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¿Mi alumno, mi sobrino, o mi amante? (1)

Hola, mi nombre es Letty, soy maestra, y este es mi primer relato, y lo que aquí les contaré, es 100% real, y me sucedió hace 1 año, espero que les agrade.



Tengo 43 años, soy de tez morena clara, mido 1.65, mi cabello es largo hasta la cintura, de color negro, y chino, soy delgada, y de piernas bien torneadas gracias a que bailo mucho, hago ejercicio, y me gusta correr en las mañanas, mis ojos son pequeños, y de color café, tengo una boca chica, pero de labios carnosos, en fin, mi cara es muy común, y a pesar de la edad que tengo, varios dicen que aparento menos edad... Mis medidas son 85 – 60 – 98, como pueden darse cuenta, no tengo mucho pecho, pero el que tengo es suficiente, y además, soy algo caderona, y por lo tanto, tengo un buen trasero que mantengo firme y en su lugar gracias al ejercicio, y me gusta lucirlo con pantalones entallados.



Pues bien, como ya les dije, esto me sucedió hace exactamente 1 año, y aunque a pasado todo este tiempo, lo recuerdo como si hubiera sucedido apenas ayer, y no creo, ni quiero,  olvidarla nunca, ya que fue una experiencia maravillosa que me marco para siempre, y ni antes, ni después, me volví a sentir como en aquella ocasión, ese día conocí por fin el verdadero placer, ese día, después de mucho tiempo, me volví a sentir una mujer completa, ¿y con quien fue que conocí tanto placer como para sentirme de esa manera?, pues fue con un alumno de la escuela en la que impartía clases, y ese chico, desde que llegue a dicho lugar, el me adopto como tía, y yo, naturalmente, lo adopte como mi sobrino.



Era Viernes, ya fin de semana, y los dos ese día habíamos llegado temprano, por lo general los viernes la hora de entrada tanto para maestros como para alumnos era a las 9:00 A.M, pero por alguna razón él y yo llegamos antes de 8:00, por tal motivo, los dos nos encontrábamos solos en la escuela, yo ese día por el calor decidí ponerme una playera de tirantes delgados, y de color rosa, ya que ese es mi color favorito, también unos jeans bien pegados a mi cuerpo, marcando mis piernas, y mi trasero, y unas zapatillas de tacón alto, y de color negro, al ser de tirantes mi playera, se podía notar que mi brasier era del mismo color que la playera.



Como habíamos llegado antes de 8:00, y en toda la escuela solo estábamos los dos, nos dirigimos al salón en el que nos reunimos todos los maestros para desayunar, para juntas, y que funge de nuestras oficinas, entramos, yo serré la puerta , y mientras el se fue directamente a una de las computadoras, yo me fui a poner la cafetera, y desde allí le pregunté, -¿vas a querer café Quique?-, por cierto, su nombre es Enrique, -si, por favor-, me contestó, mientras encendía la máquina, y con paso lento, me dirigí hacia donde el estaba, pero solo porque por donde el se había colocado a la computadora, estaba la mesa que me servía de escritorio, sin saber que esa mañana, no tendría papeles encima de ella, si no que seria mi cuerpo lo que estaría en ella, me senté en mi silla, y comencé a ordenarla, colocando los libros en su respectivo lugar, y después, saqué mi agenda de mi mochila.



Después de algunos segundos de silencio le pregunté, -¿Cómo has estado Quique?-, y el me contestó, -bien, bien, ¿y usted tía, cómo está?-,y sin dejar de escribir en mi agenda, le contesté,  -bien Quique-, el agregó, -no fue una pregunta, fue una afirmación de cómo está-, lo que me dijo, me hizo sonrojar, y con una sonrisa que claro, el no podía ver, le dije, -gracias niño, eres un patán, pero cada vez que me dices eso, me subes  la moral-, claro, el término patán, se lo decía a el solo de cariño, ya que siempre me decía cosas que me hacían ponerme roja; y con una voz al parecer inocente me dijo, -¿Por qué patán?, yo solo digo lo que siento-, y diciendo esto se levantó de la computadora, se acercó a mi, se agachó, y con sus brazos rodeó mi cintura desde la parte de atrás, acercó su cara a mi cuello, y casi en un susurro me dijo, -yo solo digo la verdad, hablando vulgarmente, está usted bien buena, y todavía levanta muchas cosas-, solo me reí, y le dije, -hay chamaco, como eres-, y lo abracé.



Con una de mis manos le acaricié el cabello, y recargando mi cabeza en la de el le dije, -te quiero mucho-, y sin dejar de abrazarme me respondió, -yo también tía-, y se produjo un silencio que duró algunos segundos, de repente, me vi sorprendida por un beso que el me planto en el cuello, lo cual hizo que me recorriera un escalofrío por todo el cuerpo, -no hagas eso Quique-, le dije al tiempo que quité mi cabeza, -¿Por qué?-, me dijo con el mismo tono de voz que había estado usando, -por que…- no termine de decir algo, cuando me plantó otro beso en el cuello, pero esta ves más largo y húmedo, -¿Quique!, te dije que no lo hagas-, le recriminé, y sin dejar su tono de voz, solo que un poco altanero me dijo, -deme una razón para no hacerlo-.



Mientras llenaba mi cuello de besos, sentí como sus manos empezaron a acariciarme el vientre por encima de mi playera, y con sus besos bajó hasta mi hombro, y luego volvió a subir hasta mi oreja, en donde al sentirlo, me recorrió otro escalofrío por el cuerpo, intenté zafarme, pero el me tenia bien sujeta con su abrazo en la silla, y no me podía mover tan fácilmente, -Quique, no lo hagas-, le repetí, pero mi voz ya no era de mando, mi voz ya era un poco más suave y con tintes de excitación, más atrevidamente subió más sus manos, y empezó a tocar mis tetas, sin dejar de besarme el cuello, las comenzó a sobar, esta acción junto con los besos había provocado que mis pezones se levantaran, y yo lo único que pude hacer fue poner mis manos encima de las suyas, y al dejarlas estáticas sobre mis tetas, sabia que el se daría cuenta de mi estado, pero necesitaba parar sus movimientos, porque ya empezaba a excitarme.



-Quique, por favor, quita tus manos de ahí-, le dije, casi en un susurro, -¿Por qué, que no le está gustando?-, me respondió en el mismo tono de voz, -ese es el problema-, fue lo único que le pude decir, ya que era cierto, me estaba gustando lo que sus manos me estaban haciendo,  y siguió masajeándome las tetas, mi respiración se había hecho más pesada y acelerada, y una de sus manos empezó a bajar por mi vientre, hasta llegar a la orilla de mi pantalón, -¡no Quique!-,  le dije asustada, pero no hizo caso, y la bajó hasta llegar a mi vagina, y me acarició por encima del pantalón, no sé si consiente o inconscientemente al sentir esto, abrí ligeramente las piernas, y poco a poco empezó a bajar el cierre, -Quique, detente por favor antes de que…- , empecé a decirle, pero ,me interrumpió diciéndome al oído, -¿antes de que?, ¿antes de que se deje llevar por la excitación que está sintiendo?-, -si, por eso, por favor detente-, le dije casi suplicándole, pero el no me hizo caso, y metió su mano a mi pantalón acariciando mejor mi vagina, y sabía que se daría cuenta de que todo esto me estaba haciendo excitar.



-Por favor ya Quique-, siguió tocando, y en ese preciso momento supe que ya se había dado cuenta de que traía puesto una tanguita, en eso nos interrumpieron al tocar a la puerta del salón, y de inmediato se detuvo, me paré rápidamente, me subí el sierre, y me dirigí a abrirla, al abrirla una mujer bajita y regordeta me dijo, -¿todavía no llega la profesora Verónica?-, y con la respiración aún alterada por lo que acababa de suceder contesté, -no, llega más o menos como a las 9:00, ¿quiere que le diga algo?-, -si, por favor dígale que se le solicita en dirección urgentemente-, me dijo con una sonrisita, -claro que sí, yo le digo-, serré la puerta, y fui a quitar la cafetera, mientras me dirigía a donde estaba, alcance a ver de reojo que el se había dado la vuelta de nuevo a la computadora.



Me quedé unos 5 minutos  frente a la cafetera, meditando sobre lo que acababa de acaecer unos minutos atrás, y después de ese tiempo, regresé a mi mesa, decidida a ponerle un freno, y al llegar a donde el estaba, me quedé de pie de tras de él, coloque mis manos en sus hombros, y le dije con mi voz normal, -sobrino, te pido por favor, que lo que acabas de hacer, no lo vuelvas a repetir-, el se levantó de la silla, y se acercó a mi diciéndome con una picara sonrisa, -¿Por qué tía?, ¿a caso no le gustó lo que le hice sentir?-, se acercó más a mi, y con una voz muy bajita le dije, -sí, me a gustado, y ese es el problema, yo ya te dije que no, que yo soy muy grande para ti, y eso no puede ser-, -¿y eso qué?, dicen que para el amor no hay edad, y para el sexo tampoco, ¿así que cual es el problema?-, y al terminar de decirme eso, me tomó de la cintura, pegando mi cuerpo al suyo, y haciéndome sentir su paquete, que debajo del pantalón se notaba que estaba bien duro.



-¡Quique!-, exclamé mientras sus manos masajeaban mis nalgas, y mientras su boca se volvía a apoderar de mi cuello, -por favor detente-, le dije casi en un susurro, pero el siguió besándome en ese lugar, bajando lentamente, hasta llegar al comienzo de mis tetas, y a la orilla de la playera de tirantes, -Quique, por favor ya te dije que te detengas-, le dije con mi voz un poco ahogada por lo que el me estaba haciendo sentir, y sus manos no dejaban de agarrar mi trasero.



Poco a poco una de sus manos rodearon mis caderas, buscó el botón del pantalón, bajó la cremallera, y metió su mano, -Ho por dios, Quique… por fa…-, fue lo único que le pude decir, ya que mi voz en ese momento fue interrumpida por un profundo suspiro que salió de lo mas profundo de mi ser, y aprovechando esto, me empezó a besar mis tetas por encima de la ropa, dirigiéndose a mis pezones que parecían querer atravesar mi brasier y mi playera.



Mientras que su mano recorría mi vagina por encima de mi tanga, la humedad entre mis piernas era más que evidente, y al sentir todo eso, ya no pude más, y me dejé llevar por lo que ese chico me estaba haciendo sentir, a tal grado que dejé de forcejear para separarlo de mi, y lo abracé por el cuello, entrelacé mis manos en su nuca, caminé unos pasos hacia atrás, y me recargó en la mesa, abrí un poco mis piernas, y se metió entre ellas.



Empezó a subir de nuevo, hasta sentir sus labios otra vez en mi piel, lo que de nueva cuenta me hizo estremecer, y sin pensarlo, solté un suspiro al aire, y con una voz casi inaudible más que para sus oídos dije su nombre, -Quique-, con lo que los dos sabíamos que ya me tenia en su poder, y que a partir de ese momento, el podía hacerme suya, y yo podía entregarme a el sin ningún remordimiento.



Siguió subiendo besando mis hombros, otra vez mi cuello, el cual le entregué levantando la cabeza hacia un lado para que pudiera besarlo mejor, subió hasta mi cara, y comenzó a besar mi mejilla, sin explicarme porque no llego hasta mi boca, volvió a bajar a mi cuello, pero mis manos fueron más rápidas, tomé su cara, y viéndolo a los ojos, la acerqué a la mía, y juntando sus labios con los míos, nos fundimos en un beso húmedo y apasionado, mis manos volvieron a rodear su cuello, y nuestras lenguas jugaron inquietas en nuestras bocas, mientras que sus manos no dejaban centímetro de mi cuerpo sin recorrer con sus caricias.



Sin dejar de besarnos, empezó a meter sus manos por debajo de mi blusa, y la fue subiendo hasta que llegó el momento de quitármela, por lo que tuvimos que separarnos de nuestro beso un par de segundos para que pudiera quitarme la playera, y una vez que me la quitó, la aventó al suelo, y volvimos a besarnos con una pasión indescriptible, mientras que el acariciaba mi torso semidesnudo.



Mis manos empezaron a jalar su playera para sacarla del pantalón, cuando por fin lo conseguí, no resistí las ganas de meter mis manos adentro de ella, empezando a acariciar inmediatamente su pecho, su espalda, y el hacer eso, causo que mi excitación aumentara casi de inmediato.



Empecé a sacarle la playera poco a poco, y nos tuvimos que separar nuevamente para quitársela por completo, estábamos tan excitados, que al instante retomamos el ardiente beso que nos estábamos dando, su lengua se movía como poseída por toda mi boca, buscaba mi lengua, y al instante salió al encuentro de la suya, se enredaban de tal forma que parecían quererse arrancar mutuamente, nuestras respiraciones ya eran sumamente rápidas, y a pesar de que nos estábamos besando, de mi boca, ya empezaban a emanar gemidos de placer.



Su beso me hizo volar hasta el cielo, nuestras lenguas se movían muy rápidamente dentro de nuestras bocas, y a veces jugaban a las escondidas, el se pegó más a mi, lo que hizo que mis piernas se abrieran más, y pegó su duro miembro a mi vulva, lo que al sentirlo tan cerca y duro, me hizo estremecer, y mis gemidos ya eran más que evidentes, se separó de mi boca para ir de nuevo a mi cuello, por lo que lancé un gemido y en un susurro a lado de su oído, solo pude decir su nombre, -Quique-, en ese momento yo ya no era yo, sin embargo, muy dentro de mi sabia que eso estaba mal, pero no me importaba, quería que siguiera adelante y que no se detuviera jamás, ya que en ese momento, me volvía a sentir mujer, y una mujer deseada.



Llevando su mano a mi espalda, la subió hasta encontrar mi brasier, lo desabrochó, y con un movimiento rápido me lo quité aventándolo al suelo también, ahora ya mis tetas estaban libres, así que sin dejarme de besar el cuello, llevó sus manos hasta ellas, lo que me hizo suspirar, las masajeó, las apretó, y con sus pulgares, comenzó a estimular mis pezones ya erectos, hasta que dejó de agarrar una de ellas, reemplazando su mano con su boca, dando pequeños besos hasta llegar a mi pezón, mamándolo como si de un niño chiquito se tratase, y después haciendo lo mismo en la otra teta, duró un buen tiempo así, besando y mamando mis tetas una a la vez, lo que me tenía en un grito de excitación.



-¡Quique!-, era lo único que salía de mi boca, ya fuera entre susurros, o entre gritos apagados por los gemidos que de ves en cuando se lograban colar, y sus manos, después de acariciar mi torso, fueron directamente a mis nalgas, después las metió en mi pantalón , ahora estoy segura, de que en ese preciso instante, se dio cuenta de que lo que traía ese día, era una tanga de hilo dental, pero bueno, cuando el metió sus manos, y acaricio un poco mis nalgas, avente mis caderas para adelante, sintiendo mayormente su miembro durísimo encajarse más en mi vulva, para separarme de la mesa un poco, con el fin de que el empezara a bajar mi pantalón, hasta que de un movimiento de mis piernas me lo logré quitar, mientras que el no dejaba de chupar y lamer mis pezones.



Sobó por un buen tiempo mis nalgas, y aunado a eso, no dejaba de mamar mis pezones, lo cual,  hizo que la temperatura de mi cuerpo se elevara más, y por consiguiente, mis gemidos y suspiros se hicieron más apasionados, hasta que el empezó a acariciar mis piernas, y volvió a subir su cabeza para besarnos más frenéticamente, y recargarme de nuevo en la orilla de la mesa.



Al volver a recargarme en la mesa, el dejó de hacer todo lo que me estaba haciendo, se separo de mi, y observé como se empezó a quitar el pantalón, el calzoncillo, y me dejaba ver su aparato, duro, grueso, largo, y que me apuntaba directamente a mi, como diciendo que yo era la culpable de que estuviera de esa forma, y de cierta manera, así era, al ver es estado de erección que su pene había conseguido, ya no supe mas de mi, y lo tome entre mis manos, comenzando a subir y a bajar el prepucio lentamente.



-¿Te gusta Quique?-, le pregunte con la voz lo más sexi y provocativa que pude, el solo asintió con la cabeza, y eso me dio la pauta para comenzar a hacerlo más rápido, y con el aumento de la velocidad de mi mano, su respiración también aumentaba, al igual que la humedad entre mis piernas, hasta el momento en que con la voz entre cortada y casi en un susurro me dijo, -espere tía. Por favor espere que estoy a punto de acabar-, por supuesto no le hice caso, ya que ya lo había notado, pero ya no había nada que me detuviera, y aceleré mas las subidas y bajadas que hacia mi mano en su miembro, hasta que por fin explotó, llenando mi mano con su leche caliente, y salpicando también mis piernas, mi estomago, y mi tanguita.



Cuando solté su pene, rápidamente lleve mi mano hasta mi boca, saboreando por primera vez su semen caliente y espeso, limpiándolo completamente de mi mano, y recogiendo el que había terminado estrellado en mis piernas, y en mi estomago, al hacer esto, mi excitación creció más lo cual me sorprendió ampliamente, ya que yo siempre me había considerado una mujer que en la cama solo se dedicaba a complacer a su pareja, pero lo que ese día ese chico me estaba haciendo sentir, era nuevo para mi, así como la excitación que tenia, y la humedad entre mis piernas que para ese momento, ya era demasiada, tanto que mi  tanguita estaba súper empapada de mis jugos, y ya empezaban a escurrir por entre mis muslos.



Creo que ya me alargue un poquito, hasta aquí dejare esta parte de mi historia, pero en la siguiente les contare lo que sucedió después de que probé su semen, ya que esa parte, es la que llevo, y llevare por siempre en mi memoria, en mi corazón, y la que mi cuerpo jamás me dejara olvidar.



Hasta la próxima.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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