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Categoría: Maduras

Me enamoré de mi maestra

Me enamoré de mi maestra



 



SINOPSIS: Una velada sirvió para que madura mujer se enamorara de un joven y buscó un pretexto para invitarlo a su casa y tuvieron una tarde de intensa actividad sexual… Con el tiempo ella llegó a ser su maestra en la universidad, pero la relación persistió en toda su intensidad y con mucha discreción…



 



ECSagardez



Estaba invitado a una cena en casa de la señora Rebeca, madre de mi amigo Jorge, por lo que no pude negarme y acepté la invitación en el momento en que su hermana Elida me llamó por teléfono y a quien me gustaba ayudar en la cocina, porque la hacía reir con mis ocurrencias y ambos nos divertía mucho como expresaba ella las groserías… Al fin veracruzana…



Era un sábado por la noche en el puerto de Veracruz y la brisa del mar refrescaba, indicando que sería una velada sensacional, como las que se organizaban en la casa de mi amigo, ya que sus papás, don Jorge y doña Rebeca, eran muy afectos a los chascarrillos y el señor tenía una gracia enorme para contar los chistes…



Como siempre llegué temprano, con la finalidad de ayudar en lo que fuera necesario y doña Rebeca conociendo mis dotes en el arte culinario, me encargó hacer un guacamole y picar finamente la lechuga… Así que puse manos a la obra acompañando a Elida, su hija…



 



II



Cerca de las 10 de la noche, comenzaron a llegar los matrimonios invitados y una visita muy especial, amiga de la infancia de doña Rebeca… Ese era el motivo de la velada… Agasajar a la señora Marcela, quien había decidido regresar a su natal Veracruz, luego de varios años en la ciudad de México, donde vivió con su esposo, de quien se había divorciado tras 20 años de matrimonio. Tiempo en que no tuvieron hijos…



Me encontraba en el interior de la cocina, realizando lo encomendado, cuando llegó la señora Marcela, por pura curiosidad me asomé a la puerta y pude observarla en toda su plenitud… Tenía un cuerpo hermoso y con mucho donaire, además se le notaba que era mujer de clase y alta categoría, así como elegante en el vestir… Me causó una buena impresión.



Enseguida le pregunté a Elida, quién era la señora que había llegado y ella me respondió:



— Es la tia Marcela



No escatimé en adular su belleza y en decir tantas cosas que Elida, me dijo:



— ¡Cuidado…! Está divorciada y a de andar urgida… Y si es de un jovencito, yo creo que no te hará el feo



Los dos reímos por esa expresión… Pero seguimos en nuestras actividades culinarias…



 



III



La señora Marcela, fue invitada a la cocina a saludar a quienes nos encontrábamos ahí y enseguida se mostró sonriente, al tiempo de enseñar unos dientes que semejaban unas blancas perlas en una boca de labios delgados y sensuales. Tras presentarla doña Rebeca, nos dijo:



— Pero que bien huele esto… Se ve que te gusta la cocina ¿cómo te llamas? Nadamás no me digas que eres "Tito", porque te tendré que decir "Mijotito"



Y se alejó sonriendo, luego de decirle que mi nombre era Román… Supe después que doña Rebeca le habló de mi y de que era muy amigo de sus hijos… Pero no pasó de ahí…



 



IV



Llegó la hora de la cena y todos nos sentamos a la gran mesa que Elida había decorado con candelabros, fruteros y dispuso de la cristalería, platos y cubiertos, al fin y al cabo tenía la especialidad de Chef Internacional…



Todos los comensales saboreamos los ricos platillos y no faltó, quien elogiara mi ensalada de guacamole y las señoras preguntaban la receta… Pero Elida, les dijo:



— Los secretos de cocina no se dicen… Son secretísimos



Todos sonrieron y le exclamaron:



— ¡Envidiosa…!



Por lo que transcurrió la noche entre bebidas heladas, el postre y algunas tazas de humeante café… Para entrar de lleno al baile, aprovechando el buen repertorio musical de la colección de don Jorge… La cosa fue que todos los matrimonios disfrutaron… Mientras la señora Marcela, no careció nunca de pareja, porque entre mi amigo Jorge y yo nos disputábamos su compañía para echar nuestros mejores pasos bailables…



 



V



En una oportunidad, le pregunté su edad y me respondió:



— ¡Cuidado joven…! Las mujeres a determinada edad, ya no cumplimos años… Pero nadamás te voy a dar un dato y tu investiga… Más o menos soy de la edad de Rebeca, porque nos conocimos desde el primer año de primaria… Te lo dejo a tu perspicacia



No me quedó más remedio que sonreir y seguir bailando… Se notaba a leguas que era buena bailadora, porque llevaba el ritmo en sus movimientos… En fin… No estaba arrepentido de bailar con ella… La disfrutaba como pareja a pesar de ser una mujer de mayor edad que yo…



En un descanso me dirigí al sanitario y cuando regresé, la señora Rebeca me dijo que ayudara a la señora Marcela, porque le había comentado que tenía problemas con su computadora… Así que quedamos de vernos en su casa al dia siguiente…



La velada concluyó en las primeras horas del domingo y me tocó acompañar a don Jorge y doña Rebeca para dejar a la señora Marcela en su domicilio… La intención de ir con ellos era para saber dónde vivía…



 



VI



El domingo como a las 4 de la tarde me presenté en la casa de doña Marcela, quien me esperaba vestida con un pantaloncillo donde se apreciaba la redondez de sus nalgas, su estrecha cintura y unas piernas bien torneadas, así como una playera de algodón donde al frente se imprimió "carta de un jarocho" y se notaba que no traía sostén, por lo que se transparentaban sus pequeños senos, además de una sandalias que mostraban unos pies lindos y bien cuidados…



De inmediato me invitó a la sala y me dijo que necesitaba su computadora, la cual era una lap-top, porque estaba por entrar a dar clases en la Universidad Femenina, ya que su especialidad era en Ciencias Sociales y Humanidades y estaba elaborando su currícula…



Sin más preámbulo le pedí que me llevara al lugar donde estaba su computadora y me invitó a pasar a su estudio… Por lo que encendí el equipo y me pude percatar que no tenía ningún problema grave, sólo se había desconfigurado el disco duro…



Así que procedí a meterme al biosetup de la PC y volví a configurar el disco duro, el cual entró de inmediato al sistema… En lo que estaba en esos menesteres, ella se trasladó a la cocina y me trajo un plato de piña picada con chile en polvo… Por lo que me expresó:



— Te traje piña, porque es la fruta que me gusta desde niña… ¿A ti también te gusta?



— Sí claro… Además si se come con todo el czón, sirve para algunas cosas eróticas



Las carcajadas de la señora Marcela no se hicieron esperar:



— Ja… ja… ja… ja… ja… Te entendí Román… Te entendí… Parece que comprendiste el mensaje



Y los dos reimos… En tanto reseteaba la PC para que encendiera en forma normal… Lo cual se logró en un instante y en lo que ella se alejó a la cocina, me permití abrir algunos archivos del directorio imágenes y cual sería mi sorpresa que había fotos y videos de mujeres masturbándose…



 



VII



Me llamó poderosamente la atención el material gráfico que tenía la señora Marcela que no percibí en el momento en que regresó al estudio… Por lo que no se inmutó, cuando me dijo:



— ¿Te gustan las fotos?



Titubeante y denotando nerviosismo, le respondí:



— Siiiiiiiiiiii



— No te preocupes ni me molesta que descubras mi intimidad… Debes entender que soy una mujer sola y que a veces necesito calmar mis calenturas… Aunque viéndolo bien podrías tu ser el elegido para calmar mis ansias de miembro



Cuando me dijo eso, me sorprendí… No negaba que era muy hermosa y simpática, pero no había pensado en hacerla mía y la miraba con mucho respeto, por ser gran amiga de doña Rebeca qie yo respetaba mucho… Pero a quien le dan pan que llore…



Así que le pregunté:



— Señora Marcela está segura de lo que me está proponiendo



— Claro hijo, soy una mujer con mucha madurez y debo decirte que anoche al estar bailando las románticas, sentí el roce de tu pene y cuando llegué me masturbé pensando en lo grueso y largo que lo tienes… Así que no deseo pasar la oportunidad para que me hagas tuya. Además te quiero confesar algo, me enamoré de ti… Aunque no lo creas conquistaste mi corazón…



Me tomó de la mano y nos dirigimos a su recámara que se encontraba en la parte alta y en donde un gran espejo reflejaba su gran cama, además de tener otro empotrado en el techo… Se veía que la señora gustaba de verse cuando se masturbaba… Y ahora se vería cuando me la cogiera…0



Ella se sentó en la cama y me abrió la bragueta del pantalón para sacarme la verga… Al estar fuera no dejó de alabar la longitud y el grosor… Así que se lo engulló todo y por varios segundos lo mantuvo adentro, hasta que poco a poco lo fue sacando sin dejar de pasar la lengua, hasta que con la mano derecha jaló el prepucio para relamer el glande y el frenillo…



Así siguió y su lengua se sentía rasposita, así que el placer, que me estaba proporcionando con esa mamada, era algo sensacional y yo estaba gozando…



Su mirada se posó en la mía y parecía que me preguntaba si me estaba gustando… No le respondí con palabras, sino asintiendo con un leve movimiento de cabeza, mientras entrecerraba los ojos… Ella seguía metiéndola y sacándola, hasta que sus labios se cerraron para hacer una cavidad donde mi verga reposaba y sentía los estragos de su lengua rasposita…



El efecto no pudo ser duradero… Ya no pude más y mi cuerpo se laxó para tomarle de la cabeza y le metí de lleno los 18 centímetros que ella aceptó sin poner objeción alguna… Recibiendo de inmediato cinco descargas de sémen que se tragó sin ningún problema…



Unos instantes se quedó así con mi verga dentro de su boca y cuando comprendió que ya había acabado, lentamente y con suavidad se la fue sacando, no sin antes aprovechar su lengua para dejarme el miembro bien limpiecito…



 



VIII



Desfallecido y cansado por la descarga de esperma que me provocó esa mamada, me recosté en la cama… En tanto ella se desnudaba y me quitaba la ropa… La señora Marcela era muy sensual hasta para quedar en cueros… Sus movimientos eran muy sugestivos y ya me estaba empalmando de nuevo…



Así que preferí que ella hiciera lo suyo y lo suyo fue quitarme la ropa… Me desnudó por completo y ella sólo se quedó en un bikini de color azul pastel transparente, donde se notaba un delgado hilo de vellos púbicos… Por lo que se puso en posición de hacer un 69…



Le metí la lengua y me acordé de que la mía también debía estar rasposita por la piña que nos habíamos comido… Así que cuando logré asirle el clítoris con mis labios le empecé a morder levemente y a pasársela en el botón del placer, el resultado fue más que satisfactorio, ya que ella arqueó el cuerpo y se humedeció de inmediato…



Su vagina estaba rebosando de humedad… Yo me tomaba sus fluidos que sabían a gloria… Ese sabor agridulce que me ponía a cien. Mientras ella me estaba proporcionando otra vez placer con su lengua que parecía lija… De pronto sentí como se erizaba la piel de sus nalgas y presionó su vagina contra mi cara, para venirse con toda su intensidad… Al tiempo que gritó:



— Me veeeeeeeeengo… Me veeeeeeeeeeeeeeengo Román… Que bien lo estás haciendo… Tu lengua está rasposa como lija… Así quería que me mamaran… Que distinto es esto a masturbarse



Yo sentía que me ahogaba y discretamente le levanté las nalgas, porque ya no aguantaba la presión que hacía en mi rostro… Parecía que introducía mi cabeza en esa caliente vulva…



La señora Marcela no desaprovechó mi verga que estaba como fierro y despedía tremenda calentura, así que ella misma se la introdujo y se movía frenéticamente de arriba hacia abajo… Era indudable que ella llevaba la iniciativa y en sus movimientos, rítmicos por cierto, parecía que me estaba cogiendo…



Pero no… Ella le gustaba disfrutar y la esbeltez de su cuerpo se prestaba para ello… Su condición física era envidiable… Desde que empezó sus movimientos de sube y baja, así como los rotatorios, jamás bajó la velocidad y a mi me tenía a mil por hora… Hasta que ya no pude más y juntos los dos nos venimos… Pero era tanto mi placer que sólo alcancé a exclamar:



 ¡Aaaaaah!.... ¡Aaaaaaah!... ¡Aaaaaaaaaah!...



Mientras ella volvió a lanzar un fuerte alarido y la expresión:



— Ya, ya, ya, ya, ya…. No puedo más me estoy viniendo



Y una oleada de fluidos se confundieron con mis seis descargas de sémen que inundaron su vagina y en su entrepierna se dejó ver la estela de esos líquidos que corrían por sus muslos… Fue un gozo indescriptible…



 



IX



Desnudos seguimos acostados en la gran cama y quizá hasta nos dormimos una leve siesta en lo que recuperábamos fuerzas… Cerca de las siete de la noche, despertamos y volvimos a la carga… Me había quedado en la mente besarle sus pies y morderle sus talones, además de oler sus plantas…



Así que la comencé a besar y me entregó su boca, mientras nuestras lenguas revoloteaban caprichosas en busca una de otra, hasta que lograron engarzarse y se mantuvieron así por algunos minutos…



Yo seguí mi exploración lingual y llegué a su cuello, lamí atrás de sus orejas, lo que provocó en ella un ligero estremecimiento, mientras le arracaba un leve suspiro…



Seguí por sus pequeños senos y me percaté de que sus pezones estaban súper erectos y pedían a gritos unas chupadas y algunas pequeñas mordidas… Así que hice lo que mi excitación me producía hacerle y lo que de seguro la señora Marcela pedía a gritos… Ella siguió lanzando ligeros gemidos de placer, su disfrute era notorio…



Nuevamente llegué a su entrepierna y no me importó el acre olor de su vagina, le metí la lengua y le chupé por un instante su clítoris… Pero mi objetivo estaba más abajo…



Por lo que me dirigí a sus rodillas, las besé y recorrí mi lengua su parte trasera, aproveché para morderle ligeramente sus nalgas y metí también mi órgano gustativo por su ano… Ella exhaló:



— ¡Aaaaaaaaah! Que bien lo haces Román



Mi exploración lingual continuó hasta sus pies y la acosté boca arriba para levantarlos y besarlos, me los puse en el rostro para olerlos y le mordí con suavidad los talones, así como le chupé uno a uno los diez dedos… Ella estaba sintiendo bonito porque estiraba sus extremidades… Y fue cuando gritó:



— Ya Román… Me estoy viniendo otra vez… Pero metémela… Quiero sentirla adentro



Así que le abrí las piernas y le puse la punta de mi pene en su vagina… Por lo que ella empujó y de un solo golpe se la clavó toda…



 



X



Los rítmicos movimientos de ambos no se hicieron esperar… Parecía que nos conocíamos de varios años en el aspecto sexual, porque nos comprendíamos muy bien… Al grado de que nunca se salió mi verga que se había posesionado de esa húmeda oquedad… Ella miraba el espejo empotrado en el techo y podía observar la forma en que mi miembro entraba y salía de su agujero vaginal…



Por lo consiguiente comenzó a mover su pelvis para envolver con sus músculos vaginales mi verga que sintió los estragos de esos movimientos que me volvían loco y por más que quise demorar ese momento no pude… Porque me vine con una velocidad pasmosa…



Ella sólo sonreía al sentir mis descargas… En tanto arqueaba todo su cuerpo y una descarga eléctrica la recorrió para anunciarle que su vagina se convirtiera en una cascada de placer, porque tuvo otro sensacional orgasmo… En ese momento su grito fue más largo y profundo:



— Román… Me veeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeengo… No puedo máááááááááááááááááááááááááááásYa me viiiiiiiiiiiiiiiiiiiine… ¿Qué me estás haciendo…? Nunca me había venido así… Eres un cabrón… Mírame como me has puesto… Ya no puedo más… Como te aprovechas de mis necesidades… Eres todo un cabrón



Yo nomás sonreía, porque también había sentido lo mismo… La experimentada mujer me había envuelto en una oleada de placer y a la vez conquistó mi corazón… En ese momento reparé en que ya me había enamorado de ella… Y no sentía ningún arrepentimiento…



 



XI



Luego de ese tremendo polvo, nos dirigimos al baño y nos dimos una ducha, donde seguimos tocándonos y mientras ella me mamaba y yo le masajeaba los senos y las nalgas, nos venimos de nuevo… Hasta que ambos decidimos poner fin a esa ardiente e intensa jornada de sexo…



La señora Marcela se convirtió en mi amante por varios años, incluso fue mi maestra en la asignatura "Teoría del discurso". Pero en la Facultad nos tratábamos con mucho respeto, como catedrática y alumno…



Pero nuestros encuentros en su domicilio eran verdaderamente de apoteosis, porque ambos éramos de alta temperatura y, además, siempre lo comentó, le gustaba como la trataba en la vida normal y en lo sexual, así como mi discreción que no le daba problemas en sus responsabilidades como maestra…



Sin temor a equivocarme, siempre bendije a la familia de mi amigo Jorge por habérmela presentado… aunque un día me llamó por teléfono para decirme que deseaba hablar conmigo…



Así que me trasladé enseguida a su domicilio y encontré sus cosas en cajas y una gran maleta en la sala, por lo que dijo:



— Amor… No quiero que llores por mí ni te pongas triste, eres joven y oidras digerir lo que te voy a decir. He tomado la decisión de irme al extranjero… Me ofrecen una plaza en la embajada de México en Inglaterra y siempre ha sido mi deseo viajar a Europa



Y agregó:



— Estoy en la última etapa de mi vida, nunca te lo había dicho, pero ya tengo 47 años de edad y quiero aprovechar esta gran oportunidad… Sólo te pido que continúes preparándote y no me olvides… Porque yo no me voy a olvidar de ti



Triste y cabizbajo la escuché… Pero no comenté nada… Sólo la abracé y le expresé mis mejores deseos… Aunque en mi interior algo desgarraba mi corazón…. Era cierto que la quería mucho… Me había enamorado de esa madura mujer que me había enseñado muchas cosas y cuyo cuerpo había yo disfrutado…



Todavía me propuso hacerle el amor… Pero en ese instante no tenía ganas de nada… Así que tomé su maleta y la acompañé al aeropuerto, ya que su avión estaba por salir a la ciudad de México, donde debía reportarse en Relaciones Exteriores para viajar a Londres en los siguientes días…



En los primeros meses las cartas llegaban y me decía cuanto me quería y extrañaba, incluso me envió una fotografía frente al Big-Ben, además de hacerme las mismas recomendaciones en cuanto a mis estudios… Pero con el paso de los meses la comunicación fue disminuyendo, hasta que jamás volvimos a saber de ella, incluso doña Rebeca… Así como llegó, desapareció para siempre mi querida maestra de la cual me enamoré perdidamente...


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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