Lo conocía desde hace muchos años, de la noche de la ciudad. Pero nunca nos habían presentado. Eso ocurrió exactamente hace un año. Estaba cenando con mis amigas en su restaurante, uno de los más concurridos de la ciudad. El se acerco a la mesa, se sentó a mi lado, y comenzó a hablarme muy cerca de mi oído. Desde ese momento, una conexión inexplicable nació entre nosotros.
Pero yo estaba de novia desde muy pequeña, y eso me impedía concretar lo que mi cuerpo pedía. Porque desde ese día y durante más de seis meses, lo nuestro fue un histeriqueo constante. Cada vez que me saludaba, lo hacía rozándome la boca.
Un día, estamdo en un boliche, el suyo, y sin pedir permiso, me tomó de la mano, y me llevó a un lugar secreto del mismo. Me acariciaba mis muslos, mientras besaba apasionadamente mi cuello, mi boca, mis senos. Yo quería soltarme, me resistía a que aquello ocurriese, pero él era más fuerte que yo. Una parte mía quería zafar. La otra no. Pero pude para a tiempo.
A partir de ese momento, nos encontramos en secreto durante algunas noches, y es mi ardiente amante desde hace un año.