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Categoría: Confesiones

Me folla un taxista

Caminé unas cuadras hasta la parada del colectivo. Tomé asiento y esperé y esperé. En media hora solo vi pasar un par de autos. Estaba desierta la noche. Me sentía muy incómoda estando sola. Decidí tomar un taxi, de pronto se había detenido uno. Subí, lo saludé y le dije hasta donde iba. Estaba sentada en el asiento trasero, detrás del acompañante del conductor. Incliné mi cabeza hacia atrás y cerré los ojos, relajada por estar “segura” en el taxi. Me despertó el ruido de sentir una puerta cerrándose. Abrí lentamente mis ojos, miré hacia la derecha, vi un lugar que no conocía, estábamos en una parada de taxis. La puerta a mi izquierda se abrió y vi al taxista, parado junto a ella. No entendía que sucedía, me lo quedé mirando unos segundos. Metió su brazo derecho y sujetó mis piernas. Tenía una mano gigante que me sujeto una pierna sin dificultad. Me jaló hacia afuera, con su otra mano, tomó mi otra pierna, y me dejó recostada sobre el asiento, acostada boca arriba y mis piernas colgando fuera del auto. Mi corazón estaba a punto de colapsar, comencé a lagrimear. Solo sabía que se venía algo desagradable. Había más taxista, unos once masomenos. En el fondo lo sabía, pero confirmé lo peor cuando desabrochó su pantalón y sacó su miembro completamente erecto y enorme. Quería pensar en otra cosa, en como huir, si alguien me escucharía si gritaba, pero no reaccioné. Solo observaba al hombre que estaba ahí con su pene en la mano y masturbándose, sin dejar de ver mis piernas y tanga, que del movimiento, mi vestido se subió dejando mi ropa interior a la vista. Soltó su miembro y metió su mano dentro del taxi, sujetó mi tanga y la apartó a un costado. Con sus manos, me tomó por la cintura y me acomodó bien al borde del asiento, la mitad de mi cola estaba fuera del asiento. Su pene grueso y largo, era un hombre que tenía más de 50 años al igual que sus compañeros, los cuales me miraban con cara de depravados. Sabía lo que venía, todos me violarian. Pensé en que hacer, si defenderme o dejar que pase, pero supuse que sería sin sentido, los taxistas eran hombres corpulentos y altos. Era una pelea que no ganaría. No sabía de donde salían estos pensamientos, pero por lo menos me habían distraído unos instantes, hasta que sentí que me la metió de una y como estaba sin lubricar me dolió horrores y pegue un grito que hizo que me pegara en la cola, mi cuerpo temblaba.

– Puta, calienta pijas, te voy a llenar de leche. Me dijo furiosamente.

Seguí con mis ojos cerrados. Quería decirle que pare, pero volvió a hablar:

– No podes andar así y esperar que no te revienten a pijazos, puta de mierda.

Él me cojia fuertemente, me puse a llorar del dolor y del miedo. Lejos de detenerse, se acomodó y siguió penetrándome, su pene se abría paso, y se hundía profundamente dentro de mi vagina. Y sus amigos le decían “Dale, dale duro, cojetela bien a la putita” Su pene era grande, y mi vagina estrecha, pero el dolor se potenciaba por la falta de lubricación aparte que me metía otras cosas además de su pene lo que hacia una doble penetración vaginal, el taxista me penetraba salvajemente. Cada vez que su pene entraba completamente dejaba caer su cuerpo sobre el mio y el asiento hacía ruido a resortes. Ese ruido me hacía saber que lo tenía completamente dentro.El movimiento cada vez era más rápido, su cuerpo chocaba con fuerza con el mio. Empecé a gritar cada vez con más fuerza. Debí hacerlo fuerte, porque con su mano izquierda me tapó la boca, callando mis gritos. Nunca había sentido un dolor tan fuerte en mi vagina, me estaba cogiendo muy fuerte y sin lubricación, me estaba rompiendo. Sin dejar de tapar mi boca con su mano izquierda, con su otra mano apretó mi pecho izquierdo, con la intención de lastimarlo, lejos de una caricia, apretó lo más fuerte que pudo, como si tratase de reventar una naranja con su mano, solo logró que grite más fuerte, pero mis gritos eran sordos, nadie los escuchaba.El dolor era insoportable, pequeños gemidos salían de mí. Saco su manos de mi boca y pecho y me tomó fuerte por las caderas. Con sus manos levantó mi cola del asiento, y hundía mi cuerpo contra el suyo. Eran movimientos constantes y a gran velocidad, nunca paró. Yo ya no me resistía, estaba entregada a la situación, solo deseaba que acaben y me dejen ir, seguia dándome pija. Cada vez mas fuerte y violentamente, sin parar me dio una y otra vez, con locura, yo ya estaba agotada, me sorprendía, cuanto estaba durando. Aunque en realidad no sabía si el tiempo pasaba lentamente por lo que estaba viviendo, o realmente me estaba violando hace un rato. De un momento a otro su respiración se aceleró. Su manos soltaron, mis caderas, y fueron hacia mi cuello, comenzó a ahorcarme. La respiración se me iba, comencé a marearme.Sentí al taxista gemir muy fuerte y estalló dentro de mi vagina. Su semen me inundó por dentro. Sus manos fueron ejerciendo menos fuerza sobre mi cuello de a poco, hasta soltarlo. Empecé a toser, me ardía la garganta, daba bocanadas, tratando de recuperar el aire. Mis ojos estaban llorosos. Sentí sus manos sujetar mi cabeza por los lados, me la metió en la boca para q se la limpiará.Ya afuera del taxi, se acomodó su pantalón. No sabía si moverme, o que, por lo que me quedé en la misma posición. Sentí sus manos agarrando las mías y atandolas, me saco del taxi, me tiró en un colchón q había y les dijo a sus compañeros “Ahí la tienen, disfrútenlan”

Esto era sólo el comienzo

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