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Categoría: Confesiones

Me cogí a mi profe

El profesor de informática es el dueño de mis fantasías.

Me ratoneo con él desde el primer día de clases. Aunque siempre fui muy prudente, y supongo que él jamás lo notó, al menos durante ese año.

Busqué comprender por qué me calentaba tanto un tipo que hasta triplicaba mi edad, sabiendo que los pendejos son mi debilidad.

Tal vez porque era recto, de voz intimidante, usaba buenos perfumes, o porque tenía la misma mirada de baboso que el chancho de mi tio Raúl, que vive en casa desde que tristemente enviudó. Me encantó que el día de mis 18 su regalo haya sido la mejor chupada de concha que nadie me dio jamás. Me encontró media borracha viniendo del baño, en medio de la reunión familiar que mis padres organizaron en casa. Más vale que yo le retribuí aquel orgasmo con un pete en su auto cuando todos se habían ido, y me re tragué su lechita!

Por ese tiempo decidí dejar de enroscarme con el profe, pues, no quería problemas con su familia si algo prosperaba.

Pero en ese entonces ya no era virgen, y me bastaba verlo para calentar mis hormonas como nunca. Apenas él llegaba, un extraño hormigueo me nublaba el pensamiento. Me temblaban las manos, me ruborizaba, me tiritaban los dientes de ansiedad y se me humedecía la entrepierna como una tonta, como con ningún otro pibe del curso me pasó. Incluyendo con el que debuté que, era un divino y tenía la pija gorditda y cabezona, como me gustan.

Mi corazón estallaba en cada latido cuando el profe se me sentaba al lado para explicarme algo en la compu, o corregirme algún práctico.

Siempre creí que me miraba distinto que a las demás, o que me hablaba diferente.

Por ello, más el impulso de Kati, mi mejor amiga, una mañana me animé y dejé en su libro de temas negro un papelito que decía:

¡me calentás mucho bombón… no dejo de pensar en vos… quiero ser tu puta!

Por esa razón, al otro día me preprendió delante de todos en el aula.

¡usted se queda sin recreo Daniela… y además tiene un trabajo práctico para entregarme mañana sin falta… imagino que sabe por qué se lo digo… usted es una desubicada, una mocosa insolente… será muy grandesita para algunas cosas, pero conmigo no se equivoque ni se haga la viva porque vamos mal!

Apenas pude pronunciar un tímido ¡sí!, y todo fue tranquilidad después.

Tampoco pude hablar, ya que mi mano izquierda estimulaba mi clítoris bajo la mesa y mi jean.

Aquel fue el primer orgasmo que involuntariamente me regaló.

Pero cuando solo quedamos nosotros en el salón, mientras recogía sus cosas para irse murmuró:

¡igual tiene unas tetas hermosas la pendeja!

Tenía que hacer algo para encamarnos cuanto antes! No podía soportar más tanta locura quemando mi piel por ese tipo que hacía un caos en mi moral.

Una tarde haciendo zapping, se me ocurrió hacer un video bien hot para él. Así que durante 5 días anduve haciendo de todo para elegirle una buena selección de mí. Lo hice en casa, con el aporte de Kati y de Fede, un amigo incondicional, al que le prometí la cola si todo se me daba con el profe. Mayormente el que estaba libre filmaba.

Les cuento. Al principio estoy dormida, y apenitas hago que se me vea una teta al darme vuelta.

Luego aparezco tomando un jugo de pera sentada en el piso como indiesita, y de repente me lo tiro encima para quitarme la remera, dando a la cámara un buen panorama de mis pezones crespitos pero erectos, para caminar hacia el baño donde, entretanto kati se lava los dientes, y secarme con una toalla. Ella la profana de mis manos, me da ub piquito, un chupón en cada lola y se va. Entonces me bajo el short y le muestro la cola a Fede que filma fiel y entusiasmado. Creo que porque tengo un culote rosa que dice Soy Rapidita.

Después en el sillón me alimento con un pote de ensalada de frutas en corpiño y colales negra, hasta que entra Fede y, del susto fimjo que se me cae todo encima. Se me arroja sobre mí para tranzarme como un loco, me arranca el corpiño y me besa todo el cuerpo. Principalmente la panza, las piernas y la chuchi, comiéndose los pedacitos de fruta que había, y convidándome algunos de su boca.

Esa noche al acostarme, metí la cámara bajo las sábanas, justo entre mis piernas abiertas para pajearme en silencio. Cuando me saqué la tanga me abrí bien el culo y los labios vaginales para frotarla allí, y después olerla gimiendo, susurrando el nombre de mi profe.

Al otro día Fede se hacía el dormido desnudo en mi cama, hasta que yo entro gateando en shortsito al cuarto sin hacer ruido. Le regalo un flor de pete, haciéndole saber a esa verga tiesa que el calor de mi boca es irresistible, y cuando su leche al fin comienza a llenar mi paladar se la escupo en las bolas para refregar mis tetas en ellas.

Después él me filma con Kati correteándonos por la casa para tranzarnos, manoseándonos mal, hasta que ella me tira boca abajo sobre la mesa, me pone un cigarrillo prendido en los labios, me baja el jogging y mientras me da unas nalgadas me dice:

¡tenés una colita de perra cogedora, y la bombachita mojada yegua! Cómo te tiene ese profe! Date vuelta nena!

Cuando lo hago me come la argolla haciéndome acabar ni como con mis chiches lo había logrado. No pensé que la lengua de Kati encallada en mi sexo podría hacerme desearla tanto, y menos cuando me lamía la pancita, cuando se llenaba la boca con mis jugos y me los babeaba en el ombligo, o cuando su saliva encendía mi clítoris de tanto roce junto a uno de sus dedos en la entrada de mi culo.

Después ella me grabó desvistiéndome a punto de bañarme. También cuando hacía pis parada en la bañera.

Dejó la cámara en el lavatorio, para que registre mi silueta entre agua, espuma y vapores excitantes mientras me bañaba solita.

La tarde siguiente me estaba dando un ratito con un consolador en mi pieza, hasta que entra Fede. Me arranca la remera, que era todo lo que traía, me huele entera y mientras yo sigo con el chiche me coge la boca, me pega con su pija hinchada donde quiere, me hace pajearlo entre mis tetas y con las manos. Hasta que vuelca su cremita en mi cara cuando le largo:

¡dame toda la lechita que no doy más chiquitín!

También me filmé tomando sol en bikini, maquillándome desnuda frente al espejo, con toda mi ropa interior revuelta en la cama, y a Kati lamiéndome las gomas después de petear a Fede.

Lo último fue una yapita. Kati me vistió de trola para esperar a Fede sentada en el patio, fumando y tomando vodka. Cuando él llega me manotea del pelo, expone mis tetas al sol al arrancarme todo y las muerde. Me lleva medio a la arrastra a la cama, se me desploma encima para partirme la conchita con una fuerza animal que me hace gritar casi hasta la disfonía, porque duró bastante, mientras destrozaba mis medias de red y la colales roja, con la que luego me tapa la boca y la nariz.

Después de editarlo todo con música de fondo acorde, puse el dvd en un sobre de papel madera que decía: ¡miralo y comeme toda! Al otro día lo puse entre las hojas de la carpeta de mi profe preferido.

Intenté hacerlo con el mayor cuidado posible. Fue antes de que todos entraran abarrotados al aula. En la mitad de la clase vi que guardó el sobre en su maletín, pero no agregó palabras, ni hizo algún gesto de enojo, ni me señaló. Creí que todo había sido envano.

Pero, al otro día al llegar a mi casa encontré en mi mochila un dvd en una caja sin nombre ni imagen. Esa noche cené con la impaciencia derrotando a mi apetito. Sentía que el roce de la bombacha en la piel electrizaba mi curiosidad.

Cuando todo en la casa era solo silencio, apagué todas las luces, me metí en la cama en pelotas con el control remoto y un juguito de ananá.

Cuando cesaron mis nervios, mis pulsaciones bajaron y mi cabeza se detuvo le di play. Hasta me hice pichí encima de tanto pajearme frenética, revolucionada y alzada, porque era mi profe haciendo cosas chanchas en el colegio. Algo que se rumoreaba, pero yo y el pedestal de su exelencia no lo aceptaban.

Había muchas fotos mezcladas con imágenes. Primero una preceptora se la mamaba en su auto. ¡eso significa que le vi la pija en estado de gracia, y aunque la soñaba más larga, tenía un grosor y una cabecita imponente, colorada y venosa, siempre hinchada!

Después algunas fotos. Una tocándole las gomas a la de inglés, que es una terrible perra de 24 años. Otra comiéndole la boca a una de guardapolvo azul contra la pared, y otra subiéndole la pollera a una morocha que no traía bombacha. Esa decía en el margen: ¡te la doy toda perrita!

Luego más imágenes. En el baño hizo que una de m mis compañeras le muerda la pija sobre su slip, y luego se embobaba viendo a dos gorditas bailando en el patio con sus jeanes que se le caían. Cómo odié a la pecosa esa!

Tuve que hacer una pausa para frenar mis gemidos tras oír el teléfono y, enseguida a mi mamá golpeando la puerta para preguntarme si estaba todo bien. Apenas le dije que sí fingiendo una pesadilla absurda y la oí regresar a su pieza continué.

Por un momento imaginé a mi madre retándome por mearme en la cama, y eso me calentó mucho.

Naturalmente todas con las que mi profe se propasaba eran de sexto año.

Más tarde consuela a una chica que lloraba por haber desaprobado un examen. Estaban en preceptoría, donde apenas se la sentó en la falda la enamoró con chupones intensos sin destino fijo, y de repente le bajó el pantalón para burlar a su tanga diminuta con su lengua y hundirla en su flor. Cómo se mojaba esa trolita!

Pronto le pidió a una rubiecita que le muestre el color de su bombacha. Como ésta se negó la llevó al baño para darle toda la lechita en la boca, cuando la guacha con suerte si lograba manipular semejante pedazo. Esa era Camila, la abanderada.

A la zorrita de Lula se la cogió contra la puerta del baño de nenas, y según él fue a la única que penetró en el cole. Casi me muero viendo cómo su poronga gruesa entraba y salía de la conchita más popular de sexto C con orgullo y sin una mueca de arrepentimiento.

Casi al final del video se está pajeando en el baño con una bombachita impregnada en su nariz, hasta que le salta un toco de leche, y acto seguido se limpia la verga y las manos con un pañuelo negro.

Mi cabeza había distorcionado hasta mi nombre. Después de eso no podía mirarlo ni para responder a sus consignas en clase. Su voz hacía que me acabe encima y sin tocarme, como en un tantra que me confundía.

Unos días antes de que la primavera repiquetee en la ciudad con sus colores, me arrinconó cerca del bufet y me dijo al oído:

¡te gustaría que nos filmemos haciendo porquerías?!

Me amasó las lolas apenas le dije que sí temblorosa, y el próximo día nomás comenzó el show.

Cuando nos quedamos asolas en la sala de computación me tranzó, me pidió que me ponga en cuatro patas en una silla y que me pegue en la cola, me babee la cara comiendo un chupetín que, él mismo colocó en mi boca, y pronto que me arrodille en el suelo con el guardapolvo desprendido, la remerita y el corpiño subidos. Pero justo cuando mis ojos se emocionaban al ver cómo su pija emergía de su ropa para que mi sed lo haga gozar como tanto lo esperaba, alguien golpeó la puerta, y ante la duda nos arreglamos para no generar sospechas.

Otra mañana me comió la boca medio de sorpresa en el patio mientras todos hueveaban en el recreo.

Más tarde me manoseó en la galería, y apenas entramos a la cocinita donde casi nunca había nadie, persiguiéndome implacable me mordió la cola, me bajó el jean, besó y lamió mis nalgas, me corrió la tanga y tras escupirla me olió la chuchi fregando su nariz como un desaforado diciendo:

¡qué olor a putita cogida tenés perra!

Otro día en la sala me recostó sobre dos mesas, se bajó hasta el calzoncillo, convirtiéndome en devota de ese pito perfecto, el que me hizo lamer sin introducirlo en mis labios, y con el que me azotaba la cara. Mientras tanto me apretaba las gomas y me hacía corazones con el dedo en la entrepierna sobre la ropa.

Antes de irnos me paró contra la pared con las manos sobre ella por arriba de mi cabeza y dándole la espalda, dejó mi jean en mis rodillas, quiso que le menee la cola y, en breve sentí su termo hirviendo fregándose en ella hasta que sus chorros de semen me empaparon gravemente.

Yo me moría por degustar el sabor de su leche madura y suculenta, pero sabía que debía tener paciencia.

Recuerdo que ese día ni me cambié la bombachita.

Más adelante me toqueteó en el laboratorio por debajo de la ropa, y cuando llegó a mi mitad me clavó dos dedos en la chuchi para moverlos con una agilidad que me ponía de los pelos de tanta calentura mientras me juraba que no podía contener las ganas de garcharme, y los lamimos juntos ni bien acabé.

La mañana siguiente me pescó después de hora leyendo a Neruda en la biblioteca para literatura, y como vio que solo estaba la secretaria comenzó a retarme por una supuesta mala nota. En cuanto la mujer se fue me hizo agachar para mamarle hasta los huevos. Estuve largo rato atragantándome de pija, lagrimeando de felicidad y jadeando como enfermita de sexo, entre arcadas ruidosas y mi pecho en éxtasis por su sabor a macho en mi boca, engullendo sus bolas sin piedad y arañándole el culo para que me coja más y, oyéndole decir:

¡así putita reventada, chupala toda, tragala nena, te gusta mamar pija viciosa!

Hasta que me la quitó de golpe, me sentó en una sillita giratoria y me ordenó que me masturbe, ni bien terminó de sacarme las zapatillas, el jogging y mi tanga roja, la que entretanto olía enloquecido. Todo hasta que su pene disparó un río de lechita entre mis manos, la que quiso que me esparsa por la cara sacando la lengua, y luego me olía la boquita.

Otra vuelta me llevó al baño para filmarme haciendo pis en cuclillas mientras yo le saboreaba las bolas pajeándolo rapidito, y en cuanto comencé a morderle el costadito del glande gimió con impaciencia. Allí me la instaló en lo hondo de mi garganta para cogérmela inflando mis mejillas con su erección. Golpeaba mi cabeza contra la pared, me estremecía la sangre con sus pellizcos a mis pezones, presionaba mi nariz como sonándome los mocos y desgarraba mi razón con sus insultos. Hasta que su lechita fue mía mientras el timbre anunciaba el fin del recreo.

No saben lo rica y espumosa que le salió esta vez, y cómo me cargaban las chicas por el olor a pipí de las gotitas que me salpicaron en plena mamada!

Aquella vez me exigió queel próximo martes asista al colegio con pollera y sin bombacha, y me hizo bailar mientras me arreglaba la ropa, y su cámara era mi dulce tortura. Lo hice, y finalmente me tubo parada como 20 minutos en el patio con una teórica penitencia para que el viento me suba la pollera y se me vea todo.

En cuanto el timbre devolvía a los chicos a sus aulas corrimos a un salón desocupado, donde mientras nuestras lenguas se amaban en su boca intercambiando saliva y pasión, metía y sacaba su índice de mi vagina para lamerlo, diciendo que le calienta mal que la tenga peludita.

De repente me hizo ponerle un forro con la boca, me tumbó sobre una mesa mugrienta, se me trepó y sin un solo cuestionamiento me la enterró de lleno en la concha, moviéndose felino, rabioso y acelerando a mi orgasmo, abriendo mi sexo con su devaneo de caderas, haciéndome feliz además con su dedo puerteando mi cola y repitiéndole a mi psicología que soy una putita cualquiera, y finalmente me hizo arrancarle el forro con los dientes para acabar en el hueco de mis tetas y mi corpiño.

Había rumores de que el profe me miraba diferente, que me trataba con otra dulzura, y no sé qué más. Pero él era un seductor y un cogedor ejemplar. De hecho, la Meli me contó una vez que le comió la conchita en preceptoría. Eso me puso celosa. Pero él me hacía sentir que yo era su única gatita, y eso me serenaba.

El año electivo concluía cuando él dejó en mi mochila una copia en dvd con las cositas que hicimos en el cole, con la dirección de su casa. En el mismo papel decía que me esperaba el lunes a las 7 en su casa. Además quiso que me vista como siempre.

Casi acepto viajar a la costa con mis padres. Pero luego de repasar los videos y de avivarme que era mi último año en la escuela, fui nomás.

Cuando me recibió pensé en dejarle la iniciativa. Pero el tipo me esperaba con una cerveza fría en la mano, en short, descalzo y en cuero, regalándole a mis pupilas su cuerpo trabajado, musculoso y firme.

Ni lo pensé. Me le tiré encima, le comí la boca, le lamí todo el pecho apretujándole el bulto que de a poco tomaba la dureza y el grosor que anhelaba, me quité el straple azul para sentir el calor de su piel en mis pezones erectos, logré que los chupe mientras me pegaba fuerte en el orto y le saqué el short. Como para mi suerte no traía calzoncillo, froté mis tetas en su pija venosa tras insistirle con que me las escupa sin asco, y pronto la anidé entre ellas con un movimiento cadencioso, lento y burlón, gimiendo despacito, lamiendo a veces su cabecita para matarlo de placer y delirando cuando me agarraba de las colitas para controlar mi danza bucal, oyéndole decirme:

¡sos una nena chancha, y espero que hayas venido con la bombachita usada como sabés que me gusta!

Lo volví loco al rozarle mi pelo, mi espalda, mi ombligo y la puntita de mis pezones en el pito. Bastó que le dijera:

¡sí perrito, y no te imaginás el olor a culito que tiene!, para que la ensarte en mi garganta con un profundo peligro y penetrarme re sacado, marcando sus uñas en mis senos al amasarlos. Luego sentenció:

¡no te das una idea de la que te vas a comer por el culo nenita!

Me sacó el jean y las sandalias, me sentó sobre su pecho para pajearme un ratito, me puso en cuatro en su precioso futón, en el que seguro se cogió a otras pendejas y me olió intensamente. Luego me corrió la tanga y me lubricó el orto con su saliva y mis jugos que abundaban inmortales para metérmela con todo y en seco, la verdad, no me dolió porque se deslizó fácil. Además ya le había entregado la cola a uno de mis compañeros del club.

Me cogía como con la abstinencia a flor de labio, mordiendo mi cuello y mis pezones, gritando que deseaba dejarme toda sucia, frotando mi concha con su palma abierta, pidiendo que le muerda los dedos y que gima.

No sé por qué pero, a punto de que su leche fluya ferviente en mi culo me hacía oler mi culote y me ordenaba que me hiciera pis como las perritas. Apenas le concedí ese deseo, un ramillete seminal ardió junto al orgasmo más largo de mi sexualidad, y me calentó mucho mearme así, delante de mi hombre, con su carne toda adentro de mi culo. Su lengua y olfato desfilaron por todo mi cuerpo cuando nos pusimos de pie. Me sentó en la mesita ratona para que le lama la pija con el sabor de mi fiebre anal, y no pudimos evitar revolcarnos otra vez en la alfombra, con sus bombazos aflorando en mi útero, jurándole a mi clítoris que no iba a parar hasta dejarme preñada, y con sus dedos entrando y saliendo de mi cola para por poco hacérmelos tragar.

Nunca había escuchado a un hombre decirme tantas cosas degeneradas y excitarme así!

Luego me hizo petearlo, yo sentada en el sillón sobre el charquito de mi pichí, y él oliendo mi calzón.

Pronto me sentó en su flamante mesa de vidrio sin mantel, y mientras me sostenía de las piernas su poronga se hacía lugar en mi concha tan alzada que, ni me importó que me acabe adentro tras empomarme como lo hacía.

Sí, el turro me dejó embarazada, y lo supo siempre. Pagué la lujuria más cara de mi adolescencia haciendo cargo de mi bebé a Fede, mi mejor amigo, con el que siempre cogíamos. Claro que a Fede le conté todo, y como el gil estaba enamorado de mí, todo lo que le pidiera lo ponía a mis pies.

Mi profe había filmado todo, fiel a sus fetiches y a mis caprichos. Por lo que convenimos en no volver a vernos, luego de que su esposa encontró aquellas pruebas.

A Fede le di la cola como se lo había prometido.

Hoy Kati, Fede y yo vivimos juntos y re calientes. Yo embarazada, y ellos complaciendo al apetito sexual de mis 19 añitos. Mis padres aún no lo saben, pero ya le diremos con Fede que somos novios, y que bueno, pasó! fin

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