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MI COMPAÑERA DEL TRABAJO ES MI AMANTE

Mi nombre es Paula, soy una mujer casada, tengo 36 años, no me considero una persona muy atractiva, pero tengo lo mío, además que me gusta arreglarme bien y ser coqueta.



Nunca pensé en engañar a mi esposo con otro hombre, mucho menos con una mujer, aunque en algún momento tuve curiosidad e incluso tuve una novia, pero de ahí no pasó.



Nayeli, mi actual amante, llegó a mi vida cuando no la esperaba, yo ya estaba establecida con mi esposo, las ideas de estar con una mujer se habían alejado hacía ya tiempo de mi mente, más de pronto ella se cruzó en mi camino, fue verla y sentirme atraída por ella.



Compañera de trabajo durante 1 mes, cruzábamos miradas a cada instante, eran miradas que decían algo más... había algo oculto.



Ella joven y vigorosa, con un ángel enorme, una sonrisa divina y un cuerpo que a más de uno hipnotizaba.



N: ¡Hola Pau, que linda te ves!



P: ¡Gracias hermosa, tu igual!



Casi a diario esa era nuestra charla, sentía un poco de coquetería cada vez que nos veíamos, pero no quise hacerle caso de mas, así que continúe con mi día a día.



En una ocasión tuvimos que salir fuera juntas, por camión, a pesar de ir solas en todo el camión nos sentamos una junto a la otra, llevábamos como 15 minutos de camino, cuando ella estiró sus brazos y los pegó a mis tetas, yo sentí correr electricidad por mi cuerpo, me miró, ¡se sonrió y fue cuando yo supe que ella me deseaba tanto como yo!



N: ¡Perdón! ¡Jajá!



P: ¡No pasa nada, uhm!



Más tarde después de ir platicando ella recargó su cabeza en mi hombro, yo comencé a acariciar su pelo, siempre rozando sus tetas con mi brazo, podía sentir su pezón erecto, su respiración caliente, entonces zafé mi brazo para rodearla con él, y ella se pegó a mi pecho, puso su mano entre mis tetas y su cara y comenzó a jugar con ellas, el chofer nos veía por su espejo retrovisor, a mí no me importaba, yo quería sentirla.



Pero de ahí no pasamos, creo que ambas no estábamos listas para más, yo me sentía mal, sentía que traicionaba mi marido, peor ella tenía algo que me llamaba, algo que me hacía desearla y no era el físico, algo que por alguna razón u otra me hacía pensar en ella.



Ese viaje fue solo eso, mas al volver, como a las dos semanas salimos juntas a comer, después la invité a casa a tomar unas cervezas, mi esposo andaba fuera de pesca con sus amigos.



Nos fuimos a casa y ahí estuvimos platicando, bebiendo, nos sentamos en diferente sillón, al final terminé sentándome junto a ella, demasiado cerca, entonces, ella me quiso enseñar unos aretes nuevos que había comprado, me acerqué todo lo que pude a ella, y la besé en el cuello, ella se hizo para atrás, como muestra de rechazo, pero yo me acerqué de nuevo, esta vez a sus labios, puse mis labios en sus labios, comencé a besarlos, suave, tiernamente, hasta sentir que ella cedía.



N: ¿Qué pasa?



P: ¡Que ricos labios!



N: ¡Pero eres casada!



P: ¡No importa mi deseo por ti es más grande!



Comencé a meter mi lengua y ella soltó la suya y comenzó a besarme apasionadamente, sin pensarlo más empezó a meterme mano por donde podía, nos sacamos la blusa, el pantalón, y nos quedamos en calzón y brasear, nos fuimos a mi recámara, ¡besándonos por el camino y nos tiramos en la cama!



P: ¡Que cuerpo más hermoso tienes!



N: Sabía que te gustaba, ¡lo sé por cómo me miras en el trabajo!



P: ¡De pies a cabeza me fascinas!



N: ¡Algo me decía que te gustaban las mujeres!



Fue entonces que yo le saqué el brasear, y el calzón, hice lo mismo con los míos y comencé a besarla toda, sus tetas eran grandes, lindas, pasaba la punta de mi lengua por su pezón erecto y ella se revolvía en la cama, fui bajando, comencé a besar su vientre, y ella me ponía sus manos en mi cabeza, ¡empujándola hacia abajo!



P: ¡Me moría por tenerte así!



N: Que rico, continua, ¡uhm!



Abrió sus piernas, y prácticamente metió mi cabeza entre ellas, yo comencé a chupar a chupar a chupar, ella gemía y gemía, ¡metía mi lengua en su vagina y sentía viscoso!



Pasaba mi lengua por su clítoris y sentía como se estremecía, comencé a meter un dedo en su vagina, la exploré, busqué sus puntos de placer, ¡comencé a jalar humedad hacia su ano comencé a jugar ahí!



P: ¡Uhm, que rico, uhm!



N: Dios mío, oh, ¡no pares!



Le metí tres dedos en la vagina y comencé con el mete saca, sin cansarme, resbalaba completamente, estaba empapada, comencé a sentir como se contraía su vagina y teniendo los tres dedos adentro, los abrí, entonces ella pegó un grito de placer, se ve que le encantó.



N: ¡Así, agh, que rico, ah!!



P: ¿Te gusta mi cielo? ¿Te gusta?



M: ¡Me encanta, uhm, me voy a venir, agh!



Se corrió riquísimo verla estremecida retorciéndose como gusano me excitaba ms, ¡le mordía los pezones y le besaba su hermosa boca mientras la sobaba el vientre para que gozara su orgasmo!



Me acosté en la cama y ella subió besándome de pies a cabeza, su lengua recorría cada pedazo de carne mío, me dio vuelta y me dio una tremenda chupada de nalgas, ¡ni mi esposo me las había chupado así!



N: Que rica espalda y que nalgas tienes Paula, con esos pantalones siempre me dan gens de morderlas.



P: Muérdelas ahora bebe, ¡vamos!



Ella tenía mucha más experiencia, sabía dónde y cómo tocar, me mordía los pezones tan ricos como nunca nadie lo hizo, me besaba el abdomen y los muslos me los mordía tan rico que me tenía jadeando y gimiendo.



Me abrió las piernas y lentamente bajo ahí, ¡dándome beso en las ingles y comenzó a succionar mis fluidos que ya salían por mi excitación!



N: ¡Pero que rico sabes nena!



P: Ah, ¡no pares por favor!



N: Me encanta este coño. ¡Que rico sabe!



Su lengua entraba y salía con fuerza, luego lamia desde mi clítoris a mi ano, utilizaba sus dedos para sobarme el ano y su lengua para follarme el coño, ¡me tenía en el cielo!



P: ¡Que rico mi amor, agh!



N: ¡Me encanta tu culo, uhm!



P: ¡Mas! no pares nena, ¡no pares!



N: Me encantan las mujeres como tú, ¡con solo tocarlas se retuercen riquísimo!



Estaba en mi cama, en la que, hacia el amor con mi esposo, gimiendo en cuatro recibiendo los dedos de mi compañera del trabajo.



Me mordía las nalgas, me metía tres dedos con fuerza y me lamía el ano, yo me sentía morir, era una sensación grandiosa, ella se pegó a mí de tal forma que mi pierna rosaba su clítoris, y ambas disfrutábamos del momento.



P: ¡Ah, me voy a venir, uhm!



N: Si, vamos nena mójate y mójame toda, saca tu néctar, si, que rico, ¡uhm!



P: ¡Me encantas, uhm, ah!!



N: Quiero que siempre seas mi amante, ¡ah!!



P: ¡Lo seré con gusto, agh, uf, ah!!!



El orgasmo fue de lo mejor, quizá el mejor que había tenido en mi vida en aquel entonces, ella tenía más experiencia que yo, me hizo llegar al orgasmo 5 veces más.



P: ¡Nena, uhm, eres la mejor!



N: ¡Aún tengo más!



Desde entonces, siempre buscamos momentos para estar juntas, como pareja funcionamos muy bien, no hay celos, ella me tiene solo a mí, yo tengo a mi esposo y a ella, le cuento de mis aventuras con él y eso a ella le encanta.


Datos del Relato
  • Categoría: Lésbicos
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