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Categoría: Incestos

Mi familia 7

Tía Julia y Rocío aún no se soltaban. La primera se había levantado la ropa y hacía que su hija le chupara los pezones. Con placer, la pequeña lo hacía, mientras se abría con timidez el cierre de su short.
-¡No se quiten toda la ropa, por si acaso viene alguien! –ordenó la tía y todos asentimos- Eso mi bebé, chupe las tetas de su mami, como cuando niña. ¿Está rico?
-Sí mamá, mucho- respondió Rocío con una evidente cara de placer.
Melissa se había bajado y estaba en mi puerta. La abrió y nos pusimos de lado mirándola a ella. Se agachó, quitó su camiseta y le bajó el calzón a su hija para lamerle.
-¡Ay sí mami que delicia!- exclamaba la putita
-¡Hm, qué rica está tu conchita hija!- dijo Melissa lamiendo con cara de hambre y comenzando a masturbarse de nuevo con la mano entre las piernas. Bajo la falda no llevaba ropa interior.
-¡Sí mamita, cómeme el coñito! –decía la pendeja aún encima de mis piernas, aunque yo tenía el pene afuera, y quien me masturbaba era Paloma, en mi espalda, a la vez que daba besos en el cuello de Fernanda.
-Tu profesora extrañaba este pene –dijo mordiéndose el labio- Vamos a ver si está listo para más lecciones. ¡Qué grande es, debo comer pene y tomar leche!
Con algo de dificultad, se las arregló para doblarse y chuparme la verga. Puso el trasero hacia el asiento de atrás, que se hizo más fácil ya que doblé el asiento también. Por lo tanto, se le hizo muy fácil a mi tía subirle la faldita a su hija, bajarle el pequeño calzón que usaba, y empezar a comerle el coñito mientras su otra hija aún lamía y acariciaba los pezones.
-Hija, qué delicia de almeja tienes, hm… -decía mi tía.
-Sí se mamá, ¡Qué rico lo haces! –Dijo Paloma sacándose por un momento el falo de su boca solo masturbándolo- Pero… quiero que sea mi hermanita quien me coma conchita, quiero ser su profesora también.
-¿Hijita, quieres hacerle sexo oral a tu hermana mayor? –preguntó la tía sonriendo.
-Sí mamá- respondió Rocío, y sin tardar empezó a chuparle el coño a su hermana.
-¡Ah, qué gusto hermana, qué bien lo haces!- exclamó volviendo a disfrutar de mi pene erecto mientras metía un dedito en el culito de Fernanda, que tenía el trasero cerca de su cara, aún en mis piernas.
-¡Oh sí! ¡Qué rico Paloma, métemelo en el culo, ¡ah!- suspiraba Fernanda con su concha aún lamida por Melissa, su madre.
-Qué rico que te guste Paloma… ah… ¡Ah, oh!- empezó a gemir Rocío, cuando a la vez que le hacía sexo oral a su hermana, su madre le metía la mano dentro del short y la masturbaba, acariciando su culito en desarrollo.
-Tienes buen culito hija- decía mi tía, con una enorme cara de placer.
-Gracias mamá, tú también.

¿Y Camila? Se había bajado del auto y estaba en la puerta. Realmente ella sabía que Eliseo y yo habíamos ido para que tuviéramos sexo con todas ellas, pero lo que había pasado la había dejado un poco mal, aunque de vez en cuando no podía evitar mirar lo que pasaba en el auto. Sin embargo, no me miraba.
Fernanda ya se había introducido mi pene en su vagina, y me montaba esta vez de frente a mí. Se había sacado el top para mostrar sus grandes tetitas, y ponía la mano en su falda tapando la penetración, continuando el show de ser una niña inocente. Melissa había sacado un consolador de su bolso, y se lo amarró a la cintura.
-¡Sí, primo mayor, qué rico y duro está esa cosa que me metiste, no sé que será pero qué gusto!- gritaba la pendeja.
-Vaya, tu mami trajo un regalo, ¿quieres que lo use en tu potito, pendeja de mierda?- le dije, insultándola, ya que sabía que eso la calentaba.
-¿Qué me trajo mi mami? Debe ser un regalo por ser tan buena… ¡Ah!
-Sí, hijita, es un regalito por ser tan dulce –preguntó Melissa siguiéndole el juego, ¿Puedo entregártelo, Fernandita?
-Sí, por favor mamá, ¡Quiero mi regalo!- respondió Fernanda haciéndose hacia adelante, besándome, subiéndose la faldita y abriéndose las nalgas, sin dejar de montarme.
-¡Qué puta eres Feña, igual a tu madre!- dijo Melissa, penetrándola por atrás.
-¡Ah, Eso, qué guarrada, mi madre está penetrando por detrás a una niñita! ¡Qué bizarro! ¡Rico!- gritó la pequeña, mientras en el asiento de atrás, Paloma ya había sacado un vibrador doble. Sin sacarse la falda se metió una punta en el coño, y la otra la introdujo en la de su madre, que estaba solo en camisa y así, acostadas ambas empezaron a menearse. Rocío se bajó del auto, y, parada se ubicó a la altura de la cabeza de su madre, para que ésta le hiciera sexo oral.
-¡Ay mamá, me encanta compartir esto contigo! –decía Paloma, más que excitada
-¡A mí también hija, podrías compartir hacer esto con tus alumnas! –decía la tía sin dejar de comerle el coñito a su hija menor.
-¡Ah mamá no me digas esas cosas, sino harás que me corra como una loca!
-El coñito de tu hermana está delicioso, ¿te gusta que te coma el coñito bebé?
-Sí mamá está muy bueno, pero… -empezó a decir con timidez y placer la pequeña.
-¿Qué?- preguntó su madre
-Quiero hacer pipí…
-Ay bueno hija, qué importa, esto solo quedará aquí, méame en la camisa hija, que se trasluce y quedará muy rico –dijo, sorprendiéndonos a todos y dejando de hacer nuestra labor por un segundo, con excepción de Melissa, que seguía gritándole guarradas a Fernanda.
-¿Qué te haga pipí mamá?- preguntó con vergüenza Rocío.
-Sí hija, cuando los hombres me lo hacen me corro de puro gusto… ¡Dale, mea a la puta de tu madre! –respondió la tía Julia, que hizo que Melissa se metiera también.
-¡Eso Julia, es tan rico que te meen en el cuerpo, y justo llevas de esas camisas! ¡Ah qué sucio! ¿Te gustaría mearme, putita, como hace tu prima?- le preguntó a Fernanda.
-Sí mami ¡Ah!, cuando tenga ganas… ¡Hm!. con gusto me haré pipí en tu boquita ¡Oh, qué gusto tener dos penes adentro, dame más fuerte primo mayor! ¡CULÉAME MAMI!- y diciendo esto Fernanda se corrió, empapando toda su faldita, en un grito.
Rocío entonces empezó a hacerse pipí en la boca y en la camisa de su madre, quien se corrió tal como lo dijo.
-¡Ah sí! ¡Mea a la puta de tu madre!
-¡Qué escena tan rica! ¿Qué voy a hacer cuando lleve a mis alumnos al baño para que hagan sus necesidades? No voy a poder evitarlo, voy a tener que ser su bolsa de fluidos, que me usen para que me orinen… ¡AH, ya quiero hacerlo!- decía Paloma
Ambas, madre e hija se corrieron, se abrazaron y se besaron con lengua, juntando toda esa orina, compartiéndola.
Cambiamos de posiciones para terminar. En ese momento, al bajar del auto, y apoyar a Rocío contra la maleta, pude ver a Camila. Se estaba masturbando, ahí, frente a la carretera y los autos que pasaban. Nuestras miradas se cruzaron, me sonrió dulcemente, y yo a ella. Sabíamos que algo pasaría finalmente entre nosotros al llegar. Por mientras, no participó y solo observó con placer, dispuesta a estar a solas conmigo, tal como yo deseaba hace años, más tarde, en la cabaña…

Mi tía Julia se había sentado en el capot, con el vibrador doble encendido metido en su coño. Su camisa aún estaba empapada de orina. Encima de ella se sentó Fernanda, habiéndose quitado su falda, el top levantado mostrando sus tetas, y se había soltado las colitas para dejarse el pelo suelto. Se introdujo el vibrador en el ano, mientras Melissa la empezó a penetrar por adelante, abrazándola, besándola y diciéndole guarradas.
-¡Ah qué gusto! Tu cuerpo es precioso hija, el de toda una puta, ¡UNA GUARRA!
-Sí mami, soy una guarra como tú, ¡Que rico! Es delicioso tener dos penes adentro, aunque…ah… ¿desde los autos nos pueden mirar?- dijo mostrando cara de puta inocente.
-Sí sobrina, todos te pueden mirar, ¿No te gusta?- le inquirió la tía penetrándola más fuerte a la vez que Melissa.
-¡AH SÍ, POR FAVOR, MIRÉNME! ¡¡Mi tía y mi mamá se están cogiendo a una putita de 17 años!! ¡Voy a correrme otra vez!
-¡Sí, miren a esta zorra que no puede vivir sin tener una verga adentro! ¡AH, CREO QUE TAMBIÉN ME CORRERÉ!- gritó Melissa, y me miró- ¡Felipe, debes darnos leche a todas como premio, no te puedes olvidar de eso!

Yo tenía a Rocío apoyada contra el auto y le daba por el coñito. Estaba completamente desnuda a la vez que le metía los dedos en el culo y le chupaba el coño a Paloma, sentada en la maleta. Las dos estaban disfrutando mucho y, Rocío, ya no estaba tan inhibida.
-¡Eso hermanita, qué gusto! Lo haces muy bien, ninguna niña se podría comparar a ti bebé, ¡Lame más, más, más, qué rico!
-Ah, qué bueno Feli… pe… Estoy desnuda, todos me pueden ver… ¡Ah! Tu cosita es muy rica hermana… ¡M, DAME MÁS FELIPE!- gritó de repente sorprendiéndome un poco.
-¿Quieres que te dé más fuerte, princesa?- le preguntó su hermana. Yo me sentí extraño, no sabía por qué.
-Sí por favor, dame más por… -dijo algo, muy tímida.
-¿Por dónde preciosa?- le preguntó Paloma.
-Por… culo… -dijo de nuevo muy bajo
-¡¡Dilo fuerte hermana, dónde lo quieres putita!!- exclamó Paloma
-¡DAME POR CULO FELIPE! … ¡AH, SÍ!- exclamó cuando cambié de agujero y empecé a bombearle el ano. Por otro lado… me sentía algo mal. Volvía ese sentimiento. No quería que Rocío se volviera una puta como su hermana o Fernanda.
-Hermanita, eres una putita por dentro… ¡Oh sí!. las calladas son las peores –dijo Paloma, levantando a su hermana y besándola, con lengua. Su hermanita respondió el beso metiéndole los dedos en el coñito muy rápidamente. Paloma hizo lo mismo. Yo me dediqué a las tetitas de Rocío, que eran pequeñas pero muy suaves. Necesitaba recuperar, en todo caso, a la ternura que era antes de que Fernanda nos interrumpiera, hace unos meses.

-¡SÍ MAMI, QUÉ RICO, ESTOY A PUNTO!- gritó Fernanda.
-¡YO TAMBIÉN HIJA, QUÉ GUARRADA, ME VOY A CORRER JUNTO A MI HIJA!- exclamó Melissa también penetrando más fuerte a su hija.
-¡¡Meli, Feña, dénme lengua, por favor!!- pidió la tía, y en el momento en que las tres juntaron las lenguas para lamerse, se corrieron, a la vez.
-¡¡Ah, mami, tía, me corro, me corro!!- gritó Fernanda.
-¡¡Sí, mi amor, córrete para mí, QUÉ GUSTAZO!!-soltó Melissa.
-¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!- exclamó tía Julia.

Por otro lado, nosotros también estábamos así.
-¡Hermanita te amo! ¡ME VOY! ¡Rocío, vámonos juntas!- pidió a punto de correrse, Paloma a su hermana, que estaba en iguales condiciones.
-¡¡Sí, Paloma, también… me…voy!! Y luego… -se calló y su hermana terminó la oración.
-¡¡Sí mi amor, luego Felipe nos dará a comer lechita a todas, estaremos llenas de semen caliente!! ¿Cierto primo? –preguntó Paloma
-Sí –le respondí, ya a punto de venirme, aunque aún pensando en Rocío y Camila- hay para todas…
-¡De solo imaginarme tanta lecha para tanta puta me…! ¡Ah! ¡AAH!
-Yo también quiero… le…. Oh… le… ¡Ah! –gritó la pequeña Rocío, a quien la tomó su hermana y la besó de nuevo.
Las cinco se pusieron arrodilladas frente a mi pene, peleándose por quien estaría al medio, lo que ganó Fernanda, siempre tan guarra. A sus lados estaban Rocío y Paloma. A mis lados, mis tías.
-¿Quieren leche?- pregunté, masturbándome rápidamente
-Sí, por favor… -respondió Rocío mirándome con sus ojazos verdes.
-¡Danos toda la leche que tengas, por favor, empápanos!-pidió Fernanda, ya sin nada de ropa, igual que las demás.
-¡Sí, no te guardes nada, somos tus bolsas de fluidos, méanos si quieres!- gritó mi tía
-¡¡Ya, dale leche a estas perras hambrientas, AHORA!!- ordenó Melissa.
-Eso primo… ya sale… ¡LECCIÓN FINAL: LECHE PARA LAS PUTAS!- exclamó Paloma.
Me corrí. Nunca había eyaculado tanto en mi vida. Salían interminables chorros de líquido blanquecino, espeso, caliente y pegajoso que bañó totalmente a las cinco mujeres que tenía alrededor. Bocas, caras, cabellos, tetas, lenguas, manos, quedaron todas empapadas.
-¡Sí Felipe, ah!- alcancé a escuchar de Camila, que acababa también. Eso me dejó con el pene erecto, así que seguí lanzando litros y litros de semen, que las chicas compartían gustosas. Me dieron ganas de orinar, y Paloma me “ordeñó” hasta que me oriné también en la boca de Fernanda, que no perdía ni un poco.
-¡QUÉ RICO ES! ¡SOY UNA GUARRA, ESTOY TODA SUCIA!
-Sí, no somos más que bolsas de fluidos para Felipe- dijo Melissa que recogió la leche y el meado de la cara de su hija, y lo compartió con Paloma, que besaba a Melissa con cara de placer y satisfacción. Rocío sonreía, pero para evitar que tomara el meado, yo fui, y la besé. Subieron al auto nuevamente, abrazadas, besándose y lamiéndose, compartiendo semen. Se pusieron un poco de ropa encima solamente. Esta vez, Rocío iba en las piernas de Paloma, que le besaba el cuello al lado mío, que iba manejando. Al mirar por el retrovisor, vi claramente como Fernanda me guiñaba un ojo y le daba un beso inesperado a Camila, entregándole la mayor parte del semen que se había guardado en la boca. Faltaba poco para llegar a la cabaña.
Datos del Relato
  • Autor: Felipe
  • Código: 25304
  • Fecha: 22-02-2012
  • Categoría: Incestos
  • Media: 6.56
  • Votos: 25
  • Envios: 0
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