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"Por ser una paciente excelente, entre un grupo de médicos y su secretaria, me organizaron una despedida que nunca voy a olvidar."
Hola, mi nombre es Gabriela, tengo 34 años y lo que voy a contar es un momento que me tocó vivir hace apenas tres semanas. No es fácil escribir ya que de solo recordar se me moja la concha. Esta pagina tuve la oportunidad de conocerla a través de una compañera de laburo. Si bien soy casada y con dos hijos, cuando puedo le pego una mirada. Realmente nunca creí que iba a tener algo para contar. Pero un día sucedió y hoy quiero contarlo.
Lo cierto es que con mi familia nos estamos mudando a otra ciudad y antes de hacerlo, decidí hacer la visita de rutina a mi ginecólogo. Luego de realizarme los distintos exámenes, acudí para que me diera un turno para que los viera. Claudia la secretaria, me dijo que tenían todos los turnos dados y debido a mi urgencia, me ofreció un turno extra al final del día que eligiera. Preferí un día en el que Carlos, mi esposo viajaría a nuestro futura residencia, junto a mis hijos.
Llegó el día y la verdad es que como solo tenía que ver los exámenes que aparentemente estaban bien, no reparé en la vestimenta. Antes de ir a la clínica, pasaría por el centro de la ciudad para hacer unas compras. Generalmente me gusta usar la conchita depilada, pero cuando tengo turno con mi médico, dejo crecer un poco los bellos por cierto pudor, pero ese día ni lo pensé y tres días antes, la dejé pelada. Estaba vestida con un vestido negro y un conjunto interior que le gusta mucho a mi marido y que a veces lo uso porque me marca bien la cola.
Se hicieron cerca de las 20 de la tarde y recién tuve el turno. Claudia la secretaria me invitó a ir al consultorio de otro ginecólogo ya que Marcelo ( 45 años aproximadamente ), mi médico me atendería allí. Al rato nomás, llegó él, acompañado por dos jóvenes. Me explicó que eran médicos que estaban haciendo las prácticas y me consultó si no me molestaba que estuvieran con él. Me dijo que me lo pedía a mi, porque tenía buena onda. La verdad que como no pensaba en una revisación, acepté.
Mi sorpresa fue cuando luego de ver los estudios junto a los jóvenes, me pidió que me quitara el vestido. Como ya había aceptado, me daba vergüenza dar marcha atrás. Fui al apartado y procedí a quitar el vestido. Ahí nomás, Marcelo apareció y me pidió que me quedara solo en "bombachita", ese término realmente me extrañó mucho, porque él siempre usó términos muy correctos. Una vez lista, me hizo sentar en el sillón. Los tres aparecieron con guantes. Mientras tanto el doctor les explicó que él primero iba a proceder de acuerdo a lo que nunca tiene que hacer un ginecólogo y luego ellos iban a practicar. No entendía porque justo me había elegido a mi.
Otra cosa que me sorprendió, es que en lugar de quitar la tanga, la corrió hacia un costado. Cuando hizo esto, no pudo ocultar su sorpresa al ver la cachucha depilada.
Primero, metió un dedo y con su palma, rozó el clítoris, luego de lo cual les explicó que tuvieran mucho cuidado con ese movimiento. Una vez adentro, comenzó a moverlo en forma circular, lo cual me empezó a molestar, no por la sensación, sino por como estaba actuando el médico. Estuvo así durante algo más de dos minutos, alternando otros movimientos y explicando que eso no se debía realizar.
Una vez que sacó el dedo, se dirigió a mis pechos, al igual que con la concha, pasó suavemente la palma sobre uno de los pezones, los cuales enseguida se endurecieron. Mientras hacía esto, me iba hablando y me preguntaba sobre mi mudanza y sobre distintas cosas relacionadas a mi partida. De todas maneras, mi cabeza se iba transformando. Estaba como perdida, no encontraba explicación del porque me dejaba hacer esas cosas y no ponía un punto final.
Luego les dio paso a los practicantes. La verdad es que los pendejos no estaban nada mal. Metió un dedo bastante más grueso que Marcelo y empezó a explorar. En cierto momento lo sentí presionar como lo hace mi marido cuando tenemos relaciones. No pude eludir la sensación y sentí una contracción en mi interior, que seguramente debió ser percibida por el muchacho. Tal es así, que el caradura me preguntó si me sentía bien. Marcelo le pidió al otro que fuera practicando con los pechos. En un momento pensé en pedir permiso para ir al baño y hacerme una hermosa paja, estaba totalmente jugada y caliente, por lo cual decidí continuar.
El que estaba con mi concha, le dijo al Doctor que notaba una pequeña inflamación, por lo cual Marcelo decidió explorar. Ciertamente había encontrado algo.
Si antes estaba sorprendida, ahora más. El doctor me preguntó sin tapujos, si hacía poco que había tenido relaciones y si generalmente mi marido me cogía por el "culo". Lo cierto es que hacía tres días que mi marido me había hecho el culo con su pija y con un pepino casi el doble de su tamaño. Seguramente la abertura de mi ano, lo decía todo. Si bien sorprendida, también me asusté un poco, con la posibilidad de una lesión interna.
Le contesté lo cierto. El ginecólogo me comentó que iba a tener que explorar mi orificio trasero, ya que había una inflamación.
Trajo un aparato similar a un consolador y lo conectó a una pantalla. Si bien seguramente no hacía falta, le untó vaselina y procedió a incertarlo en mi concha. Me vinieron varias contracciones. Mientras tanto iba explicando algo sobre el monitor. Luego de unos minutos, lo sacó. Se cambió los guantes y procedió a meterme un dedo en el culo.
Si bien no lo hacemos seguido, lo que más me gusta es que me cojan por el culo, mientras me pajeo por adelante.
Lo introdujo hasta el fondo. Uno de los chicos me tomó una de las manos. Sin darme cuenta lo apretaba dando muestras de la calentura.
Se dio cuenta de que era el momento. Mientras Marcelo seguía explorando el culo, uno de los chicos comenzó a acariciar mis pechos y me llevó mi mano hasta su bulto. Creí que Marcelo no se había dado cuenta. El otro reía.
Marcelo se apartó y me pidió que me pusiera de pie y me inclinara sobre una mesita, con la cola "paradita" porque había encontrado algo que no le gustaba. Les pidió que probaran si podían encontrar la inflación trasera.
Hizo una llamada al teléfono. Al rato volvió. Se puso detrás de mío y me pidió más inclinación. Mi última sorpresa, fue cuando lo sentí decir que esa era la despedida que me hacía la clínica por ser una paciente excelente y de buena onda. No alcancé a reaccionar, que totalmente desnudo y con la pija dura, me tomó de la cintura y me ensartó su miembro hasta lo mas hondo de mi sexo. No dije nada, solo cerré los ojos y comencé a gemir. La poronga entraba y salía, acompañada por los movimientos de mi cuerpo.
Mientras tanto, los más jóvenes chupaban mis pechos y me apretaban el clítoris. En pocos segundos ambos también estaban desnudos. El doctor hizo un alto, me tomó de los pelos y me hizo arrodillar. Mi boca quedó a la altura de tres hermosas pijas. Ninguna tan grande como los pepinos que estoy acostumbrada a probar. Se peleaban por meterla en mi boca. Una vez ordenados, comencé a chupar con ganas. Recorría desde la punta hasta los huevos. Tenía ganas de masticarlas y tragarlas.
Mientras estaba con las tres pijas, se abrió la puerta y aparecieron Claudia y otro Doctor muy apuesto y de unos 50 años. Los tres que estaban conmigo me dejaron para desnudar a la secretaria y el Doctor vino a ocuparse de mí. Carlos como así se llama, me besó y me tendió sobre la mesa para darme una sensacional chupada de concha. Mientras chupaba, introducía sus dedos en la concha y en el culo. Le llamó la atención lo abierto que estaba. Desde mi posición podía observar como se cogía a Claudia. Que realmente tiene un lomo excelente. Cabalgaba a uno de los jóvenes, mientras los otros dos, estaban parados en el escritorio para que ella les chupara las pijas.
Realmente el que la tenía como los pipinos, es el doctor Carlos. Cuando me pidió que se la chupara, tardó en tomar tamaño, pero una vez dura realmente asustaba. Me dió media vuelta y me cogió sin pausa.
A los minutos, apareció Claudia. Me tomó la cara y me hundió la lengua hasta el final de mi boca. Los cuatro hombres miraban con sus pijas duras. Era la primera vez que me besaba una mujer. Luego se arrodilló para comerme la concha. Estuvo un largo rato acariciando y chupando. Luego me permitió chupar su concha. Algo maravilloso, hasta diría mejor que chupar una pija. Estuvimos un largo rato intercambiando besos y caricias, hasta que los hombres decidieron actual. Enfrentadas con Claudia, Los doctores más grandes, nos untaron los culos y comenzaron a abrirnos los orificios traseros, mientras nosotras continuábamos con los besos.
Durante un largo rato intercambiamos posiciones y doctores. Hasta que llegó el turno de sentir la pija de Carlos en mi culo. Mientras me pajeaban, el burro me daba sin piedad.
Faltaba la última experiencia. Los más jóvenes ya habían acabado en nuestros cuerpos. Me pidieron que me sentara con mi culo sobre el pijazo de Carlos, lo cual lo hice con cierta dificultad, aún cuando estaba totalmente dilatado. En esa posición, Marcelo intentaba introducir su miembro en la concha, hasta que lo consiguió. De todas maneras solo fueron unos segundos, ya que Carlos le pidió que Marcelo se acostara para facilitar los movimientos. Durante varios minutos Estuve encima de Marcelo y con el burro de Carlos clavándome por encima. Luego intercambiaron las posiciones, hasta que ambos me vaciaron sus tubos de leche en mi boca.
Lástima no poder contar con más detalles, pero bueno algo es algo.
Fue una excelente despedida que nunca imaginé tener y de la cual voy a estar muy agradecida. Prometí volver para conocer más "doctores" y "secretarias" del sexo.
La única preocupación es que durante las otras dos noches, dormí en el departamento de Claudia y hoy a la distancia la extraño mucho.
Gabriela
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