicó juntando las manitos, haciendo que me enojara con su falsa inocencia, la di vuelta dándome la espalda, con la puerta abierta, y metí mi pene adentro de su pantalón. Inmediatamente comencé a mear, empapando su culito y piernas. Su cara era de completo placer, y cuando terminé se fue sonriendo, como si soñara, sin decir una palabra. Yo, por mi parte, intenté calmarme un poco. No había pasado mucho rato, Camila aún estaba afuera, así que salí a verla.

-¿Cami? –le dije cuando estuve frente a ella. No estaba llorando ahora, aunque tenía lágrimas en los ojos todavía.
-¿Felipe?- me dijo, y pronto empezó a llorar de nuevo –Perdóname, mi familia es ridícula… ¡¡todas lo son!!
-Ay claro que no, Camila. Es decir, son… alegres –fue lo único que se me ocurrió para describirlas. No era lo mejor.
-Pero, mi hermana es una puta. Supongo que te fue a ver a tu pieza, ¿Cierto? O mi mamá, otra zorra… ¿Con cuál te acostaste? –me preguntó mirando el suelo.
-…Camila…
-No me digas que ninguna de las dos fue hacia allá.
-…La Fernanda acaba de ir a mi pieza –le dije, quería ser sincero –Quería que me acostara con ella, pero la verdad, fui un poco… rudo. Hice lo que pude para que ella se fuera de ahí, así que como no quería, la violé rápido, esperé que se fuera, y luego la mee. Esa es toda la verdad, y el problema fue que…
-…ella lo disfrutó, ¿Cierto? –Me extrañó que no se enojara conmigo, sino que me entendía aparentemente –La violaste, la trataste mal para que se fuera de tu pieza, la measte incluso, y ella lo disfrutó. ¡¡No puedo creer que mi hermana sea tan puta!!
Puso las manos en su cara y lloró.
-Camila, tranquila, prima… -le dije intentado consolarla.
-¿Te das cuenta? Mi mamá y hermanita son unas calientes. Me peleé con Paloma por lo de Eliseo. Él fue mi novio antes que ella, ¿Sabías?, pero volvimos a tener algo y no fue correcto. Él era un imbécil con ambas. Realmente me gustaba y lo perdí… La Rocío, que era una dulzura, tal vez también se convierta en una de ellas, como la tía Julia…
-¡Camila! ¿Sabes? Haré lo que sea para salvar a la pequeña Rocío. No es cosa de volverla “una señorita pura”, pero sí que no sea como tu mamá, tu hermana o las otras dos. El cariño que le tengo a esa niña es casi tan grande como el que te tengo a ti –le terminé diciendo, y ella levantó la mirada. Sus ojos eran color avellana, eran hermosos también.
-¿Sabes que es lo otro? En todos estos años no te he hablado mucho, no podía. Después de lo que pasó hace años, tal vez iniciándote en algo a muy tierna edad… no podía perdonarme eso, yo te quería mucho…
-No me afectó negativamente, Camila –le interrumpí con una sonrisa- al contrario. Yo también te quiero mucho, y creo que esta es la primera vez que cruzamos tantas palabras, ja.
-¿Seguro que no me odias? Pensé que era así… no te pude mirar a la cara en todos estos años, eras mi protección cuando niña, te adoraba, y yo me gatillé delante de ti, incluso aún ahora, primo, yo te… -me decía a mucha velocidad, roja, nerviosa. Yo por otro lado…
-¡Sht!. ¿Sabes algo? La luna está hermosa hoy, es mejor disfrutarla sin llorar, ¿No crees? –le dije poniendo un dedo en sus labios. Luego, la abracé de la cintura, y con un rápido, y tierno movimiento que pienso solo podía hacer con ella, la besé.
Ella me respondió totalmente el beso. En unos segundos, estábamos recostados en el capot del auto, acariciándonos y besándonos. Tocaba su dorado cabello con suavidad entre mis dedos, y ella me acariciaba el pecho con su mano, bajo mí. No era todo tan romántico, ya que mi pene se había vuelvo a parar, y hay que recordar que no eyaculé cuando follé a Fernanda. Mi bulto estaba entre sus piernas, encima de su pantalón, justo en el lugar “especial”. Sin embargo, parecía que no le molestaba, ya que en unos segundos, nuestros besos se volvieron más apasionados, usando la lengua, y nuestras caderas comenzaron a moverse primero lenta, y luego más rítmicamente. Estábamos follando con ropa.
-¡Ah! Felipe… -me dijo, para besarme de nuevo.
-Camila, disculpa, es que estar así me… -dije tratando de excusarme por mis movimientos que se habían erotizado en ese momento.
-No te disculpes –me lanzó con una mirada profunda en los ojos. Sus mejillas estaban coloradas y su rostro en general se veía hermoso bajo la luz de la luna.
-¿Quieres que vayamos aden…? –le iba a preguntar, pero me interrumpió con un profundo y jugoso beso. Entendí.
Camila me había subido la camiseta para acariciar mi pecho, y yo estaba desabrochando los primeros botones de su camisa. ¿Quién empezó? No se podría saber… Nuestros labios no se despegaron ni siquiera cuando le rompí el sostén sacándolo antes de su camisa, lo que ella respondió quitándome la camiseta y desabrochándome el pantalón.

La gente nos podría ver claramente si pasaban por afuera de la casa. No nos importaba. Ella estaba sentada en el capot, haciéndome sexo oral. ¡Qué delicia era! Jamás me habían hecho una felación con tanto cariño, dulzura y sensualidad al mimo tiempo. Desabotoné un poco más su camisa y metí las manos para acariciar sus senos y pezones.
-¡Qué rico, Cami! ¡Ah, me encanta! –le exclamé, estando en un Nirvana sexual.
-¿En serio Felipe? Qué bueno que te guste, porque a mí me encanta hacerte esto –respondió masturbándome- es tan dulce tu pene… tu cuerpo, tu carita que siempre me alegró… ¡¡tus labios!!
Repentinamente se bajó del auto, sus brazos abrazaron mi cuello y me plantó otro beso. Cada uno era el mejor que el anterior, y mucho mejores que los anteriores que di en mi vida, excepto por la ternura del primero que ella misma me había dado, y tal vez los de Rocío. Bajé su pantalón y metí mi mano en su coñito. Éste desbordaba jugos, ¡de qué manera! Acaricié suavemente su clítoris, lo que ella respondió masturbándome con una mano mientras aún me besaba.
-Felipe. –me dijo mirándome con una carita suplicante. Entendí inmediatamente.
La recosté en el capot, y antes de metérsela, le realicé un poco de sexo oral, que ella respondía con exquisitos gemidos, acariciándome el cabello. Era una vagina deliciosa, un clítoris con un sabor delirante.
-¡Qué rico está esto! –le dije cuando iba a levantarme para al fin follarla.
-Ay Felipe, primo, ¡te adoro, no, te a…! –Pero no la dejé terminar, por la simple coincidencia de que en ese momento, introduje mi duro falo en su tesoro, su rico coñito -¡Ah, sí, sí mi Felipe!. Sí. ¡Ah, qué bueno!
-¡Qué rico, al fin estoy adentro tuyo, prima preciosa! –le dije, besándola nuevamente.
La bombeaba suave y duro a la vez. Ella gemía y daba pequeños grititos de placer. A veces parecía que el auto iba a romperse. Así que la bajé y la apoyé contra la maleta trasera, que era más firme, mostrándome su culito. Ella lo levantó un poco y volví a meterme adentro de ella. Era una exquisitez y una ternura a la vez.
-Felipe, te quiero tanto, esperaba hacer esto contigo –me dijo levantándose un poco para girar la cabeza y besarme, abrazando mi cuello con sus brazos, por lo que era yo quien la sostenía -¡Ah sí, mi ternura!
-Yo también preciosa, qué rica estás, que hermosa, y qué apretado tienes abajo, me encanta –le respondí también, dándole más fuerte –todo lo tuyo es bello.
-¡Ah, primo hermoso, no digas eso que…! ¡Ah, ah! –gritó, corriéndose en un delicioso orgasmo, que incluso empapó mis piernas y el auto.

Después, me acosté en el asiento trasero del auto, ya que tenía las llaves en el pantalón. Ella se sentó encima de mí y empezó a dominar la situación. Movía sus caderas con gracia, con delicadeza y mucha sensualidad. Su cuerpo mostraba su presencia en el gimnasio y su carrera de kinesióloga, era el cuerpo de una atleta, y su feminidad era absoluta.
-¡Qué habilidad de profesional tienes para moverte, es exquisito!
-Es que es delicioso, tu pene es delicioso, hacerlo contigo… ¡Oh Dios Mío! –exclamó moviéndose más rápido.
-¡Preciosa, que linda eres! –le dije, tocándole los pezones, que ella respondió con sensuales gemidos. Arqueé mis rodillas y empecé a bombearla, dominando yo de nuevo.
-¡Ah, Felipe, MI VIDA, QUÉ RICO! –gritaba moviéndose muy rápido, a punto de correrse otra vez.
-¡Yo también voy a irme! –exclamé intentando salir de ella, pero mi prima me aferró los brazos y me besó con pasión.
-Adentro, mi cielo… ¡Ah! –me dijo al oído y se corrió, al igual que yo, empezando a descargarme en sus entrañas.
-Sí, ¡Ah, sí! ¡Ah! –grité, pero ella se levantó de repente, sin contener toda la espectacular corrida, por lo que varios chorros llegaron también a sus tetas, y unos pocos incluso a su carita preciosa. Sonreía con dulzura e inmediatamente se recostó en mi pecho, cayendo de golpe.
-¿Estás bien, Cami? –le pregunté al verla caer de esa forma.
-…Muy bien, Felipe… ¡Fue hermoso! –me respondió, mirándome con sus ojos dorados.
Cerré la puerta y puse la ropa encima de nosotros. Antes de quedarnos profundamente dormidos, unas palabras se salieron de nuestras bocas a la vez, al besarnos.
-Te Amo.
Datos del Relato
  • Autor: Felipe
  • Código: 25307
  • Fecha: 22-02-2012
  • Categoría: Incestos
  • Media: 4.79
  • Votos: 34
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1 comentarios. Página 1 de 1
lobo_calientee27
lobo_calientee27 10-02-2014 22:01:23

muy buena historia, muy excitante

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