Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Relato
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Relato
Categoría: Incestos

Me cepillé a mi tía

La historia que voy a contar sucedió hace un tiempo, en concreto unos tres años. La empresa de seguridad en la que trabajo me propuso trasladarme de Tarragona a Valencia durante una temporada pues tenían falta de personal. Accedí pues me ofrecían unas condiciones laborales y económicas mejores y además se trataba de estar un año así que no tardaría en estar de vuelta en mi querida ciudad.

En la ciudad del Turia vivía la hermana de mi madre con mi tío y mis primos lo cual me animó aún más a la hora de aceptar la oferta de mi empresa. Al menos no me encontraría solo en una ciudad extraña. La verdad es que soy bastante sociable y no tengo problemas para relacionarme con la gente así pues no lo pensé dos veces y en una semana me encontraba montado en el tren camino de Valencia. No quería molestar a mis tíos con mi presencia, tenía pensado buscar un piso lo antes posible para poder disfrutar de mi propia independencia.

Hacía tres años que no tenía noticias de mis tíos y de mis queridos primos. La última vez que coincidimos fue en el pueblo un mes de julio que fui tras varios años de ausencia. Allí me encontré con mis primos y con los amigos de correrías de cuando era mucho más joven.

Nunca había pasado por mi cabeza tener nada con mi tía, era la hermana menor de mi madre, por aquel entonces tendría unos 39 años y yo 25. Mi tía Olga es realmente encantadora, siempre divertida, dicharachera y terriblemente ocurrente en las conversaciones que mantiene. Al menos esa era la imagen que recordaba de ella tras años de no verla.

El Euromed que me trajo a Valencia llegó a la Estación del Norte a las ocho en punto. Una vez bajé al andén, lo recorrí hasta llegar al vestíbulo y no tardé en reconocer a mi querida tía y a mi prima Amparo la cual se entretenía con las llaves del coche en la mano. Les di un beso a cada una y amablemente comenté que ambas estaban muy guapas a lo cual mi tía dijo que siempre se agradecía un piropo como ese.

De camino a casa le dije a mi tía que en el momento en que pudiera buscaría un piso. Mi tía y mi prima contestaron que hacía mucho tiempo que no me veían, que la casa era grande y que todos estarían encantados de tenerme como invitado. Agradecí la invitación cortésmente, pero les dije que buscaría alguna cosa cercana a ellos para que el contacto fuera lo más habitual posible. Olga replicó que hiciera lo que quisiera pero que en casa no iba a molestar.

No tardé en fijarme de manera más detenida en mi tía y en mi prima. Amparo tiene 20 años y es una auténtica preciosidad, todos los muchachos del pueblo iban detrás de ella, aunque la verdad es que ella nunca les había dado pie a nada. Siempre le había gustado ir a la suya, disfrutar de su propia libertad. Tenía el pelo de color castaño oscuro, liso y le llegaba a la altura del cuello. El tiempo que hacía que no la veía la había hecho desarrollarse de manera considerable. Ya no era ninguna niña, la verdad es que era una mujer verdaderamente apetecible en la que destacaban unos redondos pechos, no demasiado grandes, pero sí interesantes para cualquier hombre. Tenía la misma cara risueña y traviesa de su madre.

Si mi prima Amparo me había sorprendido con su belleza debo decir que mi tía me produjo una sensación aún mejor. Desde el momento en que superé la adolescencia advertí mi creciente interés por las mujeres maduras. Sin poderlo evitar se me iban los ojos detrás de las mamás que esperaban en la puerta del colegio la salida de sus queridos hijos. Dentro de mi experiencia sexual ya había podido probar los encantos de una compañera cuarentona de trabajo a la que su marido no complacía convenientemente. Otra aventura de la que había disfrutado tuvo lugar una noche en la que fui con unos amigos a una discoteca. Allí nos encontramos con un grupo de separadas y tras unos cuantos bailes separados y pegados todos acabamos gozando de nuestros cuerpos con aquellas mujeres tan necesitadas de un buen hombre. A mí me tocó en suerte hacer compañía a una mujer que rondaba los cincuenta pero que parecía mucho más joven de lo que era. Me contó que todas eran compañeras en una academia de pintura y que aquella noche habían salido a cenar y luego habían decidido ir a pasar un buen rato moviendo el esqueleto.

Volviendo al relato comentaré que llegamos a casa sobre las nueve. Allí encontré a mis dos primos favoritos, Claudia y Javi los cuales se lanzaron a mis brazos en cuanto los vi. Claudia tiene 13 años y Javi 11 y siempre me habían considerado su primo mayor. La verdad es que siempre se fijaban en todo lo que hacía, me consideraban como alguien en quien sentirse reflejados. Mi tío Pedro no estaba en casa, me dijeron que llevaba unos días fuera pues le habían encargado, en la compañía de transportes en la que trabaja, unos importantes encargos. Hacía una semana que estaba recorriendo media Europa pues debía ir hasta Dinamarca pasando por Francia, Austria, Alemania y la República Checa.

—Este maldito trabajo de tu tío me mata —dijo mi tía lanzando un profundo suspiro— Todas las semanas fuera de casa con el maldito camión a cuestas. Apenas está dos días en casa y ya tiene que volver a marcharse……

—Tía, miralo por el lado positivo. Piensa que cuando vuelve os reencontráis con más ganas.

—Ojalá fuera así —volvió a suspirar con fuerza— Ya ni me acuerdo la última vez que me hizo el amor —me dijo de manera confidencial llevándome aparte— Ya conoces a los camioneros, seguro que tiene a varias por ahí, una en cada ciudad —comentó mientras le caía una lágrima a través de su bonito rostro.

—Pero tía, no debes pensar esas cosas, tú aún eres una mujer bella. Estoy seguro que más de un hombre estará deseando hacerte feliz. Tienes un cuerpo todavía apetecible y un carácter alegre y jovial.

—Miguel hijo, gracias por animarme, pero a mi edad las oportunidades ya no se dan como cuando tenía diez años menos. Debo reconocer que he llegado a pensar en serle infiel a tu tío, pero finalmente conseguí desechar tan horrible idea.

Dejamos de hablar pues mis primos se unieron a nosotros. Mi tía me llevó a mi habitación y me dijo que colocara las cosas tranquilamente y que cualquier cosa que necesitara la llamara sin falta. Todavía quedaba un buen rato para cenar así pues me invitó a ducharme pues me dijo que me ayudaría a relajarme después del viaje.

Nada más quedarme solo empecé a colocar rápidamente la ropa en los cajones del armario mientras las camisas, pantalones, americanas, el abrigo y la parka los colgué en las perchas. Una vez acabé me tumbé en la amplia cama a fumarme un pitillo mientras pensaba en Olga. Todavía era una mujer interesante, no entendía cómo mi tío la tenía tan desatendida. Supuse que la distancia, tantos días separados, ayudaban a que mi tío se acostara con otras mujeres en diferentes burdeles de carretera de toda Europa.

Lancé una bocanada de humo y cerrando los ojos imaginé la figura cercana a los cuarenta de mi tía…. Su cabello era rubio, aunque evidentemente no era natural, de todos modos, aquel tono levemente color miel hacía destacar su rostro alargado. Los rizos le caían por encima de los hombros y un largo mechón por encima del ojo derecho. Los ojos eran muy expresivos y de color miel igual que el cabello. Imaginé que el tinte del cabello lo habría elegido a juego con el color de sus bonitos ojos. No había podido evitar fijarme en su boca de labios carnosos y dientes perfectamente cuidados…

En cuanto al cuerpo poseía unos pechos redondos y de tamaño similar a los de mi prima Amparo. No era gorda, aunque tenía el peso necesario para mantener una figura saludable. Tenía unas piernas largas y estilizadas coronadas por un trasero de buen tamaño y tras el cual se me habían ido los ojos nada más verla. Abandoné mis ensoñaciones con mi tía Olga al notar cómo mi miembro abultaba debajo del pantalón. ¡Me había empalmado pensando en mi tía! Me sentí un depravado al haberme excitado con la imagen de Olga, traté de tranquilizarme dándome una buena ducha de agua fría.

Sin embargo, fue peor el remedio que la enfermedad pues el contacto de la espuma y del agua hizo que la hinchazón de mi pene en vez de disminuir aumentara de manera considerable. No podía quitarme de la cabeza la imagen de Olga. Fantaseé con la idea de que estuviera acompañándome en la misma ducha acariciándonos nuestros húmedos cuerpos. Agarré con fuerza mi endurecida polla y empecé a masturbarme de manera lenta gracias a la espuma que envolvía mi excitado miembro.

Imaginé a Olga ronroneando al sentir mis labios recorriendo su cuello y su nuca mientras apretaba sus apetitosas nalgas contra mi pubis notando crecer mi polla sin descanso. Mi tía no paraba de animarme pidiéndome que le agarrase sus excitados pechos con mis manos. Sus pezones se endurecieron nada más notar el roce de mis dedos sobre ellos. Pude escuchar la voz melodiosa de Olga rogándome que la follara, que estaba muy cachonda y que necesitaba tenerme dentro de ella. Mi fantasía finalizó al sentir cómo me corría, mi espeso esperma se mezclaba con el agua que caía de la ducha yendo a parar al desagüe.

Salí de la ducha secándome con rapidez. Me vestí con una camiseta y un chándal de mi tío que, amablemente, me había dejado Olga. Abandoné el baño y me dirigí a la cocina al escuchar a mi tía y a Amparo canturrear. Ambas estaban preparando la cena.

—¿Ya te duchaste? Así me gusta, que me hagas caso. Seguro que dormirás como un lirón —me dijo Olga lanzando una fuerte risotada.

—Bueno tampoco creáis que estoy tan cansado. Después de cenar podemos ver un rato la tele…. Por cierto, ¿qué hay de cena? Estoy realmente hambriento.

—Estamos preparando algo ligerito, unos filetes empanados y una ensalada, —respondió mi prima Amparo— ¿Está bien para el señor? —me provocó guiñándome un ojo.

—Bien, está perfecto. La verdad es que no tengo muchas manías con la comida. Además, no es de buena educación despreciar la comida.

Cenamos en media hora, tras lo cual Olga les dijo a Claudia y a Javi que ya era hora de irse a dormir. Ambos regruñeron diciendo que querían quedarse un rato más pero mi tía con mirada imperativa les obligó a despedirse. Al día siguiente debían madrugar. Nos quedamos los tres viendo la televisión. Ambas se habían cambiado tras la cena y vestían con un camisón y una bata por encima. Al estar sentadas ambas batas se subían de manera descuidada dejando ver parte de sus bonitas piernas. Mientras hablábamos aprovechaba para lanzar fugaces miradas a los muslos de Olga y de Amparo. Noté cómo mi entrepierna volvía a encabritarse sin remedio por lo cual cogí una almohada y la coloqué sobre mi vientre a fin de tapar mi creciente excitación.

A la una mi tía dijo que estaba cansada y que se iba a dormir. Yo asentí a sus palabras diciendo que estaba reventado del viaje y que necesitaba descansar. Así pues, cada uno accedimos a nuestros respectivos dormitorios. Me acosté y a los pocos segundos me dormí como un bendito.

Tres días más tarde empecé a trabajar asignándome en la empresa una compañía de telemarketing la cual no estaba demasiado lejos de la casa de mis tíos. Podía ir en transporte público y todo el mundo era gente joven así pues todos los días alegraba la vista y otra cosa con las preciosidades que pasaban delante de mí.

Al mes de llegar a Valencia sucedió lo que tarde o temprano debía suceder. Aquella semana me tocaba turno de noche así que llegué a casa un martes a las nueve de la mañana. Mis primos se habían ido ya, los pequeños al colegio y Amparo a la universidad.

Me encontré a mi tía en la cocina desayunando y mostrando una cara de pocos amigos.

—Olga, ¿qué te pasa? ¿Te encuentras bien? —me acerqué a ella tratando de consolarla.

—Es el cabrón de tu tío. Esta noche tenía ganas de que me hiciera el amor y sin embargo el muy idiota se ha vuelto de espaldas dejándome sentada en la cama con cara de estúpida.

Se puso a llorar como una Magdalena lanzándose en mis brazos en busca de cariño y consuelo. Se abrazó a mí con fuerza gimoteando una y otra vez. Le acaricié el cabello diciéndole palabras suaves intentando tranquilizarla. Olga iba vestida con aquella bata de terciopelo con dorada piel de armiño que tan bien conocía. Levantó la cabeza y aproveché para secarle con mi mano las lágrimas que caían por su cara Agradeció mis palabras de ánimo afirmando que era muy atento con ella. Traté de quitar hierro a sus palabras diciéndole que no podía menos que hacer que se sintiera bien, que allí me tenía para lo que necesitara. Olga volvió a ponerse a llorar al tiempo que se apretaba aún más contra mí haciéndome sentir sus redondos pechos contra mi brazo.

—Miguel, gracias por animarme. ¡No sabes cómo te lo agradezco! No soporto más los desplantes de tu tío, su forma de tratarme, su distanciamiento… Cada vez veo más claro que nuestra relación no tiene posible solución. Estoy segura que me liaré con el primer hombre que se cruce en mi camino, aunque me haga sufrir.

—Olga, no llores más. Una mujer tan bonita como tú no merece sufrir de ese modo. Estoy seguro que más de un hombre desearía gozar de ese cuerpo. Debo decir que yo mismo no dejaría pasar la ocasión de disfrutar de los encantos de una mujer como tú.

Mi tía se quedó mirándome con los ojos abiertos como platos tras oír mis últimas palabras. Me acerqué a ella y, retirando los pocos cabellos que caían sobre su rostro, pude oler aquel dulce perfume que tanto me embriagaba. Olga dejó abandonar su frente sobre la mía. Agarré su mentón entre mis dedos y la obligué a mirarme. Aquellos ojos mostraban falta de cariño y yo estaba dispuesto a ofrecerle todo el afecto posible. Hice que Olga ladease levemente la cabeza y cerrando ambos los ojos unimos nuestros labios en un dulce beso el cual poco a poco fue adquiriendo mayor pasión. Su boca buscaba la mía con verdadero deseo. Aquella mujer evidenciaba una enorme necesidad de sentirse amada. Apretaba mis brazos con sus manos como si quisiera hacerme suyo, como si quisiera que no la abandonara.

—Miguel, te necesito. Necesito sentirme amada, que me hagas tuya. Necesito el contacto de un cuerpo masculino como el tuyo. ¡Diosss, hace tanto tiempo que tu tío no me hace al amor que ya ni me acuerdo!

Cruzó ambos brazos por detrás de mi cuello atrayéndome hacia ella. Abrió nuevamente la boca entregándome aquellos labios húmedos con deseo contenido. No me costó gran esfuerzo hacer que abriera los labios permitiendo que mi lengua se uniera a la suya. Noté su femenino cuerpo temblando de emoción mientras jugaba con mi nuca con sus uñas. Introduje mi cálida lengua en el interior de su boca mezclando nuestras respectivas salivas en un beso lleno de pasión. Estaba seguro que mi querida tía se me iba a entregar por completo. Me lo demostraban aquel cuerpo deseoso de caricias, aquellos pechos deseosos de mil placeres desconocidos….

Agarré uno de sus redondos pechos por encima de la tela de su bata y lo apreté con fuerza haciendo que Olga suspirase de placer. Noté como sus pezones se endurecieron gracias al contacto con mi mano. Dejé a un lado su sabrosa boca y dirigí mis labios hacia su apetecible cuello empezando a chuparlo con fruición.

—Sigue así, cariño. Me vuelves loca, ¡sigue así y conseguirás hacerme correr!

Desaté el cinturón que sujetaba la bata por su cintura y ante mí aparecieron aquel par de senos que hacía rato deseaba ver. Seguí manoseándolos con mis poderosas manos al mismo tiempo que jugueteaba con su palpitante cuello y con el lóbulo de su oreja. Mi querida tía se retorcía de satisfacción pidiéndome más y más. Sabía que se encontraba próxima a su primer orgasmo así que aceleré mis caricias deseoso de que alcanzara su tan ansiado clímax. Bajé una de mis manos hacia su entrepierna encontrándome con la tela de su braguita. Mis alargados dedos superaron dicha barrera introduciéndose bajo ella en busca del tan codiciado tesoro que mi tía escondía entre sus piernas. Nada más entrar en contacto con su empapada vagina escuché como Olga gritaba explotando entre mis malévolos dedos:

—¡Me corro Miguel, me corro! Diosss, qué bueno es esto. Hacía tanto tiempo que no sentía algo así que ya ni me acordaba.

Pude disfrutar recreándome con la imagen de aquel cuerpo maduro vibrando y retorciéndose gracias a las caricias que le propinaba. Olga abrió los ojos mirándome con una mirada llena de agradecimiento. Respiraba con dificultad tras gozar de su primer orgasmo. Porque estaba claro que no iba a ser el único orgasmo del que iba a disfrutar aquella mañana. Pensaba volverla loca hasta que me pidiera que parara, aquella mujer que, por ende, era mi tía, se lo merecía.

—¿Qué tal te encuentras? Dime, ¿te ha gustado Olga? —pregunté completamente seguro de que así había sido. La mirada excitada de mi tía así lo demostraba.

—¡Me ha encantado! Me has vuelto loca, no esperaba poder gozar del modo en que me lo has hecho sentir. Después de mucho tiempo me has hecho sentir deseada, me has hecho sentir mujer, me has hecho sentir respetada….

—Olga, puedo hacerte sentir así siempre que quieras. Una mujer como tú merece disfrutar de su cuerpo, merece disfrutar de su juventud….

Mi tía agradeció mis palabras volviendo a ofrecerme sus carnosos labios los cuales acogí entre los míos besándonos. Con gran placer sentí cómo Olga dejaba reposar su mano sobre mi entrepierna. Presionó con firmeza con su mano logrando que mi miembro empezara a despertar de su letargo. Ella respiraba de forma acelerada, parecía que el corazón le iba a saltar del pecho.

—¡Miguel, dame tu polla! —exclamó con los ojos entrecerrados— Tengo tantas ganas de una buena polla, hace tanto que no me como una….

Me puso frente a ella apoyado en el borde de la mesa de la cocina. Desabrochó la hebilla del cinturón de forma rápida soltando a continuación el botón que sujetaba los pantalones. Fijó su mirada en la mía observándome con cara de deseo. Bajó la cremallera con sus dientes tras lo cual los molestos pantalones cayeron sin dificultad hasta el suelo. Centró su atención en el bulto que se apreciaba bajo el slip al tiempo que humedecía sus labios pasando la lengua sobre ellos. No pude aguantar por más tiempo las ganas de que envolviera mi miembro con aquellos carnosos labios que tanto me enloquecían, así pues, no esperé a que ella me bajara el slip sino que fui yo mismo quien, agarrándolo por cada lado, fui bajándolo lentamente por mis muslos hasta dejar aparecer mi cabeceante polla la cual apuntó directamente hacia arriba mostrándose excitada ante la mirada atónita de mi tía.

—¡Dios mío, menuda maravilla que tienes sobrino! —dijo quedándose con la boca abierta ante el tesoro que le ofrecía— ¿Pero cómo he podido perder el tiempo de esta manera? Si mi marido tuviera algo así no tendría que buscarlo fuera de casa…. Miguel cariño, dejame que la vea de más cerca.

Olga se echó el cabello hacia atrás mientras se deslizaba hacia el suelo arrodillándose entre mis piernas. Agarró mi polla y la comenzó a palpar entre los dedos y la palma de la mano al tiempo que la observaba de forma detenida disfrutando de cada uno de los estímulos que recibía mi excitado miembro. Gemí agradeciendo el tratamiento que me prodigaba con sus primeras caricias. Sin abandonar mi sexo, Olga se incorporó subiendo hasta mi cara y me besó nuevamente. Me masturbaba lentamente deslizando sus dedos a lo largo del tronco el cual palpitaba de deseo. Gracias al tratamiento que me daba mi pene fue adquiriendo a cada paso un mayor tamaño y grosor.

—¡Madre mía sobrinito! ¡Menuda sorpresa me tenías reservada! Jamás vi nada igual, es realmente enorme. ¿Me dejas que te la chupe? Siempre me ha gustado comerme una buena polla, es lo que más me gusta….

Asentí levemente con la cabeza mientras Olga volvía a arrodillarse entre mis piernas tratando de acomodarse lo mejor posible. Sostuvo mis pelotas con la mano izquierda y la polla con la derecha. Apretó poco a poco hacia abajo en dirección a la base del mango y se dispuso a chupar con aquellos labios carnosos cuya imagen me llevaba cerca del infarto.

Mi tía pasó la lengua por encima de sus labios humedeciéndolos de forma descarada. Me miró con los ojos entrecerrados mostrándome una cara totalmente desconocida para mí. Ya no era la esposa honesta y fiel sino que se había convertido en una hembra deseosa de disfrutar de un jovenzuelo como yo.

Mi querida tía abrió la boca ligeramente tratando de atormentarme. Se aproximó a mi polla respirando junto a ella. Noté su cálido aliento sobre mi sexo. Olga sacó de nuevo su lengua y me golpeó el miembro levemente con la punta. Con su lengua goteante de humedad, empezó en la base de mi mango para ir subiendo hacia arriba de manera lenta. Parecía disfrutar haciéndome sufrir de aquel modo. Más tarde comprendí que lo que realmente deseaba era alargar mi placer lo máximo posible.

Giró la cabeza de lado simulando morderme con sus pequeños dientes. Los colocó sobre la endurecida carne de mi polla la cual humedeció otra vez con su lengua esparciendo la saliva con su mano a lo largo y ancho del agradecido pene. Ahora era yo el que se mostraba plenamente satisfecho ante la maestría que me demostraba mi tía. Pocas veces me habían tratado de aquel modo, pocas mujeres sabían acariciar de manera tan exquisita….

Su mano izquierda entretanto tocaba mis cargadas pelotas, arañándolas ligeramente con las uñas justo antes del agujero de mi ano. Pasó sus dedos levemente por encima del oscuro agujero haciéndome suspirar de placer. Mi polla se enderezó hasta límites desconocidos gracias a la caricia que me prodigaba en la entrada del recto. Sabía por experiencia que aquella zona me proporcionaba un gran placer cuando me la tocaban. ¿Acaso tendría tendencias homosexuales?

Estuvo lamiendo mi excitado miembro una y otra vez sin parar hasta dejarlo bien húmedo y duro. Sujeté con fuerza su cabeza mientras me retorcía disfrutando con las caricias que me ofrecía. Recorrió con la punta de la lengua la totalidad de mi mástil subiendo desde la base hasta el borde del rosado capullo. Se entretuvo lamiendo la punta de la polla insistiendo en el agujero del centro. Mi tía mantuvo la lengua sobre él, pero sin decidirse a hacerse todavía con la palpitante cabeza.

—¡No seas malvada, cómetela vamos! Olga, cómemela de una vez. No me hagas sufrir más.

Recorrió con su lengua el borde de mi capullo, rodeándolo una y otra vez. Olga levantó los ojos cruzándolos con los míos. ¡Me encantaba la cara de viciosa que mostraba! Finalmente metió todo el capullo en el interior de su caliente boca manteniéndolo unos segundos dentro de ella. Gemí como un loco sintiendo el contacto de su lengua sobre mi rígido instrumento. Bajó rápidamente introduciendo en su boca centímetros y centímetros de mi complacida polla sin ahogarse. La mantuvo unos segundos como si la estuviera disfrutando, sintiéndola vibrar.

De pronto empezó a moverse a gran velocidad, deslizándose arriba y abajo por mi polla como si me estuviera follando. Paró unos instantes evitando que eyaculara con aquel tremendo tratamiento. Me masturbó con la mano al mismo tiempo que notaba el contacto de sus labios y su lengua sobre mi alterado pene. No iba a tardar mucho en correrme así que le avisé que estaba a punto de eyacular.

Mi terrible erección se presentaba furiosa en su mano derecha al mismo tiempo que mis pelotas algo tensas en la izquierda. Mi tía volvió a engullir mi duro e hinchado instrumento acariciándolo cada vez a mayor ritmo, mientras friccionaba su coño salvajemente con sus dedos. La polla en sus fauces lograba ahogar sus gemidos.

Pude ver como su boca se llenaba aún más mientras Olga extraía el horrible miembro de su boca empezando a masturbarlo de manera salvaje viéndolo dilatarse a punto de explotar.

—Así, así Olga, estoy a punto de correrme. No aguanto más. ¡Dios, qué bueno es esto!

—Vamos Miguel, córrete vamos. Quiero tu leche, lléname con ella la cara y la boca.

Mi tía abrió los ojos observando mi pene como si esperase el tan ansiado disparo. Estallé en un fulminante orgasmo gritando como un loco mientras eyaculaba todo el semen almacenado en mis testículos. Escupí varios borbotones de leche llenando su bello rostro de semen. Incluso uno de ellos llegó hasta su cabello, es asombrosa la cantidad de leche que expulsamos y lo lejos que llega a proyectarse. Olga cerró con fuerza los ojos en cuanto notó el primer brote de semen.

—¡Joder, sobrinito, menuda corrida! —escuché que decía mientras la veía esparcir el semen sobre sus bonitos pechos. Sus ojos brillaban mostrando la satisfacción que sentía en esos momentos.

—Gracias Olga, gracias. Ninguna mujer me la había chupado como tú lo has hecho.

—¡Oh, cállate mentiroso! La de veces que te habrás corrido con tus amigas. Pero ahora quiero que me folles. ¿Crees que aguantarás otro asalto? —me guiñó un ojo como si me estuviera retando con sus palabras.

—Déjame descansar unos minutos para que pueda recuperarme, por favor. Tengo ganas de follarte ese culito que tienes. ¿Me dejarás hacerlo?

—¡Eres un traviesillo! No imaginé tener un sobrino tan travieso. Hoy dejaré que me folles el coño, el culo te lo reservo para otra ocasión. De momento deberás conformarte con eso —exclamó con una sonrisa de oreja a oreja— Bien, voy a ducharme, espérame en el dormitorio. Te dejo descansar diez minutos para que repongas fuerzas, enseguida estoy contigo.

Mi tía volvió a abrocharse la bata escondiendo sus estupendas curvas con las que había gozado apenas unos segundos antes. Olga desapareció de mi vista camino del baño dejándome solo en la cocina. Me dirigí a la alcoba de mi tía mientras escuchaba como el agua empezaba a correr en el baño. Entré al dormitorio de Olga y no tardé nada en tumbarme en la amplia cama de matrimonio. Pensé que sería morboso follarme a mi tía en su cama de matrimonio. Aquella mujer tan falta de sexo me volvía loco y estaba dispuesto a hacerla gozar todo el tiempo que ella me permitiera.

Acaricié mi polla con mis largos dedos y pude comprobar cómo se mantenía dura pese a mi reciente eyaculación. Aquella era una fantástica señal pues demostraba que mi excitación se mantenía en su máximo apogeo. No había necesidad de recuperarme lo cual lo íbamos a agradecer ambos. Estuve masturbándome unos segundos imaginándome follando el apetecible culo de mi tía. Mi mente no había abandonado aquella excitante idea.

Escuché cerrarse el agua de la ducha y Olga no tardó ni dos minutos en unirse a mí. Apareció en el amplio dormitorio cubierta tan solo con un bonito conjunto de braguita y sujetador de color blanco. Me quedé contemplándola como embobado recorriendo su cuerpo de arriba abajo.

—Olga, vamos acércate para que te vea mejor —susurré mientras humedecía mis labios con la lengua.

—¿Te gusta lo que ves? —contestó levantando la sábana y uniéndose a mí.

—Me encanta, eres una mujer realmente espectacular. Pienso hacerte disfrutar todas las veces que lo desees.

Nos besamos con pasión al tiempo que la acogía entre mis brazos. Noté como temblaba sintiéndose protegida por mí.

—Miguel, hazme el amor. Te deseo, te deseo tanto… ¡Tanto tiempo sin un hombre que me amase!

—Tranquila mi niña, no pienso dejar que eso ocurra más. Te haré gozar como nunca lo hayas hecho, te lo prometo.

Volvimos a besarnos, ahora de forma más suave, uniendo apenas los labios. Cogí su mentón entre mis dedos y quedé hechizado observando sus bonitos ojos. La tenía completamente entregada a mí, estaba seguro que aquella mujer madura deseaba que la hiciera mía, que la follara hasta decir basta. Me hice con su cuello haciéndola ronronear como una gatita mientras ella alargaba su mano en busca de mi pene el cual tan bien conocía.

—Ummmm, me gusta. Ya la vuelves a tener dura. Veo que te recuperas pronto.

—Eres un plato demasiado sabroso como para no excitarse —respondí en un susurro.

Bajé el tirante del sujetador dejando aparecer su redondo pecho el cual empecé a lamer con gran dedicación. Su oscuro pezón no tardó en responder a mi caricia erizándose con el roce de mis labios. Abandoné su rodilla subiendo por su poderoso muslo de forma lenta como recreándome en el sufrimiento de Olga. Finalmente alcancé su entrepierna deslizando a un lado la tela de la braguita que cubría su hambrienta vagina.

—Acaríciame, acaríciame mi niño. Hace tanto tiempo que no sentía algo así. ¡Oh Dios, lo tenía tan olvidado!

Observé como una lágrima caía por su bello rostro y la besé tratando de tranquilizarla. Debía tratar con sumo cariño a aquella hembra tan abandonada. Olga necesitaba un hombre que la hiciera plenamente feliz y yo estaba dispuesto a ser ese hombre.

—Tranquila Olga, pienso hacerte tan feliz como pueda. Tú sólo tranquilízate y disfruta con mis caricias.

—Miguel túmbate boca arriba. Quiero volver a chuparte la polla.

Así pues, me tumbó boca arriba con las piernas bien abiertas y se colocó en posición inversa a la mía ofreciéndome su cálido sexo a escasos centímetros de mi boca. No tardé un segundo en notar como sus labios se hacían con mi enhiesto miembro empezando a chuparlo con ganas. Devolví sus caricias echando a un lado la braguita y hundiendo la cabeza entre sus piernas. Comprobé con gran satisfacción como Olga ya estaba completamente empapada. Aquella mujer era una auténtica bomba en la cama, no entendía como el tonto de mi tío no la follaba. Bueno mejor para mí –pensé fugazmente.

—¡Chúpame, chúpame vamos! —escuché como me pedía con voz implorante mientras volvía a hacerse con mi inflamado miembro lamiéndolo con fuerzas renovadas.

Me dediqué a lamerle con dedicación su delicado sexo jugando con la entrada de su vagina. Era un pubis perfectamente cuidado con un pequeño triángulo bien recortado encima de su lubricado coño. Lamí con mi lengua su entregado coño subiendo hacia el pequeño botón de su clítoris el cual se endureció apenas lo rocé. Escuché el largo suspiro que lanzó Olga descuidando durante unos breves segundos las caricias que le prodigaba a mi polla. Envolví su clítoris con mis labios chupándolo con fuerza. Mi tía se retorcía con aquella caricia, pareció perder el control hasta acabar lanzando un fuerte grito mientras llenaba mis labios con sus jugos vaginales. Joder, ¡menudo orgasmo había logrado arrancarle a aquella madurita! Estaba seguro de pasarlo muy bien mientras estuviera en casa de mi tía.

Olga se separó de mí mientras se recuperaba de su orgasmo, pero no tardó en volver a hacerse con mi miembro el cual empezó a chupar de manera brutal tragándolo de una sola vez y expulsándolo de su boca a un ritmo endiablado.

—Miguel, vamos fóllame de una vez. Te necesito… necesito tenerte dentro de mí.

Agarró con decisión mi polla entre sus dedos y se colocó a horcajadas sobre mí apoyando la cabeza de mi miembro en la entrada de su sexo. Respiró con fuerza unos segundos dejándose caer sobre mi endurecida herramienta la cual ingresó en su empapado coño sin aparente dificultad. Lanzó el cuerpo hacia atrás clavándose mi implacable miembro hasta el fondo.

—Me llena… Dios, cómo me llena. Menuda polla tienes muchacho. Ojalá mi marido tuviera algo así….

La agarré de las caderas ayudándola a clavarse aún más si eso era posible. Se mantuvo quieta unos segundos tratando de acomodarse al tamaño de mi pene para empezar a degustarlo moviéndose de manera lenta. La ayudé siguiendo el ritmo que Olga marcaba de manera exquisita. Aquella mujer sabía lo que se hacía, sabía moverse lento cuando hacía falta para pasar a adquirir mayor velocidad cuando lo consideraba apropiado. La obligué a tumbarse sobre mí haciéndome con sus redondos senos los cuales empecé a chupar mientras mi tía comenzaba a cabalgar de manera brutal.

—Miguel, mi niño…. fóllame, Dios mío, fóllame así vamos. Me quema por dentro, pero me encanta.

—Sí, muévete así…vamos muévete —la animé a que continuara torturándome de aquel modo.

Olga se incorporó echando la cabeza hacia atrás y explotó nuevamente llenando mi instrumento con sus abundantes jugos. Pensé que quien había encontrado un tesoro con aquella mujer era yo. Observé como mi tía lloraba plenamente agradecida por los orgasmos que le había hecho sentir. Traté de buscar mi oportunidad ahora que la tenía completamente entregada y dirigí mis dedos hacia la entrada de su estrecho ano. Olga se quedó quieta encima mío y mirándome a los ojos me dijo con voz autoritaria:

—Miguel, eso no. Te dije que hoy no. Ya tendremos tiempo para que me lo folles, pero hoy no. ¿De acuerdo?

Sonreí aceptando sin rechistar su requerimiento y abandoné su ano colocando mis manos nuevamente en sus caderas.

—Así me gusta, buen chico. Ahora quiero que me folles hasta que revientes y me llenes con toda tu leche —me dijo mientras empezaba a cabalgar nuevamente sobre mí.

—¿De veras puedo correrme dentro de ti? Me encantaría hacerlo.

—Pues claro tonto. Tranquilo que no me dejarás preñada. Imaginando lo que podía pasar tomé precauciones así que tranquilo que no hay peligro.

—En ese caso cambiemos de posición. Vamos ponte en pompa que tengo ganas de darte por detrás. Te llenaré el coño con toda mi leche.

—Ok cariño, pero nada de follarme el culo. ¿De acuerdo? Te dejaré que me lo acaricies con tus dedos, pero nada de follármelo o me enfadaré. Cada cosa a su debido tiempo. ¿Me lo prometes?

—Tranquila Olga que soy un caballero. Si te he dicho que no te lo follaré es que no lo voy a hacer. Sólo lo haremos cuando realmente lo desees. Pero venga, basta de charla y ponte de espaldas a mí —le dije mientras la obligaba a mirar hacia la pared.

Mi tía se agarró con fuerza al cabecero de la cama abriendo bien las piernas a la espera de recibir su tan apetecido regalo. Me arrodillé tras ella apretándome con fuerza haciéndola sentir mi dura barra de carne. Olga lanzó sus nalgas contra mí tratando de sentir aún más mi excitada polla. Introduje mi mano entre sus piernas descubriendo su empapada cavidad la cual se mostraba deseosa de admitir a su terrible invitado. Coloqué la cabeza de mi miembro a la altura de su coño apretando levemente contra él, pero sin querer todavía introducirme dentro de ella. Quería que enloqueciera, que me lo pidiera ella como así ocurrió:

—No seas cabrón. Métemela toda adentro de una vez. Fóllame sin descanso hasta que reventemos.

—Bien Olga, ábrete bien de piernas que te la voy a clavar hasta el fondo. Relájate que te la meteré poco a poco.

Empecé a apretar levemente sobre la entrada de su coño presionando más fuerte hasta que logré introducirme poco a poco en su interior. No tardó mi grueso glande en ingresar dentro de su ansiosa vagina. Ayudé dicha entrada acariciando su inflamado clítoris con mis dedos con lo cual mi tía logró relajarse por completo. Introduje milímetro a milímetro, centímetro a centímetro mi aparato en sus entrañas hasta acabar golpeando sus nalgas con mis cargados cojones.

Olga lanzó un grito desgarrador aullando como una desesperada. Se quedó quieta degustando aquel rígido plátano que le entregaba con tanto placer. Se giró con dificultad hacia mí buscando mis ojos con su mirada complacida. Empecé a moverme primero despacio para ir adquiriendo poco a poco mayor velocidad. Los suspiros de satisfacción de ella rebotaban contra la pared. Lanzaba las nalgas hacia atrás ayudándome en la follada.

El cabecero de la cama se movía adelante y atrás como si nos acompañara en tan agradable acoplamiento. Olga volvió a correrse, aunque no hacía más que pedirme que siguiera con aquel dulce tormento. Obedecí su petición clavándome y desclavándome sin descanso. Los huevos me dolían cada vez que golpeaban contra su ardiente trasero. No iba a tardar en eyacular en esa estupenda vagina, mis testículos tenían necesidad de escupir su carga.

—Olga cariño, voy a correrme. No aguanto más, mi niña.

—Sí córrete vamos…. entrégame tu leche, lléname con tu abundante corrida.

Animado por sus palabras continué follándola apenas veinte segundos más hasta que acabé explotando en su interior llenándola con mi abundante semen. Sentí como iba descargando una y otra vez invadiendo su estupenda vagina con mi espeso líquido seminal. Fueron cuatro interminables disparos hasta que caí derrotado sobre su espalda dejando descansar mi palpitante pecho. Nos costaba respirar a ambos, aquel encuentro había sido verdaderamente agotador.

—Miguel cariño, ha sido genial. Eres un gran amante. ¿Al final que piensas hacer? ¿Te quedas en casa o te buscas algo para estar solo? —dijo guiñándome un ojo.

—Aún no lo tengo decidido, pero te aseguro que, aunque busque piso os visitaré muy a menudo.

Me miró de forma maliciosa, segura de haberme conquistado con sus encantos. No iba a perder la ocasión de follarme a una mujer como aquella siempre que pudiera. Además, sabía que ella no iba a ser capaz de decirme que no. Al fin había encontrado lo que tanto había estado buscando. Por mi parte no había olvidado mi idea de follarme su abundante culo. Pero eso os lo contaré en otra ocasión igual que la primera vez que disfruté del cuerpo de mi prima Amparo.

Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
  • Media: 0
  • Votos: 0
  • Envios: 0
  • Lecturas: 2909
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 18.226.98.161

0 comentarios. Página 1 de 0
Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Relatos: 38.461
»Autores Activos: 2.273
»Total Comentarios: 11.902
»Total Votos: 512.061
»Total Envios 21.926
»Total Lecturas 105.323.149