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Categoría: Maduras

Mi empleada madura (2)

Después del excitante episodio contado en Mujer de Campo, me puse un short de baño y una polera y fui hasta un arroyuelo del cual baja una cascada ideal para una ducha. El agua fría, bajo la temperatura de mi cuerpo caliente por el sol y por el encuentro con Maria. Al regresar a la casa, debía pasar por un lugar que servia de lavadero ya que por ahí pasaba una vertiente con un agua deliciosa, llevaba unos tachos para llevar agua para la comida. Al acercarme divise a Maria que estaba lavando ropa en una artesa de madera, mi corazón de agitó, ella me vió y la sangre subió a su rostro. 

- Hola Maria ¿Cómo esta? 

- ¿Cómo quiere que este Don Carlitos? Estoy en las nubes, hoy ha sido mi mejor día en mucho tiempo. 

Me acerque por atrás y le tome la cintura, ella arqueo su cuerpo hacia adelante y su trasero se refregó en mi verga. La erección fue instantánea. Levante su vestido, no llevaba calzones, ella separo un poco sus piernas y se echo hacia atrás, baje mi short y saque mi mástil para dirigirlo a esa vulva ya mojada. Entro despacio pero directamente hasta el fondo, ella gime, lentamente empiezo un mete y saca suave pero intenso. 

- Más rápido Don Carlitos, más rápido, estoy que me corro. 

Al apurar mis movimientos sentí mi verga abundantemente rociada con sus jugos. Estoy por acabar, vuelvo la cabeza y quede helado, a cinco metros estaba Nieves mirando como cogía a su madre, salí al momento de Maria y la erección bajo a la mínima expresión. María se volvió y dijo: 

- ¿Que pasa? 

Solo en ese momento se percató de la presencia de su hija, me miró y soltó una carcajada que al principio no entendí. Nieves también se reía. 

- Don Carlitos, por favor cambie esa cara, Nieves lo sabe todo. 

No lo podía creer, no podía articular palabra. 

- Quiero pedirle un favor que ojala lo pueda conceder - dijo María. 

- Nievecita es virgen y tiene miedo de que su primera vez sea dolorosa debido a la brutalidad de los hombres de por aquí, así que le converse de Ud. que sabe tratar a una mujer con delicadeza, con amor. 

- ¿Que me dice? ¿Me concede ese favor? 

Nieves me miraba coqueta, vestía un pantaloncito corto que casi no tapaba su lindo trasero y por delante marcaba descaradamente su virginal vulva y una blusa anudada bajo sus prometedores senos. No sabia que decir. María me dijo: 

- Ya tranquilo Don Carlitos, vaya a su casa y nosotros vamos luego. 

No se como llegue a la casa, deje los tachos con agua y me tire en la cama. Perdí la noción del tiempo, hasta que llegaron Maria y Nieves. Nieves fue la primera en hablar: 

- A ver Carlitos déjeme estar a su lado 

Me corrí hacia la derecha y ella se recostó a mi lado. Nunca me había fijado bien en ella, solo tenía ojos para María, pero me di cuenta que era realmente preciosa. Ya con mas confianza me acerque y le di un beso en la boca, le brillaban los ojos. Empecé con mis dedos a acariciar su vulva marcada en su pantalón. No paso mas de un minuto y el pantalón se empezó a humedecer. Desabroche el pantalón y baje el cierre. Nieves se saco el pantalón, yo puse unos almohadones para levantar un poco la cabeza y me dispuse a darle una mamada que Nieves nunca va a olvidar. Se veía suave, jugosa, sin un solo pelo, exquisita. Primero unos cortos besos, luego mi lengua juguetea con su clítoris, Nieves gime y se mueve suavemente. María mientras me baja el short y chupa mi verga ya tiesa, Nieves me toma la cabeza, yo coloco mi boca como una ventosa en su vagina, la punta de mi lengua llega hasta su virginal himen. 

Maria esta excitada, la siento que se sube sobre mi y se ensarta de una, y grita y se ríe y se mueve como loca golpeándome los testículos con sus nalgas. Nieves ataca mi lengua con furiosas embestidas, yo resisto, no me despego, ella lanza un grito, y lanza un abundante chorro de líquidos. Se aparta de mi, y llora y se ríe y salta. Maria esta por acabar, también chilla y grita y lanza su torrente sobre mi verga. Nieves se lanza sobre su madre y la aparta, se coloca sobre mi y se ensarta en mi verga y lanza un grito desgarrador y se queda quieta con la cabeza hacia atrás, Maria mira a su hija, yo miro nuestro punto de unión y veo un hilillo rosado, su virginidad se acabo, todo es serenidad, Nieves sube y baja unas cuantas veces mas, jadea, se retira, Maria chupa nuevamente mi verga hasta lograr sacarme una espectacular eyaculación, se visten y con una sonrisa y un beso se van. Son las seis de la tarde, la tarde esta hermosa, saldré a caminar un rato y luego me iré a dormir, mañana será otro día. Nos vemos.

Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 9.25
  • Votos: 4
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