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Categoría: Infidelidad

MI AMIGA MÓNICA

Mónica es una chica preciosa, morena, menuda y de labios gruesos y pechos talla 90, muy agradable y divertida... en fin una monada de mujer y, sobre todo, una increíble amiga. Desde hacía mucho tiempo Mónica me gustaba muchísimo y aprovechaba cualquier momento para quedarme a solas con ella y derivar nuestras conversaciones hacia el sexo. Ella participaba aparentemente de mis gustos y deseos sexuales pero creo que nunca se imaginó que yo pudiera estar pensando en mantener relaciones con ella. Como no podía ser de otro modo, Mónica tenía novio formal y con ambos coincidíamos a menudo mi esposa y yo en las largas noches de verano de terraza en terraza y de discoteca en discoteca. Me encantaba bailar con Mónica porque Pablo era de esa especie de muermos masculinos a los que bailar se les hace casi imposible y se pasan las veladas pegados a la pared o a la barra del bar. Mientras bailábamos aprovechaba para tocarla “casualmente” en su lindo trasero respingón y me excitaba tanto ver como se movían sus tetas danzando con sus movimientos que acababa llevándome a Mabel a los baños para follármela con urgencia y desahogar mi calentura. Mabel se daba cuenta de mi interés por Mónica pero le daba morbo que me calentara con otra y follara con ella. Un buen día decidí arriesgarme y aprovechando que Pablo estaba fuera de Coruña en viaje de negocios y Mabel con su madre que estaba enferma, llamé por teléfono a Mónica y la invité a salir, ella aceptó complacida y quedamos para las 10 en un Púb. de Monte Alto
Pasaban de las 10 y media cuando llegó. Estaba esplendida, más guapa que nunca, llevaba un vestidito blanco muy ajustado que resaltaban sus tetitas y por supuesto lo que más me gustaba era ese estupendo culito. Estuvimos hablando muchísimo tiempo hasta que decidimos irnos a bailar a la disco de un amigo común en la Playa de Santa Cristina y allí Mónica se desmelenó y bailó todo lo que no podía hacer cuando estaba Pablo. Nos lo estábamos pasando genial, y nuestro amigo atendiendo a una indicación mía puso una serie de canciones para bailar agarrados y yo no lo dudé, la agarré por la cintura y comenzamos a bailar, estábamos siempre lo más pegados posible, yo no resistía mi erección y ella parecía que se reía de mí, ya que mientras más la notaba más se arrimaba, no aguanté más, no lo soportaba, así que salí con ella y nos fuimos a la playa, le dije lo mucho que la deseaba, que me encantaba su cuerpo, que deseaba comerme su boca, hacer el amor con ella hasta la extenuación, y Mónica, por toda respuesta me besó mientras yo acariciaba su espalda, nuestras lenguas se arremolinaban con ansía contenida y mi mano derecha se lanzó hacía su pecho izquierdo amasándolo y acariciándole el pezón que estaba absolutamente erecto . Yo estaba muy excitado y allí no podíamos hacer nada ya que había mucha gente en la zona así que nos fuimos hasta mi apartamento ya que Mabel estaría ausente hasta el día siguiente. Entramos en la habitación y la besé en los labios, sentía nuestras lenguas calientes juntándose, era el mejor momento de mi vida, mi sueño se había cumplido, y tenía que aprovecharlo, así que sin pensarlo comencé a manosear con firmeza sus nalgas, sobrepasando un dedo de mi mano derecha por su raja, su vestidito cada vez se hacía más corto, y le empecé a acariciar sus muslos, su aliento era muy caliente y ya comenzaba a susurrar, no estaba acostumbrada al manoseo, ya que Pablo parecía “ir al grano” así que traté de que notará la diferencia, acaricié su espalda con ternura y recorriendo su cuello con mis labios conseguí desabrocharle su vestido, Mónica parecía estar asustada por encontrarse en ropa interior ante mí, yo no dudé y le desabroché su sujetador en un segundo, ella ahora parecía incómoda y avergonzada, el rubor inundaba sus mejillas y eso me excitó todavía más, la acosté en la cama, le quité sus sandalias y comencé a besarle y chuparle los dedos de los pies con mucha calma, quería relajarla, que disfrutara como nunca lo había hecho, hacerla mía pero que nunca olvidará como había disfrutado conmigo ya que tengo claro que este es el mejor método para repetir con una mujer. Mónica ya estaba casi desnuda pues solo llevaba un tanguita color visón.
Mi boca lamía sus dedos sus talones, sus piernas, sus muslos, la estaba volviendo loca, la ansiedad la estaba poniendo nerviosa así que me recosté a su lado y la besé de nuevo, acariciando su melena y decidí cambiarla de posición. La giré , , su cuello, sus hombros, hundí mi lengua en su oreja, le susurré varias veces te deseo, bajé besando su espalda y por fin le despojé de su tanga. El corazón me latía rapidísimo al ver su precioso culito, era muy bello y lo acaricié durante un montón de tiempo, era increíble, con dulzura lo chupeteé y lo besé completamente todo, abrí sus nalgas y viendo ese anito tan pequeño y arrugado metí mi lengua, me la follé con la boca, ella suspiraba con fuerza, se inclinaba mucho para notar todavía más mi lengua pero sin saber porqué se apartó y comenzó a desnudarme, yo le ayudé y bajé la bragueta de mis pantalones, mi polla saltó como un resorte y ella sin dudarlo se la metió en la boca suavemente, succionándolo al completó, me besaba los testículos, los recorría con su lengua, me masturbaba con mucha suavidad rodeando los bordes de mi glande con su lengua, parecía encantarle y disfrutar con el, jugaba con mi polla como una niña pequeña, yo no soportaba tanto placer y me iba a correr en sus labios, pero ella debió darse cuenta y se detuvo, vino a besarme y agarrando mi polla con sus dos manos la frotó contra sus muslos llevándola hacía su húmedo coñito, quería follarme, pero no se lo permití, así que la recosté en la cama y comencé a besarle sus muslos, subiendo hasta su coño .
Introduje mi lengua dentro de él y comencé a jugar con su clítoris, ella se volvía loca, notaba como con sus manos me tiraba del pelo hasta que se produjo un grito de placer y sus brazos quedaron totalmente inertes, en ese momento decidí follármela y la embestí lo más hondo posible, ella chilló y chilló pero no resistía pedirme más, era increíble esa sensación, sus gritos se transformaban en gemidos y el dolor ahora era placer. Podía hacer con Mónica lo que quisiera, ella estaba completamente entregada a mí, y así lo hice, la puse como siempre había soñado, a cuatro patas, parecía una modelo, estaba buenísima, la agarré por la cintura para que no se moviera y se la metí hasta adentro, volvía gritar, no tenía fuerza, quedó rendida para mí, y follándomela como se merecía azotaba sus nalgas con mucha rapidez hasta que le dejé marcada mi mano, era la postura que más me gustaba y con la visión de su espalda y esa cinturita arqueada entregada a mí comencé a rozar mi miembro entre sus redondas nalgas, verlo me excitaba tanto que mi vista casi se nublaba, palpando su culo pequeño e inmaculado. La balanceaba y negaba a su vista sus delicias, con delicadeza la incliné todavía un poco más, quedando a mi vista su pequeño agujerito, era minúsculo, casi del color de su piel bronceada, solo apenas mas claro, rosado, supe que le haría daño, mi tamaño era demasiado para esa delicadeza, así que nuevamente lubriqué mi miembro en su empapado coñito, y decidí ir a por todas, así que abrí sus nalgas con mis dos manos y escuché como me decía que no quería por detrás, se la intenté arrastrar sin contemplaciones, pero su rugoso agujerito no aceptaba el diámetro de mi glande, así que la tomé por sus brazos, los crucé en su espalda, y con mi mano izquierda los sujete contra su cintura presionando hacia abajo, inmovilizándola momentáneamente, con mi mano derecha sujeté mi erecta polla y la clavé despacito, soltó un grito enorme, pero yo no cedí, poco a poco, la fui metiendo a trocitos parándome a intervalos para que se fuera dilatando y acoplando su lindo agujerito. Por fin, mientras le acariciaba la espalda para que se calmara, se la incrusté completamente toda. Mónica se quedó muda, no decía ni hacía nada con aquella polla congestionada dentro de pequeño su ano. Me asusté un poco pero un segundo después, ella misma comenzó a moverse despacito adelante y atrás mientras sus gemidos de dolor continuaban pero se iban trasformando en apagados sonidos de placer. Yo no lo dudé, comencé a bombearla primero suavemente y luego cada vez con mayor intensidad mientras le decía frases soeces “ Toma putita, toma todo lo que querías, toma cerda, cómete toda la polla que te está rompiendo tu culo de puta”. Mónica se calentaba con estas frases y cada vez yo la follaba con más velocidad y sus ahogados lamentos se convirtieron en gemidos de placer mezclados con el dolor que le estaba produciendo.
Sabía que esta era la mejor forma de poseerla y me encantaba la sensación de su esfínter apretando mi verga, la estuve embistiendo durante bastante tiempo, hasta que decidí sacársela, cosa que le relajó bastante, pero casi al instante empuje nuevamente invadiendo su interior, era increíblemente estrecho , increíblemente calido, increíblemente placentero, nuevamente grito, la estaba deshaciendo, no podía aguantar más y me corrí dentro de su tan deseado trasero. Ahora si gritó, empujaba hacia atrás y parecía gustarle más que a mí ya que ella era la que ahora se follaba mi polla mientras se masturbaba con la mano derecha su clítoris en esa posición de cuatro patas, le invadí con mi leche todo su ensanchado agujerito y giro para volvérmela a comer, se la tragaba toda, lamía mis huevos, rodeaba los bordes de mi endurecido rabo y parecía una fiera apretándome las nalgas, y la iba a seguir follando, me acosté en la cama boca arriba y posé su espalda sobre mi pecho, ella giraba al máximo su cabeza para besarme y así lo hicimos durante bastante rato hasta que se me escapó la verga y la rocé contra su raja, ella apoyó sus pies en mis muslos y arqueó la cintura para que le volviera a dar por detrás, cosa que hice al instante y viole a su culo ahora con violencia y parsimonia, disfrutando del placer que me proporcionaba ese anito, Mónica solo disfrutaba y me pedía más y más, suplicándome que no parara, así que sin sacar la polla de su culito la giré y mientras ella sujetaba el muslo de su pierna elevada yo la masturbaba y se la metía sin piedad hasta que volvimos a corrernos.
No acabó todo ahí y cuando la encontré completamente rendida y sin fuerzas me levanté de la cama, posé sus tobillos sobre mis hombros y me la seguí follando, podía ver su cara de placer, me inclinaba un poco y se la metía completamente, así estuvimos mucho tiempo, hasta que me agoté. Decidimos dormirnos y tuve fuerzas y sobretodo muchísimas ganas de volvérmela a follar y lo hice de la forma más clásica, ella abrió su piernas y yo la penetré hasta que nos quedamos dormidos. A la mañana siguiente me desperté y Mónica ya tenía el almuerzo preparado, vestía una camiseta de las mías que le quedaba muy provocativa y antes de que le pudiera decir nada se tiró encima de mí, me besó y me hizo una mamada que nunca podré olvidar, así estuvimos follando hasta mediodía.
Excuso decirte que desde entonces Mónica aprovecha cualquiera ocasión para follar conmigo.......

Carlos Traste
Datos del Relato
  • Autor: Siol Anep
  • Código: 11570
  • Fecha: 04-11-2004
  • Categoría: Infidelidad
  • Media: 6.18
  • Votos: 79
  • Envios: 3
  • Lecturas: 3143
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