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Categoría: Confesiones

Me encanta volverte loco

Me encanta hacer puzzles. Hice bastantes a lo largo de mi vida. Y desde que nos mudamos en este apartamento también hice algunos para embellecer las paredes. 

Ahora hago un paisaje con un barco y algunos pájaros que están volando. Hace un poquito de calor y la verdad es que no puedo concentrarme demasiado. Llevo un vestido sin ropa interior y mi marido estás sentado en la cama. Me gusta más estar de pie y agacharme sobre el puzzle. Me da un panorama mejor y también le da una vista preciosa de mi coña a mi marido. Me pone bien cachonda saber que hago esto aun pretendiendo que estoy muy concentrada en mi puzzle. Me imagino que se levanta y que viene a mi espalda para tocarme. Para que acaricie mis nalgas desnudas. Y pronto mis ensoñaciones se hacen realidad. Lo oigo levantarse de la cama y venir a mi espalda.

—¿Qué tal te va el puzzle? —me susurra y siento su verga entre mis nalgas. Nos separa la tela de sus pantalones.

—Bastante bien, aunque creo que necesito una pausa.

—Es exactamente lo que pensaba. Y, ¡Dios! Sus manos empiezan a explorar mis senos, me toca los mamelones, me coge mi seno en su mano, entra exactamente en su palma.

—Vamos, no a este tipo de descanso pensaba. — mi voz es ronca, no quiero que sepa lo excitada que me pone.

Pero él lo sabe. Baja su mano por mi vientre, se acerca despacio a mi entre pierna y solo me toca un poco. Estoy húmeda. Le encanta porque me dice

—Vaya, que sorpresa me ha preparado.

—Sí. La verdad es que quería que vinieras junto a mi desde que me senté a hacer el puzzle.

Me da un vuelco en el corazón y abajo y siento como me pongo bien roja. Él me da la vuelta y empieza a besarme con sus labios gruesos y sensuales y siento como me mareo y me derrito.

—Vamos al baño. —me dice con su voz también ronca. Me quiere poseer. Su verga es tan dura, le toco y siento sus venas y como pulsa bajo mi mano. Me dirijo al baño. No espero que me lo pida una vez más. Desde que tenemos a nuestra hija, el baño se convirtió en nuestro santuario. Es el lugar donde podemos disfrutar del sexo sin que alguien nos interrumpa

—Mi amor, voy a lavarme un poco. Tú tranquilla en la tele, ¿vale?

—¡Sí, mamá! Yo y mi marido nos miramos y me siento un poco avergonzada, pero deseo tanto a este hombre. ¡Ahora!

Cerramos la puerta y me desviste de un tirón. Yo también quiero que se desvista. Y lo hace sin dejar de besarme. Y cuando veo que su verga está libre. ¡Santo, que desearía tocarla todo el día! Y le doy vueltas, quiero llenar mi puño con su tamaño. La acaricio de arriba abajo muchas veces. No me canso y oigo como le gusta que le haga esto. Le toco la punta. Siento como mi coño pulsa y pulsa y me gustaría tanto que me llenara. Así que entramos en la bañera. Estoy un poco bajita. Tengo que levantarme en las puntas de mis pies para que me pueda coger. Después de darle un abrazo, me doy la vuelta. Me va a coger por detrás. Estoy deseosa. Ya no puedo esperar, pero él quiere jugar conmigo un poco más. Me da palmaditas sobre las nalgas.

—¡Cuánto me gusta como suena!

A mí también me gusta. Pero más me gusta el sonido de nuestros cuerpos chocando. Al final, me separa las nalgas y busca la entrada de mi vagina. Está bien húmeda. No entra desde la primera. Su polla resbala. Por fin la siento dentro. Me llena. Me hace querer gritar. Pero no lo hago. No en voz alta. Por dentro sí que grito.

—Sí, sí, sí. ¡Lléname!

Empecemos a movernos en un ritmo que manda descargar en mí. Siento que estoy tan cerca de un orgasmo. Paro un poco y es cuando explotó en el clímax. Solo me permito jadear en voz muy baja. Pero el oye mis jadeos y le pone más cachondo. Me sostiene con las manos de mis caderas y sus movimientos son más rápidos. Siento como sus huevos golpean mi clítoris y ¡me pone a cien! Ahora no puedo parar de jadear un poco más fuerte. Siento sus jadeos sobre mi nuca. Sé que está cerca. Me agarra, me da una palmada en el culo y solo unos momentos deja de moverse con fuerza. Cuánto me gusta esto también, estamos bien húmedos los dos y esto me excita mucho. Y luego, sin previo aviso me da fuerte. Y fuerte, y fuerte.

—¡Eso, no pares, sí, sí, sí!!!

Y cuando estallo en un nuevo orgasmo él también lo hace. Saca su polla, yo entrelazo mis piernas y siento como mi vagina se contrae. Y siento también como su semen corre sobre mis nalgas. Me da una palmadita y este es la señal con él que sé nuestro partido ha terminado. Me voy la vuelta. Lo miro, me mira. Hay lujuria en nuestras miradas. Y placer.

Nos lavamos y salimos contentos del baño. 

Ahora puedo concentrarme un poco más sobre mi puzzle.
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