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Sentía la presión de sus muslos sobre mi cara y su respiración muy agitada y entonces emitió un suspiro muy profundo
Este relato comienza una noche de viernes en Madrid, varios compañeros de trabajo nos encontrábamos en un local en una zona cercana. Entre todos, destacaba Sonia; 1.68, morenita, muy bien proporcionada, tenía el pelo recogido en una coleta y llevaba un vestido de algodón, algo suelto, con una falda dos palmos por encima de la rodilla que dejaba ver con claridad sus contorneadas piernas.
La noche transcurría por los cauces habituales, aunque dado que celebrábamos un cumpleaños el alcohol corría a mayor velocidad de lo habitual. A la 1 de la madrugada Sonia nos dijo que necesitaba algo de aire y me ofrecí a acompañarla. Nada más salir se apoyó entre dos coches y vomitó. En esos momentos no estaba especialmente atractiva, pero no podía dejar de mirar sus piernas y el tanga que se intuía bajo su vestido.
Le recomendé que anduviese un poquito y así lo hicimos, durante aproximadamente media hora. Yo la hablaba, pero no parecía enterarse de nada, sin embargo los continuos roces con su cuerpo, dado que ella iba apoyada sobre mí me estaban provocando una tremenda excitación.
Llegamos a un parque y decidimos sentarnos. Se sentó, apoyándose sobre mis piernas y creo que se quedó dormida. No pude por menos que alegrarme dado que hubiera sido difícil disimular mi erección en esos momentos. Pero entonces, un providencial golpe de aire levantó su vestido lo justo para que pudiese ver sus piernas en toda su extensión, justo hasta el elástico de su tanguita. Estiré la mano para devolver el vestido a su posición normal y al hacerlo rocé su piel con las yemas de mis dedos… estaba caliente.
Aparentemente estaba dormida y no puede evitar acariciarla un poco más. Deslicé mi mano desde su rodilla hacia arriba apenas rozándola con las yemas estaba nervioso, pero no podía parar. Mi mano alcanzó el elástico de su tanguita sobre sus caderas y siguiendo el borde alcancé el pequeño triángulo de tela que cubría su sexo.
La miré y continuaba dormida, así que decidí ir más allá y deslicé mis dedos sobre aquel pedacito de tela dibujando una S sobre el tejido, casi sin rozarlo.
Ella suspiró levemente, lo que me excitó aún más así es que comencé a juguetear con mis dedos. De pronto ella abrió los ojos e instintivamente retiré las manos. Ella me miró nerviosa mientras se colocaba el vestido y al hacerlo se le cayó el bolso. Me agaché para recogerlo, apoyándome instintivamente sobre su rodilla y al levantarme pude ver perfectamente aquel triangulito de tela que segundos antes estaba acariciando, me quedé embobado mirando y entonces ella se recostó un poquito y me dijo susurrando… ‘Me gustaría que siguieras’.
Aquello me dejó totalmente helado y tardé algunos segundos en reaccionar. Finalmente me decidí y comencé a besar sus piernas comenzando desde las rodillas, subiendo lentamente, apenas rozando su piel con mis labios deslizaba mi lengua sobre la cara interna de sus muslos, levantando el vestido con mis manos según avanzaba hasta que mi nariz topó con su tanguita.
La miré y puse mi mano sobre el borde, tirando de él hacia arriba, haciendo que presionase su sexo. Ella emitió un leve gemido mientras mi dedo dibujaba el contorno de su sexo sobre el tejido de su tanguita. Puse mis manos sobre sus caderas y bajando, arrastré su tanguita hacia abajo, dejándolo sobre sus rodillas.
Humedecí un poquito mi dedo índice y lo deslicé desde su pubis hacia abajo, jugueteando con el vello, apenas rozando los labios y subiendo muy lentamente, presionándolo con la yema.
Noté como su respiración se aceleraba y unos gemidos muy suaves comenzaron a salir de su boca mientras mi dedo se deslizaba bordeando su clítoris, apenas rozándolo. Suspiró profundamente en el momento en que puse mi dedo sobre él y comencé a masajearlo, haciendo pequeños círculos sobre él presionándolo con la yema muy despacito.
Ella jugueteaba con mi pelo, acariciando mi nuca y con suavidad empujó mi cabeza contra ella. Así que deslicé mi dedo un poquito mas abajo y mi lengua ocupo su lugar, bordeando su clítoris, humedeciéndolo, besándolo…
Mis labios lo envolvieron y comencé a juguetear con él dentro de mi boca, lamiéndolo, presionándolo con mi lengua. Lo succioné con mucha suavidad y ella estiró las piernas cerrándolas un poquito. Sentía la presión de sus muslos sobre mi cara y su respiración muy agitada y entonces emitió un suspiro muy profundo, relajándose al instante, se estaba corriendo.
En ese momento sonó mi móvil. Tratando de tranquilizarme, lo cogí y respondí, nuestros compañeros nos buscaban así que tuvimos que interrumpir nuestro encuentro. Nos levantamos y nos dirigimos hacia el local. Ella no hizo ningún comentario aquella noche. Pero el futuro me depararía una agradable sorpresa.
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