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Había cumplido 18 años y por aquel momento todavía no había tenido ninguna experiencia sexual. Ni siquiera había tenido interés en ello. Bajé, como todas las mañanas, vestida con una pequeña camiseta de manga corta y bragas. La camiseta era ligeramente ajustada, dejando así que se me marcaran de más los pezones de mis bastante prominentes pechos. Al bajar, me encontré con mi madre tomando un café en la barra de la cocina.
—Buenos días mami —la saludé, dejando un beso sobre su mejilla.
—Buenos días preciosa, y feliz cumpleaños —me dijo giñándome un ojo—. Quería preguntarte una cosa...
—Oh, dime —respondí, acercándome a ella.
Alargó una de sus manos a mi cabello, enredando un mechón alrededor de su dedo.
—Ya has cumplido 18 años y... bueno, me gustaría saber si ya has tenido alguna experiencia... ya sabes, sexual.
Aquella pregunta me impresionó. No fui capaz de responder al momento.
—Eh... no, todavía no —confesé con timidez.
—Vaya... ¿no crees que ya va siendo hora de que lo pruebes...?
—No ha surgido el momento todavía...
Entonces su mano comenzó a bajar hasta acariciar uno de mis pechos con suavidad.
—Seguro que por tu cuerpo no es —murmuró. Lo que más me extrañó de aquello fue el escalofrío que sentí y la extraña sensación en mi entrepierna.
—Mamá, ¿qué haces? —pregunté riéndome de manera nerviosa.
Y sin siquiera esperarlo, acabó juntándose a mí y besando mis labios. En un principio no logré reaccionar, pero finalmente acabé apartándola.
—¡¿Pero qué haces?! —exclamé, alterada.
—Shh, haz caso a mamá. Hoy es tu cumpleaños, déjame darte tu regalo —y entonces volvió a besarme. Pero aquella vez no fui capaz de apartarme, sino que, inconscientemente, acabé respondiendo a aquel beso.
Mi madre agarró mi trasero con fuerza. Noté como algo despertaba en mi interior, concretamente en mi entrepierna. Cuando se apartó de mí la observé con atención. ¿Cómo podía ser que la primera persona que me atrajera sexualmente fuera mi madre? Sus pechos firmes, sus labios gruesos y su cabello pelirrojo.
Entonces me quitó la camiseta y su boca fue directa a uno de mis pezones mientras pellizcaba el otro. No pude evitar soltar un gemido.
—Calla, niña, despertarás a tu padre y a tu hermano —susurró en mi oído antes de morderme.
Llevé mis manos a su trasero, apretándolo por encima de sus leggings. Mi madre me cogió de la cintura y me subió sobre la barra.
—Mami, me pones mucho... —susurré.
—Lo sé cielo, tienes las braguitas empapadas —dijo antes de quitármelas.
Pasó un dedo por mi entrepierna, mojándoselo de mis jugos. Solté un suspiro de placer.
—¿Te has masturbado alguna vez? —preguntó.
—No, ni una.
—Bien... entonces voy a darte tu primer orgasmo.
Dicho aquello, hundió su rostro en mi entrepierna y comenzó a lamerme el coño, dando pequeñas mordidas. No duré ni un minuto; acabé corriéndome en su boca, soltando sin querer un fuerte grito.
—He dicho que te calles —dijo con severidad mi madre, golpeándome en el coño. Para sorpresa de ambas, solté un gemido. Mi madre alzó una ceja—. ¿Te gusta...? —volvió a golpearme y volví a gemir—. Ven aquí.
Me llevó hasta el sofá y me hizo sentarme. Delante de mí, comenzó a desnudarse. No pude evitar llevarme una mano al coño y comenzar a masturbarme mientras la veía. Pero rápidamente me paró y me obligó a tumbarme boca abajo.
—¿Te he dado acaso permiso para tocarte? —Preguntó antes de golpear mi trasero—. Eres una niña mala —volvió a golpearme—. Una perra —me golpeó otra vez—. Ahora date la vuelta.
Me di la vuelta y pude volver a observarla completamente desnuda.
—Vas a hacer todo lo que yo te diga.
—Vale mami.
—Para empezar, chúpame las tetas.
Como buena hija, me coloqué sobre ella y comencé a lamerle las tetas, mordiendo sus pezones.
—Mami... ¿puedo comerte yo el coño? —pregunté con timidez.
Sin decir una sola palabra, ella se abrió de piernas y me agarró del pelo, llevando mi boca a su coño. Comencé a lamerlo rápidamente, tragando sus jugos hasta que finalmente se corrió, gritando.
—¿Qué coño estáis haciendo? —sonó la voz de mi padre desde las escaleras.
CONTINUARÁ.
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