Hacía dos años qué se habia casado. Dios la había bendecido con un hermoso niño, qué ahora tiene un añito de edad. Pero está mujer llamada Anabel no era completamente feliz. Se había casado con el hermano de su mejor amiga, pero no lo amaba. La presión de sus padres y de su amiga, la hicieron cometer eso qué ahora ella llama locura. Su corazón ya estaba ocupado desde hacía mucho tiempo por un amor imposible. Su vida había dado un giro de mil grados desde qué nació su gran amor, su hijo Samuel. Pensó en divorciarse de su marido Manuel Saucedo..... pero al enterarse qué estaba embarazada, decidió no hacerlo por el bien de su hijo.

Ahora se encontraba en el cuarto de su hijito, el niño dormia plácidamente. Mientras velaba el sueño de su hijito pensaba en sus últimos días de soltera junto a su amiga Iris Saucedo. Conversaban sobre la próxima boda: "Mi hermano te adora Anabel, yo sé qué te va a ser inmensamente feliz." Iris estaba muy equivocada, nunca podria ser feliz, estaba locamente enamorarada.... pero no de Manuel. Ella amaba a su amiga...... a su cuñada. Iris no lo sabía, aunque muchas veces le preguntó, porque la miraba fijamente cuando se quedaba en su casa y se cambiaba de ropa frente a ella. También al despedirse la besaba suavemente en la boca, a Iris esto le parecía raro, pero pensaba qué esa era su forma de ser, no creía qué fuera algo malo. Eran muy buenas amigas. Anabel era lesbiana, se dió cuenta cuando cumplió catorce años. Nunca le gustaron los hombres y solo tuvo un novio... su esposo. Le gustaba jugar mucho con su amiguita Iris.... no soportaba al hermano de su amiga cuando se metia entre ellas para enamorarla, él es cuatro años mayor qué ella y su hermana. A todos sus amigos les decia qué ella era su novia, algo qué le molestaba mucho. Hasta una vez la enfureció tanto qué le dió una bofetada por estar haciendo esos comentarios. Iris se enojaba mucho con ella, defendia mucho a su hermano. Anabel sufria cuando Iris no le hablaba.

Para no ver a su amor y amiga enojada, trataba de soportar a Manuel y aceptó al fin ser su novia. Aunque sufria intensamente por el amor de Iris. No sabia el porque sentía ese sentimiento tan profúndo por su amiga. Sabía muy bien qué eso no era normal, trataba de ser y actuar cómo las demás muchachas, pero terminaba muy aburrida. Dentro de su alma el odio por los hombres crecía cada día más. Iris a veces se fastidiaba por el exceso de cariño qué Anabel le demostraba y hasta en algunas ocasiones se lo dejó saber. Anabel se defendía diciendole qué la queria cómo una hermana y gracias a esa mentira la amistad no terminó. Cuando cumplió los 18 años sus padres casi la obligaron a qué se comprometiera con Manuel. Él siempre estuvo locamente enamorado de Anabel.

Iris nunca se enteró qué su mejor amiga y cuñada ... la amaba como mujer. Iris fue madrina de su boda cuando se casaron dos años después. La noche de su boda fue la mujer más infeliz de la tierra. Tuvo que entregar su virginidad a un hombre qué no amaba. Lloro de rabia, de dolor e impotencia. Dos años fingiendo y soportando las caricias de alguién qué no era de su agrado. Mientras su verdadero amor se habia marchado a Europa a estudiar medicina. Antes de irse le dijo: "Anabel, tú y yo nos queremos mucho, somos cómo hermanas. Espero qué tu matrimonio sea para toda la vida, cómo lo prometieron ante el altar. Si ustedes son felices, yo también lo soy. Algún día volveré para conocer a mis sobrinitos y estar todos juntos de nuevo." ¡Cómo le dolió aquella despedida! Se le fue el amor de su vida. Estuvo a punto de decirle qué no se fuera, qué ella siempre fue lesbiana y qué la amaba cómo mujer. Pero se contuvó, ya era muy tarde. Estaba casada y contarle su gran secreto sería como darle una puñalada en la espalda. La extrañaria mucho, no iba a ser nada fácil vivir lejos de ella. Lo más triste era tener qué compartir su vida con un hombre qué no significaba nada para ella.

Ya cansada de fingir un amor qué no sentía, fue a ver a un abogado para qué la divorciara. No le dijo nada a su esposo Manuel. Cuando él recibió una cita para verse en la oficina del abogado, se puso como una fiera. "¿Porqué has hecho estó? ¿Qué te hice yo para qué quieras divorciarte de mí? ¡Me has estado engañando cruelmente Anabel! ¿Acaso tienes un amante?¡Dime la verdad, por favor!!". Anabel mirandolo con tristeza y llorando le dijo: "No te estoy engañando Manuel, nunca lo haria. Si, quiero divorciarme, no soy feliz Manuel, no te amo. Cometí un grave error al casarme contigo. Soy lesbiana y solamente he amado a una sola persona en mi vida. Amo a una mujer.......... y esa mujer es....tu hermana. Ella no la sabe y por mí nunca lo sabrá, solo el destino tendrá la última palabra." Ahora Manuel entendía el porqué su esposa era tan indiferente al sexo, poco cariñosa, y nunca en su relación hubo la pasión qué él tanto buscaba con su adorada esposa. Su mujer le fue siempre de corazón y mentalmente infiel con su propia hermana.