Necesito en esta oportunidad, -y los digo para las chicas- , que se pongan en mi lugar y después me comenten si hice bien o hice mal, ya que no tengo a nadie más en quien platicar sobre éstas cosas. Mi casa la visitan con bastante frecuencia amigos de mi hermano que estudian con él en la Universidad y en oportunidades están hasta altas horas de la noche repasando sus tareas, en otras se ponen a ver películas pornográficas, beben hasta quedar rendidos y una vez que otra los he escuchado decir que van a tocarse con algún porro. La entrada a la habitación de mi hermano me está totalmente prohibida cuando ellos están allí y solamente puedo imaginarme las cosas que hacen, ya que toman todas las precauciones posibles para que no los molesten. Hace algunos días atrás en el grupo vino una chica y pensé que tal vez fuese mi oportunidad, pero ni modo, a través de la puerta pude escuchar como se la follaban y le hacían miles de cosas a la chica, pero tampoco alcancé a escuchar mucho, porque mi madre me sorprendió espiando con el oído puesto en la puerta y me dio un buen regaño. Me olvidaba decirles que tengo 13 años y por eso lo de las limitaciones, aunque parezco una chica de 16 o 17, gracias a que mis padres tienen una muy buena estatura y complexión física, la cual con orgullo he heredado, sobre todo las cualidades de mi madre, pero mi edad siempre ha sido una barrera para poder acercarme a los amigos de mi hermano. Una vez más que otra les sirvo de camarera, pero solamente para llevar y traerles cosas, las que reciben entreabriendo la puerta y de inmediato vuelven a cerrarla.
En el grupo hay un chico llamado Roberto, que me trae como loca, es alto, debe medir entre 178 y 180 cm., cuerpo atlético muy fuerte, trigueño, ojos azules y lo que más me llama la atención, es el bulto que se le marca entre las piernas, pues utiliza unos jeans bastante ajustados. Por mucho que me le he insinuado, Roberto apenas me dirige una sola mirada, debe estar advertido por mi hermano de que no lo haga, imagino yo. Les confieso que en más de una oportunidad me he masturbado pensando en él y todas las cosas deliciosas que podría hacerme con su bulto y que yo podría hacerle también.
La otra tarde, mientras observaba al cerrajero reparar la puerta de la habitación de mis padres, vino a mi mente una idea que tal vez podría no fallarme, pues como mismo se repara una cerradura, puede descomponerse. Haciéndome la muy interesada por el trabajo de aquel señor, con lujo de detalles me explicaba cuales eran las cusas de las roturas de esas cerraduras y como podían repararse, aunque para ello siempre debería recurrirse a una persona con cierta experiencia, como era su caso. Más que reparar a mi lo que me interesaba era romper. Me concentré fundamentalmente en el seguro que se le coloca a la cerradura y hasta me permitió después de una buena explicación, aprender a desactivarlo. Apenas aquel hombre había salido de la casa, cuando mamá lo despedía en la puerta y pagaba sus honorarios, corrí armada de unas pinzas y un destornillador hasta la habitación de mi hermano, para no olvidar detalle alguno y comencé mi faena, a los pocos minutos había desactivado el seguro, ahora solo quedaba esperar los resultados y si ellos se darían de cuenta.
Era viernes en la tarde y como de costumbre, cerca de las siete llegó el pequeño grupo con mi hermano al frente, era un buen día, pues como los sábados no tienen que asistir a la Universidad, es el día que más tiempo dedican para sus cosas y en oportunidades hasta se quedan a dormir en casa hasta el otro día cuando les toma hasta muy tarde. La ocasión parecía perfecta si mis planes daban resultado. Esta era solamente la primera parte de mi plan.
Cuando llevaban como dos horas allí encerrados, toqué a la puerta para preguntarles si deseaban que les trajese algo, y escuché como quitaban el seguro de la cerradura, comprendí que no se habían percatado de que este había sido inutilizado. Roberto precisamente fue quien abrió la puerta, se encontraba sin camisa, aunque con sus jeans puesto, tan solo de verlo de esa forma, sentí como un ligero vapor subía por mi cuerpo y las orejas se me ponían calientes, me había excitado de solo verlo sin camisa. Me pidió les trajese algo de beber como de costumbre, un par de botellas de vino y algunos bocadillos que estaban sobre la mesa, pues ellos los habían traído.
Mi plan se ponía en marcha, después de abrirles las botellas de vino, disolví en ellas una buena cantidad de pastillas de las que mi madre utiliza para dormir y se las llevé junto con una bandeja donde había acomodado los bocadillos. Por los gemidos y gritos que alcancé a escuchar cuando abrieron la puerta, me percaté estaban viendo alguna película porno; inmediatamente cerraron la puerta y pusieron el seguro. Cuando calculé, después de pasado un tiempo prudencial, que ya habían ingerido el contenido de aquellas dos botellas, toqué a la puerta con dos más, en esta oportunidad fue mi hermano quien abrió y solamente asomaba su cabeza, hice intentos por mirar hacia en interior pero no alcancé a ver nada, me preguntó que quien las había solicitado y le dijo que había sido idea mía; se quedó mirándome unos instantes, tenía los ojos rojos por el efecto de aquella bebida, como inyectados de sangre, extendió su mano y las tomó, cerrando la puerta de forma inmediata, en esta oportunidad no sentí que corriese el seguro, aunque eso no me preocupaba, ya que bien sabía se encontraba descompuesto.
Cerca de las diez de la noche me despedí de mis padres que miraban la tele y les dije que me retiraría a dormir. La habitación de mis padres se encuentra en la planta baja de la casa, mientras que la mía y la de mi hermano en la planta alta. Al pasar junto a la puerta puse mi oído sobre ella y no se escuchaba ningún ruido, ni siquiera la tele, por lo que pensé que estarían en otras cosas, tal vez leyendo revistas o algo parecido. Dejé la puerta de mi habitación entreabierta para percatarme si alguien salía o entraba a la habitación de mi hermano. Solo alcancé a escuchar cuando mis padres apagaron la tele y cerraron la puerta de su habitación. Esperé un poco más y tomando una osada decisión, volví a acercarme a la puerta de mi hermano, nuevamente coloqué mi oído para escuchar algo y nada, reinaba un absoluto silencio. Por los reflejos y destellos de luces que se podían observar por debajo de la puerta me di de cuentas que la tele estaba encendida, pero nada se escuchaba.
Con extremada cautela fui girando el picaporte de la cerradura hasta que logré abrirla, poco a poco fui empujando la puerta hasta dejar una abertura que me permitiese observar algo. Lo primero en ver fue al tele, estaba encendida pero nada se veía en ella, me arriesgué a abrir un poco más la puerta y ya podía ver la cama de mi hermano, estaban todos tirados sobre ella, en diferentes posiciones, desnudos y completamente dormidos. --¿Las pastillas les habrían hecho el efecto que yo deseaba?—... Como estaba descalza, mis movimientos sobre la alfombra eran imperceptibles, en el momento en que me acercaba a la cama uno de ellos se movió un poco y balbuceó unas cortas palabras que no alcancé entender y quedé como petrificada, por un instante pensé había sido descubierta, el chico aquel quedó con la cara hacia el techo y sus brazos extendidos hacia atrás para continuar con su sueño. Me acerqué aún más y le di unos ligeros golpecitos en la pierna para ver si reaccionaba, pero parecía estar como muerto, no respondía a mis señales. Así lo hice con los cinco y ninguno daba señales de conciencia, las pastillas habían jugado su papel.
Al primero en acercarme, como era mi idea, fue a Roberto, pasé mis manitas por todo su cuerpo, su cara, su cabeza y ni siquiera un solo gesto ni movimiento de su parte. Decidí entonces emplearme más a fondo y correr los riesgos de una vez por todas, de todas formas, en aquella situación, si me sorprendían no tenía alternativa de poder escapar de la habitación.
Mis manos fueron directamente a su verga, grande, gruesa, casi cubierta de pelos, pero flácida, tan suave que se convertía solamente en un pedazo de carne sin vida. La tenía un poco entre las piernas y con mucho cuidado logré liberarla, incluyendo sus huevos, yo la miraba una y otra vez, no podía creer que la tenía a mi vista y entre mis manos para mi solita. Empecé a jugar con ella, a acariciarla, le di uno que otro besito en su punta, poco a poco aquel aparato comenzó a endurecerse como respondiendo a algún llamado, mientras lo hacía cambió de posición varias veces, hasta que por último la sostuve entre mis manos para poder observarla bien como iba resucitando. Decidí entonces que era el momento oportuno y poco a poco la fui metiendo en mi boquita, pues era de un tamaño bastante fuera de lo común, mi chochita ya estaba húmeda y mis bragas empapadas, más osada aún me acerqué a su cara y le di dos besos en la boca. Allí estaba Roberto, tranquilo, inmóvil, completamente mío para todo lo que yo quisiera hacerle.
Mientras chupaba y jugaba con la hermosa polla de Roberto mi vista recorría las de los otros chicos, ninguna estaba como para ser despreciada, pero indiscutiblemente la que se encontraba en mi boca era la más espléndida, era el mejor ejemplar. Estiré una de mis manos y alcancé tomar entre ella la del otro chico que estaba a su lado y jugué con ella también, no tardó en ponerse dura y para no dejar así le fui haciendo una paja. Su verga era más fina y eso me permitía agarrarla bien mientras se la subía y se la bajaba. La verga de Roberto, que ya había soltado su lubricante inicial, cada vez se hacía más apetitosa y con un gusto que me agradaba mucho. El otro chico no tardó en venirse y sus chorros de leche luchaban por alcanzar el techo, hasta sobre mis espaldas cayeron restos de su abundante corrida, después de correrse se viró y recostó de un lado, no dejándome la posibilidad de continuar mi juego.
La emprendía entonces con el que quedaba a mi derecha y repetí la misma receta, aquella era una verga corta pero gordita; también la estuve sobando hasta que lanzó sus chorros de leche al aire, Roberto era el que no se venía, tampoco yo quería que lo hiciera y dosificaba la intensidad de mis mamadas, cuando sentía que estaba a punto de estallar la sacaba de mi boca y jugaba con sus huevos. Cambiando la posición que tenía hasta entonces me coloqué de forma tal que pudiera seguir haciendo con la verga de Roberto mientras pajera a los otros dos chicos que faltaban incluido mi hermano.
A los dos logré en corto tiempo ordeñarlos y sacarles toda la leche que tenían dentro, ahora solamente me restaba hacerlo con Roberto. Logré hincarme de rodillas sobre él y después de haber retirado mi bombachita, sentándome sobre sus piernas comencé a pasarme su verga por mi rajita, me costaba trabajo doblarla para hacerla llegar, por lo que al final tuve que agacharme sobre él para lograr mi empeño, después de estarla pasando por mi rajita que cada vez se humedecía más y hasta logré tener un orgasmo, decidí tratar de metérmela, en definitiva esa sería la única oportunidad que tendría de hacerlo, pues estaba segura de que aquello no volvería a repetirse, separando bien mis labios con mis manos logré acomodar aquella preciosura justo a la entrada de mi coñito, fui bajando lentamente y sentía como aquella cosa descomunal se metía dentro de mi, cuando costaba trabajo para continuar su camino, retrocedía en el espacio avanzado sacándola un poco y volvía a intentarlo, buscando lubricarme bien y que no me hiciera daño, al final ya la tenía toda dentro y mis caderas comenzaban su rotación mientras la metía y la sacaba, no pude soportar aquel ritmo por mucho tiempo y acostándome sobre él lo besé fuertemente en la boca, momento en que llegaba mi segundo, pero más prolongado orgasmo, continué con mis movimientos y sentí que una manguera descargaba todo su líquido en mi interior, al fin había logrado que Roberto se viniera y me diera toda su lechita caliente, todita para mi sola.
Cuando observé a mi hermano, su verga se había endurecido nuevamente y no perdí oportunidad para satisfacerlo nuevamente, me le subí encima como anteriormente lo había hecho con Roberto y haciendo gala de mis mejores movimientos de cintura logré también volverle a sacar toda la leche que le quedaba dentro… Quedé pasmada cuando mi hermano a duras penas trataba de levantar su cabeza y abrir los ojos, luchaba contra algo más fuerte que él que no se lo permitía, solo alcancé escuchar cuando con palabras entrecortadas y muy bajo me decía: --¡E-e-res…u-na…pu-u-u-u-ta!—, su cabeza cayó nuevamente sobre la almohada y continuó durmiendo. Asustada por aquello, recogí mi bombacha y lo más rápido que pude salí de la habitación. Mi hermano a pesar de su inconciencia me había descubierto, tenía que prepararme para en el siguiente día recibir el más fuerte regaño y castigo que me habían dado en mi vida.
En la mañana me llamaron varias veces para que bajase a desayunar, pero ante el miedo que tenía les dije que no me sentía bien, mi madre terminó por llevarme el desayuno a la cama donde permanecí todo el día viendo la tele, todo por tal de no tropezarme de frente con mi hermano, parecía indicar que no había dicho nada a nuestros padres, pues cuando pregunté por él me dijo mamá que a media mañana él y sus amigos se habían retirado de la casa todavía medio embriagados, que seguramente irían para la playa.
Llegó la noche y con él mi hermano, entró a mi habitación como una fiera, nuestros padres habían salido al teatro y el estar a solas con él en la casa de daba mucho miedo por lo que me fuese a hacer en venganza. --¡Eres una verdadera puta!...anoche colocaste algo en nuestra bebida que nos hizo perder el conocimiento a todos y después aprovechando la oportunidad, hiciste todo lo que te vino en ganas… te vi cuando follabas con Roberto, si me hubiese podido levantar en ese momento te habría propinado una tremenda paliza, pero ni los ojos alcanzaba a abrir bien…después para colmo me follaste a mi también…eres una verdadera puta… cuántas otras cosas no habrás hecho con nosotros hallándonos indefensos como estábamos. Terminando de decir esto se acercó a mi y me dio una bofetada que me dejó la cara roja por un largo rato. Llorando le suplique no fuera a decir nada de lo ocurrido a nuestros padres. Me dijo estuviera tranquila, que eso era un problema entre él y yo. De cierta forma aquellas palabras resultaban bastante tranquilizantes, pues de enterarse mis padres, no se hasta donde hubiese llegado aquella situación.
La semana transcurrió dentro de los límites de la normalidad, pero las miradas de mi hermano eran de odio y desprecio. Durante toda la semana sus amigos no vinieron a estudiar, de lo que mucho me alegré no volver a ver sus caras. El viernes aparecieron nuevamente, ninguno siquiera me saludó cuando entraron, algo de lo que mucho me alegré. Las cosas que traían de beber y comer las subieron a la habitación de mi hermano ellos mismos, era elocuente que en esa oportunidad, y quizás en lo adelante sería así, prescindirían de mis servicios como camarera por la jugada que les había hecho.
Ya estaba dormida en mi habitación, calculo serían aproximadamente las once de la noche, cuando mi hermano entró, me despertó y tomándome por un brazo me obligó a seguirlo, se notaba claramente el estado de embriaguez que tenía. Allí, en su habitación, viendo una peli pornográfica estaban sus cuatro amigos completamente desnudos y con sus vergas súper duras sobándoselas. Me asusté al ver aquello, pues no sabía con que intenciones mi hermano lo hacía. Apagaron el televisor, pusieron música y me obligaron a hacer un streap-tease mientras continuaban sobándose sus vergas. Cuando me encontraba completamente desnuda mi hermano tomándome nuevamente de la mano me hizo arrodillarme frente a uno de los chicos y que le chupase su verga hasta que se viniera…--¡Hoy vas a aprender todo lo que tiene que hacer una puta...cabrona de mierda!—.
Comencé con temor y sin quitar la viste de mi hermano y los otros chicos sobándose sus vergas. Cuando al fin terminé y la leche del chico chocaba en el fondo de mi garganta, me arrodilló frente al otro y así pasando uno por uno hasta terminar con él, ya la boca me dolía de chupar tantas vergas y me sentía repugnada de tragar tanta leche. Cuando intenté salir de la habitación, sus únicas palabras fueron que no me apurara tanto, que aquello recién comenzaba.
No podía imaginar siquiera que cosas pasaban por sus mentes hacerme, por lo que manteniéndome callada y en calma esperé por el próximo castigo. Ahora tomaron una silla y la colocaron en el centro de la habitación, me hicieron sentarme encima de su verga, que de un solo golpe fue a parar al fondo de mi chochita, yo ni siquiera hacía por moverme y él dando fuertes empujones hacía por metérmela cada vez más, sentía como hasta sus huevos querían entrar en mi coñito. Cada vez que uno se venía se sentaba otro y así hasta que follé con los cinco, recuerdo que cuando tocó su turno a Roberto, lejos de disfrutarlo lágrimas corrían por mis mejillas del fuerte dolor que estaba sintiendo, aquella no era la misma verga que yo había disfrutado, esta estaba aún más grande y más gruesa y con los fuertes empujones que me daba me hacía daño.
Terminé totalmente agotada y con ganas de morir, me hicieron beber un poco de aquello que ellos tomaban y era tan fuerte que de inmediato mi cabeza daba vueltas por el mareo, de seguro no era vino, era alguna otra bebida mucho más fuerte, pues raspaba mi garganta a su paso.
Ahora me tendieron sobre la cama y colocaron debajo de mi vientre cuatro almohadas que me obligaban adoptar una postura con el culo muy empinado. Enseguida comprendí lo que estaba por suceder. En ese sentido fueron bastante humanitarios conmigo, me untaron toda la crema que encontraron, con dedos muy ágiles lograron dilatarme bastante y posteriormente, haciendo una valoración del calibre de sus vergas, comenzaron por la que aparentaba ser la mas delgada y pequeña, por la dilatación alcanzada hasta ésos momentos aquella verga me entró hasta el fondo sin mucha dificultad, coreado y entusiasmado por los elogios de los otros chicos me bombeaba sin parar apretándome fuertemente por la cintura como para que no pudiera escapar.
Tan pronto sentí como su leche iba llenando mi culo, otro calibre entró en él hasta el final, mi hermano fue el cuarto en cabalgarme y sentí que fue el que más lo disfrutó, dándome nalgadas hasta ponérmelas completamente rojas se vino y logró que yo tuviese un orgasmo, no me la sacó hasta que la descargó completa, extasiada por el orgasmo que había tenido no me percaté en el momento que la sacó de mi culito, pero si sentí y hasta di un grito de terror cuando la verga de Roberto entró destruyéndome los pocos pliegues que aún me quedaban sanos, lloraba y suplicaba no continuara metiéndomela pues me estaba haciendo daño y mi hermano sólo sabía gritarme que me callara la boca y aguantara como una puta que era.
Fueron minutos que me parecieron días, aquel desgraciado no terminaba de venirse y cada vez me bombeaba con más fuerza, cuando terminó y la sacó, fue tanta la leche que descargó en mi culo que esta brotaba como si me hubiesen puesto un enema. Sin fuerzas me quedé en aquella posición, no podía siquiera incorporarme, me dolía todo el cuerpo, ellos terminaron de bañarse y vestirse y todavía yo continuaba tendida allí sobre la cama.
Finalmente Roberto me alzó entre sus brazos y me trasladó hacia mi habitación, justo en que momento en que mis padres anunciaban su llegada, por lo que junto a la cama en vez de colocarme con delicadeza, me lanzó como si fuese un bulto o una saca de papas diciéndome: --¡Que hayas disfrutado la noche putica… y recuerda que con los hombres no se juega!—. Aquellas palabras, más que una ofensa para mí, eran algo desvergonzante. Estuve toda la noche llorando, en parte por las palabras de Roberto y parte por los dolores que tenía en todo el cuerpo.
Los estudios de mi hermano y sus amigos pasaron a ser solamente los viernes, me pedían repetidamente que les sirviera de camarera y yo obedecía sin decir nada, nunca más me cruzó por la mente hacerles alguna trastada como la de aquella noche y ellos nunca más volvieron a meterse conmigo.
riquisimo relato de esta nena traviesa mmmm caliente calienteee