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Mi esposa, la puta de mi compadre (inicio)

En la vida de todo hombre siempre hay momentos muy cabrones que uno tiene que pasar y ese fue mi caso, en donde le confesé a mi compadre que me gusta que mi esposa me ponga los cuernos, pero no con cualquier persona.



A raíz de lo que había sucedido en casa aquella vez que nos reunimos a ver el partido de las chivas, mi esposa andaba muy inquieta hasta que me confesó que después de ese día, mi compadre le llamaba al trabajo o a casa en horas que no me encuentro de manera cotidiana o le mandaba mensajes vía whatsapp para poder verse en un lugar apartado, pero solo ellos dos, lo cual no me molestaba, sino todo lo contrario, esa idea me encantaba y me excitaba, me ponía como burro en primavera, con la verga hasta el tope de calentura. Pero a ella no le gustaba del todo. Es decir, le gusta la calentura y había disfrutado mucho el semen de mi compadre y tener su verga dentro de su boca, pero no a solas. Y es que ella sabe que si vamos a hacer algo, será entre los dos, sino, mejor no lo hacemos.



En fin, platique un día largamente con mi esposa y yo le comentaba mi interés por integrar a alguien más a nuestra cama, pues eso es lo que más me puede prender, solo con el hecho de pensar que mi esposa está siendo poseída por otro hombre en la cama y frente a mí, puedo tener una venida en forma automática.



Confieso que no es fácil al principio, las ideas se te revuelven por completo, ya sabes, uno crece sabiendo que el matrimonio es únicamente con una persona, pero conforme vas conociendo otras cosas, esas ideas antiguas van cambiando y eso fue lo que nos sucedió a nosotros. Afortunadamente en todo este proceso encontré el apoyo y por supuesto la calentura de ella.



Un día ella lo citó a un bar que está en el centro histórico, muy cómodo y discreto. Recuerdo que la cita fue a las 6 de la tarde, para salir del trabajo sin ninguna preocupación. Pero cuando ella lo citó nunca le mencionó que también yo estaría presente, jajajaja, por supuesto que eso estuvo muy cabrón, pues cuando nos vio llegar juntos, el pobre cabrón se fue de nalgas, pues nunca se imaginó que también a mi me vería.



Muy inquieto e incómodo al principio, mi compadre no podía articular ni una sola palabra. Nos sentamos, pedimos unas coas y comenzamos a platicar; ya saben, del trabajo, de la familia y hasta de coches, puta madre, que difícil es esto, pensé por un momento. Hasta que me decidí y le solté las cosas como eran, sin tapujos.



Fui muy sincero con él y le dije, mira compadre, la verdad es la siguiente, hace mucho tiempo que en mi cabeza ronda la idea de ver y sentir como goza mi esposa en la cama con otro hombre, vaya en pocas palabras me gustaría que ella me pusiera los cuernos, pero con alguien que yo conozca, y la neta, pensé en muchas personas, algunos amigos de ella, algunos amigos míos del trabajo, pero creo que con nadie tenemos la misma confianza que contigo.



Ella me ha tenido al tanto de tus llamadas y de tus mensajes después de tu visita en casa y debo decirte que no te preocupes, la confianza que ella me ha dado me permite acercarme a ti en este momento y decirte todo esto.



Estábamos pensando con mi esposa, que te parece si sólo para ver si hay química entre nosotros, que te parece si nos vamos un día de fiesta los tres, pero al principio no quisiera que tú participaras hasta que ella no lo pida, por mientras ella y yo haríamos el amor y si algo se da en ese momento, pues lo hacemos, sino; vamos a pensar que esta platica nunca se dio y seguimos adelante con nuestras vidas, que dices?



Después de pensarlo un rato y de dos copas más lo acepto. Así es que quedamos de vernos al siguiente sábado.



Llegó el día esperado, mi adrenalina estaba a todo lo que daba y quiero pensar que la de mi esposa estaba igual. Quedamos de pasar por él afuera de la estación del metro “Ermita”, pues él vive cerca de ahí. En todos esos días no hacía más que pensar y fantasear con mi esposa acerca de lo que podría suceder en esa primera cita.



Ese día me puse unos jeans de mezclilla y una playera, tenis cómodos; por su parte ella decidió vestirse con una tanguita de color blanco al igual que un short de licra del mismo color, una blusa escotada, unas pantimedias de color juvenil y unas zapatillas abierta y de tacón del 10, iba perfectamente maquillada y perfumada para una buena ocasión. Pintó sus labios rojos, se veían deliciosos.



Pasamos por mi compadre, él vestía más formal, chaqueta de piel y pantalón de vestir, también muy bien perfumado. Nos sorprendió, puesto que al entrar al auto nos mostró que había compadro una botella de brandy, Torres 10 que a mi esposa le encanta. Pasamos a un Oxxo y compramos lo necesario para acompañar la bebida y por supuesto unas botanas, que son indispensables.



Nos fuimos a unas cabañas que están a la salida hacia Cuernavaca, por la carretera vieja. Al llegar, pague lo correspondiente y una vez estacionado el coche, nuestros nervios, de los tres estaban a flor de piel.



 



Entramos a la cabaña, en el centro hay una pequeña mesa que acompañan un sofá y dos sillas, prendimos la televisión y en seguida mi esposa se dedicó a buscar el canal que acostumbramos a ver, ya se imaginaran, puro porno. Mientras tanto mi compadre no perdía de vista los movimientos que hacía mi mujer, la seguía a todos lados con la vista, como si quisiera comérsela viva, yo preparaba las bebidas.



Nos sentamos en la mesa y platicamos un rato de nuestras fantasías, yo veía como mi compadre no dejaba de verle las piernas a mi esposa, pues era yo quien las acariciaba frenéticamente. Me dice ella, no seas brusco, acarícialas, pero no me las aprietes porque me duelen; entonces fue buen momento y fui yo quien le propuso a él, que se las acariciara; así comenzó todo.



Se acercó a nosotros y pidiéndome permiso puso una de sus manos sobre los muslos enfundados de mi esposa, entonces los comenzó a acariciar. Así estuvimos un lapso de unos 20 minutos. Mi compadre hacía lo posible por llegar más a fondo, pero cuando mi esposa sentía que las manos de mi compadre llegaban al short, se las retiraba.



Después de dos copas más mi esposa tomo la iniciativa y se fue a recostar en la cama. Se quitó las zapatillas y ya más relajada, tomó una almohada, la abrazo y se recostó de lado, ofreciendo a nuestra vista su hermoso trasero. Tomamos nuestras copas y nos acercamos a la cama, pero le pedí a él que jalara el sofá y se sentara frente a la cama.



Se sentó a observar todo lo que hacíamos, esa era la propuesta y él la acepto.



Mientras tanto yo me dedique a acariciar las piernas de mi esposa, a lamer sus pies enfundados. Le quite la ropa, le besé los labios, las tetas, le hice sexo oral. Ella volteaba a ver de reojo a mi compadre, él se bajó los pantalones y comenzó a masturbarse muy lentamente.



Comencé a cogerme a mi esposa en algunas posiciones las cuales acostumbramos de manera recurrente. Pero cuando mi esposa estaba a punto de venirse se acercó a mi oído, me dijo, quiero cabalgarte, me quiero venir porque me siento bien puta que ese macho me esté observando y quiero mamarle su verga, se ve deliciosa.



Se sube en mí y le dice ella a mi compadre, ven, acércate, quiero mamártela como la vez pasada, así como en la casa, te acuerdas? Quiero que me des tu leche, a mi me encantó pero mi esposo la quiere probar; ese día sin que te dieras cuenta él estaba despierto y vio todo, solo que tu lechita fue casi toda mía, pero ahora él la quiere probar.



Mientras me cabalgaba tomó a mi compadre de las nalgas y se llevó a su boca tremenda verga, que desde donde yo estaba la veía inmensa. Comenzó a lamerla y en un segundo la tenía toda dentro de la boca, no aguante más y le dije, te ves hermosa, pareces una puta barata, en ese momento ella comenzó a moverse más rápido.



Mi compadre la tomó de la cabeza y se la acercaba a su vientre, tardó pocos segundos y se vino en la boca de mi esposa; ella detuvo sus movimientos, pero sin pararse de mi verga, retira a mi compadre de su lado y acerca su boca a la mía, que estaba en un punto de locura.



Abre su boca y me besa de una forma tan tierna y amorosa dándome todo el semen que le había extraído a mi compadre. No dejaba de besarme y poco a poco el semen de él me lo iba tragando yo. No aguante mucho tiempo y en ese momento me vine junto con mi esposa, que sin dejarme de besar, sentí caliente su sexo de una forma que jamás lo había sentido.



Después de unos segundos ella se levanta, se limpia los labios y se mete al baño. Mi compadre ya estaba vestido y me agradeció la confianza. Le dije, mira compadre, en una salida más veremos qué tan animada está mi esposa, pero al parecer, creo que esto va a ser más fácil de lo que yo imaginaba, ambos comenzamos a reír. Me vestir rápidamente, mi esposa salió vestida del baño, nos tomamos dos copas más y nos retiramos del lugar.



Dejamos en el mismo lugar en el que recogimos a mi compadre y después nos fuimos a casa. Llegando había recobrado fuerzas y volvimos a coger, ella estaba feliz y me decía que quería que esas salidas fueran más seguidas y que ella estaba de acuerdo en ser la puta de mi compadre, siempre y cuando fuera con mucha cautela para que su esposa no se enterara.



Le agradecí y volvimos a coger; cuando estábamos por terminar me dijo que le hubiera dejado algo de semen para ella, porque le encanta, le dije que no, que ni madre, que esa leche tenía que ser para el cornudo, entonces ella me dijo que no había problema, que esa leche, la de mi compadre la podíamos compartir otro día.



Desvestidos amanecimos el domingo y descansamos todo el día recordando los bellos momentos del día anterior, pues el lunes teníamos que regresar a la rutina diaria.



Espero que mi relato te haya gustado y considera que los que vienen más adelante seguirán mucho mejor.



Si quieres ver a mi esposa, puedes entrar a mi perfil y busca mi sitio web, para que le des un clic en el ícono y la puedas ver vestida en pantimedias, espero que sean de tu agrado.


Datos del Relato
  • Categoría: Infidelidad
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