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"En un resto conocí a un hermoso pendejo de treinta años que me hizo olvidar la espera de mi marido"
El otro día salí a cenar con dos amigas argentinas, en un resto bistro de la zona de Palermo, un lugar muy cálido con unas luces amarillas mortecinas muy invitantes para la noche. Mientras cenábamos una de mis amigos me dijo si me había dado cuenta de la forma cómo un apuesto jovencito con un arete en una de sus orejas me estaba mirando. Ella me dijo que desde que comenzamos a cenar el no dejaba de observarme. Para salir de la duda, tratando que no se diera cuenta giré mi cabeza y lo observé, me quedé atónita, a lo cual el me extendió una sonrisa, cosa que yo le agradecí con un guiño de mis ojos. Terminamos de cenar, y al salir mis dos amigas se iban juntas ya que vivían para el mismo lado y yo les dije que iba a tomar un taxi. Eran ya las once y media de una fría noche, y mientras esperaba ese bendito taxi, repentinamente se detuvo a mi lado un hermoso auto negro conducido por el hombre que toda la noche me estuvo observando. Me invitó a subir. Yo casi sin dudarlo accedí a ello. Me preguntó para donde iba, le dije que a mi hotel y que mi marido me estaba esperando, a lo cual me respondió sabes que te estuve observando toda la noche fantaseándome con vos. Mi interior temblaba de emoción, y creo que casi inconcientemente le dije que sí. No se que te esta pasando Viviana me dije, más tarde lo comprendería. Me dijo que el vivía muy cerca y me invitaba a conocer su departamento. Subimos hasta el piso veinte, de un enorme y hermoso edificio, desde donde se podía ver el la inmensidad del cielo y del río de la plata. Me dí cuenta que me había calentado con un pendejo con mucha plata. Inmediatamente puso una invitante música acompañada de dos copitas de champagne. No tenía ni idea de la hora, pero lo cierto era que ese hombre me atraía muchísimo y quería estar con él, ya no me importaba la espera de mi marido. De forma casi sorpresiva me tomó de la cintura por detrás, abrazándome fuertemente lo cual me hizo sentir sobre mi cola su miembro ya bastante abultado y durito. Comenzó a apoyarse cada vez más, a llevarme hacia él, sus brazos acariciaban mis pechos mientras me besaba y chuponeaba mi cuello. Yo por mi parte busqué su boca, para introducir mi lengua y besarlo con intensidad mayúscula. Nos besamos muy apasionadamente largo rato, con un juego de manos por parte de ambos increíble, tratando de explorar nuestros calientes cuerpos. Fue así que terminamos en su cama, yo con mi cabeza mirando por una gran ventan a un cielo azul. Poco a poco nos fuimos desnudando, mientras continuábamos besándonos como en una película. Me senté sobre sus muslos y rápidamente me penetró por mi concha, estaba tan mojada que entró deliciosamente. Repentinamente sonó mi celular, y en medio de esos momentos con mezcla de felicidad, calentura, besos, caricias y gemidos de placer contesté. Lo único que le dije a mi esposo entre gemidos de extremo placer dado que Gustavo mi hombrecito de 30 años (yo de 45 años) continuaba lamiéndome la concha y metiéndome sus dedos dentro en mi culo, era que estaba continuando la velada en la casa de una de mis amigas, que ya lo volvería a llamar. Corté de una puta vez, y seguí acompañando a Gustavo. Tomé entre mis labios su joven y enorme pija dura ya muy humedecida y comencé a chupársela de manera desenfrenada. Terminamos haciendo el famoso 69, que realmente fue hermoso. En un momento junto a mis oídos me susurró que me había estado observando aquella noche por el lindo culo que tenía y por mis grandes azules ojos, y que estaba deseoso de cogerme por el culo. Era tal mi grado de calentura, que lo abracé y le dije que hiciera de mí todo lo que deseara, que esa noche era su puta, pero que usáramos preservativos. Lentamente me empezó a lamer el culo, empapándome con su saliva. Poco a poco, muy delicadamente me fue penetrando por el culo, sentía que su enorme pija era bastante mas gruesa para las dimensiones de mi culito, pero me dijo relájate que te la voy a poner toda. Así fue como tiernamente fue penetrando mi culo muy lentamente primero, pero salvajemente después, hasta que a partir de un momento ya solo sentía el placer de su pija hundiéndose en el interior de mi culo. Mis nalgas y muslos acompañaban sus movimientos de penetración, me acariciaba mi clítoris y me masturbaba, sintiéndome una diosa del placer. En un momento sentí como su leche se derramaba en mi interior, y me dí cuenta que el forro había desparecido de su pija por arte de magia, esa fue la razón que explicaba tanto mi intenso placer. Quedamos extasiados ambos de tanta embestida a mi culo, que nos quedamos ambos boca a bajo, el sobre mí, con su pija dentro de mi culo, pero eso sí ya un poquito menos dura. Con respecto a mi marido, pensé en lo que siempre me decía una amiga española, lo arreglarás con una buena mamada, no hay hombre que se resista a un buen pete!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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