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Mi aventura veraniega

Estaba de vacaciones en aquella playa del este de España. Había bajado como los otros dos días anteriores a tomar un poco el sol y de paso ver la cantidad de jovencitas en bikini que pululaban por allí. El trozo de playa en el que estaba, era el que usaban la mayoria de las personas que estaban en mi mismo Hotel, por lo que a algunos los conocía de vista.



 



Muy cerca de mi, debajo de una gigantesca sombrilla, estaban una mujer de unos 35 años y su hijo de aproximadamente 13 ó 14 años. Ella estaba sentada en una silla playera y el chico tumbado boca abajo en una toalla. Nunca había pensado que el ver a un muchacho me excitaría, pero el chico me mereció el hecho. Era rubio, con melenita, piel muy blanca, no demasiado alto, y un culito respingón.



 



Tuve que cambiar mi posición para ponerme boca abajo y con la cabeza girada hacía donde se encontraban, para poder seguir viendo sin que se notara el estado de mi pene que había crecido al máximo sin mi consentimiento. En esa posición, a la altura de la del muchacho, nuestras miradas coincidieron varias veces, cada una de las cuales, era aliñada con una preciosa sonrisa. De vez en cuando ponía la cabeza ladeada y apoyada en la toalla, y me dejaba ver su culo que sobresalía por encima de todo su cuerpo.



 



Cuando volví al hotel, no sin antes haber tenido un último cruce de miradas y sonrisas con el muchacho, tuve que masturbarme antes de tomar una ducha. Antes de bajar a comer ya volvía a estar al máximo de tamaño, recordando al efebo. Una vez en el comedor, los busqué con la mirada, pero mi gozo se desvaneció cuando en aquel gran salón, no los encontré.



 



El azar quiso que los clientes que estaban en la mesa de al lado, se levantaron y marcharon, quedando únicamente ese lugar disponible. Tuve la seguridad que era mi día de suerte, cuando los vi llegar cogidos de la mano. Su madre llevaba un ligero vestido, que dejaban transparentar unas braguitas diminutas. Le llegaba a medio muslo y dejaban ver sus hermosas y largas piernas. El muchacho iba con una pequeña camiseta que apenas llegaba al ombligo y unos pantalones cortos ceñidos. Después de ver a la madre, supe de quien había sacado ese maravilloso culo.



 



Nuevamente estaba completamente excitado y más aún cuando ambos me sonrieron con esas sonrisas tan seductoras. Seguro que cuando se creó la palabra belleza, pensaron en ambos. El pelo de ambos, en estos momentos era de un color rubio nórdico, tirando más a blanco que a otra cosa. Al acabar de comer me percaté de que ya habían muchos sitios libres por lo cual no urgía mi marcha del salón. Me entretuve con el café un rato hasta que ellos acabaron con su frugal comida.



 



Haciéndome con todo el valor posible me aproximé a su mesa y les dije que les invitaba a tomar algo, Me hicieron sentar junto a ellos y estuvimos hablando bastante tiempo de cosas sin importancia, notando siempre la mirada del muchacho fija en mí. La mesa era para 4 personas, y su madre estaba sentada justo enfrente de mi, quedando el chico a mi derecha y en uno de esos cruces de mirada, decidí pasar a la acción, y puse mi mano derecha disimuladamente encima del muslo izquierdo del chaval.



 



Me miró con mas intensidad si cabe, y eso me dio alas para continuar mi tocamiento, pasando a tocar por todo su cuerpo que no estaba a la vista. Incluso aprovechando que detrás de él había una pared, acaricié una de sus nalgas. Estaba tan desenfrenado que aprovechando que su madre se había levantado para ir al aseo, le dije en voz baja que deseaba hacerle el amor.



 



El muchacho me dio un beso en los labios y me dijo que él no iba a ningún sitio sin su madre por lo que sería muy difícil. Eso para mi no era una negativa, con lo cual seguí insistiendo hasta que al volver su madre tuve que ceder en mi empeño.



 



Se marcharon ambos a su habitación y yo hice lo mismo, por lo que coincidimos en el ascensor. Ellos iban al mismo piso que yo, pero nos separaban 3 habitaciones por el medio. Me quedé completamente desnudo y me tumbé en la cama, sin dejar de pensar en el chico. Al cabo de media hora aproximadamente llamarón a la puerta. El corazón me dio un vuelco. Me levante, me lié una toalla a la cintura y abrí.



 



Allí estaba el muchacho vestido con un pantalón corto de esos anchos por toda vestimenta. Le hice pasar sin poder controlar mi erección debajo de la toalla y le besé apasionado en la boca. Entonces el me separó y me dijo que su madre nos estaba esperando en su habitación. Aquello me desconcertó por completo,. Ya no sabía exactamente si mis deseos estaban a punto de cumplirse.



 



Me vestí con un pantalón corto sin haberme puesto antes ropa interior y salí de la habitación cogido de la mano del chico. Al llegar a la suya, sacó la tarjeta de su bolsillo y abrió la puerta. Era una habitación más grande que la mía y había un pequeño salón a la entrada. Cuando lo cruzamos y llegamos a la habitación, vi a su madre, completamente desnuda y acostada en la cama.



 



Me dijo un "ven" muy erótico y yo me acerqué a donde estaba ella. Le cogí un pecho, precioso, no muy grande y con un pezón de más de 1 cm. de longitud y me lo llevé a la boca. Ella se retrepaba en la cama con síntomas de placer, mientras mi mano había bajado por su vientre y se había depositado en su sexo abierto ya por sus jugos.



 



Eché una mirada hacía el chico que se había quitado el pantalón y aparecía desnudo con aquel cuerpo blanco, inmaculado. Y mi pene se puso a reventar cosa que noto su madre y lentamente me lo bajo hasta quedar mis 20 cms de pene al aire libre. Yo seguía acariciando el clítoris de la mujer, hasta que decidí bajar mi cabeza entre sus muslos y comencé a comerle el coño con la mayor avidez.



 



En eso estaba, cuando note que mi verga era absorbida por unos labios. Tuve que levantar un poco la cabeza para cerciorarme que era el muchachito quién hacía lo posible por tragarse la mayor cantidad de carne posible. Con mi mano derecha y sin dejar de comerme aquel maravilloso coño perfumado, agarré la cabeza del chico para follarle literalmente la boca. Era sencillamente fabuloso ver como casi todo mi aparato desaparecía en aquello boquita.



 



Nos acomodamos en una posición en la que yo podía seguir comiendo ese manjar, mientras él me seguía devorando a mí y al mismo tiempo su madre, tras coger una pomada de la mesita de noche, untaba y preparaba el ano de su hijo para mi penetración. Ni que decir tiene que ya estaba a punto de reventar, por lo que me incliné hacia delante y saqué lentamente mi polla de su boquita para ver los preparativos que la hacía su madre, mientras yo le acariciaba el clítoris con mis dedos.



 



Enseguida, la madre, que ya tenía introducidos dos dedos en su culito, se quedó tumbada boca arriba en la cama, poniendo a su pequeño en la posición invertida y empezando un 69 frenético. El muchacho le lamía el coño, mientras ella se introducía en la boca el minúsculo pene del chico. En esa posición, me puse detrás de él, abriendo sus nalgss con dos dedos de una mano, mientras con la otra dirigía mi polla directamente a su ano.



 



Apreté fuerte y automáticamente la mitad de mi aparato se adentró entres esas nalgas maravillosas. Al no notar ningún quejido por su parte, empecé a encularlo cada vez con mas fuerza, notando como todavía crecía dentro de su culo. La madre tuvo en esos momentos un orgasmo, arrancado por la boca de su hijo y con eso empecé sentir que el mío estaba a punto de producirse. Lo cogí de las caderas y empecé a bombearlo con todas mis fuerzas y la mujer sin apartar la vista de mi penetración, tuvo un segundo orgasmo, si cabe más intenso que el anterior.



 



En esos momentos y para recrear un poco más la cosa, me dediqué a profundizar al máximo para acto seguido sacarla por completo y ver el boquete que quedaba, parpadeando como si de un ojo se tratara. Lo hice varias veces, logrando con esa visión otro orgasmo de la mujer. Viendo que llegaba al fin, le regalé con una metida impresionante, oyendo claramente el sonido que producía mi enorme pene entrando y saliendo a toda la velocidad.



Cuando noté que ya no había marcha atrás, profundicé hasta el máximo en aquel maravilloso culito, recibiendo como respuesta un grito de dolor, pero que solo le apartó un instante de su comida de coño, y me corrí tan abundantemente que me pareció la corrida mas larga de mi vida. Al mismo tiempo, la mujer tuvo otro intensísimo orgasmo, que ahora podía ver como le quedaban hasta los ojos en blanco y unas convulsiones atacaban su cuerpo. Se la saqué lentamente, recreándome nuevamente en el tremendo agujero y sujetando sus nalgas y abriendolas, podía ver mi propio semen inundando su interior. El muchacho se apartó a un lado, quedando exhausto y abatido en la cama, y pudo ver en la boca de su madre parte del semen que con toda seguridad le había soltado el chico.



 



Después de ducharnos y volver a repetir, sin variar en ningún momento los papeles, me marché a mi habitación, quedando dormido y no me desperté hasta la mañana siguiente, notando el vacio en mi estomago por no haber cenado la noche anterior. Me vestí y antes de bajar a desayunar, me acerqué a la habitación de ellos. Llamé, pero no me contestaron. Bajé a la recepción a preguntar, y me informaron que habían salido temprano, que cogían un avión a primera hora.



 



Me quedé absolutamente abatido, hice mi equipaje y abandoné el hotel y mis vacaciones.


Datos del Relato
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