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Los chats entraron en mi vida por pura casualidad, realmente no necesitaba conocer a desconocidos por internet, pero la versión anónima de mi persona hacía que pudiera entablar conversaciones de cualquier índole con todo tipo de gente, sin que mi identidad se viera comprometida. Inhibirme por completo molaba. Hablar de racismo con nazis, dar lecciones de civismo a un machista, debatir de política y por supuesto, desatar todo lo relacionado con el sexo con alguna amiga eventual.
Siempre era el mismo modus operandi, al ser popular en el chat, las chicas me abren privado movidas por su curiosidad, de ahí al Messenger ( en la actualidad, mi historia es real y tiene algún tiempo) en el Messenger, tras un rato de charla, me piden que conectemos la cam. Al principio se muestran nerviosas, dicen piropos inconexos,te cuentan su vida, la mayoría son separadas o entradas en edad (muchas de ellas bastante potentes, gym, silicona, buenorras maduritas), no pasa mucho tiempo hasta que hablan abiertamente de sexo, la mayoría de las veces las noto animadas por una copa de vino o un par de cubatas que se hacen en su habitación. Y luego tantean el terreno para ver como reacciono, siempre con risitas de por medio, me piden entre bromas que les haga un baile sexy, me preguntan que cuanto me mide, que si tengo mucho éxito con las chicas etc. Quieren correrse, así de claro, lo desean. En ocasiones, cuando la cosa ya esta claramente caliente, les enseño el slip recién quitado, bajo la cam y estiro la camiseta para ocultar mi rabo, que por supuesto está erecto. Otra cosa que las vuelve locas es lo bien que me sientan los bóxer cuando estoy empalmado. Una vez babean, ya las tengo a mi merced, locas por acostar al niño de turno y encerrarse en su habitación para pajearse conmigo. Les pido que se pongan lencería y se vistan como una zorra. Que jueguen con aparatitos sexuales y cosas asi. Les doy su recompensa por haber sido obedientes y les dejo ver poco a poco mi polla de 21 cm, acerco la cámara para que la deseen y la acaricio muy despacio, con un poco de aceite corporal, puedo oírlas gemir de placer, penetrarse con un consolador y acabar la faena con un squirt de infarto.
Una de tantas experiencias me pasó en el 2006. Verónica, una de mis aventajadas amigas, me llamó al móvil a las 4 de la madrugada. Yo estaba en el chat de Terra hablando con unos amigos. Si me llama a estas horas es que quiere guerra, pensé. Le pillé la llamada:
Yo: Mira que eres cabrona
Vero: Holaaaaaaaaa loco
Yo: Veroooo jodia son las 4, espero que tu llamada valga la pena jajaja, ¿como estas?
Vero: Llegando a casa nene, tengo una mierda encima que no veas y los tacones en la mano. No veas que movida me ha pasado hoy con bla bla bla bla (lo cierto es que no entendía nada de lo que me contaba, se notaba que iba ciega)
Tras unos 7 minutos de chapa, me preguntó:
Vero: ¿Estás conectado bombón?, que hoy vengo guerrera jajajaja
Yo: Para ti siempre tía, ¿pero como que hoy vienes guerrera, estas calentorra o que?
Vero: Perraca total, necesito ver eso que tienes tan grande.
Yo: Bueno, iba a acostarme, depende de cómo vengas de puta me quedo o no jejeje.
Vero: Ya estoy aquí, dame unos minutos que encienda el ordenador. Corto la mamada%u2026la llamada jajajaja.
Verónica era una chica de 26 años, separada recientemente del padre de su hijo. Trabajaba en una cadena de tiendas de ropa muy popular, y estaba tremendamente buena. Culazo de infarto, pechazos naturales adornados con unos pezones grandes y rosados, tipo galleta maría, bien firmes. Su cara era simplemente espectacular, guapa, ojos marrones, morena de pelo largo y unos labios que pintados de rojo, hacían que te olvidaras de todo. Su maternidad no había hecho mella en su físico. Nos hicimos muy amigos en el chat y cuando intimamos nos contábamos todo. Los juegos sexuales tardaron unas semanas en llegar, pero cuando surgieron, solo tenía leche para ella. El único problema era la distancia, yo vivía en Granada y Vero en Asturias, la tecnología menguo ese problema.
Nada mas verla al conectarme, supe que venia de una noche de desenfrenada marcha. Tenía el cabello despeinado, el rímel corrido y ya no le quedaba pintalabios en su boca. Tras unos minutos de vacile, indirectas y torpe seducción, le pedí que se pusiera de pie, se alejara un poco de la cam y diera una vuelta sobre si misma. Yo ya tenia la polla muy dura y el nerviosismo clásico en estos casos. No cabía duda, Vero había salido a cazar esa noche y no se había comido nada, según me conto, porque una amiga suya se puso mala por la bebida y la acompaño hasta su casa, dejando a un posible ligue en la estacada. Estaba vestida como una autentica zorra. Una gargantilla negra adornaba su cuello, camisa negra lo suficientemente desabotonada como para poder observar ese glorioso canalillo que separaba sus enormes tetas. Pero lo mejor era la minifalda de cuero negro corta, que exaltaba un culo redondito y prieto y que dejaba al descubierto sus piernas adornadas con unas medias de rejilla y unas botas casi hasta las rodillas. Seguía con su juego de seducción, y empezó a contonearse como una stripper mientras reía. Que gran idea.
Le ordene que fuera a maquillarse de nuevo y que no se quitara nada aún. Yo aproveche para ponerme mis boxers blancos, prenda que solía ponerme para el cibersexo.
Cuando ella volvió, con esos labios rojos y esos ojazos recién pintados, le volví a pedir que se alejara un poco. Le pregunte si le gustaría desnudarse lentamente al ritmo de una canción de mi elección. Ella se mordió el labio inferior y me dijo que haría lo que yo le pidiera. Puse un blues, lentito, caliente, y le di la orden de que me hiciera un striptease de inmediato. Comenzo a pasarse la lengua por los labios, muy sugerente para comenzar. Se alejo un poco y movio sus caderas despacio, con sensualidad. Se notaba que ya había jugado antes a esto, sabia hacerlo. Se acarició los pechos, pellizcándose por encima de la prenda. Sin parar de moverse, fue desabotonando suavemente la camisa hasta dejar al descubierto su vientre plano, dejando ver el piercing de su precioso ombligo. Se dio la vuelta bailando y dejo caer con descaro la camisa. Me dejó ver de nuevo las monumentales tetas apretadas por un sujetador de encaje también negro, que me estaban volviendo loco. La cremallera de la pequeña falda de cuero fue deslizándose hacia abajo, de nuevo, mi bombón preferido se giro, bajando la falda y dejando un maravilloso culo en pompa. Era una visión tremenda, verla bailar con ese juego de ropa interior negra, adornado por una gargantilla y rematado con unas botas hasta las rodillas, le daba un aspecto de zorra calentorra que desde luego no me he quitado de la cabeza en años. Deslizo deliciosamente los tirantes de bra, con una mirada y una sonrisa picara opto por darme la espalda, desabrochándose el sujetador y quitándoselo sin mostrar aun nada, lo tiro al suelo no sin antes agitarlo en círculos con su mano. Cuando volvió a darme la cara, quito las manos y me encontré con unas tetas realmente grandes, firmes, con unos pezones duros y erectos. Siguio torturándome con su tanga, con el que jugueteo entre sus dedos hasta que fue deslizándose muy muy despacito hacia sus rodillas primero, y que siguió su camino en dirección a sus tobillos, para desaparecer de una patada al aire. Siguio bailando hasta que acabo el tema.
Me quede en silencio, con el bóxer a punto de reventar. Ella se sentó y puso los pies sobre la mesa del ordenador, abrió el coño, dejando ver perfectamente su humedad al brillo de la lamparita. Se acaricio, primero con un dedo, luego con dos, para terminar metiendo tres que desencadeno un paso de suspiros a gemidos en un breve espacio de tiempo. Me ordeno que me pusiera en pie y me pusiera de perfil. Quería ver lo empalmado que estaba y me insinuó que me palpara por encima del bóxer. Lo hice. Pero no podía más. Me lo baje y le enseñe toda la polla mientras me acariciaba. Soltó un gemido y cerro los ojos mordiéndose el labio inferior, esta vez con fuerza.
Ella se sentó en su sillón giratorio, puso los pies sobre el escritorio y me abrió el coño para que pudiera disfrutarlo en todo su esplendor. La luz de su lámpara hacia que la raja brillara gracias al flujo, estaba cachondísima. Me pido que me masturbara muy despacio, mientras ella fue estimulando su clítoris con los dedos, soltando gemiditos cortos. Sus pezones estaban muy erectos, y le pedí que tirara un hilito de saliva sobre ellos, y luego se los manoseara con la mano que le quedaba libre. Mientras ella lo hacia, empecé a pajearme suavemente para no correrme enseguida. Me dijo que acercara la puntita lo máximo posible a la webcam, mientras ella haría lo propio con la boca, a modo de mamada virtual. Le encanto ver la gotita de lubricante que asomaba por la polla, con lo que aumento su ritmo de excitación, metiéndose tres dedos por el coño, cosa que desemboco en una sonada corrida por parte de ella, que no reprimió en absoluto, gritando de placer.
Tras esto, ella saco un dildo enorme, de los que tienen doble estimulador, con rotor y vibrador incorporados, y comenzó a chuparlo, como si de mi rabo se tratara, deslizándolo poco a poco por su cuerpo y haciendo una sugestiva parada en los pezones, que bordeo despacito para erizarlos. Me dijo que se moría de ganas por correrse conmigo a la vez, mirándonos a los ojos. Me aconsejo que me sentara y me pajeara tranquilo con ella, quería ver mi límite y explotar juntos.
Cuando su juguetito llego al coño, se lo metió de un golpe hasta el fondo, y se masturbo viendo como yo también lo hacía. Era una pasada ver como estaba de empapada, tenia mojadas las piernas y el asiento de cuero. Se convulsionaba y gemía como una perra. Se agarro un pecho con fuerza y estiro su cuerpo totalmente hacía atrás susurrando “me corro, me corro” y “damela, damela ya” … reventamos ambos, yo echando toda la leche sobre la cam y observando su mirada fija en mis ojos. Cuando se saco el consolador, un chorro enorme de flujo le siguió, mojando la totalidad del teclado de su ordenador. Fue un momento en el que llegué incluso a marearme. Respiramos los dos cubiertos de sudor, totalmente desnudos. Nos reímos tímidamente viendo el resultado de nuestra batalla, ella a duras penas podía verme por las manchas de semen de mi cámara. Le mandé unos emoticonos guarros, pero Vero no podía contestarme con su teclado a tener éste un estado lamentable tras su squirt.
Hablamos durante unas horas después, le comente mi fantasía de follar con ella y a una amiga, y le pregunte que opinaba de eso. Me contesto que ya había tendido experiencias sexuales con chicas, cosa que ya me había confesado tiempo atrás, y que a ella le encantaría mientras la otra chavala le gustara. Meses después quedamos para un trío con otra amiga del chat, que nos costó grandes sesiones de nocturnas para convencerla. Vero alquiló una casa rural para tal encuentro, pero eso, amigos, es otra historia que contare próximamente.
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