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Ella era de piel blanca, ojos claros, cabello castaño claro, lacio, poco más debajo de los hombros, con una bella cara, senos de pezones sonrosados y redonditos, con cintura y grandes caderas, hermosas piernas.
Era un bombón, alegre, bailadora, sexy y muy caliente.
Nos contábamos todas nuestras aventuras sexuales, no había secretos entre nosotras, ni nuestros cuerpos.
Me quedaba a dormir en su casa y ella en la mía, nos bañábamos juntas, dormíamos juntas, al hablar de nuestras fantasías, nos masturbábamos una frente a la otra.
Yo me llamo Laura.
Soy una chica delgada, con el cabello ondulado un poco debajo de los hombros.
Mis nalgas empezaban a ser redondas dando a mi cuerpo, forma de violín, de piel morena, alegre al igual que Rebeca.
Pero debo admitirlo, ella tenía mucho más éxito con los hombres que yo.
Un sábado estaba en la habitación de Rebe y hablábamos de varios temas del instituto, y como a eso de las diez de la noche, nos fuimos a bañar juntas.
Al terminar salimos del baño envueltas en unas toallas mullidas y dulces, de esas que huelen a suavizante al ponértelas.
Entramos en su habitación…
Dejando las huellas de nuestros pies mojados sobre el parquet del suelo y continuamos con nuestra charla de chicos.
Rebeca se quitó la toalla y se acostó en la cama.
Yo me quede sentada en la orilla, empezamos a fantasear, ya calientes, y nos empezamos a masturbar.
Las dos teníamos un par de dedos en nuestros respectivos clítoris, dándonos círculos con fuerza.
Yo llegué enseguida, y ella seguía frotando como loca sus labios, empezó a desesperarse, no podía llegar, no se corría.
Sus piernas abiertas me dejaban ver su vagina rosadita bien húmeda, la desesperación de Rebe por no llegar me ponía nerviosa.
Sin pensarlo, me abalance sobre su vagina para lamérsela
Por un segundo sentí su rechazo, pero mi lengua sobre su clítoris la convenció, mis brazos pasaron por debajo del arco de sus piernas.
Con la derecha le separaba los labios de su vagina y mi lengua jugaba con su clítoris, con la otra acariciaba sus pechos.
Pronto llego, la mataba el placer, ella arqueó su cuerpo levantando sus caderas. Me apresure a succionar sus jugos, bajó su cadera y aflojó su cuerpo, su respiración agitada iba disminuyendo…
Cuando tomó aliento me dijo.
– ¿Qué me hiciste cochina?
– Yo… solo te ayude a llegar…
-Me angustié ver que no lo lograbas…
– Le dije nerviosa temiendo su rechazo.
– ¡Fue un orgasmo divino! – dijo sonriendo.
Nos reímos y me recosté al lado de ella, volteo a verme sonriendo me dijo.
– Tienes toda la cara mojada.
– De tus jugos… – dije sonriendo – te corriste a chorros.
– ¿Y cómo saben mi vagina?
– ¡Rica!, me gustó su sabor.
Acercó su cara a la mía.
Me lamió la mejilla, para probar su propio sabor.
Yo no me moví, su lengua recorría mi cara, hasta que llegó a mis labios, rozando su lengua por mi boca. Mis labios se abrieron y su lengua entro a buscar la mía, fundiéndonos en un beso extraño para ambas.
Ya que nunca nos habíamos besado
Así, ni a ninguna otra mujer, era nuestra primera experiencia lésbica para ambas, su mano me acarició mi seno, el beso continuaba, tierno, dulce, rico, apasionado, caliente.
Ella continuó besándome el cuello.
Hasta llegar a mis pechos, que lamió, chupo, besó, succionó de forma maravillosa, yo gemía de placer, pues también su mano ya acariciaba mi clítoris.
Siguió bajando con sus besos y se detuvo en mi ombligo, el cual fue un preámbulo de lo que me iba a hacer.
Su lengua hacia movimientos circulares alrededor de él, mordía con sus labios y metía su lengua como si tratara de hacerlo más profundo.
Su lengua recorrió sin separarse de mi cuerpo hasta llegar a mi clítoris y comenzar a comérmelo de una forma maravillosa.
Mis gemidos eran casi gritos de placer que iban en aumento. Ella, más centrada en la realidad, me puso su vagina en mi boca para ahogar mis gritos de placer.
Mi primer 69 fue con una mujer, nunca lo había pensado así pero fue fantástico.
Mi cuerpo se empezó a convulsionar con un orgasmo intenso, rico, que me dejo sin fuerzas, sobre la cama, ella se recostó junto a mí, nuestra respiración era agitada.
Me miro y nos dimos un beso tierno en los labios, nos abrazamos y nos quedamos dormidas.
Así fue nuestra primera experiencia lésbica
Lo fue para ambas y así nuestra amistad se unió más aún, fueron muchas noches más de pasión y amor entre nosotras, esto fue solo el inicio.
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