Camila estaba algo triste. Como no quisimos que se supiera lo nuestro, aceptó que me metiera a la ducha con su madre y su hermana. Aunque, con la venganza aún en su corazón por lo que había pasado desde era niña, me pidió que las “hiciera mierda”. Teníamos un deseo, ambos nos amábamos, pero además, adorábamos mucho a la pequeña Rocío, prima de ambos, que tenía casi 15 años. Cuando tuve mi primer acercamiento sexual con ella, que era nuevo para Rocío, era muy dulce e inocente. Sin embargo, cuando Fernanda se metió, y cada vez que ella está, Rocío se vuelve muy guarra y sucia, y no es lo que fue antes, cuando nos besábamos tiernamente luego de que la salvara de una violación. Camila también veía eso, y sabíamos que debíamos alejarla de mi tía, Paloma, Melissa y, principalmente, Fernanda.
Luego de salir de la ducha, me cambié ropa para ir a la playa. Me puse una camiseta verde, y el short de traje de baño, blanco con palmeras. La playa estaba a pocos minutos de la playa, así que fuimos a pie, yo llevando la mayor parte de las cosas (es en esos casos cuando uno se queja de ser el único hombre ahí, a uno le ordenan llevar todo)
Por otro lado, lo agradecía. Todas iban espectacularmente sexys, se notaba en algunas que iban solo a seducir a los hombres en la playa. Melissa, fiel a su estilo, un traje diminuto, completamente celeste, pero algo transparentado, con un top sin tirantes y un “Hilo dental” abajo. Su cabello rubio lo llevaba suelto, además de unas gafas; La tía era la única que usaba uno de cuerpo completo, color rojo y líneas violetas, aunque su culo se veía exquisito, y tenía su pelo castaño agarrado bajo su sombrero blanco. Paloma, aún pelirroja, llevaba un trikini negro, con pequeñas estrellas blancas, y gafas de sol. Fernanda, la pequeña puta, aunque junto a su mamá me empezaron a mirar extraño por lo que había pasado en la ducha, aún así me pidió mi opinión sobre cómo se veía. Sexy. Un bikini más pequeño que sus tetas, blanco, que con una pequeña gota de agua, revelaría todo. Y abajo, lo mismo, con el efecto de luz, a veces parecía andar desnuda. Se había vuelto a amarrar sus dos coletas. ¿Y mis amores? Camila llevaba un bikini aguamarina (color que me encanta), que se amarraba en su cuello y tenía un detalle rosa al medio. Un pareo tapando su culito. Y Rocío iba con un short pequeño, blanco, sobre su bikini amarillo, floreado con rosas, más conservador e infantil que el de su prima, pero aún así sensual. Se había amarrado el cabello en una cola también.
Al llegar, puse las sombrillas, mientras mis tías y primas mayores ponían las toallas. Las niñas tomaron el bloqueador, para untarlo sobre sus sensuales y juveniles cuerpos. Fernanda primero, qué puta era. Era bastante notorio que se tocaba más partes del cuerpo de lo que debía, y varios hombres quedaron mirándola con la boca abierta. Aunque realmente, a esa hora no había mucha gente, y eso pareció decepcionar un poco a la pendeja que al notar esto, se untó más rápido. Sin embargo, un chico de unos 18 años, delante de nosotros, se dio vuelta, y se sentó a mirarnos con lentes de sol. No intentaba pasar desapercibido, estaba bronceado y era apuesto, ya que Fernanda inmediatamente se excitó. Se desató el bikini por atrás, y se agarró adelante para que no se le vieran sus pechos, pero era muy pequeño así que apenas no se veían sus pezones solamente.
-Mamá, ¿Me hechas en la espalda?- preguntó sin dejar de mirar al chico nuevo.
-Claro hija, será un placer –respondió la madre, y recostó a su hija en el suelo, se sentó como montando su culito, y empezó a untarle la espalda. Ambas observaban como el chico se ponía colorado, y sonreía. Intentó ocultar su erección, pero ya era evidente. La madre acariciaba la espalda de su hija con una sonrisa perversa, de manera muy erótica.
Rocío tomó otro bloqueador, ya que notó que ese último no lo iban a soltar en un rato y se lo untó en los brazos. Camila actuó esta vez.
-Prima, déjame untarte, ¿Sí? –le preguntó con una sonrisa dulce.
-¿Camila? Yo creo que puede sola, tiene casi 15 años –interrumpió Paloma, aún molesta con lo que pasó entre ellas, y tal vez, con la sensación de que iban a hacer lo mismo que Melissa y Fernanda.
-Ay Paloma, no hay problema, es para ayudar, ¿Quieres Rocío? –volvió a preguntar.
-Bueno, Cami –respondió la pequeña. Entonces, Camila se puso crema en las manos, y suavemente, empezó a pasarlo por las piernas de Rocío. Sin embargo, a diferencia de su madre y hermana, Camila lo estaba haciendo con delicadeza. Era mucho más “maternal” que las otras, y algo “fraternal” también, en el sentido normal y no en el que se le ha dado en esta historia. Acarició también su barriguita, y luego puso en las mejillas y la nariz.
-Eso es, así es mejor –dijo Camila con una sonrisa.
-Sí gracias, pero no me trates como una guagua –respondió la pequeña, pero sin una pizca de molestia, sino con gracia.
-No es eso, es que me preocupo mucho por ti –le dijo Camila y le besó la carita. Rocío se puso algo colorada, y fue corriendo al mar. Fernanda había terminado también de untarse bloqueador, pero no fue al mar, sino que directamente a conversar con el chico nuevo. En unos segundos, ambos fueron a caminar. “Qué rapidez” pensé.
Melissa había empezado a tomar una pequeña siesta, poniéndose en posición sexy boca arriba, antes de dormirse bajo el sol. Mi tía Julia fue a comprar unas cosas, y le pidió a Camila que la acompañara. A regañadientes (bien fingido eso sí) aceptó. Mientras, Paloma y yo fuimos al mar a acompañar a Rocío. No estaba para nada fría, supongo que el estar rodeado de mujeres candentes había dado sus frutos.
Rocío estaba solo con los pies en el agua, pero Paloma apareció y la abrazó por la espalda. Había poca gente, así que nadie se fijaría en lo que sucedía con un abrazo “fraternal”, pero Paloma, muy sensualmente le empezó a bajar el short a su hermanita.
-Paloma, ¿Qué pasa? –preguntó, respirando un poco agitada.
-¿No te vas a meter al agua con eso, cierto? –le respondió Paloma.
-Es que no quería meterme ahora… -le dijo la pequeña.
-Ay, vamos hermanita, sabes lo que quiero –alcancé a escuchar que le decía al oído, así que actué. Me puse detrás de Paloma, y comencé a “puntearla” sutilmente.
-Paloma, déjala que disfrute como quiera, ja.
-Ay primito, qué rico…-dijo ella soltando a su hermanita y acercándome, me abrazó y quitó mi camiseta- podríamos irnos a dar una vuelta a las rocas, y te enseño un par de cosas.
-No, prima, ja –le dije- tengo ganas de estar aquí acompañando a Rocío.
-¿En serio, Felipe? –preguntó Rocío.
-¿Qué? –fue la cortante pregunta de Paloma, algo contrariada por mi negativa. Bajó su mano a mi bulto, y lo tocó, sin nada de pudor -¿Cómo es eso?
-Eso pues, prima –le respondí, y en ese instante, algo me salvó de la rabia de Paloma. Dos chicos y una chica, muy parecidos, de unos 14 años, se acercaron a Paloma y la llamaron.
-¡Tía Paloma! ¿Cómo está?- dijeron a la vez.
-¿Ustedes? Mira, que casualidad, mis trillizos favoritos –respondió la “profesora” a tres de sus alumnos, volviendo a sonreír, como si nada hubiera pasado. Los dejamos solos, conversando alegremente, como no lo suelen hacer profesores y alumnos al encontrarse en vacaciones, y Rocío y yo volvimos a nuestra “sombrilla”. Sin embargo, en un momento, la detuve, y agachándome a su altura, le besé la nariz, lo que para los “externos” podía parecer muy tierno si creían que yo era un hermano, pero Rocío se puso como tomate en menos de un segundo. Al llegar, tuvo que seguir así, ya que Camila y mi tía habían llegado, y la última, bueno…estaba tomando un helado de la forma más sensual posible. Camila intentaba mirar a otro lado, algo avergonzada, ya que algunos que pasaban la miraban de reojo. Lamía, chupaba y jugueteaba con el helado de forma muy erótica.
-Qué rico heladito, hmm…. –nos dijo lamiendo la crema de adentro que se salía por los lados- pero hmm… ¿sabes cuál es mi sabor favorito, hija? Uno grande de plátano, con crema de coco, HMM… se me hace agua la boca, ¿No tendrás de casualidad, sobrino?
-Jji, qué cosas dices, mamá –comentó nerviosa Rocío.
-No es gracioso, tía- le reprochó Camila.
-Entendemos lo que pasa… -dije algo preocupado.
-Ah, por favor, si a ti te encanta ese sabor también, sobrina, ¿o no?
-¡¡Tía!! –exclamó algo molesta Camila, lo que despertó a Melissa, que nos miró por un momento. Pero antes de que dijera algo, Fernanda apareció con el mismo chico, más uno más grande, de unos 25 años, fornido y bronceado, con aires de “cerebro de músculo”.
-Mamá, mira, te presento a Ignacio, y este es su hermano mayor, Israel.
-Hm, un gusto Ignacio –dijo pícaramente Melissa, tendiendo su mano.
-No, en serio, TODO el gusto es mío –dijo Israel, tomando la mano, y con fuerza, levantándola y pegándola a él. Sutilmente, puso su bulto es la entrepierna de ella.
-Hm… qué fuerte… ¿Dónde vamos? –preguntó Melissa, besándolo ante la sorpresa de Camila y yo, que nos miramos impresionados. El otro usó de inmediato su lengua.
-A su camioneta –respondió Fernanda, tomando de la mano a Ignacio, y con la otra, desatándose el traje de baño. Madre e hija nos miraron con algo de desprecio, a Camila y a mí, sabíamos que lo hacían en parte para molestarnos (a mi por lo de la ducha, y a ella por no ser como ellas), pero también era cierto, que en el calzón blanco de Fernanda, se notaba una mancha gigante de líquido, estaba cachonda. En dos segundos, se despidieron y se fueron.
-¿Busquemos unos chicos también, hija? –preguntó maliciosamente la tía.
-Hmm… bueno, mami –respondió ella, con cara de póker.
-¡Nada de eso! –dijimos Camila y yo a la vez.
-¿A ver, sobrinos, qué pasa? –preguntó la tía. Notamos como la gente se estaba yendo, seguramente a almorzar. El calor aumentaba en todo sentido.
-No queremos que Rocío ande de puta, ¿Ok?- dijo desafiante Camila.
-¿Perdón? Jaja, ah… -respondió la tía, corriéndose el calzón y empezando tocarse, para la sorpresa de Rocío, que se quedó boquiabierta -¿Quieren que diga lo que sé?
-¿Qué cosa, mamá? –Preguntaba la confundida pequeña- ¿Por qué haces eso aquí?
-No es necesario, tía –le dije, y de un rápido movimiento, besé a Camila lo más apasionadamente que pude. Empezamos rápidamente a jugar con nuestras lenguas.
-¿Ustedes están…?- preguntó Rocío, con más dudas que nunca.
-Enamorados –respondió Camila.
-A ti te amamos, bebé, también, no queremos que te vuelvas como tu mamá, sino que puedas amar, y disfrutar de un sexo con sentido, inocencia, sensualidad, pasión, con los que te quieren bebé, y no solo lujuria con alguien que no se preocupa por ti –expliqué.
-Feli… -dijo la pequeña sonrojándose mucho más.
-Ay que disfrutar de la vida, sobrinos –intervino la tía, aún masturbándose –Miren, hagamos que ella decida, yo igual estoy muy caliente, vamos a las rocas a…
-“Conversarlo” –terminó Camila haciendo gestos con los dedos, tomándole la mano a su primita, y decididamente dirigiéndose a las rocas. Mi tía y yo las seguimos.
Nos metimos entre las rocas. No había nadie cerca, con excepción de una morenaza de unos 30 años que recogía conchas. Llevaba un bikini amarillo, y se veía bastante sexy.
-Rocío, te adoro, quiero que estemos juntos, los tres –dijo Camila, dándole un besito a su prima en la mejilla, cerca de la boca.
-No entiendo –dijo ésta, aún colorada-, hasta el momento, con la Feña aprendí que el sexo es rico, Felipe me desvirgó y lo hice con ustedes ayer, y me gustó…
-Pero eso es diferente que lo hicieron ella y tu tía recién ¿no?- le pregunté.
-¡Ay sobrino, el sexo es para disfrutarlo con quien sea, hija, no los escuches!
-Si es cierto, es rico… pero…- dijo después de un momento, con algo de pena.
-¿Quieres hacerlo con alguien que ames? –le preguntó Camila, sonriendo.
-Hm…- fue la respuesta dudosa de la niña.
-Ay hija, es ridículo, mira –Entonces, ante nuestra sorpresa, fue hacia la morena de las conchas, la agarró, y la besó. Ella se resistió por un momento, y quería gritar, pero la tenían bien “amarrada”, y pronto, luego que mi tía empezara a usar su lengua, la logró arrastrar a donde estábamos. Ahí, la soltó.
-¿Mamá, qué haces? –preguntó Rocío, impactada.
-¿Mamá? ¿Cómo hace esto frente a su…? –empezó a decir la mujer, pero mi tía la calló con un dedo en los labios.
-¿Quieres tener una aventura única, una fantasía que nunca olvidarás, amor?- dijo mi tía sensualmente, lo que dio sus frutos. La mujer, luego de mirarnos con algo de temor a los otros tres, sonrió y empezó a chupar el dedo de mi tía. Luego, ésta la sentó en una roca, se corrió el calzón de nuevo, y le pidió que le realizara sexo oral, lo cual la mujer hizo sin rechistar.
-Mamá… wow… -empezó a decir Rocío, llevando una manito a una de sus tetas.
-¡Rocío, bebé! esto es amor… –llamó la atención Camila, y volvió a besarme. Ella nos miró. Pronto, mi amada se agachó y sacó mi pene de su prisión. Me empezó a pajear exquisito.
-Ay, Cami… -dijo Rocío, mirándonos con atención.
-Ven con nosotros, bebé –le dije- los tres juntos podremos ser como una familia.
-Y podremos descubrir juntas qué se puede hacer con el mejor pene que puede haber –le dijo esta vez Camila, metiéndose mi rabo a la boca.
-Ah, qué rico mi amor… -dije con placer.
-Ay sobrina, que cursi, es mejor probar todos los rabos del mundo, y ver cual es mejor, ¿cierto, preciosa? –le dijo a la mujer, que entendió que sucedía y asintió con la cabeza, antes de quitarse el top, y hacer que mi tía le chupara los pezones -o las conchas también…
-Mi amor, si es por conchas, yo también tengo –dijo Camila y se levantó. Yo la giré de espaldas a mí, la abracé, y metí mi mano en su entrepierna, empezando a jugar con su empapado clítoris –Ah, si mi amor, te amo, sigue tocándome, nunca nos cansaremos de esto…
-Sí se cansarán, es seguro, no sean ingenuos- dijo mi tía, arrastró a su niña hacia ella, y rápidamente le bajó el short, y tocó por encima de su calzón floreado.
-Ah… mamá…- empezó a gemir la pequeña, pero no íbamos a rendirnos. Hice que nos mirara, desaté el bikini de Camila de su cuello, con los dientes, lo cual provocó un gemido profundo de mi amada. Empecé a sobar sus tetas ya al aire, y puse mi falo durísimo entre sus nalgas, sobre el calzón. Luego, nos empezamos a mover.
La mujer anónima le quitó la parte de arriba del bikini a Rocío, y cuando iba a besarle los pezones, la niña se alejó y se puso en su lugar inicial. Se sentó en una roca y se empezó a masturbar. Mi tía entonces, se desnudó junto a “su chica”, y se lanzaron al agua a tocarse.
-Eso mi niña, tóquese, así decida lo mejor, más caliente, y se viene con nosotras… -le dijo mi tía, que rozaba su concha con la de la mujer.
-Princesa… no lo hagas… -le dije, quitándole el calzón a Camila, con la boca, a la vez que metí mi lengua en su coño mientras volvía a levantarme.
-Sí, cariño… ah qué bueno…. ¡Ah, ah… sí! –exclamó Camila cuando la tomé en mis brazos y empecé a penetrarla, ella totalmente abrazada a mí- Podremos compartir esto juntas, primas, la más grande delicia, porque nos amamos… ¡¡Ah, Sí, Hm, Así!!
-Hm… Camila… Felipe… -dijo la pequeña metiéndose un dedo adentro. Las tetitas las había sacado “a tomar aire”.
-Hija, mira este coñito delicioso –le dijo mi tía, metiendo un dedo en el culo de la chica, lo que ella hizo a su vez- incluso si yo no estoy, tendrás todos los penes, vaginas, tetas del mundo, serás una guarra, todos podrán hacerte lo que quieras, lo que quieran, nunca estarás sola… ¡AH SÍ, DIOS! ¡¡Qué caliente me pongo, dame dedo!!
-Bebé… eso podrás hacerlo con nosotros también, pero siempre estando juntos, amándonos, y descubriendo nuestros placeres, solo que nosotros… QUERAMOS HACER- le dijo finalmente Camila, y Rocío se levantó de un salto. Inmediatamente fue con su mamá, la miró justo cuando ésta se meaba en el cuerpo de la otra. Rocío sonrió cuando la mujer se molestó algo por eso, y se fue con nosotros.
-Me gusta que ustedes me digan bebé –dijo, y suavemente me plantó un beso en los labios… qué tierno y sensual fue. La mujer se fue algo molesta por haber sido meada, pero a mi tía no le importó. Sonrió y fue a una roca a sentarse, se metió un dedo en la vagina y otro en el ano, y nos observó.
Camila se bajó de mí, y con una caricia en la cara, puso a su prima de espaldas a mí. Rocío estaba roja, pero sonreía. Camila se apoyó contra una roca, y Rocío se puso frente a ella, ambas se abrazaron. Yo metí mi pene en el coñito de la pequeña y empezamos a follar.
-Ah…. Ah… me… gusta… decía Rocío, abrazada a su prima, quien le besaba el cuello.
-¿Te gusta prima?- le preguntó Camila al oído- Podríamos ser como familia…
-Sí, ustedes podrían ser como mis hermanos… ¡Ah!- gimió cuando aumenté la velocidad. Ella, muy tímidamente, llevó su mano a la entrepierna de Camila.
-¿Hermanos? ¿Segura, princesa? –le pregunté, excitado.
-No, ustedes podrían estar como casados, ja, y ser su… ¡Ah! bebé… Ustedes serían como mis papis… hm… ¿Cierto, puede ser? –decía la pequeña respirando dificultosamente.
-Claro que sí… bebé, qué bien lo haces –le dijo Camila disfrutando de la masturbación que le daba su “hija”- puedo ser tu mami, y tú mi bebé, si te amamos, ¿Cierto, amor?
-Sí, qué rico es esto, las amo –dije aumentando al límite mi velocidad.
-Ah…ah… yo también te amo… papi… Felipe… hm… ¡AH!- se corrió Rocío en un gemido que tuvo que callar Camila… con un beso.
-Mm, te adoro, Rocío… ah… ¿Te vas a correr amor? Yo también… ¡AH SÍ!
-Sí, me… corro… ¡AHÍ VA!- saqué inmediatamente mi pene.
-Dales lo que quieren a las que te aman, mi príncipe –dijo Camila arrodillándose.
-Sí, papi, dame… se… -decía tímidamente la pequeña, cansada de su orgasmo.
-Semen, bebé, es semen de papi –dijo Camila.
-…Semen –terminó Rocío, y eyaculé como nunca. Las dejé empapadas, de pies a cabeza, sus caritas y tetas quedaron llenas de leche. Luego de darle un pequeño besito en los labios y en la frente, Camila le pidió algo a Rocío.
-Dale las gracias a papi, por lo que nos dio –dijo sonriendo, muy feliz.
-Sí mami, gracias papi… en serio, gracias, Camila, Felipe –respondió con unas lágrimas.
Tomé a cada una de la mano y volvimos. Había alguien que se nos olvidaba, y parece que no se había “ido”: la tía Julia. No nos dijo nada, solo pasó corriendo, desnuda, a nuestro lado, nos sonrió (como dándonos su consentimiento) y fue a donde había una multitud de gente, donde habíamos dejado nuestras cosas. Fuimos a ver, y notamos como entre medio de los que aplaudían y gritaban, estaba Paloma, desnuda, masturbando a dos de sus alumnos, y chupándole la concha a la tercera.
-Eso, mis niños, por favor, necesito que aprueben para que los vea el otro año, tienen que correrse en la cara de la profe… -decía completamente excitada mi prima.
-Sí, profe… ¡Ah!- dijo uno, y lanzó su semen en las tetas de su profesora.
-¡¡Ah, tía!! –dijo el otro, corriéndose en su cuello y pelo.
-Ay, ¡Ay, ah! –gritó la última, dándole sus jugos a Paloma en su boca.
-Dios, ¡QUÉ RICOS JUGOS PA’ LA PROFE! –exclamó Paloma, jugando con los fluidos de sus alumnos, y los compartió inmediatamente con su madre, que se metió en la multitud y se besaron. En ese momento, anunciaron que si alguien quería correrse por el show, que lo hiciera en ellas. Varios llenaron los agujeros de madre e hija.
Nosotros volvimos a la cabaña. Tomamos nuestras cosas, y fuimos a pasar el día y otra noche, acampando en otra playa. Al día siguiente, volveríamos a Santiago tal vez, sin importarnos las demás, que de todas formas, sabrían como convencer chicos que las llevaran.
Había otra cosa más. Volvimos, abrazados, pero había alguien que Camila quería tener cerca también. Alguien que se había comportado como su madre alguna vez, y que ella le tenía mucho más cariño que a la suya: la mía. Como familia, volvimos de esas ricas vacaciones.
muy buena serie de relatos estan excelentes