Espero que no me hayan extrañado mucho.
Ahora quiero contarles algo que me pasó hace como dos semanas.
Hice un amiga por Internet. ¡Pero qué amiga! En su foto estaba vestida como toda una zorra, con jeans muy ajustados, un atrevido y sexy escote y bastante maquillada.
Decidimos encontrarnos un día en un café, dizque para charlar sobre nosotros. Eso pasó, pero poco a poco fue subiendo la tensión.
- Sabes qué - me dijo -, como que estoy aburrida.
- ¿Aburrida?
- Me la paso en casa todo el día - me explicó -. Mis padres están todo el día afuera, mis hermanos viven en E.U.A, no tengo familiares cercanos. Sólo tengo mis libros y mis revistas.
Levanté una ceja, dándole a entender que estaba convencido de que no era una santa.
- Sí, revistas porno - admitió.
- Veo que te gustan mucho esas cosas - le dije.
- ¿Quieres verlas?
Al principio mi connotación fue equivocada.
- Las revistas - aclaró.
- Sí, está bien.
Tardamos una hora en llegar a su casa. Cuando entramos, ella me llevó casi a jalones a su habitación y cerró con llave. Se fue y llegó con una gran montaña de revistas porno.
Me pasé hojeándolas por una hora entera, hasta que dieron las seis de la tarde. No me había dado cuenta que mi amiga había aparecido al lado mío, justo como estaba vestida en la foto del portal social.
Me excité inmediatamente, tenía ganas de pajearme, pero no sabía si lo hacía o no, por lo que nada más me conforme con tocar mi verga de vez en vez.
Dieron las siete cuando terminé de hacerme el tonto. Mi amiga empezó a acariciar mi pecho y llegó a besarme.
Completamente vencido, nos entregamos a la pasión. Primero hubo solamente caricias y besos apasionados, en el cuello, en la frente, en los labios.
Su mano agarró mi verga. Yo me bajé los pantalones y la obligué a mamármela con euforia.
Yo casi gemía de placer porque nadie antes me la había mamado tan bien. Yo no hacía más que hacerle nudos en su cabello para matar mi ansiedad.
Dieron las ocho de la noche y ella ya había acabado de mamármela.
Se puso de rodillas y se quitó los jeans, y me suplicó que la "perforara".
Cuando mi verga entró en su coño, ella no podía hacer más que gemir de placer.
- Me gusta, me gusta. Ohh, me encanta - decía -. Más. mas. más adentro.
Yo le obedecía, al fin y al cabo, no tenía problemas.
Cogimos en esa única posición, mientras yo jugaba con sus tetas enormes que tiene. Al mismo tiempo, nos volvíamos a besar y a demostrar amor.
A las nueve, ella cayó de rodillas y yo le eché toda mi corrida en su jeta, que era mucha.
Ella se limpió la cara y se fue a bañar.
Yo me quedé allí hasta el día siguiente. Al momento de despedirme, volvimos a besarnos, con mucha pasión.
Me retiro.