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Categoría: Infidelidad

Mi amiga de juventud 2

Yo tenía 28 años, Esmeralda 26, después de cuatro años y medio de no vernos con Ella, tiempo en el cual ella se casó, y afortudamente su padre me invitó a una reunión, y fué donde se dió la oportunidad de hacer realidad mi deseo de poseerla, más bién ella me poseyó, y de´allí en adelante ya teníamos como cinco o séis citas que la pasábamos a lo grande. Una tarde me llamó para que nos reunieramos en la casa de sus padres, y que luego nos fuéramos a otro lugar. Llegué aproximadamente a las tres de la tarde, ella aún no había llegado, atendiéndome su mamá, en la plática ella me dijo que cuando había tocado la puerta de la habitación el día de la reunión pensó que Esmeralda estaba con su marido, por los gritos y gemidos de placer sexual de su hija, y que su sorpresa había sido enorme cuando se enteró que estaba conmigo. Luego continuó diciendome, que no se explicaba como nosotros no habíamos hecho pareja, remomerandola tarde cuando su hija tenía trece años y me conoció, diciendome que vió como su ojitos de niña no se apartaban de mi, cuando se pasaba suspirando con tan sólo escuchar mi nombre. Nunca se le olvidará el dia que llegó echa un demonio, contándole que su compañera Thelma, era mi novia, o la noche que se la pasó entera llorando de la rabia, de que Haydeé su compañera que me había presentado, ya era mi novia. Pero lo inexplicable era que con el tiempo, salíamos a menudo, al cine, conciertos, discotecas, a comer etc. y que incluso el día que la invité a una boda,(relato de la primera parte de esta historia),iba radiante, hermosa, y que desde ese día nunca quiso saber de mí, y terminó preguntandome que había pasado esa noche, a lo que le respondí que esa era mi pregunta del millón. Luego hizo una confesión muy grave, el esposo de Esmeralda había ido a buscarla dos veces a su casa, ya que según Esmeralda salía para allá, y como no la encontró, tenía la sospecha de la infidelidad, y por lo tanto no se descartaba la posibilidad de que la vigilara.

Unos diez minutos después llegó Esmeralda, doña Silvia, apenada por lo de la sospecha del marido, no quería que salieramos juntos de la casa, por lo que ella nos dijo que la esperaramos en casa, que ella saldría a hacer unos mandados, nos dejó sólos y nos fuimos a una habitación, yo sabía que era la última vez que estaría con ella, y quería hacerla inolvidable, como la primera, besandonos por todo el cuerpo, y acariciandonos sutilmente, estábamos desnudos completamente, besaba sus deliciosos pechos blancos de hermosos pezones color rosa, su vientre se enchinaba bajo mi lengua, y su deliciosa vagina de olor especial, me tenía loco. besaba sus hermosa piernas torneadas y largas, su clítoris firme en mis labios y sus movimientos de cadera cada vez eran más intensos, chupaba mi glande, y lamía el largo del tronco, me decía que era una verga hermosa, que se sentía llena de carne cuando la tenía metida, y que diera por tener en su casa siquiera la mitad de lo que yo le daba, que a veces le dolía pero que la gozaba como loca, que extrañaba mis chorros de leche, la penetré suavemente, sentía la calidéz de su vagina húmeda y estrecha, la sentí correrse dos ó tres veces antes de llenarla de leche, fatigados nos quedamos dormidos, no se cuanto tiempo, hasta que nos sentimos sacudidos en la cama, era doña Silvia, que le pedía a Esmeralda salir inmediatamente de la habitación, que su marido estaba en la calle, y como dijo ella era capáz de todo, hasta de buscar en las habitaciones, le pidió que cuando tocara a la puert6a le abriera y se lo llevara, y por las dudas se sacó la ropa y se metió a la cama conmigo. Oímos cuando Esmeralda le abrió, se hablaron fuerte, y fué cuando Esmeralda le dijo que se fueran a casa que su madre estaba enferma, que por eso había ido a verla, pero que no quería que ella escuchara discusiones, y se marcharon. Doña Silvia estaba en ropa interior,a sus 54 años era muy guapa y de buén cuerpo, mi pene se fué hacia arriba inmediatamente, me sentí muy incómodo, y le dije que me ducharía y me iría, pero era lógico ella tenía que ver mi desnudéz, y por lo tanto la erección completa, se le abrieron los ojos y me dice que bárbaro, que tremenda pija tenés, con razón mi hija sólo piensa en tenerla adentro y gozarla, me tomó la verga con una mano, se la llevó a la boca y le dió unos cuantos chupones y me dice, cuando ya estén más alejados el uno del otro, vas a tener que dármela a probar. (Ojala un día hiciera lo mismo la princesa del lirio)
Datos del Relato
  • Categoría: Infidelidad
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