Llegué a su consultorio por depresion. Me atendió siempre con mucha seriedad y profesionalismo. Me dio de alta y le pregunté si podiamos ser amigos. Me dijo que sí. Pasaron unos meses y volvi a buscarlo. Le conté que ya no quedaban rastros de mi depresión que mi problema ahora era que mi libido habia vuelto más fuerte que nunca pero mi esposo con disfuncion eréctil ya no podía complacerme. Me dijo que yo era adulta y que si tomaba la decisión de ser infiel tuviera mucho cuidado de confiar en desconocidos. Me abrazó fuerte al despedirnos. Yo llevaba meses fantaseando con él pero jamás lo confesé. Pensé que era algo comun con los psicologos y lo ignoré pero la verdad el tipo me atraía horrores. Es alto moreno, musculoso, un maduro muy atractivo. Yo soy una cuarentona morena clara, estatura media y lo que llaman gordi buena. Pechos y caderas grandes y caderas y muslos amplios con cintura bien definida sin ser delgada. Mi cabello es largo castaño, ondulado y muy bien cuidado. Cuando me arreglo llamo mucho la atención masculina. Mi cara tiene aun un aire de niña buena. Todos me consideran super seria. Asi que a partir de esa platica con el psicologo comenzamos a coquetear via mensajes de texto hasta que un dia quedamos de vernos. Ambos sabiamos lo que queríamos, me arreglé con esmero, me puse un vestido rojo no muy corto pero marcaba bien mis curvas y unas botas arriba de la rodilla y saco negro, me sentia elegante y muy sexy. En cuanto entré a su consultorio nos abrazamos y comenzamos a besarnos apasionadamente. Me comenzó a acariciar los senos y besaba mi cuello. Yo lo acariciaba con frenesí. Levantó mi vestido dejando ver una lencería de encaje negro y sin quitarme las botas me senté encima de él en su sillón individual. Sin dejar de besarnos. Me acariciaba toda y yo estaba super exitada. Se levantó, se desvistió rápido y me volteó contra la pared besando mi nuca y mi espalda. Yo sentí su pene erecto contra mis nalgas y eso me calienta muchísimo. Nos acostamos en el diván y comenzó a penetrarme lento y suave. Yo lo miraba a los ojos y le pedi que de pusiera de pie. Una vez parado me fui sobre su verga metiéndola toda a mi boca. Me exita mucho tener el control y me considero muuuuy buena mamándola. Se puso super cachondo y me preguntó como quería ser penetrada. Con una gran sonrisa me incorporé y lo hice sentarse en el sillón individual y me monté en él. Yo misma acomodé su pene erecto en la entrada de mi mojada vagina y comencé a cabalgarlo salvajemente sin dejar de mirarlo a los ojos. Él solo retiraba la vista para lamer mis enormes pechos y morder mis pezones. Asi estuvimos cogiendo hasta que tuve un orgasmo espectacular, seguido de su eyaculación.
Al terminar nos vestimos entre risas como adolescentes. Ahora sólo espero la oportunidad para volverlo a ver sin que mi marido lo sospeche.