Era un lluvioso mes de setiembre, cuando por primera vez tuve contacto con ella, una mujer de unos cuarenta años, sumamente atractiva y de un cuerpo que la verdad siempre había deseado. Eramos compañeros de trabajo desde hacía ya bastante tiempo, sin embargo, nunca teníamos un contacto por nuestras funciones. Un día mi jefe solicitó la ayuda del superior de ella e inmediatamente nos propusieron un trabajo especial el cual debíamos elaborar con premura, tanto ella como yo. Tuvimos que quedarnos horas despues de la salida normal, por lo que tuve mucho tiempo para observar ese espectacular cuerpo. Ese día mi deseo sexual estaba en niveles altos y para elevarlos más, ella vestida con una sexy minifalda negra, con una blusa que le agrandaba las tetas y una bellas piernas envueltas en unas provocativas medias negras tipo ligero. Comenzamos el trabajo y unas dos horas despues de la salida normal del trabajo todavía seguíamos confeccionando el reporte que nos solicitaron, cuando decidimos solicitar comida express, en vista de que ya nadie se encontraba en la oficina, Rosibel (así se llama), se sentía agotada y decidió quitarse los zapatos, pues decía que le dolían los pies. Mientras comíamos conversabamos acerca de nuestras vidas y nos conocíamos mejor; ella me indicó que era divorciada y que extrañaba mucho los masajes que su ex marido le brindaba en sus hermosos pies. Yo, con una serie de temblores en mi vos y en mis pensamientos, le propuse ayudarla en tan exitante labor. Ella accedió y me puso el pie derecho sobre mi muslo izquierdo y comencé a disfrutar de esa vista tan agradable que se extendía desde sus dedos hasta su entrepierna. Ella le comenzó a gustar la sensación e inmediatamente me puso su pie en mi pene, el cual ya tenía una notable elevación. Al sentir sus masajes en mis testiculos y en mi pene, comencé a besar sus piernas y seguí subiendo hasta llegar a sentir el calor que emanaba su vagina, la cual comence a chupar una u otra vez corriendo su calzón. Posteriormente le quité el calzón y con mas efusividad le empecé a meter y sacar mi lengua de su vagina, rodeando el clitoris y mordiendo sus labios vaginales. De un momento a otro, mientras con mis manos agarraba sus tetas debajo de la blusa, sentí como unos liquidos tibios invadían mi boca y mi lengua. Justo en ese momento, ella me pidió que me recostara e inició el camino a la gloria, cuando se puso mi pene erecto en la boca y con su lengua lo pasaba de abajo hacia arriba y viceversa; se metía mis testiculos en su boca y me sobaba el miembro de una manera soberbia hasta que terminé corriendome en su boca, la cual vi por primera vez llena de semen. Posteriormente con esos deseos carnales de meterla en su vagina, se montó sobre mi y empezó a mover sus caderas de una lado a otro. Fue en ese momento que me dijo, que le diera por el culo y la puse en cuatro patas estilo perrito y se la introduje completamente, la exitación enorme de sentir mi pene completamente apretado en su ano, me hizo correrme nuevamente y sacandola pude darle a probar de sus propios liquidos anales y de mi semen nuevamente. Yo ya no daba a mas, pero ella me empezó a chupar el pene nuevamente y me dijo que le había encantado tenerla en el culo, por lo que una vez más procedí a complacerla, esta vez pude controlarme un poco mas y comencé a meter y sacar, en su ano, la sacaba y la metía en la vagina y así por un rato, a ella le encantó pues mientras la metía de esa forma ella se corrió nuevamente. Desde ese día Rosibel y yo salimos a menudo y terminamos cogiendo en su apartamento.