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Mi Aventura (II)

Hola amigos, debido a la cantidad de e-mails recibidos, los cuales agradezco, me he decidido a continuar mi historia. Espero que no os defraude.



Como ya os comenté Sergio y yo comenzamos una relación preciosa. Durante los primeros días no nos separábamos; nos mandábamos mensajes al móvil todo el rato con las típicas chorraditas de un par de enamorados; cualquier sitio de la casa era bueno para empezar nuestros juegos amorosos que terminaban siempre en el más lujurioso de los sexos, siempre siendo yo la parte más pasiva de la pareja a la hora de hacerlo; vamos, siendo el "putillo" que soy. El caso es que como suele suceder cuando una relación surge por un deseo carnal, cuando esa pasión se acaba el amor se suele ir con ella. Eso nos pasó a Sergio y a mí, con el tiempo cada vez nos distanciábamos más aún viviendo y durmiendo juntos.



Una noche, mientras trabajaba -de camarero como ya os comenté- entró al pub un hombre de los que se te pone todo tieso nada más verlo, ya me entendéis. Se acercó hacia mí y me pidió de una manera muy agradable y con una voz de lo más varonil una copa de ron con naranja. Se la serví al momento, pero mientras se la acercaba mi mano comenzó a temblar víctima del nerviosismo que tenía ante la presencia de tal ejemplar. El caso es que el hombre se dio cuenta, pero una leve sonrisa fue su único gesto. Debido a que el pub no era gay y a la poca atención que aquel hombre manifestaba por mí, pronto perdí las esperanzas de tener algo con semejante macho. Bueno, mientras os cuento ésto y por la emoción de recordarlo se me ha olvidado describirlo: es un hombre maduro, no viejo, alto, moreno, cuerpo atlético y muy cuidadosamente trabajado en el gimnasio, guapo, pelo engominado y vestido con traje de chaqueta y corbata. Es decir, para mí, todo un HOMBRE. El caso es que se tiró toda la noche apoyado en la barra observando al personal que por allí deambulaba; yo creía que estaba esperando para entrarle a alguna jovencita, las cuales con sus minúsculas minifaldas y sus ajustados tops calientan a los hombres como él.



Se hicieron las 3:00 de la madrugada y era la hora de cerrar, pero aquel hombre todavía seguía allí apoyado. Fui a comentarle que hiciera el favor de salir del local porque íbamos a cerrar, cuando me dijo de una manera muy firme y sin vacilar: -Saldré contigo de aquí, ¿ creías que te ibas a escapar?.



Me quedé totalmente parado sin saber qué hacer, cuando él me dijo que me diera prisa y saliera ya de allí. Me dirigí hacia mi jefe para cobrar lo de esa noche y como si de un zombie se tratara seguí a aquel semental, nos metimos en su coche y fuimos hacia el hotel en donde se hospedaba debido a que había llegado a la ciudad por motivos laborales y sólo iba a estar el fin de semana. Subimos a su habitación y nada más entrar me tiró sobre la cama, me incorporé y me senté en el borde. Él estaba de pie delante de mí con su porte de saberse superior en esa situación ante mí. Me cogió por la cabeza con su mano y comenzó a restregarme mi cara contra su pantalón; la pasaba por su bragueta, por sus muslos,... yo en esos momentos no era más que un juguete en sus manos. Mientras hacía esto decía: Qué bien nos los vamos a pasar, ¿eh putilla?. Desde que entré en el pub tu boca y tu culo chorreaban cada vez que me mirabas, ¿ a que sí cariño? y otras cosas por el estilo que no hacía más que calentarme. Acto seguido se desabrochó su bragueta y sacó su miembro; un pene precioso, no excesivamente grande pero de un buen tamaño y grueso muy grueso. Lo restregaba por toda mi cara haciendo en vano mis intentos por alojarlo dentro de mi boca, lo cual le provocaba grandes carcajadas. Por fin conseguí metérmelo y comenzar a chupar aquella maravilla. Le hice una mamada de unos 15 minutos en donde puse en práctica todas mis técnicas para hacer correrse al más duro de los hombres; lo que más le gustó fue cuando me la introducía por completo en mi boca y me la sacaba rápidamente dejando caer los chorretones de baba por mi pecho o quedándose los grandes hilillos de saliva comunicando mi viciosa boca con su majestuosa polla. Esto último fue lo que más cachondo le puso y lo que provocó que se corriera entre grandes suspiros y jadeos, llenándome cara y pecho de su glorioso, espeso y ardiente néctar. Nos terminamos de desnudar y él, abriéndome las piernas, se puso sobre mí. Frotaba continuamente su polla, en ese momento morcillona, contra la mía que estaba a punto de estallar. Echado por completo encima de mí comenzó a mordisquearme la oreja y a susurrarme cosas que me ponían a cien al mismo tiempo que introducía su lengua por mi oído. Esto y el que comenzara a moverse frenéticamente como si estuviera follando a una mujer hizo que me corriera con solo el roce de su cuerpo contra el mío. Os juro que ha sido uno de mis mejores orgasmos. En esos momentos estaba en la gloria; nos besábamos suavemente, nos acariciábamos por todo el cuerpo,...



Encendió un par de cigarros y comenzamos a hablar de nosotros, le conté mi historia y en la situación en la que me encontraba. Él me contó que se llamaba Lluis (aun no sabía su nombre) y que estaba allí sólo el fin de semana, el domingo por la noche debería de volver a Barcelona, que era de donde procedía. También me contó que estaba separado de su mujer desde hacía 4 años y que pronto obtendría el divorcio. Me contó que los motivos de separación fue por el tema del sexo en los que su esposa era muy recatada, así que un día contactó con un chico al cual pudo penetrar anal y oralmente lo cual eran deseos que su mujer no le concedía; yo creo que eran motivos muy banales pero bueno, ese no era mi problema. El caso es que él se había fijado en mí y que a mí me tenía encantado. Después de estar un rato charlando noté como su polla comenzaba a empalmarse de nuevo así que, con una simple mirada de complicidad, bajé hasta aquel maravilloso vergajo y comencé a chupar al mismo tiempo que él iba introduciéndome uno por uno los dedos de su mano. Al poco tiempo su polla estaba durísima y él ya había conseguido meterme toda su mano por mi culo; quedó sorprendido de la facilidad con la que se dilataba mi culo y esto lo calentó mucho. A mí me tenía en la gloria, yo culeaba con fuerza intentando, si por mí fuera, meterme todo ese hermoso brazo; pero él se resistía y retiraba su mano haciéndome sufrir hasta tal punto que comencé a gemir como una autentica hembra en celo reclamando que me rompiese el culo de una vez con su polla. Lluis ante mi ataque de histeria se incorporó y comenzó a azotarme con su palma de la mano mis calientes nalgas mientras me insultaba y me humillaba, cosa que a mí no hacia más que calentarme y sacar más si cabe ese pedazo de puta calienta pollas que en realidad me he convertido. Después de un buen rato azotándome y dejarme el culo al rojo vivo noté como colocaba la punta de su falo en mi culo; acto seguido me agarró del pelo tirando hacia él e introdujo de una su polla hasta que notó el impacto de sus pelotas contra mis doloridas nalgas. Solté un grito bestial que él rápidamente tapó con una de sus manos e introduciéndome uno de sus dedos en forma de chupete. Comenzó un mete y saca rápido y fuerte, en cada embolada creía que me partía en dos, se incorporó sobre mi espalda y la clavó hasta dentro de nuevo haciéndome ver las estrellas, desde esa postura podía arremeter con más fuerzas si cabe. Yo no podía aguantar más, estaba completamente extasiado, mi piel completamente erizada y la mirada perdida, estaba completamente concentrado en lo que sentía: su aliento en mi nuca, su dedo hurgando mi boca, su polla rasgando las paredes de mi culo, y sus pelotas golpeando salvajemente mis encarnadas nalgas. No sé el tiempo que pasé en esa situación pero el orgasmo que tuve, sin llegar a tocar mi pene, aun lo recuerdo mientras escribo estas líneas,... Comencé a soltar chorros de espeso esperma que inundaron la cama al mismo tiempo que debido al orgasmo mi ano comenzó a cerrarse como si quisiera comerse el miembro de mi amante que ante tales convulsiones y movimientos se corrió entre grandes alaridos dentro de mí, inundando todo mi recto, el cual abrasó con su ardiente néctar. Sacó su polla de mi culo y me puse a limpiársela cuidadosamente, recorriendo centímetro a centímetro con mi lengua ese miembro que, aún caliente y enrojecido, me había proporcionado tanto placer.



Volvimos a acostarnos para descansar esta vez yo apoyando mi cabeza sobre su duro pecho mientras él acariciaba mi pelo y me decía, ahora sí, cosas bonitas. En una de esas me comentó la posibilidad de irme a Barcelona con él, yo podía vivir en su piso de soltero que aún poseía con el objetivo de alquilarlo para sacar algún dinero pero que a mí me haría un contrato de arrendamiento especial. El caso es que no lo pensé y acepté. A la mañana siguiente, camino de casa, pensaba la manera en la que iba a decirle a Sergio que lo dejaba; pues aunque nuestra relación no había funcionado nunca podría olvidar lo que hizo por mí. Llamé a la puerta y me abrió con cara de preocupación, me comentó que había estado toda la noche pensando en dónde demonios me había metido. Reuní todo el valor que tenía y fui diciéndoselo todo, punto por punto y bien despacio. Su reacción fue de incredulidad, lo estaba tomando en broma, pero pronto se dio cuenta que iba en serio. Una vez más me demostró lo buen chaval que era y lo aceptó todo, me deseó mucha suerte ya que según él si esos eran mis sentimientos, él no podía hacer nada...


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