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Categoría: Incestos

Más que amor

¿Qué es romper las reglas? Parece no haber respuesta, por lo menos no la que esperamos, toda la gente maneja una doble moral, aparentan ser blancos, pero en realidad son negros, ¿que es peor? la pedofilia o el incesto, luego, el incesto a veces lleva también a la pedofilia, todo esto es inmoral, y sin embargo nos gusta leer o ver cosas inmorales, explotar el morbo es algo cotidiano, es un gran negocio, toda una industria.

Después de un largo día laboral, Lorena fue con varias amigas al bar, había encontrado una puerta falsa para desahogar sus frustraciones, años llevaba con la misma rutina, era una más de los miles de mujeres que se ven de pronto abandonadas con un hijo a cuestas. Apenas 35 años y luchando con todas sus fuerzas, había logrado que su hijo estuviera encaminado en el estudio, dedicado y con una vida sana que ella había logrado inculcarle.

Ambos desempeñando el papel que se habían propuesto, pero Lorena tenia días que se veía fatigada, aburrida, tal parecía que había perdido interés por su vida, siempre sociable se había vuelto callada, de pronto estaba molesta por cualquier cosa, hasta Cesar su hijo, era víctima de su malestar. El joven no sabía ni entendía cuál era la razón, pero era un cambio muy drástico.

Ese mismo día, Cesar cumplía con sus deberes escolares, batallando como nunca sin poder concentrarse en lo que hacía, inquieto por el cambio de actitud de su madre, molesto recogió sus útiles y se fue a la sala a despejar un poco su mente.

«Que le está sucediendo a mi madre, tal parece que esta aburrida de mí, no entiendo, siento su agresión a cada instante, y creo que no lo merezco».

Movido por su inquietud y sin entender por qué, caminó directo al cuarto de su madre, la recamara estaba impecablemente arreglada. Lorena era muy estricta en cuanto al arreglo de la casa, y su recamara era una muestra de ello.

«¿Qué te está pasando mama? Me encantaría saberlo, sobre todo si hice algo que te molestó».

El lecho se veía tan cómodo que Cesar se recostó, y al momento pudo percibir el aroma del perfume de su madre impregnado en su cama, siempre le había gustado el perfume que su madre usaba, aun cuando nunca se lo había dicho. Tenía varios días que no dormía bien, sería el perfume o lo grato de la cama, pero Cesar se quedó dormido pesadamente.

Lorena llegó pasada la media noche, por su propio pie, pero tomada de mas, era la primera ocasión que aquello le ocurría, tenía un límite, pero esa noche lo había rebasado. Entró a su recamara y dentro de su aturdimiento miró a Cesar dormido en su cama: «Creo que tendré que dormir en su cuarto».

Pero Lorena ya no tenia deseos de mover un pie y decidió dormir junto a Cesar. «Esta no es la única vez que lo hemos hecho, aunque ahora ya no eres un niño».

Apagó la luz y como pudo se desnudó, su bata estaba a unos pasos de ella, pero decidió dormir con solo el sostén y pantaletas. No tenía cabeza para sentir si era prudente o no aquella situación.

Cesar ni siquiera se dio cuenta cuando Lorena se acostó a su lado, Lorena sentía que la cabeza le daba vuelta, pero aquella sensación iba disminuyendo; «ojalá desaparezca pronto este malestar».

Así fue afortunadamente para ella, pero no podía conciliar el sueño, escuchó de pronto la respiración acompasada de Cesar: «pobre hijo mío creo que últimamente no te he tratado muy bien, pero yo misma no sé qué me pasa».

Su instinto maternal le motivó acariciar su rostro en un movimiento inconsciente, estaba muy cerca de él: «Perdoname hijo, eres tan bueno». Le venció la ternura y besó su mejilla, aquel contacto con Cesar tuvo un efecto no esperado para ella, el calor de su piel, la cercanía tan palpable, provocaron que a Lorena se le prendiera su hormona, y sin poder evitarlo besó los labios de Cesar con mucha ternura. En ese momento Lorena descubrió el origen de su malestar, necesitaba un hombre, un hombre que le prodigara sus caricias, que la hiciera vibrar y disfrutar de las delicias del sexo.

No tuvo tiempo de reflexionar, solo de pronto tenía entre sus manos la verga de Cesar caída entre sus piernas, Cesar respiraba las maniobras de Lorena no habían logrado despertarlo, pero ella si estaba despierta de todos sus sentidos, y su hambrienta vagina le exigía todo aquello.

Se incorporó solo para engullir con su boca el preciado trofeo de Cesar, hacia tanto tiempo que no hacia una felación, y lo deseaba tanto, que puso todo su empeño y conocimiento para despertar aquel gigante. Cesar no despertaba del todo, pero reaccionaba cuando Lorena clavaba con suavidad los dientes en la testa de su tranca, por ultimo atrapó la misma y la succionó de manera tan magistral, que Cesar despertó al sentir que se escapaba su eyaculación.

No dijo nada, sabía de quien se trataba, pero si ella así lo deseaba él estaba dispuesto a complacerla. Cesar ya tenía conocimiento de esas lides, así que presuroso y casi a la fuerza la obligó a soltar su henchida tranca, la atrajo hacia sí y la comenzó a besar con mucha ternura, como se besa a la novia tierna que tanto se ama, y que se aprecia con toda el alma la ofrenda invalorable de su intimidad. La hoguera estaba encendida.

Cesar manoseaba sus pechos a placer y los mamaba con toda ternura, mientras su mano, que había burlado el resguardo de sus pantaletas, yacía enterrada en su vagina. Lorena agitaba con fuerza sus caderas, la inclemente caricia de Cesar la estaba enloqueciendo, su largo ayuno sexual acrecentaba su delirio.

Cesar se detuvo un instante para deshacerse de sus pantaletas y quitarse los pantalones y trusa, Lorena pensó que Cesar le metería la verga en cuanto se deshiciera de su ropa, mas no fue así, se instaló en medio de sus piernas, pero fue para hundir su rostro entre ellas, Cesar le propinó una mamada en la panocha tan agradable que sentía volverse loca de placer. Lamió su rendija y atrapó con sus labios su inflamado clítoris, estaba tan pegado a su puchita que el abundante pelambre se agrupaba toda sobre la nariz de Cesar.

El néctar de tan delicioso resquicio comenzó a desbordarse, Cesar comprendió que el momento supremo había llegado, y no se detendría ante nada. Al sentir su presencia, Lorena comenzó a jadear, ansiaba urgentemente devorar con su vagina el enorme trozo pujante de Cesar.

Tenía totalmente abierto su compas y las rodillas sostenidas por la manos fuertes de Cesar, aproximo su erecto tolete hasta hacer contacto con la rendija de Lorena, ésta cerró los ojos y con su mano guio el endurecido órgano a la entrada de su vagina, la enorme testa de pronto se vio rodeado por los pliegues de la húmeda vagina, loco de deseo Cesar atascó de un solo empujón toda la longitud de su lanceta. Lorena aprisionó el cuello de Cesar con sus brazos y enseguida, urgente busco sus labios, entre más fuertes eran las embestidas más apasionados eran sus besos.

Lorena estaba en pleno éxtasis, contraía su vagina apretando deliciosamente la verga de Cesar, este a su vez luchaba por mantener el control aun a pesar del enorme placer que estaba recibiendo, y es que Lorena había incrementado su nivel de lubricación y la constante fricción había producido un delicioso calorcito insoportable.

Ambos habían llegado a la cumbre del placer, era un combate sin tregua donde las caderas chocaban incesantes, donde Lorena alimentaba su hambrienta panocha saturándola con el enorme trozo de Cesar y el incansable visitaba el fondo de sus entrañas. Lorena comenzó a jadear y Cesar lo notó, estaba a punto de vencer y arremetió con mas ímpetu. Los chillidos de Lorena no se hicieron esperar, una y otra vez se sacudió al sentir un orgasmo intenso y prolongado como nunca antes había sentido.

Un segundo después Cesar acompañaba a Lorena en el desfogue de su placer, emitió una copiosa lluvia seminal desbordando con ello la capacidad de contención. Durmieron un buen rato, pero Cesar todo un sobrado de energía copuló con ella un par de veces más durante la noche.

La luz del sol los sorprendió desnudos, Cesar despertó primero y se solazaba mirando el desnudo cuerpo de su madre. Minutos después Lorena abrió los ojos, cubriendo apenada su descubierto pelambre. Aquello la situó en la realidad y trató de justificarse.   

—papito… yo debo explicarte…      

—te equivocas no hay nada que explicar.    

—pero es que…   

—no quiero escuchar tu arrepentimiento, porque no deseo sentirme culpable.  

Lorena de hecho, intentaba exonerarlo, pero la actitud firme de su hijo la dejo sin palabras.  

—hazte un favor mama, asume tus actos como yo los míos, si te sirve de consuelo, te diré que pude haberlo evitado, pero no quise, te vi tan contenta y sentí que te hice tan feliz, que con eso me basta, porque yo también disfruté los instantes más lindos de mi vida.

Enseguida Cesar se acercó a su rostro y la besó, Lorena quiso oponerse, pero ni siquiera lo intentó, correspondió al beso de Cesar y terminaron copulando una vez más.

Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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